“Crisis en Bielorrusia: todo lo que debes saber para entender el conflicto
Las multitudinarias manifestaciones en contra del presidente bielorruso Alexandre Lukashenko no cesan en ese país
Las
imágenes dieron la vuelta al mundo. En lo que hasta ahora es la manifestación
más grande en la historia de ese país, más de 200.000 personas -según calculó
el portal Tut.by-, salieron el
domingo 16 de agosto a las calles de Minsk, capital de Bielorrusia, para
protestar en contra del gobierno de Alexander Lukashenko. Más de una semana
después de las elecciones presidenciales en las que el mandatario se proclamó
como ganador, la tensión política y social en el país va en aumento.
Horas antes de la protesta opositora, la cual llamaron Marcha por la Libertad, Lukashenko midió su poder congregando a sus fieles en la plaza de la Independencia. A ella estaban llamados “quienes apoyan al gobierno, quienes aman la patria, quienes están en contra de la división del país en bandos opuestos”, según la organización Bélaya Rus, cercana al régimen que gobierna
desde 1994.El
llamado del líder bielorruso, sin embargo, quedó lejos de alcanzar a sus
opositores: las fuentes oficiales afirman que 65.000 personas acudieron a la
contramarcha, mientras que observadores independientes y medios de comunicación
locales rebajaron la cifra en unos cuantos miles.
¿Cómo
Bielorrusia llegó a este punto de crispación y cómo se desarrolla la crisis
política? En El Diario te contamos
todo lo que debes saber para entenderlo.
1. Más de dos décadas en el poder
Lukashenko
preside Bielorrusia desde hace 26 años. Es el único que ha ocupado ese cargo
desde que el país se independizó en 1991. Y el gobernante con más años en el
poder en toda Europa. Desde que asumió, tanto sus opositores como buena parte
de la comunidad internacional, lo señalan como uno de los últimos reductos autoritarios del continente, violador
de derechos humanos
“Mi
posición y el Estado nunca me permitirán llegar a ser un dictador, pero
gobernar con estilo autoritario es una característica mía y siempre lo he
admitido”, respondió él a esas acusaciones en su contra durante una entrevista
en el año 2003”
Un
año después, suprimió a través de un referéndum el límite de dos períodos
presidenciales, asegurándose así la reelección indefinida.
No rehúye a los
calificativos. En el año 2012 aseguró que era “mejor ser dictador
que homosexual”, esto en alusión al ministro de Exteriores alemán Guido
Westerwelle, quien se define abiertamente como homosexual.
En
ese momento Westerwelle lideraba las sanciones contra el gobierno bielorruso
desde la Unión Europea (UE) por violación de derechos humanos.
En la práctica es igual que en su discurso. En una oportunidad advirtió que cualquiera que participara en una protesta opositora sería tratado como un “terrorista” y que le torcerían el pescuezo “de la misma forma que a un pato”. La prensa no escapa de la persecución, y muchos periodistas han sido detenidos, al mismo tiempo que el gobierno maneja los medios de comunicación públicos.
Dos
años más tarde, en los comicios presidenciales de 2010 –que ganó ampliamente
Lukashenko–, nueve de los diez candidatos opositores fueron arrestados. Las
denuncias de fraude, otra vez, persiguieron al proceso electoral.
2. Campaña electoral desigual
El
8 de mayo el Parlamento bielorruso convocó elecciones presidenciales para el
domingo 9 de agosto de 2020. Como sucede desde los comicios de 1994, los
primeros de Bielorrusia como país independiente, Lukashenko se presentó como
candidato sin problema alguno. Y otra vez sus opositores enfrentaron todo tipo
de sabotajes.
Pocos
días después de la convocatoria a elecciones, el precandidato opositor Siarhei
Tsikhanouski, uno de los favoritos en los sondeos electorales, fue detenido. La
justicia lo acusó de violencia contra la autoridad al producirse un incidente
con la policía durante un acto de campaña. Su esposa Svetlana Tijanóvskaya se
hizo cargo del liderazgo opositor y logró formar una coalición en torno a su
figura para combatir a Lukashenko.
El mandatario desestimó la candidatura de Tijanóvskaya al
asegurar que los bielorrusos “no estaban listos para votar por una mujer” y que
la “constitución no está hecha para las mujeres”.
Pero
la respuesta de la población fue masiva. Junto a la candidata, otras dos
mujeres lideraron la oposición en las elecciones. Congregaron a más de 60.000
personas en el cierre de campaña, algo hasta entonces nunca visto en
Bielorrusia. Se trató de María Kolesnikova y Veronika Tsepkalo.
La
primera era jefa de campaña de Viktor Babaryko, otro opositor que fue
encarcelado en junio por supuesta evasión de impuestos y lavado de dinero. Para
ese momento, lideraba los sondeos de votación. Mientras que la segunda es esposa
de Valery Tsepkalo, quien huyó del país en julio porque supuestamente el
gobierno había ordenado detenerlo.
Tanto
la UE como Amnistía Internacional (AI) condenaron la persecución contra los
líderes políticos y pidieron su liberación.
Pero
los políticos no fueron los únicos encarcelados. Desde el inicio de la campaña
electoral, en mayo, más de 2.000 personas fueron detenidas, según el Centro de
Derechos Humanos Viasna.
3. Pobre control de la pandemia
Al
clima de disconformidad social por la persecución a los candidatos opositores,
se le sumó el descontento por la forma en la que el gobierno de Lukashenko hizo
frente al covid-19.
Según
el mandatario, para curar el virus lo mejor era pasear, tomar vodka e ir al
sauna. Y mientras que el mundo anunciaba el confinamiento para cortar la
propagación del virus, él defendió su negativa a ordenar una cuarentena.
Hasta
la publicación de esta nota, Bielorrusia acumula 69.589 contagios y 613
muertes, aunque la mayoría de ellos se encuentran recuperados (67.149). En el
último mes la cifra de contagios diarios ha disminuido considerablemente en
comparación a los meses de mayo y junio, cuando el país tuvo su pico de casos.
4. Sospechas de fraude
La
jornada electoral transcurrió sin la participación de observadores independientes.
La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) informó que
no supervisaría las elecciones de 2020 ya que no se le había enviado una
invitación oportuna. De igual manera, las autoridades restringieron el acceso
de observadores nacionales.
Desde 1995, la OSCE no ha reconocido ninguna elección en
ese país como libre y justa.
Con
la pandemia como alegato, la junta electoral permitió la apertura de los
colegios electorales el 4 de agosto -cinco días antes del final de la
votación-, para así evitar aglomeraciones. Este método, según la oposición,
facilitó la falsificación. De acuerdo con las cifras oficiales, más del 40% de
los electores habían votado el domingo por la mañana.
El día de la elección se cortó la conexión a Internet en varias ciudades del país.
Asimismo, la oposición denunció que varios colegios electorales cerraron a las 8:00 pm, hora local, sin permitir votar a las personas que se encontraban en la cola. Más temprano, aseguraron que las juntas electorales de cada centro retrasaban deliberadamente el procedimiento, entre siete y ocho minutos por elector, para impedir el voto favorable a Tijanóvskaya.A
pesar de la falta de Internet, algunas personas publicaron videos de supuestas
irregularidades. En una de las grabaciones en el barrio de Zalioni Lug, se
observa a una profesora, presuntamente miembro de la comisión que presidía el
centro de votación, bajando por unas escaleras en las afueras del colegio
con un paquete sospechoso en las manos.
Luego
de cerrar las mesas, publicaron un resultado a boca de urna muy similar al que
posteriormente confirmó la junta electoral. Según ellos, Lukashenko ganó con el
80% de los votos. Tijanóvskaya obtuvo alrededor del 10%, mientras que el
restante de sufragios se repartió entre otros candidatos. La líder opositora
afirmó que en realidad había obtenido entre 60% y 70% de los votos.
5. Represión y tortura contra manifestantes
Después
de conocer los resultados a boca de urna, miles de personas salieron a las
calles ya no solo de Minsk, sino de otras ciudades como Brest, para mostrar su
disconformidad. La policía disparó gases lacrimógenos, balas de goma y granadas
paralizantes contra los manifestantes. Detuvieron a 3.000 de ellos y en total,
desde el inicio de las protestas, ya son 6.700 detenidos.
Luego
de sus liberaciones, muchos de los manifestantes aseguran que fueron torturados
por las fuerzas de seguridad del Estado. Algunos, como Vladímir, explicaron al
medio español El Periódico que a él y a otros
presos los golpearon con porras durante media hora. Los dejaron en un lugar sin
techo, de unos seis por nueve metros, junto a un centenar de presos.
“Allí apenas cabíamos; había gente en pantalones cortos, uno ni siquiera tenía zapatos”, dijo. Aseguró que no pudieron dormir porque los agentes les ordenaron
salir y los obligaron a permanecer de rodillas mientras registraban sus identidades. Tampoco les dieron comida.El
gobierno de Bielorrusia se defendió al afirmar que ningún manifestante resultó
muerto y que, por el contrario, decenas de miembros de las fuerzas de seguridad
resultaron heridos.
6. Líderes opositores en el exilio
Tijanóvskaya
desapareció por unas horas del ojo público luego de la publicación de los
resultados. La candidata opositora había asegurado que permanecería en
Bielorrusia para exigir unos comicios “sin manipulación”. Sin embargo, el
martes 11 de agosto reapareció en Lituania.
Linas
Linkevicius, ministro de Exteriores de Lituania, aseguró a The Guardian que Tijanóvskaya
estuvo arrestada por las autoridades bielorrusas durante siete horas.
Todo
indica que le forzaron a leer una declaración frente a una cámara, en la que
dijo: “Bielorrusos, los insto a ser razonables y respetar la ley. No quiero
sangre ni violencia. Les pido que no se resistan a la policía, no vayan a las
calles, no pongan sus vidas en peligro”.
El ministro lituano de Exteriores dijo que la líder
opositora bielorrusa no quería dejar su país, pero que no le dejaron otra
opción. En Lituania estaban sus hijos, que ya habían recibido amenazas.
Su
compañera de campaña, Verónika Tsepkalo, hizo lo propio el mismo domingo y se
dirigió a Varsovia, donde su esposo, Valeri Tsepkal, buscaba ayuda
internacional.
7. El por qué del blanco y el rojo
La
bandera blanca con una franja roja horizontal que la atraviesa, es uno de los
símbolos de las manifestaciones contra Lukashenko. Asimismo, cientos de
protestantes visten camisas blancas como forma de demostrar que son pacíficos.
Estos colores, en realidad, hacen alusión a la antigua bandera de la República Popular Bielorrusa de 1918 y de la Bielorrusia independiente entre 1991 y 1995. En ese año, la bandera cambió por la hasta ahora vigente de color verde y roja, que se aprobó a través de un referéndum se empleaba cuando el país era una
república de la Unión Soviética.A
lo largo de toda la historia, la bandera color blanco-rojo-blanco ha sido usada
como símbolo de la diáspora bielorrusa y por grupos de resistencia
antisoviética. Asimismo, desde que se modificó en el año 1995, se convirtió en
símbolo de lucha en contra del gobierno del líder bielorruso.
8. Lukashenko pierde apoyo
El
hasta ahora férreo control del poder del gobierno de Bielorrusia empieza a
derrumbarse. Varios funcionarios, así como oficiales de policía actuales
renunciaron a sus cargos. En varias empresas estatales los trabajadores
convocaron huelgas.
La
disconformidad de los mismos adeptos a Lukashenko se empieza a manifestar
incluso en mítines convocados por el mandatario. Este lunes 17 de agosto, en su
visita a la fábrica de vehículos pesados (MZKT) y la planta de tractores (MTZ)
de Minsk, el presidente se enfrentó a miles de manifestantes que le gritaron
“¡Vete!”.
Lukashenko, visiblemente molesto, respondió: “Gracias, ya he dicho todo lo que quería decir. Pueden decir ‘vete'». Posteriormente, preguntó a los presentes si querían nuevas elecciones, a lo que respondieron que sí. Otra vez desafiante, el
mandatario respondió que elecciones ya hubo, y que hasta que no lo matasen, no habría nuevos comicios. Luego matizó al asegurar que unos nuevos comicios sólo serían posibles luego de una reforma de la constitución.En
otras áreas, el personal del principal canal de medios de propiedad del Estado
se declaró en huelga y prometió comenzar a informar sobre “la verdad”.
Asimismo, el embajador de Bielorrusia en Eslovaquia, Igor Leshchenya, declaró
su solidaridad con los manifestantes.
9. La posición de Rusia
La
relación de Bielorrusia con Rusia es cercana incluso dentro de los opositores a
Lukashenko. Y aunque el gobierno de Vladimir Putin ha asegurado a su par
bielorruso que prestará la ayuda necesaria en caso de alguna “amenaza” de los
países fronterizos, el Kremlin no vería con malos ojos otro gobierno que sea
antioccidente.
El
autócrata bielorruso pide apoyo a Putin luego de los recientes roces entre
ambas Administraciones. El pasado 3 de agosto Bielorrusia detuvo a 33
mercenarios rusos de la compañía rusa Wagner a los que las autoridades acusaron
en un primer momento de preparar disturbios en Minsk. Posteriormente se conoció
que el destino de los rusos era Venezuela.
Algunos
líderes europeos como la canciller alemana, Ángela Merkel, el presidente
francés, Emmanuel Macron y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel,
pidieron a Putin que hiciera entender al régimen bielorruso que abandone la
violencia y llame a un diálogo “pacífico y verdaderamente inclusivo”.
10. Respuesta internacional
El
alto representante de la Unión Europea para las Relaciones Exteriores y
Política de Seguridad, Josep Borrell, presentó una declaración escrita sobre la
situación en Bielorrusia.
“La
UE está esperando una investigación amplia y transparente sobre cualquier tipo
de infracción. Al mismo tiempo, se tiene que castigar a los responsables”, dijo
Borrell. Anunció que informará durante la Cumbre de los Líderes Europeos del 19
de agosto de las nuevas sanciones de la UE contra Bielorrusia una vez que los
ministros de Exteriores lleguen al acuerdo.
Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos,
Mike Pompeo, afirmó que el pueblo de Bielorrusia tiene derecho a gozar de “las
libertades que reclama”, e instó a las autoridades de ese país a no usar la
fuerza contra los manifestantes. Díaz antes, el gobierno estadounidense declaró
que no aceptaría el resultado de las elecciones por no considerarlas justas y
transparentes.
A
través de un comunicado, el régimen de Nicolás Maduro, uno de los pocos en
reconocer los resultados de las elecciones bielorrusas, felicitó a Lukashenko
por su “inobjetable victoria”.
(De “El Diario”
, 24/11/2020)
…
“Slava Ukraina”, слава
Україні (Gloria a Ucrania), gritaban los
congregados en la Maidan Nezalecnosti, Майдан Незалежності (Plaza de la Independencia), de
Kiev, cuando hace ya unos cuantos años se pronunciaron reiterada y masivamente
contra los usos y abusos del sátrapa que les controlaba cuasi dictatorialmente
como presidente de la república, el pro-ruso Víktor Yanukóvich, inadmisible muestra del
nepotismo y de la corrupción subsiguiente al desmembramiento de la URSS.
Aquel
pronunciamiento (llamémoslo así) condujo a la caída (huyendo del país) del
político censurado y dio pie a una etapa de convulsiones políticas e
institucionales en Ucrania, de las que sigue sin reponerse el país del Dniéper,
que, por ende, sigue sumido en una brutal crisis económica y social, consecuencia
del mantenimiento en el este de su territorio de un conflicto bélico pro
independentista de las regiones de Lugansk y Donetsk, amén de la anexión
traumática de la península de Crimea por parte de Rusia.
Con estos
vecinos antecedentes, los ciudadanos de Bielorrusia llegaron al punto de
hartazgo respecto de su dictador particular, el más que pro-ruso, Lukashenko,
un acólito de Vladimir Putin, el nuevo “zar” de todas las Rusias y cuyos fueros
dominadores de todo lo cercano superan muy mucho los hechos de las épocas
zaristas y comunistas.
He tenido
ocasión a lo largo de los años de comprobar cómo el pueblo de Bielorrusia vivía
en una aparente sumisión al líder político que se perpetuaba en el control
y poder, resignándose durante mucho tiempo a sobrevivir en la medida de lo
posible, con los consuelos de algunas escapadas a la vecina Polonia,
especialmente en la zona oeste de la nación de la Rusia blanca.
Por eso
he comprendido mucho y bien la tribulación que ha venido poniendo de manifiesto
una gran dama nacida en Bielorrusia, anclada en Valencia por mor de su
matrimonio con un ilustre jurista, y que ha venido siendo y es ejemplo de
esposa y madre de familia, consagrada a honrar al máximo la cultura de
la España en la que se ha integrado.
He ido
leyendo los comentarios de esta preclara dómina, y a través de ellos he vuelto
a comprender las tribulaciones que pueblos como Ucrania y Bielorrusia (y no
me olvido de Armenia y de los ex satélites de la URSS) siguen experimentando
cuando su cultura, su orden social y su economía vagan por el universo de las
naciones “como pollos sin cabeza”
En el texto de “El Diario” que recojo al inicio , entiendo se analiza de manera suficiente la problemática que afecta a Bielorusia, y a la que habrá que seguir prestando atención, pese a las sordinas que su propio régimen y los medios rusos han instalado para que no trascienda el drama que se sigue viviendo allí, entre privaciones de libertad, censura, violación de derechos humanos, crisis económica y tantas otras pandemias absolutistas. De todas maneras, personalmente solo vislumbro negros nubarrones de vida dictatorial, porque Rusia jamás consentirá que, una vez más (como ocurrió con Ucrania) haya un pueblo que intente alcanzar las libertades de la democracia.
Porque
para Putin, como para Lukashenko (y tantos otros comunistas) la libertad
del pueblo radica en seguir fiel y ciegamente a los líderes encastillados a su
frente, para bien y provecho de ellos mismos.
Al igual que ocurrió en Kiev, por mi parte grito con el mayor de mis deseos:
“ Slava Belarus”,
Слава Беларусі!!!
GLORIA A BIELORRUSIA!!!
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