Algunos lectores, doctrinarios y del gremio de los iconoclastas ("zurdos de las dos manos"), durante los últimos días han intentado criticar y vituperar mis
escritos y opiniones sobre los fallos garrafales de eso que llaman “gobierno”,
y que no es sino la panda de advenedizos, avariciosos y fundamentalistas de izquierda
rompedora, que capitanea un tal Pedro I "El Sánchez", frente a la incapacidad de reacción adecuada por parte de quienes se dicen de la derecha buena, pero no se aclaran con la posición que deben adoptar.
Ciertamente, el primer impulso por mi parte ha sido responder a la sinrazón y a la manipulación, pero cuando uno se detiene a
analizar las propias ideas y a compararlas con los desvaríos oportunistas de
quienes solamente buscan el poder por el poder, y a cualquier precio, se opta
por seguir manteniendo (y poniendo en negro sobre blanco) las ideas que siempre
le han guiado.
Vivimos tiempos de
zozobras y nervios, en medio de este tornado maligno que es la Pandemia del Covid-19,
pero ello no debe situarnos o en un como beatífico asentimiento a las
acciones de gobierno que repiten yerros y abusos, o en un furibundo desahogo
ante las disimuladas tropelías de unos gobernantes que solamente se basan en
sus prejuicios y buscan su engorde pancista, vía discursos televisivos.
Hecho este exordio, no
puedo menos que comentar la triste coincidencia del confinamiento en su quinta
semana con la celebración tan tradicional e implantada en España como es la
Semana Santa.
Ese período previo a la
Pascua religiosa ha venido siendo tiempo de
descanso, de relajación, de reunión familiar y de vacaciones, para algunos (cada vez menos, por desgracia) entreverado con las prácticas y celebraciones religiosas del Cristianismo.
descanso, de relajación, de reunión familiar y de vacaciones, para algunos (cada vez menos, por desgracia) entreverado con las prácticas y celebraciones religiosas del Cristianismo.
Y héte aquí que al
encierro cuasi forzoso para prevenir los contagios se han superpuesto las
celebraciones religiosas católicas y cristianas, que se han prodigado en las televisiones
y radios, llegando a alcanzar audiencias que hace poco tiempo no hubieran
resultado creíbles.
Así, todos los días se
retransmite la misa que celebra el papa Francisco; se ofrecen abundantes y
diversas reflexiones de los obispos españoles sobre la transcendencia de las
conmemoraciones y la realidad de la Pandemia; y, en fin, sin forzarse por el
poder establecido (que si de algo peca es, no de laicismo, sino de anti
religiosidad).
Comprobando esa realidad
informativa, en competencia con los discursos propagandísticos de los miembros
del gobierno, contándonos lo mucho que hacen, y prometiendo soluciones que
nunca llegan, uno termina concluyendo aquello de que “no hay mal que por bien
no venga”.
Y no se piense, ni mucho
menos, que opino que la Pandemia es crisis
que podría beneficiar la materializada vida en nuestro país, porque la brutalidad de la infección vírica nunca puede justificar una posible reflexión colectiva hacia la esencia de la convivencia social, ni la introversión individual en busca de valores tal vez ocultos u oxidados.
que podría beneficiar la materializada vida en nuestro país, porque la brutalidad de la infección vírica nunca puede justificar una posible reflexión colectiva hacia la esencia de la convivencia social, ni la introversión individual en busca de valores tal vez ocultos u oxidados.
Aunque, de cualquier
modo, este confinamiento social (comúnmente aceptado) nos está sirviendo, y más
aun debe servir, para que vayamos recuperando las esencias que el consumismo,
la materialidad de la vida diaria, las avaricias, que unos y otros despliegan
estaban asfixiando.
Semana Santa que con la
Pasión de Jesucristo, que se rememora, tiene como hiedra trepadora que la
envuelve ese tremendo drama de la Pandemia, aniquilando miles de seres humanos,
en medio de la impotencia e impasibilidad de tantos y tantos responsables
sociales
que solamente buscan atisbar algún beneficio material para ellos.
que solamente buscan atisbar algún beneficio material para ellos.
Con mis votos para que
también en esta crisis sanitaria y social llegue la “resurrección” pascual, van
mis deseos que a los lectores, sean o no creyentes o practicantes de cualquier
religión, el buen Dios les proteja su cuerpo y su espíritu.
¡Todo es posible si el
espíritu impulsa la mente!
"Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar".- Winston Churchill (1874-1965) Político británico
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