05 marzo 2008

¡Cállate de una vez!

No es que yo tenga especial animadversión al orondo Hugo Chávez, ni que me sienta adalid y defensor del Rey de España, con motivo del rifirrafe entre ellos, bien montado y hábilmente orquestado por el “bolivariano” presidente de Venezuela.

Por eso, ni me causó especial placer el “¿Por qué no te callas..?” espetado por nuestro Rey al maleducado Chávez, ni me enfadó mucho más allá del desagrado por la falta de educación la constante interrupción del “indio” (que no lo es ni en origen).

Ahora bien, mucho menos me ha gustado la machacona repetición elogiosa de la orden de silencio del monarca, que ha significado que medios de comunicación, gente, pueblo y no pueblo, hayan querido popularizar la pregunta que ordena mutis.

Y desde luego, me ha resultado esperpéntica, grosera, barriobajera e inaceptable, la sarta de chulerías “convenencieras” de ese golpista de baja estofa con vocación de caudillaje universal, al menos en Latinoamérica, que responde como Hugo Chávez.

Como el grandón “caudillo” venezolano continúa diciendo cada vez más tonterías, mofándose más o menos del Jefe del Estado español, exigiendo se le pida perdón (¿por haber interrumpido él reiteradamente y sin educación el parlamento de Zapatero?) y el Rey ha guardado silencio, en una prudente postura que siempre sería deseable, me surgen varias reflexiones.

La primera es que al Rey mejor le luciría no ir descendiendo a la arena de las discusiones y dejar a los políticos que se “quemen” con sus colegas de otros países.

Otra consideración es que a ese caballerete Chávez, que presume de su amistad con el dictador Fidel, lo mejor es no hacerle ni caso. Ni replicarle, ni decirle nada. Que se consuma él solo. Y menos retirarle nuestro Embajador en su “cortijo”, perdón, país.

Pero la esencial reflexión ha de ser para el gobierno español, para quien lo encabeza y para quien en él responde por los asuntos exteriores.

A estos poco avezados políticos (al menos no se comprueba su habilidad) habría que recordarles que “quien se acuesta con niños, se levanta mojado”, y quien trata con dictadorzuelos golpistas acaba siendo manipulado por ellos.

¡Menudas escenitas hemos tenido que soportar a Fidel Castro y a Evo Morales y a Nicolás Ortega y ahora a Hugo Chávez, como para ir perdonándoles deudas e ir intimando con ellos en correrías “pseudo-democráticas” que solamente dan a nuestro gobierno una falsa pátina de progresismo izquierdista, y que más bien lo presentan como un hazmerreír fruto de su poca experiencia y capacidad!

Pese a todo, que sean los profesionales de la crítica política quienes se adentren en mayores disquisiciones, porque a los españoles se nos ha brindado una pregunta admonitoria para multiplicidad de situaciones: cuando la esposa no deja de hablar; cuando los hijos no hacen más que preguntar; cuando el amigo repite una y otra vez la misma broma sin gracia; cuando el vecino habla por hablar, cuando el “sabelotodo” nos ilustra de las cuatro bobadas que sabe…

A todos ellos, y a nuestros políticos, y a nuestros gobernantes, y no sé si tal vez alguna vez a nuestro Rey (cuando se le escapa alguna campechanía fuera de orden), habría que repetirles en ocasiones: ¿Por qué no te callas…?”

Y si penamos en Ucrania, ¿qué tal repetírselo a una Yulia que habla de más; o a un Yúschenko que habla “de menos”; o a un Yanukovich que calla cuando debe hablar; y a tanto y tanto politiquillo que solamente incordia en pos de un provecho personal, aunque el pueblo ucraniano haya de seguir sufriendo dificultades.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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