25 mayo 2018

Esta España nuestra: Un país alborotado como en un patio de colegio

La verdad sea dicha, a quienes no somos duchos en materia de alborotos, rebeldías, pronunciamientos, declaraciones, amenazas, presiones, coacciones, pactos extraños y toda la innúmera serie de martingalas que los protagonistas políticos nos obsequian a diario (casi cada minuto), nos pareció que con la aplicación a Cataluña del artículo 155 de la Constitución retornaría la concordia a esa región española y la vida política iría alcanzando el sosiego constructivo que merecemos los ciudadanos. 
Pareció confirmarse ello cuando, pese al esperpento de la investidura de un mequetrefe deslenguado (llamado Quim) como President de la Generalitat catalana, se alcanzó a nivel nacional el pacto casi imposible entre la mayoría parlamentaria para aprobar los presupuestos generales del Estado.

Y héte aquí que el día siguiente a esa aprobación en el Congreso de los Diputados, se hace pública la durísima sentencia de la Audiencia Nacional en una de las piezas del caso Gürtel, condenando al Partido Popular por responsabilidad civil al haberse lucrado de los delitos condenados. 
Y se armó la "marimorena", porque como si esa sentencia no se estuviera esperando desde hace más de dos años, todos los líderes políticos sin excepción han "rasgado sus vestiduras", tachando al partido en el gobierno de muchas cosas de las que es responsable, más otras muchas que han añadido con 

pillería adicional. 
Y así, el infumable Pedro Sánchez ("ni una mala palabra ni una buena acción") finge convertirse en el adalid de la pureza política, diciendo que promoverá una moción de censura para proclamarse él mismo presidente del gobierno, aunque, eso sí, solamente para pacificar el cotarro y convocar elecciones generales cuanto antes. No se lo cree ni su más ferviente admirador.
Y qué decir de ese sinvergüenza disfrazado de comunista moderno que es el "coletas" Pablo Iglesias, a quien le ha venido de maravilla la noticia para ocultar lo falso que es, cuando después de poner verdes a los que tienen buenas mansiones, se compra un chalet que roza el superlujo. 
Aparece también en la escena ese oscilante y variable Rivera (no es ni frío ni caliente), que dice liderar el partido Ciudadanos, pero que da más bandazos que un cometa en medio de un huracán, quien, preso de sus propias manifestaciones
y actos, dice que él también promoverá la censura si no se convocan por el gobierno unas elecciones parlamentarias y generales. 
Y envuelto en ese maremágnum de patio de colegio, en el que todos corren tras la pelota de trapo, sin que nadie logre darle una patada con sentido, está el partido gobernante y sus atemorizados e ineficaces ministros, a quienes parece haber pillado por sorpresa el tormentón. Ya ni saben lo que deben hacer.
Es decir, mucho blasonar que la vida democrática se regenera y que hay que preservar su limpieza, y entre unos y otros llenan el panorama de boñigas (con perdón) malolientes de verdades a medias, de proclamaciones dogmáticas sin sentido. 
A quien esto escribe, y a otros muchos más a su alrededor, les gustaría contar con edad y aptitudes
especialmente físicas para lanzarse a la vorágine y apoyar la regeneración. Pero entre que faltan fuerzas y sustentos y que esto no hay quien lo arregle, el lío y el enredo van a continuar, mientras el desgobierno nacional aumenta por minutos. 
Tómese este comentario más como un lamento que como un reproche a tantos ineptos y manipuladores avariciosos de poder a cualquier precio (eso sería perder el tiempo), pero también considérese una acre censura a la ciudadanía que consiente, a la sociedad que busca el bienestar económico y no la paz social, en una palabra,  una acre censura a quienes, como yo mismo, protestamos y nos quedamos  tan resignados. 
Habrá que hacer como esos pillastrones y falsarios independentistas catalanes, que montan escandaleras por doquier, pero que al menos consiguen que por escaso tiempo las fuerzas políticas no independentistas se aúnen con sensatez. 
¡Qué pena esta España, cada vez menos "nuestra"!
Me vuelvo al patio de colegio, porque al menos allí, cuando me irrite podré darle un puntapié a quien me moleste. Y si es en "salva sea la parte" y se va a las "tinieblas exteriores", mejor todavía.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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