“El mismo perro, pero con distinta correa» “El tiempo nos ha dado la razón y los cambios no han servido para mejorar la nefasta gestión de este gobierno” (12 jul 2021 en “Periodista digital”)
“Pocas
ilusiones y poca esperanza con la remodelación de este gobierno. Unos inútiles
serán sustituidos por otros iguales o peores. Lo importante es cogerles la
matrícula para conseguir sentarles en el banquillo más pronto que tarde, según
vayan perdiendo su inmunidad. Pedro Sánchez movió ficha para culpabilizar a
otros de su gestión, siguiendo esa costumbre tan española de individualizar los
éxitos y socializar las pérdidas para repartir fracasos y responsabilidades.
Pedro Sánchez no tiene éxitos de los cuales presumir, motivo por el cual lanza
una cortina de humo para entretenernos estos calurosos días estivales.
Que nadie se confunda, que nadie se lleve a engaño. Los
“nuevos” ministros serán igual de ineptos que los destituidos. El presidente no
quiere a nadie que le haga sombra, y para eso es muy importante rodearse de
mediocres y pelotas, cosa de lo que por desgracia anda muy sobrada la política
española. Basta con hacer un poco de memoria y recordar aquel primer gabinete
de Pedro Sánchez, y como algunos comunicadores que se encuadran dentro de lo
que muchos entienden como derecha sociológica, alababan y comentaban que el
nuevo gobierno tenía esa cursilada de “buena música”, solo faltaba la letra.
Éramos pocos los que afirmábamos que era un ejecutivo de lunáticos con algún
que otro astronauta. El tiempo nos ha dado la razón, y los cambios realizados
hasta la fecha, tampoco sirvieron para mejorar la nefasta gestión de este gobierno.
Entre los destituidos, destaca muy por encima de lo demás
la conocida como “la berberecho” Carmen Calvo. Una ministra
todopoderosa, vicepresidenta del Gobierno y responsable del Ministerio de la
verdad; una de las personas que con más empeño y ahínco ha trabajado a favor de
la crispación y la división entre españoles. Carmen Calvo seguirá en esto de la
política, como lleva haciendo toda su vida, una indigente intelectual de manual
que incluso llegó a ministra de cultura en los gobiernos de José Luis Rodríguez
Zapatero.
Otro al que tampoco echaremos de menos, aunque nos ha dejado tardes de gloria y momentos para la posteridad, es el ministro “tabernario” José Luis Ábalos, al que también despiden de la secretaría de organización del partido. Pocas son las explicaciones que se nos han dado como justificación de su cese, pero lo cierto es que su verborrea barata y sus formas le hacían parecer como recién salido de un bar de carretera, de esos con muchas luces de colores, olor profundo a cine de los años 70 y un humo de cigarrillos que nunca se apagan, con un fajo de billetes en rulo y enganchados por una goma. También nos deja la que fue ministra de educación, la señora Celaá, la que afirma sin ningún pudor que los niños no son de los padres y la que acabó por cargarse lo poco que de calidad le quedaba a la enseñanza pública, mientras sus hijas han estudiado en colegios religiosos y concertados.
También nos deja el gran “chaman” de la Moncloa, el
“Oráculo” al que Sánchez consultaba antes de tomar cualquier iniciativa, el
responsable de las producciones, los reportajes y las fotos glamurosas. El de
los viernes sociales y los videos enternecedores, el de las frases lapidarias,
largas, repetitivas y vacías de contenido y de compromiso. El fiel escudero ha
caído en desgracia. Todo tiene un principio y un final, e Iván Redondo paga los
platos rotos de varios meses de despropósitos y de un desprestigio del
presidente que parece imparable.
Nadie debe preocuparse por el futuro de los cesados o destituidos, pronto tendrán acomodo en esas empresas tan cercanas al poder, con esas puertas giratorias tan cómodas y discretas que facilitan el futuro de aquellos a los que tanto deben. En el peor de los casos, siempre les quedará el recurso de continuar en política, una profesión que parece no pasar factura a los protagonistas, por muy mala y pésima que haya sido su gestión” (Javier García Isac Director Radioya.es)
…
Pedro
I “el trilero” debe albergar en su inconsciente muchos elementos degenerativos
que la hagan considerarse, al estilo de Luis XIV de Francia, el “presidente Sol”.
Porque,
en verdad, se mueve por unos raíles que mezclan la falsa innovación, el bizarro
fetichismo, los guiños políticos por doquier, y en general las mil y una
argucias para mantenerse sentado en la poltrona del poder.
No
llegará a ser “presidente Sol” porque su falta de calidad humana e intelectual
corre pareja con su desmedida ambición y su insufrible egocentrismo. Pero al
menos hay que reconocerle que pretende convertirse el “padre
salvador de la patria”, de una patria que él ha sido casi el primero (no sé si
sucediendo al sinvergonzón de Zapatero) en desguazar para tratar de
reconstruirla como si fuera dios: a su imagen, semejanza e interés.
No
voy a entretenerme comentando más acerca de los ministros caídos, porque ya
bien lo comenta el interesante artículo de Javier García Isac que reproduzco
como entrada, y tampoco voy a lanzarme a vaticinar sobre las esperanzas (pocas más
bien) que despiertan los nuevos miembros del gobierno, pero sí quiero publicar
mi opinión de que este “trilero” que se aprovecha del sufrido pueblo español –incluyendo
al catalán y al vasco— ya está logrando aquello de que “a España no va a
reconocerla ni la madre que la parió”, ingeniosa, en su memento, frase del añorado
Alfonso Guerra.
No
pierdo la esperanza de que algo mejore, porque los ministros cesados lo hicieron,
bajo dirección del “trilero”, tan rematadamente mal, que por poco que hagan los
entrantes es posible que por casualidad “suene la flauta” de una razonable
gestión.
Pero mi esperanza se centra soñando que pasen pronto (y sin muchos más desatinos) los años que faltan hasta que se convoque comicios y surja nueva legislatura en la que los secuaces y seguidores del “trilero”
queden arrinconados, y su puño y su rosa se almacene entre papeles de estraza, para que se sequen y se conserven bien guardados.Perdóneme
el lector por esta falta de espíritu de futuro, pero la verdad es que aquello
de “que me quede como estoy” es lo que pensamos muchísimos españoles, mal que
pese a los cegatos seguidores de un socialismo que solamente ha servido para
robar como siempre y seguir destruyendo principios y valores.
Y una
postrera esperanza: que nuestros hijos y nietos puedan sobrevivir a tamañas
incapacidades y tan enormes abusos egoístas como los que estamos soportando sus
antecesores.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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