21 junio 2016

Esta España nuestra: Vísperas de nueva cita electoral. ¿Alguna vez segundas partes fueron buenas? ¿Quo vadis Hispania?

“Ahora sí se puede
La izquierda está tan motivada como movilizada. Es el lema de “ahora sí se puede” que sirve para cohesionar un proyecto que lleva en proceso de construcción desde que nació. Las encuestas muestran que Podemos se sitúa en un 25 por ciento y podría alcanzar los 6 millones de votos. Es un dato que certifica el retroceso socialista y la capacidad de Podemos para canalizar el electorado de izquierdas en beneficio de Pablo Iglesias y su movimiento. Es un proyecto basado en la ilusión y la utopía, aunque hay utopías que han dado lugar a enormes monstruosidades a lo largo de la historia. Me gustaría que no suceda algo similar y que España cuente con una izquierda mayoritaria que sea socialdemócrata y no comunista. El comunismo, como el fascismo, el nazismo o el autoritarismo militar, es uno de los mayores horrores de la historia. Nunca entenderé que alguien se pueda declarar comunista, porque no estamos ante un debate intelectual o una ideología que no se sepa sobre sus consecuencias. No hay ninguna experiencia comunista que no haya provocado una catástrofe humanitaria y la implantación de una dictadura brutal. La izquierda radical se nutre de un relato falso de la realidad que sirve para movilizar a un electorado que está enfadado por las consecuencias de la crisis. Por ello se plantea la realidad de España como si estuviéramos ante una catástrofe humanitaria. Es
algo que hace también el PSOE, porque se manipulan los datos sobre pobreza y el retroceso que ha sufrido la clase media. España ha sido y sigue siendo un gran país, uno de los más avanzados y solidarios del mundo, pero hemos sufrido una crisis devastadora y el sistema ha estado a la altura impidiendo que gracias a las administraciones públicas y la solidaridad no se produjera un estallido social. No ha sucedido porque existe, además, una enorme economía sumergida, como en el resto de países del sur de Europa, que ha permitido que la solidaridad pública y privada se viera compensada con esos
ingresos. El PSOE está en retroceso porque Pedro Sánchez no es capaz de tener un relato que ilusione a los votantes. En primer lugar, legitimó a Podemos cediéndole el gobierno de las grandes capitales y aceptando asumir el poder en algunas autonomías con sus votos. Esa obsesión por alcanzar el poder y desalojar al PP a cualquier precio le está pasando factura. Otro aspecto es que el PSOE estaba en el gobierno cuando estalló la crisis y no supo gestionarla, mientas que el antecedente de Podemos, el 15-M, tomó las calles y lideró las mareas. Finalmente, ofrece la imagen de formar parte del sistema y esto le hace poco creíble entre un sector mayoritario de la izquierda. Por ello, Pablo Iglesias arrastra, nada más y nada menos, que al 25 por ciento de los votantes.”
(Francisco Marhuenda, en “La Razón”, 20/06/2016)

No voy a comentar ni criticar lo que cada partido y cada personaje público ha venido y viene diciendo y haciendo en esta soporífera y repetitiva “remake” de campaña electoral, porque todo está resultando “más de lo mismo”.
Ni tampoco voy a aventurarme a vaticinar cuáles serán los resultados de las elecciones del inminente 26 de junio, que ya hay expertos y consultores avezados que nos inundan de encuestas y predicciones, algunas no demasiado creíbles.
Pero desde luego voy a lamentarme, como relamiéndome las heridas causadas por el
desbarajuste político que venimos sufriendo, que los cuatro partidos predominantes sean el ejemplo de lo que NO se debe hacer para que la gobernabilidad de la nación se instaure cuanto antes y de la manera más eficaz posible.
Todo son palabras e ingeniosidades, pero nadie es capaz de aportar una postura clara y generosa de cara a establecer un gobierno adecuado.
Es sorprendente que se quiera nihilizar el resultado electoral, orillando los votos obtenidos, para repetir por activa y por pasiva que lo que importa son los resultados de las coaliciones y suma de votos, aunque se olvide y manipule la realidad de las
votaciones.
Lo que pasa es que el partido en el poder y que va a
obtener, según vaticinan los entendidos, la mayoría relativa, el Partido Popular, mantiene no sin razón que al ser la fuerza más votada se le debe encomendar la formación de gobierno.
Pero a ello se opone con rebeldía digna de mejor causa ese lenguaraz y cada vez más vacío Pedro Sánchez, que está llevando las siglas PSOE hacia el abismo político.
Entre tanto, “ a río revuelto, ganancia de pescadores” y los de Unidos/P(j)odemos se aprovechan de la coyuntura y están a punto de ascender al segundo puesto del ranking  y ser la alternativa de poder, aunque con necesidad de pactos para alcanzarlo.
En ello, aunque Pedro Sánchez, cual Simón Pedro, lo niegue tres veces, va a contar con el apoyo de una u otra manera del PSOE, que de esta forma firmará el
acta de su autodestrucción.
Y por ahí en medio pulula, como sin norte, un partido, Ciudadanos, que no es ni frío ni caliente, que se dice centrista pero es derechista en ciertas cosas e izquierdoso en otras y que además adolece de sustrato ciudadano, porque en muchas provincias carece de cualquier estructura.
De esta guisa, la segunda edición de las elecciones, se avecina, no ya incierta, sino inútil, y solamente servirá para acrecentar más aún la fragmentación nacional y ciudadana, porque esta España nuestra va revelándose como sin rumbo.
Hace falta que alguien imponga, ordene, organice, para el caso de caótico resultado electoral, un 
gobierno de emergencia, o de salvación, o como se quiera llamar, que lidere una personalidad independiente y por encima de los lastres partidistas, y que ofrezca al país una dirección eficaz al menos por un par de años. ¿Se atreverá la Corona a moverse en este sentido?
Si no se alcanza solución, como le ocurrió a Pedro cuando huía de Roma, aparecerá la Voz de la Historia y con toda la razón preguntará. ¿Quo vadis Hispania?
Lo que me temo es que no se sabrá responder y además no se reaccionará a la pregunta.
¿Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, cómo sabrá gobernar a los demás?. Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

No hay comentarios:

Publicar un comentario