“Tsipras: Se acabó el juego
CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO, en “El Mundo”, 13/07/2015
Al borde del abismo. Así es como están las cosas. Lo peor que le
ha ocurrido a Alexis Tsipras no es que la situación de Grecia se haya
deteriorado aceleradamente en los últimos 15 días. No. El drama del primer
ministro griego es que ha perdido la confianza de quien tiene la llave para
la salvación de su país: Angela Merkel.
La confianza es el único activo que un político no se puede
permitir el lujo de perder. Y ahora Tsipras tiene menos crédito que su
sistema bancario, que ya es decir. Es verdad que el líder de Syriza presentó
el viernes en Bruselas una propuesta -con la ayuda de Francia- que parecía
despertar las esperanzas de un acuerdo. Incluso, en números, lo que ofrecía
era más de lo que estuvo dispuesto a aceptar el pasado 27 de junio.
Pero Tsipras cometió un grave error. En el discurso pronunciado
ante el Parlamento griego, que en la madrugada del pasado sábado aprobó su
plan para un tercer rescate, afirmó: "Estoy seguro de que esta semilla
de democracia y de dignidad que aportamos dará sus frutos para otros pueblos
de Europa". Es decir, que presentó su indisciplina, su resistencia a
cumplir los compromisos adquiridos como un modelo a seguir ¡Imagínense cómo
recibió Wolfgang Schäuble las palabras del mandatario heleno!
En realidad, estamos ante un dilema esencialmente político ¿Qué
significa la pertenencia al euro? Disciplina fiscal. ¿Cual es la esencia del
programa de Syriza? El fin de los recortes, la negación de la disciplina
fiscal. ¿Que implica formar parte de la UE? La pérdida progresiva de soberanía.
¿Cual es una de las características esenciales de la extrema izquierda
griega? El nacionalismo.
Por tanto, la desconfianza en Tsipras no sólo está sustentada en
su peculiar forma de negociar, sino en que el primer ministro griego no puede
aceptar determinados principios sin traicionarse a sí mismo.
Y a todo ello se suma la fría realidad de los números. A los más
de 50.000 millones de euros que Grecia necesita para sobrevivir, ahora se
suman los casi 30.000 millones que el BCE estima como coste para sanear un
sistema financiero que hasta hace 12 meses era sano y ahora está en la UVI y
casi camino del cementerio.
El daño causado por el 'corralito' no sólo ha afectado a las
familias, sino a los activos de la banca. El sistema financiero griego no
tiene sólo un problema de liquidez, sino de solvencia. Nadie o casi nadie
paga ya sus créditos. La desconfianza no sólo ha desgastado a Tsipras ante
Bruselas, sino que ha horadado las bases de la endeble economía helena.
¿Habrá acuerdo?, le pregunté ayer a un alto funcionario
implicado en la negociación: "Sí, pero durísimo para Grecia".
Alemania -a la que respalda una mayoría de países del Eurogrupo- no quiere
dejar flecos sueltos, planes sin concretar, promesas sin fechas. Ya no sólo
hablamos de subidas del IVA, sino de compromisos en firme para reducir el
gasto en pensiones, además de la aceptación de una reforma laboral en
profundidad y de un amplio programa de privatizaciones.
Merkel, en otro tiempo partidaria de pactar con Grecia, ha
llegado a la conclusión de que la forma en que se resuelva el asunto griego
determinará la solidez del euro. Por ello, no está dispuesta a ceder.
Hollande ha convertido el caso en un eje de su política europea. Respaldar a
Grecia es para el presidente francés una forma de frenar a la todopoderosa
Alemania. Pero Francia está prácticamente sola en este empeño. Sobre todo, porque
nadie se fía de Tsipras.
Alemania, en efecto, se siente fuerte. Es cierto que tenía en
cartera un Plan B: sacar temporalmente a Grecia del euro. La propuesta fue filtrada
al 'Frankfurter Allgemeine' como una forma sutil de presión al resto de los
socios del Eurogrupo. Schäuble aprieta las tuercas, hasta el punto de
proponer la vuelta de los hombres de negro a Atenas.
¿Puede seguir diciendo Tsipras que ha derrotado a la Troika?
…
Hay quien escribe que ha ganado la Unión Europea.
Disiento.
Ha perdido Grecia.
Ha perdido Grecia por mor del empecinamiento trilero de un
primer ministro determinado a aplicar el populismo neoestalinista a una
nación en bancarrota y basada en esquemas caducos de capitalismo.
Recordemos por un momento las trapacerías de Tsipras, que casi
parecía La Parrala, con su “sí, pero no” y su “no, pero sí”, mientras hacía
todo lo contrario de lo que manifestaba.
El referéndum manipulado que organizó en Grecia sirvió para
comprobar que el pueblo griego, en efecto, no quería controles extranjeros
que empeorasen su ya complicada vida diaria, y que quería un gobierno fuerte
y “nuevo”, cual Tsipras había prometido.
Pero ha resultado que eso del “corralito”, eso de no poder contar
con el propio dinero, porque los bancos no lo tienen, es demasiado
duro como
para aceptarlo, y más desde un gobernante tan demagogo y falto de rigor como el
caballero en cuestión.
Y así, ha ocurrido que cuando el dinero ya no se encuentra y se
pide ayuda con habilidades e ingeniosidades malentendidas, los que tienen (dinero, se entiende) han colocado la
soga al cuello del gobierno griego y le han dicho que “o lo tomas, o lo
tomas”, versión de aquello de que “si quieres caldo, tómate dos tazas”.
Y han aplicado un cilicio de exigencias económicas que ya
veremos si algún gobierno de Grecia es capaz de ponerlo en práctica, o en
unos meses llega el fin de la nación helénica en la Unión Europea y en el
ámbito del euro.Dureza extrema, es cierto, pero después de la chulería de convocar un referéndum oscuro, sin avisar de ello.
Soy escéptico y más bien espero que Grecia y el euro, y tal vez Grecia y la Unión Europea se alejen. Que algo urdirá Putin
Y ahora vendrán los comentarios de los “zurdos” de buena
intención, quejándose de que Europa, con Alemania a la cabeza, ha
estrangulado a Grecia, sin reparar en que han sido ésta misma, su pueblo, sus
gobernantes, sus magnates y su oligarquía, quienes han alimentado el
forúnculo de la locura económica y del despilfarro sin medida.
Es tiempo de confianza, pero también de vigilancia, porque más
pronto que tarde esta crisis falsamente cerrada reviscolará y probablemente
conducirá a otro hundimiento general del estado de bienestar.
Ojalá Tsipras y sus Shyrizas se vayan pronto del poder, para
evitar que el “redentor” Pablo Iglesias se crea que a su “Podemos” se le
puede sustituir la “P” por una “Jota”.
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Estoy completamente conforme con lo que has apuntado. J.B.
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