06 enero 2020

Esta España nuestra: La investidura de Pedro Sánchez lleva la desfachatez y la miserable conveniencia al Parlamento. ¿Quo vadis España?

“El presidente-indecente
No puede ser creíble un Gobierno solidario y progresista cuando se establece una diferencia entre el pueblo llano y los pueblos elegidos



(Rubén Amón, “No es No”, en “El Confidencial”, 06/01/2020)
Entre prisas, resacas y pascuas militares, la siniestra investidura de Pedro Sánchez merecería haberse urdido en la clandestinidad, alevosa y nocturnamente: un Gobierno que se exilia de la Constitución y que se encomienda a la extorsión del soberanismo incurriendo en el problema nuclear de la desigualdad entre españoles. ¿Cómo pueden pavonearse Sánchez e Iglesias de haber apuntalado
Rufián es...un Rufián
un gran proyecto social, solidario, cuando el soborno de ERC implica una diferencia jerárquica y hasta categórica entre catalanes y no catalanes?

No puede hablarse de igualdad ni de justicia mientras las ambiciones de Sánchez las hayan subordinado a una temeraria subasta de privilegios territoriales e identitarios. La propia abstención de Bildu proporciona a la orgía soberanista un obsceno argumento de euforia. No puede hablarse de un proyecto progresista. Lo contradice el populismo justiciero de Iglesias y lo contraindica la regresión nacionalista de los pueblos elegidos, pero ocurre que Sánchez se ha convertido en acelerador y benefactor providencial del sueño cavernario. Derecho tenía a la investidura porque no había alternativa posible, pero el patriarca narcisista ha decidido ungirse de cualquier manera y a cualquier precio. Así se desprende del memorial suscrito con ERC y amparado por los frailes del PNV. No hace falta resucitar a Umberto Eco para escudriñarlo. El texto de la vergüenza no dice nada escrutado en diagonal o leído con el monóculo de Carmen Calvo, pero lo dice todo en sus requiebros
PNV...¡Oremus!...
escolásticos: el referéndum, la mesa simétrica entre gobiernos, la mordaza a los procedimientos judiciales, el libro prohibido de la Constitución. 
Avergüenza el silencio de las baronías, su implicación en la 'omertà'. La Península de las ocho naciones que postulaba Iceta sobrentiende la humillación de los territorios mesetarios y 'extremoduros', pero el cesarismo de Sánchez y la cobardía de sus virreyes han enmudecido la dignidad del PSOE. Que no es un partido socialista, es un partido sanchista en la identificación enfermiza con el líder, en la abrasión de sus principios, en la capitulación de sus ideas.
Merecía Sánchez el bochorno al que lo expusieron los partidos constitucionalistas, pero los contratiempos y los episodios altisonantes que se han amontonado este fin de semana va a convertirlos él mismo en una nota a pie de página del 'Manual de resistencia'. La investidura que mañana profana el principio de convivencia ha explorado todos los límites de la capacidad adaptativa, del cinismo y de la decencia. Bien se la discutió Sánchez a Mariano Rajoy en aquel debate televisado de diciembre de 2015. “Usted no es decente”, objetó entonces el candidato del PSOE a propósito de las corruptelas genovesas. Cuatro años después —y parece que han pasado 10—, Sánchez se apropia de la indecencia para asegurarse el trono de
Acusa, pero perdió antes...
prometido convertir Teruel en Shangri-la; se ha arropado en la superioridad moral que la izquierda se atribuye a sí misma; han olvidado sus mentiras los profetas de la prensa progre, y se han multiplicado a su favor los voceros del Apocalipsis.
A Sánchez le convienen sobremanera las hipérboles reaccionarias que evocan la Guerra Civil o que comparan el nacionalismo con el 'nazionalismo'. Las menciones al Frente Popular, las extrapolaciones históricas e histéricas de Abascal, las prédicas cainitas de la caverna ultraderechista se utilizan desde la izquierda política y mediática como la
Democracia a martillazos
demostración de que no había otro camino posible al emprendido por Sánchez en aras de la justicia social.
Y no es verdad. El presidente en funciones —todavía hay esperanza— ha despreciado la alternativa constitucionalista, ha vejado la propuesta de Inés Arrimadas y ha forzado una crisis institucional que socava la separación de poderes, que degrada la Justicia —“la deriva de los tribunales”, llegó a decir Sánchez el sábado— y que convierte la legislatura en una amenaza al modelo de convivencia territorial. No hace falta exagerar la gravedad del sanchismo con relatos catastrofistas y nostalgia guerracivilista cuando el sanchismo ha acreditado por sí solo y por sí mismo la temeridad y la irresponsabilidad de un proyecto sometido a la
La pareja peligrosa...
estricta supervivencia del timonel. Ya quisiéramos que fuera el suyo un programa clarividente, una visión de Estado. Ya nos gustaría que la sumisión al chantaje del soberanismo resolviera la clave de bóveda del problema catalán. Nos maravillaría incluso que Pablo Iglesias mutara en un sublime exégeta de la Constitución, pero fue el propio Sánchez hace unas semanas quien inculcó en la opinión pública la angustia que supondrían para España un Gobierno y una legislatura expoliadas entre los vaivenes del populismo y el nacionalismo.
La unción del presidente-indecente predispone un periodo de estremecimientos políticos e institucionales. Sánchez ha precipitado una
Yo no he roto nada...
desproporcionada prueba de estrés al 'sistema'. No es sencillo demolerlo, porque reviste más solidez de la que muchas veces aparenta —las instituciones, los partidos, la tutela de la UE, los mercados...—, pero el mayor optimismo de la danza macabra de Frankenstein proviene de la incorregible relación de Sánchez con la mentira. Su palabra no tiene valor. Y no pueden fiarse de ella ni Iglesias ni Junqueras.
El problema es que no está jugando a las cartas con su dinero, sino con la credibilidad del Estado y con la decencia de la democracia. Cuánto desparpajo tuvo Sánchez ayer para vengar el discurso del PP y de Cs. Y qué silencioso se mantuvo cuando la portavoz de Bildu se despojó del pasamontañas y soltó entre los presentes la serpiente de la paz.”


Confieso que sigo a Rubén Amón en sus casi siempre atinadas crónicas y comentarios que se publican en la
prensa diaria y especialmente en Onda Cero.
Por eso recojo su publicación en “El Confidencial”, porque viene en buena medida a glosar y criticar la triste, inadmisible e indignante situación a la que se ha llegado en la sesión de investidura del sinvergüenza Pedro Sánchez, que ayer humilló y sonrojó a la mayoría de españoles de a pie, exceptuando a los serviles de las bancadas socialistas (que de algo tienen que comer) y que, ahora que "la tienen agarrada", no sueltan la “teta” del poder.
Vuelvo a confesar que ayer me sentí incomodado cuando comprobé que el candidato a presidente comenzaba por insultar a las fuerzas “no progresistas” (según él) por mantener sus principios, llegando a convertir su discurso en un principal alegato contra estos sus adversarios, en vez de ofrecer e informar sobre su programa de gobierno y demostrar la ponderación que debe presidir a todo aspirante a Presidente del Gobierno.
Sánchez se comportó como lo que es: un ambicioso desmedido, sin escrúpulos, que, como hiciera Fausto, vende su alma (investidura) al “diablo” del frente popular y de los diversos y casi siempre siniestros independentismos.
Así, toleró que los independentistas catalanes le impusieran una mesa de negociación sobre su independencia, que desembocará (salvo que Sánchez caiga de la poltrona, o le expulsen) en un referéndum a la carta solamente para los catalanes, que ya bien se encargarán los extremistas de surtir de argucias para que derive (falsificando si es preciso) en una aceptación de su salida de España.
Y asimismo no tuvo vergüenza en “comprar” los votos de los nacionalistas vascos a cambio de darles la financiación que a otras autonomías escatima; y hasta dejarles exigir cambios en la Navarra que inveteradamente luchan por conquistar para Euskadi.
No menos deleznable fue la “simonía” (venta de los sacramentos) de ofrecer unas “mejoritas” a zascandiles como el líder de Compromís, o a              "
Oramas, la valie"
engañabobos” como el tal Guitarte de “Teruel existe”, otro espécimen más de la falsedad de los políticos que dicen defender a un pueblo cuando solamente defienden sus conveniencias.
Y el culmen de la hipocresía y de la doblez se alcanzó cuando los terroristas de Bildu atacaron inmisericordes la esencia de España y al Rey, y el tal Pedro Sánchez ni siquiera se inmutó ni menos salió
Mujer bomba "ex"?
en defensa de las instituciones que el pueblo español respeta, y que a él le sirven para disfrutar del poder y del boato que al parecer su cónyuge (envidiosa de la reina) le exige.
Rechazable es la mentira que tanto práctica el indigno Sánchez, pero inadmisible y punible debe ser su omisión en la defensa de los valores esenciales de una convivencia cuyas ubres él mismo desangra.
En fin, que en el día de ayer se ofreció “urbi et orbi” la muestra de la desfachatez con la que se nos va a intentar seducir en los próximos tiempos, y que
Carácter Suárez...solo folclórico
la oposición actual ni ha sabido ni ha podido evitar desde su discurso siempre tan formalito y lleno de lamentos, pero nada creativo.
Esta España nuestra ya comenzó a desangrarse y ahora va camino de lo que en medicina se llama “shock hipovolémico”, o sea, claudicación general por carencia de cualquier riego sanguíneo convivencial y democrático.
No viene mal recoger como colofón estos versos de Víctor Manuel San José, cantados por su esposa, Ana Belén, e inspirados en un poema de Blas de Otero:

“España camisa blanca de mi esperanza
Reseca historia que nos abrasa
Con acercarse sólo a mirarla.
Paloma buscando cielos más estrellados
Donde entendernos sin destrozarnos
Donde sentarnos y conversar.

España camisa blanca de mi esperanza
La negra pena nos atenaza
La pena deja plomo en las alas.
Quisiera poner el hombro y pongo palabras
Que casi siempre acaban en nada
Cuando se enfrentan al ancho mar.

España camisa blanca de mi esperanza
A veces madre y siempre madrastra;
Navaja, barro, clavel, espada.
La muerte siempre presente nos acompaña
En nuestras cosas más cotidianas
Y al fin nos hace a todos igual.

España camisa blanca de mi esperanza
De fuera o dentro, dulce o amarga
De olor a incienso, de cal y caña.
Quien puso el desasosiego en nuestras entrañas
Nos hizo libres pero sin alas
Nos dejó el hambre y se llevó el pan.

España camisa blanca de mi esperanza
Aquí me tienes nadie me manda
Quererte tanto me cuesta nada.
Nos haces siempre a tu imagen y semejanza
Lo bueno y malo que hay en tu estampa
De peregrina a ningún lugar”


                              SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

No hay comentarios:

Publicar un comentario