“EL
GROTESCO PATALEO DE PUIGDEMONT
(31 de octubre de 2017)
Rechazado por todos o casi todos, Carlos Puigdemont se
ha acogido a un Club de Prensa extranjero para hacer una declaración
manipulando, como siempre, la realidad, deformando la verdad, mintiendo de
forma descarada. El expresidente de la Generalidad perdió el órdago secesionista
y en lugar de reconocerlo se mantiene en sus trece con grave daño para la
imagen de Cataluña y para la convivencia entre los catalanes.
No sé si existe el derecho al pataleo. Pero Carlos
Puigdemont está pataleando en una reacción de extrema puerilidad. Nervioso,
atropellado, descompuesto, el expresidente ofreció una lamentable imagen de sí
mismo. Era el esperpento hablando, la caricatura de carne y hueso. Chantajeó al
Gobierno español y pidió garantías para regresar a Cataluña. Sabe que no le
concederán el asilo político y se dispone a permanecer en Bruselas
indefinidamente como ciudadano europeo.
Hablando con claridad. Carlos Puigdemont se ha fugado
a Bruselas para eludir a la Justicia española y evitar la cárcel. Todo es tan
grotesco, tan de República bananera, todo es tan ridículo que produce vergüenza
ajena la acción de este botarate que ofende la dignidad de Cataluña.
España es un Estado de Derecho, una nación seria y
respetada internacionalmente, que si los jueces -no el Gobierno- así lo deciden
y decretan la búsqueda y captura de Carlos Puigdemont, ejercerán las acciones
internacionales para que el expresidente responda de sus presuntos delitos.
¡Qué vergüenza, en fin! ¡Qué vergüenza! La España
democrática, sin una mácula durante cuarenta años, se ha ensuciado por la
acción de un mequetrefe y sus cómplices. Asustados por lo que han hecho y lo
que les espera, tratan de evitar la cárcel montando una farsa lamentable que a
todos avergüenza.
Luis
María ANSON, de la Real Academia Española, en “El Imparcial”
…
Tanto
se está escribiendo y tantas chanzas y chirigotas se están vertiendo sobre la “tocata
y fuga” del ínclito Puigdemont, frustrado presidente de la non-nata república
de Cataluña, que abundar en ello sería probablemente repetir con menos salero y
gracejo lo mucho que se viene diciendo.
Sin
embargo, lo que hay que destacar es que este “loco de atar”, que se ha escapado
cual rata asquerosa junto a varios ratoncetes de su tribu, está dando más
guerra de la que se suponía y de la que esperaba el gobierno español después de
aplicar las primeras medidas derivadas del artículo 155 de la Constitución
española.
Ahí
es nada que se siga dando lustre publicando sus destarifos por las redes
sociales y, cual botarate irredento, esté soltando en Bruselas bilis de la peor
clase bajo la apariencia de un victimismo basado en su doblez atávica y sus
mentiras constantes.
No
hay duda de que cuando se aplica la Ley, y eso es lo que trata de hacer el
gobierno español, las soluciones parecen tardar, pero llegan y son eficaces.
Pero no lo es menos que al ciudadano de a pie, catalán o no, lo que hace falta
es ver que este indeseable y sus secuaces (delincuentes –presuntos, no se nos
querellen) quedan fulminados y apartados de la farándula mediática. De no ser
así, siempre asalta la duda de si el exceso de blandura en la reacción no será
causa de recuperación del infractor.
No
pretendo abroquelarme en el extremismo de solicitar “prisión, ya”, que para eso
están los jueces y fiscales, pero sí pongo de manifiesto que si, por una de
aquellas, van a parar tras las rejas, muchísimos españoles y catalanes nos
sentiríamos un poco más reconfortados.
Que
al fin y al cabo, los ratones se nos han escapado por las rendijas de los
respetos democráticos.
SALVADOR
DE PEDRO BUENDÍA
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