13 julio 2021

Pedro I “el trilero” cambia el gobierno y lo entrampa todo más todavía: De cómo un gobernante se abroquela en sí mismo para mantener el poder


El mismo perro, pero con distinta correa» “El tiempo nos ha dado la razón y los cambios no han servido para mejorar la nefasta gestión de este gobierno” 
JAVIER GARCÍA ISAC  (12 jul 2021 en “Periodista digital”)

“Pocas ilusiones y poca esperanza con la remodelación de este gobierno. Unos inútiles serán sustituidos por otros iguales o peores. Lo importante es cogerles la matrícula para conseguir sentarles en el banquillo más pronto que tarde, según vayan perdiendo su inmunidad. Pedro Sánchez movió ficha para culpabilizar a otros de su gestión, siguiendo esa costumbre tan española de individualizar los éxitos y socializar las pérdidas para repartir fracasos y responsabilidades. Pedro Sánchez no tiene éxitos de los cuales presumir, motivo por el cual lanza una cortina de humo para entretenernos estos calurosos días estivales.

Que nadie se confunda, que nadie se lleve a engaño. Los “nuevos” ministros serán igual de ineptos que los destituidos. El presidente no quiere a nadie que le haga sombra, y para eso es muy importante rodearse de mediocres y pelotas, cosa de lo que por desgracia anda muy sobrada la política española. Basta con hacer un poco de memoria y recordar aquel primer gabinete de Pedro Sánchez, y como algunos comunicadores que se encuadran dentro de lo que muchos entienden como derecha sociológica, alababan y comentaban que el nuevo gobierno tenía esa cursilada de “buena música”, solo faltaba la letra. Éramos pocos los que afirmábamos que era un ejecutivo de lunáticos con algún que otro astronauta. El tiempo nos ha dado la razón, y los cambios realizados hasta la fecha, tampoco sirvieron para mejorar la nefasta gestión de este gobierno.

Entre los destituidos, destaca muy por encima de lo demás la conocida como “la berberecho” Carmen Calvo. Una ministra todopoderosa, vicepresidenta del Gobierno y responsable del Ministerio de la verdad; una de las personas que con más empeño y ahínco ha trabajado a favor de la crispación y la división entre españoles. Carmen Calvo seguirá en esto de la política, como lleva haciendo toda su vida, una indigente intelectual de manual que incluso llegó a ministra de cultura en los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero.

Otro al que tampoco echaremos de menos, aunque nos ha dejado tardes de gloria y momentos para la posteridad, es el ministro “tabernario” José Luis Ábalos, al que también despiden de la secretaría de organización del partido. Pocas son las explicaciones que se nos han dado como justificación de su cese, pero lo cierto es que su verborrea barata y sus formas le hacían parecer como recién salido de un bar de carretera, de esos con muchas luces de colores, olor profundo a cine de los años 70 y un humo de cigarrillos que nunca se apagan, con un fajo de billetes en rulo y enganchados por una goma. También nos deja la que fue ministra de educación, la señora Celaá, la que afirma sin ningún pudor que los niños no son de los padres y la que acabó por cargarse lo poco que de calidad le quedaba a la enseñanza pública, mientras sus hijas han estudiado en colegios religiosos y concertados.

La terna de cesados se completa con Duque “el astronauta”, del que sinceramente dudo que alguna vez estuviera en el espacio, sobre todo después de conocer su pericia a la hora de colocarse una mascarilla. De Arancha González Laya destacamos sus vestidos en forma de cortinas recién arrancados de las ventanas del palacio de Santa Cruz o su obsesión por introducir la diplomacia feminista en el servicio de exteriores. Su papelón con Marruecos y el dirigente del Frente Polisario, o como el tabernario Ábalos la quitó de en medio en ese mítico encuentro en el aeropuerto de Barajas, con la vicepresidenta del narco estado venezolano Delcy Rodríguez. Juan Carlos Campo, el ministro de Justicia también nos deja después de su indigno papel en defensa de los indultos a los golpistas del 1 de octubre, y por último un desconocido José Manuel Rodríguez Uribes, que por no saber, no sé ni cuál era su ministerio.

También nos deja el gran “chaman” de la Moncloa, el “Oráculo” al que Sánchez consultaba antes de tomar cualquier iniciativa, el responsable de las producciones, los reportajes y las fotos glamurosas. El de los viernes sociales y los videos enternecedores, el de las frases lapidarias, largas, repetitivas y vacías de contenido y de compromiso. El fiel escudero ha caído en desgracia. Todo tiene un principio y un final, e Iván Redondo paga los platos rotos de varios meses de despropósitos y de un desprestigio del presidente que parece imparable.

Nadie debe preocuparse por el futuro de los cesados o destituidos, pronto tendrán acomodo en esas empresas tan cercanas al poder, con esas puertas giratorias tan cómodas y discretas que facilitan el futuro de aquellos a los que tanto deben. En el peor de los casos, siempre les quedará el recurso de continuar en política, una profesión que parece no pasar factura a los protagonistas, por muy mala y pésima que haya sido su gestión” (Javier García Isac Director Radioya.es)

Ya ha pasado la algarabía de los cambios ministeriales, y más o menos se ha podido comprobar que “el trilero” ha seguido siendo el tramposo a quien hemos de soportar, pero con una especial particularidad: Con motivo de la remodelación del gobierno, se ha engañado a sí mismo.

Pedro I “el trilero” debe albergar en su inconsciente muchos elementos degenerativos que la hagan considerarse, al estilo de Luis XIV de Francia, el “presidente Sol”.

Porque, en verdad, se mueve por unos raíles que mezclan la falsa innovación, el bizarro fetichismo, los guiños políticos por doquier, y en general las mil y una argucias para mantenerse sentado en la poltrona del poder.

No llegará a ser “presidente Sol” porque su falta de calidad humana e intelectual corre pareja con su desmedida ambición y su insufrible egocentrismo. Pero al menos hay que reconocerle que pretende convertirse el “padre salvador de la patria”, de una patria que él ha sido casi el primero (no sé si sucediendo al sinvergonzón de Zapatero) en desguazar para tratar de reconstruirla como si fuera dios: a su imagen, semejanza e interés.

No voy a entretenerme comentando más acerca de los ministros caídos, porque ya bien lo comenta el interesante artículo de Javier García Isac que reproduzco como entrada, y tampoco voy a lanzarme a vaticinar sobre las esperanzas (pocas más bien) que despiertan los nuevos miembros del gobierno, pero sí quiero publicar mi opinión de que este “trilero” que se aprovecha del sufrido pueblo español –incluyendo al catalán y al vasco— ya está logrando aquello de que “a España no va a reconocerla ni la madre que la parió”, ingeniosa, en su memento, frase del añorado Alfonso Guerra.

No pierdo la esperanza de que algo mejore, porque los ministros cesados lo hicieron, bajo dirección del “trilero”, tan rematadamente mal, que por poco que hagan los entrantes es posible que por casualidad “suene la flauta” de una razonable gestión.

Pero mi esperanza se centra soñando que pasen pronto (y sin muchos más desatinos) los años que faltan hasta que se convoque comicios y surja nueva legislatura en la que los secuaces y seguidores del “trilero”

queden arrinconados, y su puño y su rosa se almacene entre papeles de estraza, para que se sequen y se conserven bien guardados.

Perdóneme el lector por esta falta de espíritu de futuro, pero la verdad es que aquello de “que me quede como estoy” es lo que pensamos muchísimos españoles, mal que pese a los cegatos seguidores de un socialismo que solamente ha servido para robar como siempre y seguir destruyendo principios y valores.

Y una postrera esperanza: que nuestros hijos y nietos puedan sobrevivir a tamañas incapacidades y tan enormes abusos egoístas como los que estamos soportando sus antecesores.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA



No hay comentarios:

Publicar un comentario