24 noviembre 2020

Bielorrusia: ¿Mimetismo con lo acontecido en Ucrania? Rusia nunca tolerará otra nueva “evasión democrática” en sus fronteras


Crisis en Bielorrusia: todo lo que debes saber para entender el conflicto

Las multitudinarias manifestaciones en contra del presidente bielorruso Alexandre Lukashenko no cesan en ese país

(Por Raúl Castillo)

Las imágenes dieron la vuelta al mundo. En lo que hasta ahora es la manifestación más grande en la historia de ese país, más de 200.000 personas -según calculó el portal Tut.by-, salieron el domingo 16 de agosto a las calles de Minsk, capital de Bielorrusia, para protestar en contra del gobierno de Alexander Lukashenko. Más de una semana después de las elecciones presidenciales en las que el mandatario se proclamó como ganador, la tensión política y social en el país va en aumento.

Horas antes de la protesta opositora, la cual llamaron Marcha por la Libertad, Lukashenko midió su poder congregando a sus fieles en la plaza de la Independencia. A ella estaban llamados “quienes apoyan al gobierno, quienes aman la patria, quienes están en contra de la división del país en bandos opuestos”, según la organización Bélaya Rus, cercana al régimen que gobierna

desde 1994.

El llamado del líder bielorruso, sin embargo, quedó lejos de alcanzar a sus opositores: las fuentes oficiales afirman que 65.000 personas acudieron a la contramarcha, mientras que observadores independientes y medios de comunicación locales rebajaron la cifra en unos cuantos miles.

¿Cómo Bielorrusia llegó a este punto de crispación y cómo se desarrolla la crisis política? En El Diario te contamos todo lo que debes saber para entenderlo.

1. Más de dos décadas en el poder

Lukashenko preside Bielorrusia desde hace 26 años. Es el único que ha ocupado ese cargo desde que el país se independizó en 1991. Y el gobernante con más años en el poder en toda Europa. Desde que asumió, tanto sus opositores como buena parte de la comunidad internacional, lo señalan como uno de los últimos reductos autoritarios del continente, violador de derechos humanos

Mi posición y el Estado nunca me permitirán llegar a ser un dictador, pero gobernar con estilo autoritario es una característica mía y siempre lo he admitido”, respondió él a esas acusaciones en su contra durante una entrevista en el año 2003

Un año después, suprimió a través de un referéndum el límite de dos períodos presidenciales, asegurándose así la reelección indefinida.

No rehúye a los calificativos. En el año 2012 aseguró que era “mejor ser dictador que homosexual”, esto en alusión al ministro de Exteriores alemán Guido Westerwelle, quien se define abiertamente como homosexual.

En ese momento Westerwelle lideraba las sanciones contra el gobierno bielorruso desde la Unión Europea (UE) por violación de derechos humanos.

En la práctica es igual que en su discurso. En una oportunidad advirtió que cualquiera que participara en una protesta opositora sería tratado como un “terrorista” y que le torcerían el pescuezo “de la misma forma que a un pato”. La prensa no escapa de la persecución, y muchos periodistas han sido detenidos, al mismo tiempo que el gobierno maneja los medios de comunicación públicos.

Dos años más tarde, en los comicios presidenciales de 2010 –que ganó ampliamente Lukashenko–, nueve de los diez candidatos opositores fueron arrestados. Las denuncias de fraude, otra vez, persiguieron al proceso electoral.

2. Campaña electoral desigual

El 8 de mayo el Parlamento bielorruso convocó elecciones presidenciales para el domingo 9 de agosto de 2020. Como sucede desde los comicios de 1994, los primeros de Bielorrusia como país independiente, Lukashenko se presentó como candidato sin problema alguno. Y otra vez sus opositores enfrentaron todo tipo de sabotajes.

Pocos días después de la convocatoria a elecciones, el precandidato opositor Siarhei Tsikhanouski, uno de los favoritos en los sondeos electorales, fue detenido. La justicia lo acusó de violencia contra la autoridad al producirse un incidente con la policía durante un acto de campaña. Su esposa Svetlana Tijanóvskaya se hizo cargo del liderazgo opositor y logró formar una coalición en torno a su figura para combatir a Lukashenko.

El mandatario desestimó la candidatura de Tijanóvskaya al asegurar que los bielorrusos “no estaban listos para votar por una mujer” y que la “constitución no está hecha para las mujeres”.

Pero la respuesta de la población fue masiva. Junto a la candidata, otras dos mujeres lideraron la oposición en las elecciones. Congregaron a más de 60.000 personas en el cierre de campaña, algo hasta entonces nunca visto en Bielorrusia. Se trató de María Kolesnikova y Veronika Tsepkalo.

La primera era jefa de campaña de Viktor Babaryko, otro opositor que fue encarcelado en junio por supuesta evasión de impuestos y lavado de dinero. Para ese momento, lideraba los sondeos de votación. Mientras que la segunda es esposa de Valery Tsepkalo, quien huyó del país en julio porque supuestamente el gobierno había ordenado detenerlo.

Tanto la UE como Amnistía Internacional (AI) condenaron la persecución contra los líderes políticos y pidieron su liberación.

Pero los políticos no fueron los únicos encarcelados. Desde el inicio de la campaña electoral, en mayo, más de 2.000 personas fueron detenidas, según el Centro de Derechos Humanos Viasna.

3. Pobre control de la pandemia

Al clima de disconformidad social por la persecución a los candidatos opositores, se le sumó el descontento por la forma en la que el gobierno de Lukashenko hizo frente al covid-19.

Según el mandatario, para curar el virus lo mejor era pasear, tomar vodka e ir al sauna. Y mientras que el mundo anunciaba el confinamiento para cortar la propagación del virus, él defendió su negativa a ordenar una cuarentena.

Hasta la publicación de esta nota, Bielorrusia acumula 69.589 contagios y 613 muertes, aunque la mayoría de ellos se encuentran recuperados (67.149). En el último mes la cifra de contagios diarios ha disminuido considerablemente en comparación a los meses de mayo y junio, cuando el país tuvo su pico de casos.

4. Sospechas de fraude

La jornada electoral transcurrió sin la participación de observadores independientes. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) informó que no supervisaría las elecciones de 2020 ya que no se le había enviado una invitación oportuna. De igual manera, las autoridades restringieron el acceso de observadores nacionales.

Desde 1995, la OSCE no ha reconocido ninguna elección en ese país como libre y justa.

Con la pandemia como alegato, la junta electoral permitió la apertura de los colegios electorales el 4 de agosto -cinco días antes del final de la votación-, para así evitar aglomeraciones. Este método, según la oposición, facilitó la falsificación. De acuerdo con las cifras oficiales, más del 40% de los electores habían votado el domingo por la mañana.

El día de la elección se cortó la conexión a Internet en varias ciudades del país.

Asimismo, la oposición denunció que varios colegios electorales cerraron a las 8:00 pm, hora local, sin permitir votar a las personas que se encontraban en la cola. Más temprano, aseguraron que las juntas electorales de cada centro retrasaban deliberadamente el procedimiento, entre siete y ocho minutos por elector, para impedir el voto favorable a Tijanóvskaya.

A pesar de la falta de Internet, algunas personas publicaron videos de supuestas irregularidades. En una de las grabaciones en el barrio de Zalioni Lug, se observa a una profesora, presuntamente miembro de la comisión que presidía el centro de votación, bajando por unas escaleras en las afueras del colegio  con un paquete sospechoso en las manos.

Luego de cerrar las mesas, publicaron un resultado a boca de urna muy similar al que posteriormente confirmó la junta electoral. Según ellos, Lukashenko ganó con el 80% de los votos. Tijanóvskaya obtuvo alrededor del 10%, mientras que el restante de sufragios se repartió entre otros candidatos. La líder opositora afirmó que en realidad había obtenido entre 60% y 70% de los votos.

5. Represión y tortura contra manifestantes

Después de conocer los resultados a boca de urna, miles de personas salieron a las calles ya no solo de Minsk, sino de otras ciudades como Brest, para mostrar su disconformidad. La policía disparó gases lacrimógenos, balas de goma y granadas paralizantes contra los manifestantes. Detuvieron a 3.000 de ellos y en total, desde el inicio de las protestas, ya son 6.700 detenidos.

Luego de sus liberaciones, muchos de los manifestantes aseguran que fueron torturados por las fuerzas de seguridad del Estado. Algunos, como Vladímir, explicaron al medio español El Periódico que a él y a otros presos los golpearon con porras durante media hora. Los dejaron en un lugar sin techo, de unos seis por nueve metros, junto a un centenar de presos.

“Allí apenas cabíamos; había gente en pantalones cortos, uno ni siquiera tenía zapatos”, dijo. Aseguró que no pudieron dormir porque los agentes les ordenaron

salir y los obligaron a permanecer de rodillas mientras registraban sus identidades. Tampoco les dieron comida. 

El gobierno de Bielorrusia se defendió al afirmar que ningún manifestante resultó muerto y que, por el contrario, decenas de miembros de las fuerzas de seguridad resultaron heridos.

6. Líderes opositores en el exilio

Tijanóvskaya desapareció por unas horas del ojo público luego de la publicación de los resultados. La candidata opositora había asegurado que permanecería en Bielorrusia para exigir unos comicios “sin manipulación”. Sin embargo, el martes 11 de agosto reapareció en Lituania.

Linas Linkevicius, ministro de Exteriores de Lituania, aseguró a The Guardian que Tijanóvskaya estuvo arrestada por las autoridades bielorrusas durante siete horas.

Todo indica que le forzaron a leer una declaración frente a una cámara, en la que dijo: “Bielorrusos, los insto a ser razonables y respetar la ley. No quiero sangre ni violencia. Les pido que no se resistan a la policía, no vayan a las calles, no pongan sus vidas en peligro”.

El ministro lituano de Exteriores dijo que la líder opositora bielorrusa no quería dejar su país, pero que no le dejaron otra opción. En Lituania estaban sus hijos, que ya habían recibido amenazas.

Su compañera de campaña, Verónika Tsepkalo, hizo lo propio el mismo domingo y se dirigió a Varsovia, donde su esposo, Valeri Tsepkal, buscaba ayuda internacional.

7. El por qué del blanco y el rojo

La bandera blanca con una franja roja horizontal que la atraviesa, es uno de los símbolos de las manifestaciones contra Lukashenko. Asimismo, cientos de protestantes visten camisas blancas como forma de demostrar que son pacíficos.

Estos colores, en realidad, hacen alusión a la antigua bandera de la República Popular Bielorrusa de 1918 y de la Bielorrusia independiente entre 1991 y 1995. En ese año, la bandera cambió por la hasta ahora vigente de color verde y roja, que se aprobó a través de un referéndum se empleaba cuando el país era una

república de la Unión Soviética.

A lo largo de toda la historia, la bandera color blanco-rojo-blanco ha sido usada como símbolo de la diáspora bielorrusa y por grupos de resistencia antisoviética. Asimismo, desde que se modificó en el año 1995, se convirtió en símbolo de lucha en contra del gobierno del líder bielorruso.

8. Lukashenko pierde apoyo

El hasta ahora férreo control del poder del gobierno de Bielorrusia empieza a derrumbarse. Varios funcionarios, así como oficiales de policía actuales renunciaron a sus cargos. En varias empresas estatales los trabajadores convocaron huelgas.

La disconformidad de los mismos adeptos a Lukashenko se empieza a manifestar incluso en mítines convocados por el mandatario. Este lunes 17 de agosto, en su visita a la fábrica de vehículos pesados (MZKT) y la planta de tractores (MTZ) de Minsk, el presidente se enfrentó a miles de manifestantes que le gritaron “¡Vete!”.

Lukashenko, visiblemente molesto, respondió: “Gracias, ya he dicho todo lo que quería decir. Pueden decir ‘vete'». Posteriormente, preguntó a los presentes si querían nuevas elecciones, a lo que respondieron que sí. Otra vez desafiante, el

mandatario respondió que elecciones ya hubo, y que hasta que no lo matasen, no habría nuevos comicios. Luego matizó al asegurar que unos nuevos comicios sólo serían posibles luego de una reforma de la constitución.

En otras áreas, el personal del principal canal de medios de propiedad del Estado se declaró en huelga y prometió comenzar a informar sobre “la verdad”. Asimismo, el embajador de Bielorrusia en Eslovaquia, Igor Leshchenya, declaró su solidaridad con los manifestantes.

9. La posición de Rusia

La relación de Bielorrusia con Rusia es cercana incluso dentro de los opositores a Lukashenko. Y aunque el gobierno de Vladimir Putin ha asegurado a su par bielorruso que prestará la ayuda necesaria en caso de alguna “amenaza” de los países fronterizos, el Kremlin no vería con malos ojos otro gobierno que sea antioccidente.

El autócrata bielorruso pide apoyo a Putin luego de los recientes roces entre ambas Administraciones. El pasado 3 de agosto Bielorrusia detuvo a 33 mercenarios rusos de la compañía rusa Wagner a los que las autoridades acusaron en un primer momento de preparar disturbios en Minsk. Posteriormente se conoció que el destino de los rusos era Venezuela.

Algunos líderes europeos como la canciller alemana, Ángela Merkel, el presidente francés, Emmanuel Macron y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pidieron a Putin que hiciera entender al régimen bielorruso que abandone la violencia y llame a un diálogo “pacífico y verdaderamente inclusivo”.

10. Respuesta internacional

El alto representante de la Unión Europea para las Relaciones Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, presentó una declaración escrita sobre la situación en Bielorrusia.

“La UE está esperando una investigación amplia y transparente sobre cualquier tipo de infracción. Al mismo tiempo, se tiene que castigar a los responsables”, dijo Borrell. Anunció que informará durante la Cumbre de los Líderes Europeos del 19 de agosto de las nuevas sanciones de la UE contra Bielorrusia una vez que los ministros de Exteriores lleguen al acuerdo.

Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, afirmó que el pueblo de Bielorrusia tiene derecho a gozar de “las libertades que reclama”, e instó a las autoridades de ese país a no usar la fuerza contra los manifestantes. Díaz antes, el gobierno estadounidense declaró que no aceptaría el resultado de las elecciones por no considerarlas justas y transparentes.

A través de un comunicado, el régimen de Nicolás Maduro, uno de los pocos en reconocer los resultados de las elecciones bielorrusas, felicitó a Lukashenko por su “inobjetable victoria”.

(De “El Diario” , 24/11/2020)

“Slava Ukraina”,
слава Україні (Gloria a Ucrania), gritaban los congregados en la Maidan Nezalecnosti, Майдан Незалежності (Plaza de la Independencia), de Kiev, cuando hace ya unos cuantos años se pronunciaron reiterada y masivamente contra los usos y abusos del sátrapa que les controlaba cuasi dictatorialmente como presidente de la república, el pro-ruso Víktor Yanukóvich, inadmisible muestra del nepotismo y de la corrupción subsiguiente al desmembramiento de la URSS.

Aquel pronunciamiento (llamémoslo así) condujo a la caída (huyendo del país) del político censurado y dio pie a una etapa de convulsiones políticas e institucionales en Ucrania, de las que sigue sin reponerse el país del Dniéper, que, por ende, sigue sumido en una brutal crisis económica y social, consecuencia del mantenimiento en el este de su territorio de un conflicto bélico pro independentista de las regiones de Lugansk y Donetsk, amén de la anexión traumática de la península de Crimea por parte de Rusia.

Con estos vecinos antecedentes, los ciudadanos de Bielorrusia llegaron al punto de hartazgo respecto de su dictador particular, el más que pro-ruso, Lukashenko, un acólito de Vladimir Putin, el nuevo “zar” de todas las Rusias y cuyos fueros dominadores de todo lo cercano superan muy mucho los hechos de las épocas zaristas y comunistas.

He tenido ocasión a lo largo de los años de comprobar cómo el pueblo de Bielorrusia vivía en una aparente sumisión al líder político que se perpetuaba en el control y poder, resignándose durante mucho tiempo a sobrevivir en la medida de lo posible, con los consuelos de algunas escapadas a la vecina Polonia, especialmente en la zona oeste de la nación de la Rusia blanca.

Por eso he comprendido mucho y bien la tribulación que ha venido
poniendo de manifiesto una gran dama nacida en Bielorrusia, anclada en Valencia por mor de su matrimonio con un ilustre jurista, y que ha venido siendo y es ejemplo de esposa y madre de familia, consagrada a honrar al máximo la cultura de la España en la que se ha integrado.

He ido leyendo los comentarios de esta preclara dómina, y a través de ellos he vuelto a comprender las tribulaciones que pueblos como Ucrania y Bielorrusia (y no me olvido de Armenia y de los ex satélites de la URSS) siguen experimentando cuando su cultura, su orden social y su economía vagan por el universo de las naciones “como pollos sin cabeza”

En el texto de “El Diario”  que recojo al inicio , entiendo se analiza de manera suficiente la problemática que afecta a Bielorusia, y a la que habrá que seguir prestando atención, pese a las sordinas que su propio régimen y los medios rusos han instalado para que no trascienda el
drama que se sigue viviendo allí, entre privaciones de libertad, censura, violación de derechos humanos, crisis económica y tantas otras pandemias absolutistas. 
De todas maneras, personalmente solo vislumbro negros nubarrones de vida dictatorial, porque Rusia jamás consentirá que, una vez más (como ocurrió con Ucrania) haya un pueblo que intente alcanzar las libertades de la democracia.

Porque para Putin, como para Lukashenko (y tantos otros comunistas) la
libertad del pueblo radica en seguir fiel y ciegamente a los líderes encastillados a su frente, para bien y provecho de ellos mismos.

Al igual que ocurrió en Kiev, por mi parte grito con el mayor de mis deseos:


“ Slava Belarus”,  

Слава Беларусі!!!

GLORIA A BIELORRUSIA!!!

 “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”

Miguel de Cervantes (1547-1616) Escritor español.

 SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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