“Por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”
(Apocalipsis 3:14-16)
No soy demasiado amigo de plasmar en mi blog temas que puedan tener, siquiera de forma remota, relación con mis experiencias y vivencias personales.
Sin embargo, no puedo resistirme a introducir --de forma general, que no indirecta-- un comentario sobre la tibieza y la doblez que derivan hacia el egoísmo, la vanidad y la soberbia.
He tenido que soportar en los últimos tiempos una paranoica y celotípica agresión a mi persona y a mi entorno por parte de algunos seres que, aunque pugnen por ser lo contrario, siguen siéndome, por naturaleza, queridos.
Ello me ha generado un sin fin de sentimientos, sensaciones y reacciones encontrados, hasta que he llegado a percatarme de que “los que estamos ahora aquí” lo estamos porque somos “lo que somos”.
Evitando confundir al lector con este aparente jeroglífico, diré que cuando uno alcanza ciertos niveles de crucero en la vida, ni nada ni nadie deben de alterar su rumbo, y menos de forma inmotivada.
Cuando algún elemento del entorno familiar y social, como consecuencia de su inexperiencia, de su egocentrismo y de su carencia de formación (tal vez fruto de sus problemas psicológicos y psiquiátricos) adopta posturas iconoclastas, insolidarias e infundadas, la única solución es autoprotegerse mediante el blindaje de la propia razón.
Por ello, ante ciertas maniobras con apariencias de inmaculadas y revestidas de esencias isabelinas, la única postura es el silencio y el olvido.
Desde ese silencio y ese olvido, las citadas apariencias (proyectos de frustraciones personales que no merecen ni la toma en consideración) quedan relegadas al limbo de las actitudes “non-natas” en la vida, en personas que ya tienen demasiada suerte en ser consideradas como tales y en seguir siendo toleradas por los demás en la vida
¡Pobres y miserables son quienes patrocinan y ejercen tamaños esperpentos!
Que recuerden y reflexionen sobre el texto del Apocalipsis que al principio se ha transcrito…
“Exigir a los progenitores, para respetarlos, que estén libres de defecto y que sean la perfección de la humanidad es soberbia e injusticia”.- Silvio Pellico (1789-1854) Escritor italiano
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
P.S.- A quien no entienda o piense que no le afecta el anterior texto, mis felicitaciones. Es síntoma de que no se ha sentido agredido por la sinrazón de alguno de sus consanguíneos o descendientes. ¡Mis disculpas!
(Apocalipsis 3:14-16)
No soy demasiado amigo de plasmar en mi blog temas que puedan tener, siquiera de forma remota, relación con mis experiencias y vivencias personales.
Sin embargo, no puedo resistirme a introducir --de forma general, que no indirecta-- un comentario sobre la tibieza y la doblez que derivan hacia el egoísmo, la vanidad y la soberbia.
He tenido que soportar en los últimos tiempos una paranoica y celotípica agresión a mi persona y a mi entorno por parte de algunos seres que, aunque pugnen por ser lo contrario, siguen siéndome, por naturaleza, queridos.
Ello me ha generado un sin fin de sentimientos, sensaciones y reacciones encontrados, hasta que he llegado a percatarme de que “los que estamos ahora aquí” lo estamos porque somos “lo que somos”.
Evitando confundir al lector con este aparente jeroglífico, diré que cuando uno alcanza ciertos niveles de crucero en la vida, ni nada ni nadie deben de alterar su rumbo, y menos de forma inmotivada.
Cuando algún elemento del entorno familiar y social, como consecuencia de su inexperiencia, de su egocentrismo y de su carencia de formación (tal vez fruto de sus problemas psicológicos y psiquiátricos) adopta posturas iconoclastas, insolidarias e infundadas, la única solución es autoprotegerse mediante el blindaje de la propia razón.
Por ello, ante ciertas maniobras con apariencias de inmaculadas y revestidas de esencias isabelinas, la única postura es el silencio y el olvido.
Desde ese silencio y ese olvido, las citadas apariencias (proyectos de frustraciones personales que no merecen ni la toma en consideración) quedan relegadas al limbo de las actitudes “non-natas” en la vida, en personas que ya tienen demasiada suerte en ser consideradas como tales y en seguir siendo toleradas por los demás en la vida
¡Pobres y miserables son quienes patrocinan y ejercen tamaños esperpentos!
Que recuerden y reflexionen sobre el texto del Apocalipsis que al principio se ha transcrito…
“Exigir a los progenitores, para respetarlos, que estén libres de defecto y que sean la perfección de la humanidad es soberbia e injusticia”.- Silvio Pellico (1789-1854) Escritor italiano
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
P.S.- A quien no entienda o piense que no le afecta el anterior texto, mis felicitaciones. Es síntoma de que no se ha sentido agredido por la sinrazón de alguno de sus consanguíneos o descendientes. ¡Mis disculpas!
Entiendo y me afecta el anterior comentario. Te entiendo, te comprendo y te apoyo. El tiempo pone, casi siempre, todo y a todos en su sitio y lugar. Un saludo
ResponderEliminar¡Qué raro que alguien coincida con lo escrito!
ResponderEliminar¿Será que experimenta idénticas sensaciones que el autor?