Esta frase
viene de unos versos de Ramón de Campoamor (1817-1901) incluidos en su poema
de 1846 "Las dos linternas" (Perteneciente a su
obra "Doloras"):
I
De Diógenes compré un día
la linterna a un mercader;
distan la suya y la mía
cuanto hay de ser a no ser.
Blanca la mía parece;
la suya parece negra;
la de él todo lo entristece;
la mía todo lo alegra.
Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
la linterna a un mercader;
distan la suya y la mía
cuanto hay de ser a no ser.
Blanca la mía parece;
la suya parece negra;
la de él todo lo entristece;
la mía todo lo alegra.
Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira;
todo es según el color
del cristal con que se mira.
II
- Con mi linterna - él decía-
no hallo un hombre entre los seres-.
¡Y yo que hallo con la mía
hombres hasta en las mujeres!
él llamó, siempre implacable,
fe y virtud teniendo en poco,
a Alejandro, un miserable,
y al gran Sócrates, un loco.
Y yo ¡crédulo! entretanto,
cuando mi linterna empleo,
miro aquí, y encuentro un santo,
miro allá, y un mártir veo.
¡Sí! mientras la multitud
sacrifica con paciencia
la dicha por la virtud
y por la fe la existencia,
para él virtud fue simpleza,
el más puro amor escoria,
vana ilusión la grandeza,
y una necedad la gloria.
¡Diógenes! Mientras tu celo
sólo encuentra sin fortuna,
en Esparta algún chicuelo
y hombres en parte ninguna,
yo te juro por mi nombre
que, con sufrir al nacer,
es un héroe cualquier hombre,
y un ángel toda mujer.
no hallo un hombre entre los seres-.
¡Y yo que hallo con la mía
hombres hasta en las mujeres!
él llamó, siempre implacable,
fe y virtud teniendo en poco,
a Alejandro, un miserable,
y al gran Sócrates, un loco.
Y yo ¡crédulo! entretanto,
cuando mi linterna empleo,
miro aquí, y encuentro un santo,
miro allá, y un mártir veo.
¡Sí! mientras la multitud
sacrifica con paciencia
la dicha por la virtud
y por la fe la existencia,
para él virtud fue simpleza,
el más puro amor escoria,
vana ilusión la grandeza,
y una necedad la gloria.
¡Diógenes! Mientras tu celo
sólo encuentra sin fortuna,
en Esparta algún chicuelo
y hombres en parte ninguna,
yo te juro por mi nombre
que, con sufrir al nacer,
es un héroe cualquier hombre,
y un ángel toda mujer.
III
Como al revés contemplamos
yo y él las obras de Dios,
Diógenes o yo engañamos.
¿Cuál mentirá de los dos?
¿Quién es en pintar más fiel
las obras que Dios creó?
El cinismo dirá que él;
la virtud dirá que yo.
yo y él las obras de Dios,
Diógenes o yo engañamos.
¿Cuál mentirá de los dos?
¿Quién es en pintar más fiel
las obras que Dios creó?
El cinismo dirá que él;
la virtud dirá que yo.
Y es que
en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.
(Poema extraído de la web Poemas y Relatos)
…
“Tempus fugit”,
(el tiempo huye o se escapa), así reza una pequeña placa inserta en uno de los varios
relojes de sobremesa que he tenido en mi vida.
No deja de ser una verdad obvia, porque, en cuanto
se sobrepasan los –otrora para mí— felices años de la veintena, las horas, los
días, los meses, los años, se nos escapan de las manos; y así, cuando uno se da
cuenta, las piernas ya no caminan como antaño, la vista requiere ayudas, los
cabellos han mudado de color (si es que aún pueblan la cabeza) y, en fin,
parece como que la vida –la parte de la vida que se nos antoja más atractiva,
por aquello de la juventud— se nos está marchando.
Calendario azteca |
Me perdonará el lector que, sin personalizar en
exceso, indique que en actualidad no estoy demasiado de acuerdo con lo
anterior, porque, superados con creces los “tres veces veinte”, he descubierto
nuevas variantes de juventud desde la vida ya ampliamente “vivida”.
Valga la anterior larga disquisición para comentar
que, sin darnos cuenta, se nos ha ido una tercera parte del año, que mayo nos
llama a la puerta y que cuando nos percatemos el verano nos recordará con sus
calores que la anualidad ya va venciéndose hacia otro nuevo.
Y bien. Me hallaba yo pensando en que con el mayo
que nos llega, se celebrará ese día tan comercial, cual es el llamado Día de la
Madre, en el que, explotando con habilidad los sentimientos siempre excelsos
que nos despiertan las madres, las organizaciones comerciales han urdido un
casi inevitable entramado que conduce a la compra de regalos y detalles
cariñosos.
La maternidad, de Bouguerau |
Qué duda cabe de que nuestras madres, las que aún
están en este mundo de los vivos, y las que (como es mi caso) ya alcanzaron la
plenitud de los tiempos, merecen lo mejor, y tratamos de dárselo como buenos
hijos, bien gastándonos unos billetitos en la compra de algún presente para las
mamás vivas, bien teniendo un hondo recuerdo de amor hacia las que nos miran y
cuidan desde las estrellas.
Pero, ¿por qué reducir a un solo día el agasajo y
el reconocimiento a esa mujer que nos dio la vida y que nos enseñó a vivir?
¿Por qué no tener en el recuerdo perenne a las madres? Sencillamente, porque de
lo que se trata por quienes pretenden obtener beneficios materiales de la
conmemoración, es de concentrar en un solo día las ansias de agasajo y de
concretar en un objeto material el agradecimiento infinito por lo recibido de
la madre.
Éste de la “motivación comercial” es otro “cristal”
con el que mirar con el alma a nuestras progenitoras. Y no está mal, porque al
menos ese día las gentes saben reconocer el papel insustituible de esa mujer en
nuestra vida.
…
Mas como todo depende del cristal con que se mire,
según reza el poema –por cierto, de rima en ocasiones no demasiado afortunada,
de Ramón de Campoamor--, no me puedo sustraer a la reflexión sobre el actual
momento crítico que está sufriendo nuestra amada nación, llamada (mal que pese
a algún que otro “elemento” autonómico) España.
Después de un cambio de gobierno fruto de una
hartura total respecto del partido político que fue el anterior gobernante, el
ejecutivo actual se ha sentido tan fuerte por haber alcanzado la mayoría
parlamentaria absoluta, que se lo ha creído; y ha comenzado a hacer los “deberes”,
arduos deberes sin duda, que le había dejado la catastrófica gestión precedente.
Bien está lo de corregir las monstruosas cifras de
déficit público, y el despilfarro por parte de las diferentes administraciones,
y la falta de ética en la política; pero no hasta tal extremo de producir un
absoluto estreñimiento económico y social, que va camino de acontecer, y que
permite a los falaces y deslenguados predecesores criticar sin sonrojo los
remedios de austeridad que ellos dijeron imponer y que fueron incapaces de
aplicar.
Resulta sorprendente que quienes fueron falsos
hasta encubrir cifras de déficit, hasta anunciar brotes verdes cuando solamente
se vislumbraba arbustos secos, lleguen ahora a alentar algaradas callejeras y
protestas sin razón por dicho motivo.
¿Y qué decir de ese conjunto de sinvergüenzas (yo,
al menos, no he vislumbrado si conocen la “idem”) que viene chupando de la “teta”
de los presupuestos del estado por vía
de una denominada “acción sindical”, y que en cuanto se les recorta ese absurdo
donativo se rebelan contra las decisiones gubernamentales so pretexto de defender
unos derechos laborales que ellos mismos conculcan cuando aplican la misma
legislación que vituperan?
Como apreciará el lector, “todo es según el color
del cristal con que se mira”…
…
Y por salirnos de nuestro país, he tenido muy
puesta la vista en ese país que tanto y por tantos motivos amo, que es Ucrania,
y que, en vísperas de un acontecimiento tan relevante para su posible
integración en la “verdadera” Europa, como la Eurocopa de fútbol 2012, está
sufriendo bárbaros atentados con bombas en la importante ciudad de
Dnipropetrovsk, que, curiosamente y “por casualidad” es la cuna de una política
ucraniana actualmente en horas de zozobra, cual Yulia Tymoshenko, quien ha sido
atropellada de la forma más innoble que concebirse pueda por ese sátrapa
(candidato al calificativo de “stalinista”) llamado Víktor Yanukóvich, convicto
delincuente años antes de su entrada en política y que ha alcanzado la
presidencia de la república a base de corrupción y actuaciones mafiosas y que
no ha parado mientes en “neutralizar” a su adversaria comprando a la
judicatura, para condenar a la que se anunciaba como su competidora por
supuestos “abusos de poder”.
Y cuando la Tymoshenko (que como política es de la
misma raza canina que su captor, siquiera que con diferente collar, y que
también intrigó y abusó lo que pudo para favorecerse y favorecer a su “mafia”
particular) está en prisión, malamente tratada, indignamente cuidada, permite
Yanukóvich por medio de sus secuaces que hasta de obra se llene de moratones a
esa mujer que, si como política ya merecía algún respeto, como mujer, y porque
fue primera ministra, requería mayor delicadeza de trato.
Pero no. Yanukóvich y los suyos están tan imbuidos
de que “Ukraina nasha” (en ruso,
Ucrania es nuestra”) que solamente aquello que les conviene para mantener el
control, cuidado y provecho de su propio “huerto” es lo que hacen.
“Todo es según el color del cristal con que se mira”
…
Y hablando de “huerto propio”, ¿qué no decir del “corralito”
que esa demagoga manipulada de la noble nación argentina, la “viuda alegre”
Cristina Kirchner, ha montado con la ayuda de su “rasputín” Kicillof, y de su “nenito”
Máximo Kirchner?
¿Quién se cree que las medidas de la llamada
expropiación de una compañía petrolífera no son sino una forma de expolio, para
provecho propio?
¿Quién puede creerse que ello se haya realizado
invocando la memoria de su fallecido esposo Néstor Kirchner, con quien
solamente mantenía una relación aparente, aunque ahora presuma de “viuda”
doliente, pues cada uno de ellos tenía
su “propia” y separada vida?
Kicilloff, el "rasputín" argentino |
Claro, que “todo es según el color del cristal con
que se mira”, y más de uno me tachará de insensato al así expresarme.
…
¡Que en este mundo traidor nada es verdad ni es
mentira!...
“Cuando veas un gigante,
examina antes la posición del sol; no vaya a ser la sombra de un pigmeo”.- Novalis (1772-1801) Friedrich von Hardenberg. Poeta y filósofo alemán
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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