“¿Por qué estalló el reactor de la central
nuclear de Chernóbil
El pasado 26 de
abril de 1986 el reactor 4 de la central nuclear quedó fuera de control y
generó una nube de radiactividad que causó la mayor catástrofe nuclear de la
historia. Dos expertos nucleares explican por qué ocurrió.
POR JOSÉ MARÍA GÓMEZ Y JOSÉ MANUEL
UDÍAS, Grupo De Física Nuclear de la UCM - 25/04/2016
Aunque pueda parecer paradójico, la mayoría de los
diseños de reactores nucleares que existen precisan del suministro de electricidad externo que mantenga en
funcionamiento la sala de control y las grandes bombas hidráulicas que hacen
circular el agua con la que se extrae el calor que genera el reactor. Y, aunque
en funcionamiento normal se utilice la electricidad generada por el propio
reactor, cuando este se apaga, es imprescindible el suministro externo.
En Fukushima, el mayor terremoto registrado nunca en Japón (y el
cuarto más violento en el mundo desde que se tienen registros con sistemas
modernos a partir de 1900) causó la destrucción de las líneas eléctricas de la
zona el 11 de marzo de 2011. La central de Fukushima se quedó sin alimentación
eléctrica externa y los reactores nucleares se apagaron automáticamente, en
cumplimiento del protocolo de seguridad para terremotos.
Apagar un reactor nuclear significa detener la
reacción en cadena de fisión nuclear del combustible pero, al contrario que un fuego de gas o carbón, es imposible reducir a cero en poco tiempo la producción de calor en el reactor, ya que los productos de la fisión nuclear generados en el reactor son altamente radiactivos y siguen generando calor días después de su apagado, hasta el 7% del calor del reactor encendido.
reacción en cadena de fisión nuclear del combustible pero, al contrario que un fuego de gas o carbón, es imposible reducir a cero en poco tiempo la producción de calor en el reactor, ya que los productos de la fisión nuclear generados en el reactor son altamente radiactivos y siguen generando calor días después de su apagado, hasta el 7% del calor del reactor encendido.
En Fukushima los generadores diésel de emergencia
mantuvieron el sistema de refrigeración en marcha hasta que, una hora después
del terremoto, llegó la ola de más de quince metros del tsunami subsiguiente.
Por fallos de diseño, zonas críticas
del complejo quedaron inundadas y se perdió por completo el control del
reactor. Los generadores diésel dejaron de funcionar y la falta de
refrigeración ocasionó la fusión parcial del núcleo de tres de los cuatro
reactores, explosiones de hidrógeno y escapes de radiactividad. El accidente
fue calificado de máxima gravedad, el nivel 7 en la escala de accidentes
nucleares
Fallos humanos de gravedad
El accidente de Chernóbil se calificó también de nivel
7, pero las consecuencias fueron mucho más devastadoras que las de Fukushima
porque el diseño del reactor era diferente. En este caso, el accidente no fue
producido por un desastre natural, sino por fallos humanos de extrema gravedad,
entre los que
hay que mencionar deficiencias muy serias en el diseño de los reactores de Chernóbil, cuya puesta en marcha nunca se habría autorizado con los estándares europeos o americanos.
hay que mencionar deficiencias muy serias en el diseño de los reactores de Chernóbil, cuya puesta en marcha nunca se habría autorizado con los estándares europeos o americanos.
Los ingenieros de Chernóbil sabían que, en caso de
interrupción del suministro eléctrico, los generadores diésel necesitarían casi
un minuto para alcanzar el pleno rendimiento tras su encendido. Por ello y
desde su puesta en marcha por primera vez hacía ocho años, habían tratado de
confirmar si, en caso de avería o falta de suministro eléctrico, la inercia
mecánica de las turbinas de la central de Chernóbil podría ser suficiente para
mantener el agua de refrigeración circulando durante este minuto.
Se diseñó un plan específico de ensayos para comprobar esta hipótesis, plan que había sido aprobado por el director de la
central eléctrica, pero no se había consultado, por ejemplo, con los
diseñadores del reactor. La potencia nominal del reactor era 3200 MW. Para
hacer el ensayo era preciso reducir la potencia hasta unos 700 MW y, con la
turbina de vapor funcionando a máxima velocidad, cerrar el flujo de vapor a la
turbina.
El experimento se iba a realizar durante el turno diurno del 25 de
abril de 1986 y debía terminar antes
de acabar este turno. Los trabajadores habían sido instruidos para realizar las operaciones de la prueba. Por diversas incidencias en el suministro eléctrico ajenos a la central de Chernóbil, no fue hasta las 23:04 que el controlador de la red eléctrica de Kiev autorizó la disminución de la potencia del reactor.
de acabar este turno. Los trabajadores habían sido instruidos para realizar las operaciones de la prueba. Por diversas incidencias en el suministro eléctrico ajenos a la central de Chernóbil, no fue hasta las 23:04 que el controlador de la red eléctrica de Kiev autorizó la disminución de la potencia del reactor.
Los 700 MW se alcanzaron a las 00:05 del 26 de abril
con los trabajadores del turno de noche que no habían sido instruidos en
profundidad en los detalles de la prueba. Así, nadie en aquel momento se
percató de que, debido a los retrasos y desviaciones sobre el plan previsto, se
había producido envenenamiento por
xenón del reactor. El xenón es un producto de la fisión en los reactores
nucleares que, especialmente cuando trabajan a baja potencia, se acumula,
absorbe los neutrones y disminuye el ritmo de fisión en el reactor.
Reactor inseguro a bajas potencias
Esto hizo que la potencia bajase mucho más de lo previsto, hasta unos 30 MW,
insuficientes para los propósitos de la prueba. Aunque intuitivamente pueda
parecer extraño, en estas condiciones de baja potencia el reactor de Chernóbil
se volvió extremadamente inestable y los mecanismos habituales de control y
seguridad eran apenas efectivos. Pensemos, por ejemplo, en que es mucho más difícil controlar una bicicleta cuando vamos
demasiado despacio.
El responsable del control del régimen operacional del
reactor esa noche, Leonid Toptunov,
era un ingeniero joven que no tenía mucha experiencia. La evolución de los
acontecimientos que siguieron es técnicamente compleja. Toptunov no pudo
explicarlo
todo porque fue uno de los primeros que fallecieron. Sí sabemos no solo que no consiguió estabilizar el reactor, sino que las medidas tomadas para estabilizarlo probablemente empeoraron la situación. En un momento determinado, hubo un aumento súbito de potencia, la última lectura de los instrumentos antes de que dejaran de funcionar llegó a 33.000 MW, diez veces más del máximo previsto.
todo porque fue uno de los primeros que fallecieron. Sí sabemos no solo que no consiguió estabilizar el reactor, sino que las medidas tomadas para estabilizarlo probablemente empeoraron la situación. En un momento determinado, hubo un aumento súbito de potencia, la última lectura de los instrumentos antes de que dejaran de funcionar llegó a 33.000 MW, diez veces más del máximo previsto.
En brevísimos instantes se evaporó toda el agua de refrigeración. La presión en la vasija
del núcleo se elevó desmesuradamente y se produjo una primera explosión de
vapor que produjo grietas y grandes daños. Dos o tres segundos después hubo una
segunda explosión mucho más violenta todavía. Se produjo una entrada de aire y
el grafito, que este modelo de reactor usaba como moderador de los neutrones,
se incendió. La catástrofe era ya de enorme magnitud y totalmente incontrolable.
En un primer informe la OIEA (Organismo Internacional
para la Energía Atómica) atribuía prácticamente toda la responsabilidad el
accidente a múltiples errores humanos. Sin embargo, un informe más reciente,
realizado con datos no disponibles en un primer momento y con un análisis más
profundo basado en simulaciones detalladas del reactor concluye que, aunque los ingenieros cometieron errores
durante el ensayo deshabilitando algunos sistemas de protección, el accidente
se habría producido muy probablemente incluso sin estas intervenciones, debido
al diseño intrínsecamente inseguro del
reactor que lo hacía muy inestable si se operaba a bajas potencias, como
requería la prueba que se estaba llevando a cabo.
Primera reacción, mantenerlo en
secreto
Las consecuencias del accidente de Chernóbil iban a
ser de enorme gravedad y la actuación de las autoridades de la antigua Unión Soviética contribuyó a aumentar los efectos de la catástrofe sobre la población de la región de Kiev. Al principio se intentó ocultar lo ocurrido. La central nuclear dependía de autoridades en Moscú y ni siquiera se informó al Gobierno de Ucrania.
ser de enorme gravedad y la actuación de las autoridades de la antigua Unión Soviética contribuyó a aumentar los efectos de la catástrofe sobre la población de la región de Kiev. Al principio se intentó ocultar lo ocurrido. La central nuclear dependía de autoridades en Moscú y ni siquiera se informó al Gobierno de Ucrania.
Pasaron más de 24
horas hasta que se ordenó la evacuación de Pripyat, ciudad que estaba a
tan solo tres kilómetros del reactor accidentado. La evacuación no comenzó
hasta las 14:00 del día 27. A los 53.000 habitantes evacuados se les dijo que cogieran
solo lo imprescindible porque volverían a sus casas tres días después. Al día
siguiente ya se empezó considerar la evacuación en un radio de diez kilómetros,
pero aún tardaron diez días más en extender la zona de exclusión a un radio de
treinta kilómetros. Finalmente, se evacuaría a todos los residentes en un radio
de cien kilómetros.
Las autoridades no pudieron mantener el secreto mucho
más tiempo. El día 28 se desató la alarma en una central nuclear de Suecia al
detectarse altos niveles de radiactividad. Una rápida investigación concluyó
que el origen no era un escape local, sino que la radioactividad llegaba
arrastrada por vientos que procedían de alguna
zona próxima a Kiev. Una vez que
Suecia dio la voz de alarma, la radiactividad se detectó también en Finlandia,
Alemania y otros países.
Fue solo entonces cuando la televisión soviética emitió un breve comunicado dentro de un noticiario:
«Ha ocurrido un accidente en la central de energía de Chernóbil y uno de los
reactores resultó dañado. Están tomándose medidas para eliminar las
consecuencias del accidente. Se está asistiendo a las personas afectadas. Se ha
designado una comisión del Gobierno».
Una catástrofe sanitaria
Los efectos del accidente de Chernóbil en la salud de los trabajadores que intervinieron en
las tareas de emergencia y en la población en general son objeto de gran
controversia aún hoy en día. Doscientas personas fueron hospitalizadas
inmediatamente, de las cuales, en pocas semanas, murieron 28 por las radiaciones y otras tres por otras
causas. La mayoría eran bomberos y personal que trabajaba para controlar el
incendio, ninguno con equipo de protección.
Unas 135.000 personas fueron evacuadas durante el mes
siguiente al accidente pero, para entonces, ya había más de mil afectados por
importantes dosis de radiación que habían sufrido síntomas como diarreas y
vómitos. Los liquidadores, como se llamó a los trabajadores que durante mucho
tiempo realizaron labores para tratar de limitar el desastre desde tierra y
desde helicópteros, principalmente bomberos, mineros, técnicos, militares y
reservistas, también recibieron fuertes dosis de radiación, sobre todo en los
primeros días. Entre 300.000 y 500.000
liquidadores participaron durante años en tareas de limpieza de las zonas evacuadas, pero no hay
registros fiables sobre su estado de salud.
Los efectos de la radiactividad sobre las personas se
conocen bien en dosis muy altas, debido a que se estudió a fondo la evolución
de los afectados por las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. En cambio,
los efectos a dosis más bajas se desconocen. Las enfermedades más graves se
desarrollan normalmente al cabo de años y es casi imposible determinar estadísticamente con
seguridad que fracción de tumores tienen su origen en las radiaciones recibidas. Debido a estas incertidumbres, la estimación de las
consecuencias del accidente a largo plazo varía enormemente de unas fuentes a
otras, según el modelo utilizado para realizar dicha estimación.
Si bien el número
de víctimas es impreciso, lo que es seguro es que los costes económicos del accidente
fueron enormes hasta el punto de
que, según el expresidente Gorbachov, llevaron a Rusia al borde del colapso
económico. En la actualidad, el coste de mantenimiento de Chernóbil es una
pesada carga en la economía de Ucrania, que tuvo que llegar a un acuerdo con
otros países para que financiaran el nuevo sarcófago para cubrir el reactor
destruido en sustitución del que se construyó tras el accidente.
Pánico nuclear
Tras el accidente de Chernóbil, se incrementaron las medidas de seguridad de
los reactores nucleares y se eliminaron aquellos con diseños claramente
inseguros. También se destacó la importancia de avanzar en el desarrollo de la
siguiente generación de reactores nucleares intrínsecamente seguros, es decir,
que no dependen del buen funcionamiento de dispositivos externos como bombas o
barras de control para mantener el control de la reacción en cadena en caso de
accidente. Estos reactores más avanzados son, por supuesto, mucho más caros.
El posterior accidente de Fukushima alertó sobre el riesgo de subestimación de la probabilidad de desastres naturales cuando los
factores económicos presionan a favor de autorizar el emplazamiento de una
central nuclear.
Si bien Fukushima y Chernóbil han servido para
mejorar la seguridad en los diseños de las nuevas centrales nucleares y para reforzar las salvaguardas en las centrales existentes, el miedo a lo nuclear entre la población aumentó, frenando en seco los planes de expansión nuclear de muchos países occidentales.
...
Pero, por encima de las anécdotas, la catástrofe de Chernóbyl fue y sigue
siendo un drama que los ucranianos han soportado con ese a veces conformista y
estoico estilo de aceptar lo que la vida les depara.
Pero de lo que para mi sorpresa casi no se trata es de cómo adoptar las
medidas de seguridad para un adecuado uso de la energía nuclear, por encima de
las ineptitudes de los gobernantes y de los errores de los que solamente miran
su provecho económico.
mejorar la seguridad en los diseños de las nuevas centrales nucleares y para reforzar las salvaguardas en las centrales existentes, el miedo a lo nuclear entre la población aumentó, frenando en seco los planes de expansión nuclear de muchos países occidentales.
Dichos planes habían surgido en parte como respuesta a
la encrucijada energética a la que se enfrenta la humanidad y que la tregua en
los precios del petróleo que hemos disfrutado durante los últimos meses no debe
hacernos olvidar. Los combustibles
fósiles se agotarán en algún momento y además, son la principal causa
del calentamiento global. Las energías renovables son, por supuesto, mucho más
atractivas, pero son insuficientes y lo seguirán siendo durante bastante
tiempo.
Centrales más seguras
La energía
nuclear es una alternativa realista para la producción estable de electricidad,
que funciona de día y de noche y no depende de los vientos. No produce emisión
de gases de efecto invernadero y puede constituir una gran herramienta en la
lucha contra el cambio climático. No podemos permitirnos el lujo de cerrarnos a
la opción nuclear sin antes un serio debate y estudio. Las centrales nucleares
son hoy más seguras que antes de Chernóbil y representan una de las formas más
seguras de producir electricidad a gran escala y, aunque sin duda hay que
mantener la vigilancia y aumentar las medidas de seguridad si es preciso,
debemos huir de miedos irracionales y comparar seriamente los riesgos de las
diferentes fuentes de energía.
La energía hidráulica
es limpia y renovable, pero las presas pueden sufrir accidentes. El
accidente de la presa de Banqiao (China, 1975) causó al menos la muerte
inmediata de 26.000 personas debido a la inundación, y de otras 145.000 en las
epidemias y hambrunas subsiguientes.
No olvidemos que una gran parte de la electricidad generada en el mundo se produce quemando
carbón y sabemos que, además del efecto invernadero, los gases que se
emiten son venenosos y también radiactivos, por lo que sin prisa pero sin
pausa, y sin necesidad de que ocurra ningún accidente, inducen enfermedades y
muertes a largo plazo.
Dice el refrán, que no hay mal que por bien no venga. Desde luego es difícil ver dónde
está el bien para las personas afectadas por el accidente de Chernóbil pero,
curiosamente, no ha sido igual para los animales. En el área de exclusión
alrededor de la central donde no pisa el hombre, los bosques se han recuperado en
gran medida y hay más mamíferos
salvajes que antes. Se alimentan de productos contaminados y son animales
radiactivos. Para ellos el peor enemigo no es la radiactividad sino los rifles
del hombre.”
(De “ABC”)...
Sin presunción alguna puedo escribir con conocimiento de causa sobre
Ucrania y los ucranianos, y especialmente sobre acontecimientos y realidades
vinculados al por mí tan querido país del Dniéper.
No en vano mi esposa sigue teniendo casa en Vyshgorod, una decena de kilómetros
al norte de Kiev, la capital, junto al llamado “mar de Kiev”, que no es sino el
gran embalse de las aguas del río Dniéper, ocupando casi toda la cuenca de éste desde la
frontera con Bielorrusia.
Y no es menor razón de conocimiento que con bastante asiduidad nos
desplazamos mi mujer y yo para visitar a nuestro hijo y familia (incluidos los
nietos Alexei –ya 20 años— y Milana, solamente un añito) y compartimos vivencias
y experiencias con tantos buenos amigos y grandes profesionales que nos
distinguen con su afecto.
De todas maneras, personalmente siempre he notado que las gentes, pese a
haber estado tan cerca y tan en peligro por el siniestro de Chernóbyl, no son especialmente
dadas a expansionarse y comentar lo acaecido en su día ni las consecuencias que
de ello se han derivado, las que faltan por venir y las íntimas fobias y
frustraciones que ello significa.
Recuerdo que en mis primeros años de estancia en
Ucrania venía a nuestra casa de Vyshgorod una espabilada quinceañera, nacida en Ivankiv, muy cerca de la zona del desastre, que mostraba un ansia de vida que me resultaba casi inusitada, queriendo gozar de todo y aprovechar todas las ventajas que le reportaba provenir de la zona del conflicto nuclear, tales como viajar casi todos los veranos a España, en régimen especial de acogida, para permanecer un par de meses, y ser agraciada con otra ventajillas.
Ucrania venía a nuestra casa de Vyshgorod una espabilada quinceañera, nacida en Ivankiv, muy cerca de la zona del desastre, que mostraba un ansia de vida que me resultaba casi inusitada, queriendo gozar de todo y aprovechar todas las ventajas que le reportaba provenir de la zona del conflicto nuclear, tales como viajar casi todos los veranos a España, en régimen especial de acogida, para permanecer un par de meses, y ser agraciada con otra ventajillas.
Hoy aquella muchachita es una espléndida y cultivada mujer y madre, que
viaja mucho a España (creo que como guía de turistas en español) y también acompañando
niños ucranianos de la zona de Chernobyl.

La realidad es que cuando todo aconteció, la URSS estaba en franco proceso
degenerativo (Ucrania se independizó en 1991) y las gentes, aunque “educadas”
al más puro estilo soviético, ya añoraban algo que no conocían bien: la democracia
en libertad.
Cuando el reactor nº 4 de la central saltó en mil pedazos, se aplicó
oficialmente una gran sordina informativa, pese a lo cual se supo vía rumor
cuántos miles de soldados, bomberos y otros funcionarios habían perecido en el
primer estallido. Y comenzaron a temer (aun no se podía medir el macabro
alcance de la tragedia) las consecuencias para la salud y la
vida ciudadana, más allá del aislamiento decretado sobre la zona de Pripyat, la población más importante. Por ejemplo, hasta cuatro días después de la catástrofe no se dio orden de evacuación a la población que vivía en un radio de cien kilómetros de la central atómica.
vida ciudadana, más allá del aislamiento decretado sobre la zona de Pripyat, la población más importante. Por ejemplo, hasta cuatro días después de la catástrofe no se dio orden de evacuación a la población que vivía en un radio de cien kilómetros de la central atómica.
Muchos fueron evacuados, pero otros muchos se escabulleron y siguieron
viviendo clandestinamente en el ámbito más directo dela terrible radiación, de
manera que actualmente aún se les puede ver mal subsistiendo y manteniéndose por
aquellos contornos. Los planes de reconstrucción y redención de los "muertos vivientes" solo están en el papel.
Cierto es que el viento radiactivo se fue hacia el norte, causando estragos
en Bielorrusia y demás países hacia ese punto cardinal, hasta la misma Islandia, pero no menos cierto que
en estos treinta años transcurridos se han multiplicado las leucemias, los
cánceres linfáticos, las lesiones imprevisibles en la infancia, especialmente problemas de tiroiditis.
Triste herencia de una imprevisión y mal gobierno y
lamentable consecuencia de una nación que después de veinticinco años de independencia sigue crucificada por las penurias, la falta de definición de su espíritu y unidad nacional, la corrupción, los abusos de la oligarquía, la falta de evolución de su economía, las tensiones entre pro-rusos y pro-occidentales. En fin, sigue atormentada.
lamentable consecuencia de una nación que después de veinticinco años de independencia sigue crucificada por las penurias, la falta de definición de su espíritu y unidad nacional, la corrupción, los abusos de la oligarquía, la falta de evolución de su economía, las tensiones entre pro-rusos y pro-occidentales. En fin, sigue atormentada.
Parece que éste es el sino de Ucrania, que soportó tantas y tantas invasiones
(tártaros, cosacos, turcos, soviéticos, nazis…) y tantas dictaduras, como la
del propio Stalin (un georgiano que odiaba a Rusia y a Ucrania) que impuso la “hambruna”
en los años treinta y liquidó a millones de rusos y ucranianos.
Se habla de veinticinco millones de muertos, de radioactividad que durará
más de seiscientos años, y de muchas más funestas consecuencias.

Tanto y tanto inspira la penosa celebración del siniestro de Chernóbyl, que
uno, en lo que conoce a Ucrania y en lo que ama a sus ciudadanos, no puede
menos que desear que de tanta desgracia resurja reforzada la llamada “alma ucraniana”,
esa esencia repleta de cordura y paciencia, de amor a lo bueno y a lo bello, de
laboriosidad y lucha por el progreso.
Con ese espíritu proclamo a quien esto leyere y a quien de veras ame a
Ucrania
“SLAVA UKRAÏNA!” ¡GLORIA A UCRANIA!
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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