“¿Voto útil o del
miedo?
La realidad es que los españoles acuden a las urnas
con una información más completa gracias a lo que ha sucedido en estos meses
que hemos vivido una larga precampaña que comenzó el mismo día de las
elecciones. Ahora no hay ninguna duda de que hay dos opciones muy claras. Una
es un gobierno liderado por el Partido Popular y la otra es una opción de
izquierdas en la que Podemos tendrá un papel preponderante. Es un escenario
inédito porque era impensable imaginar que las comunistas pudieran
tomar
posiciones de poder, pero la realidad es que hay 6 millones de españoles que
han votado a ese bloque y que la gran mayoría no estaban en el ámbito de IU o
el PCE. No hay que descartar que el PSOE se pasokize, es decir, que sufra un
desgaste tan grave como el que afectó a los socialistas griegos. Hay muchos
errores estratégicos y uno de los más graves fue unirse a Ciudadanos, pero no
hay que olvidar que otro fue ceder las grandes capitales a Podemos cuando el PP
ofreció darle la alcaldía de Madrid y prefirieron que gobernará Carmena. Todo
ello hizo que Podemos pudiera tener espacios muy potentes para proyectar sus
ideas y programas. Durante estos meses, los ayuntamientos del cambio no han
hecho nada más que acciones de carácter populista y demagógico. El PSOE es
quien sustenta actualmente las posiciones de poder que tiene Podemos. Le perdió
el odio al PP porque le había derrotado en 2011. Ahora tienen claro que el
rival más peligroso es Pablo Iglesias, porque puede superarlo en votos y quizá,
aunque parezca más
difícil, en escaños. Por ello, sus dirigentes se han lanzado
en tromba contra Podemos. Este escenario beneficia claramente al PP, aunque es
verdad que una parte de la población no ha superado el enfado por el aborto, la
memoria histórica, la fiscalidad o la corrupción, pero gana claramente las
elecciones porque Rajoy es un líder serio, honrado y eficaz. Albert Rivera
cometió el error de lanzarse a los brazos del PSOE, que tuvo un fracaso
electoral histórico, pero sobre todo el de no romper tras el debate de
investidura. Nunca entenderé por qué mantuvo Rivera el acuerdo. Esto hace que
antiguos votantes del PP y otros que están en la abstención se planteen votar a
Rajoy, aunque sea sólo por utilidad o miedo. Hay temor porque España pueda
acabar como Grecia o Venezuela. Lo importante es que conseguir que no sea así.”
(Francisco Marhuenda, en “La Razón”, 26/05/2016”)
…
Parece que fue ayer cuando se publicó los resultados
de las elecciones generales de Diciembre de 2015, que abrieron paso a un
infructuoso y lamentable período de interinidad política, en el que han salido
a relucir todas las miserias y defectos de los distintos grupos políticos y del
propio sistema.
Casi no nos habíamos liberado de la palabrería
desvergonzada y manipuladora de Pedro Sánchez, ni del quietismo acobardado de Rajoy
ni de la ingenuidad redentora de Rivera, ni de la acidez malsana y tendenciosa
de Iglesias cuando los mismos líderes, con los mismos segundos de a bordo han
vuelto a sumergirse en campaña electoral, que prometieron más austera y que por
el momento solamente están consiguiendo que sea más insoportable.
Porque la realidad es que el pueblo español si algo
está es mucho más “cabreado” ( y perdóneseme la expresión, que no es de mi
vocabulario habitual), y bastante más harto de tanto “bla, bla, bla” que a nada
conduce.
Porque, además, ha empezado a demostrarse que las
esperanzas regeneracionistas de los que se presentaban como redentores, es
decir, los de “P(j)odemos” y sus adláteres, son pura filfa, y para muestra ahí
está Carmena ejerciendo de alcaldesa con ínfulas de izquierdismo y con defectos
de senectud; o la “meona” de Ada Colau, una zafia metida a redentora de todo lo
que sea iconoclasta, que apoya a los antisistema y evita que la Policía les
contenga en su barbarie (ejemplo de Barcelona); o de un Rajoy que promete
regeneración y le salen corrupciones debajo de cualquier cargo político; y de
ese fenómeno de vacío “romancerismo” de Pedro Sánchez, empecinado en que él es
el centro del universo político nacional, cuando carece de todo programa válido
y realizable.
¿Quo vadis, España?
En este “examen de septiembre”, la democracia española
debe alcanzar una enorme dosis de sensatez en los grupos políticos, para
superar la inacción de una fragmentada clase política y alcanzar
los pactos
(naturales, no contra natura, como la frustrada alianza PSOE/Ciudadanos) que
permitan el normal desarrollo de la vida política.
Mucho me temo que hasta el día de la votación habremos
de sufrir otra vez toda esa sarta de “y
tú más”, y promesas incumplibles, y denostaciones enrabietadas, pero ese es el
precio que hemos de pagar por no haber sido capaces, entre unos y otros, de
conformar un país más armónico y conciliado.
Hicimos lo difícil, que era llegar a la
democratización de la sociedad, y nos hemos atascado en lo esencial y
posterior: la consolidación de la normalidad.
¿Tenía razón Gironella cuando tituló uno de sus libros
como “Ha estallado la paz”?.
Sustitúyase “paz” por “democracia” y tal vez nos sirva
para reflexionar.
“Toda la armonía total
de este mundo está formada de discordancias”
Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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