La victoria insuficiente del centro derecha abre un nuevo
escenario de pactos
(“EL PAÍS”, 6 OCT 2015)
Las elecciones del pasado domingo en Portugal han supuesto
el primer respaldo popular en Europa a la receta ortodoxa para combatir la
crisis económica. Durante cuatro años, el primer ministro Pedro Passos Coelho
ha aplicado los compromisos adquiridos con el FMI, el Banco Central Europeo y
la Comisión Europea para salvar económicamente al país. Era el tercer rescate
en 40 años de democracia.
La dureza de las medidas hacía
difícil pronosticar un triunfo para la coalición de centroderecha que gobernaba
el país. Hace un año, cuando António Costa llegó a la dirección socialista tras
la crisis que llevó a la cárcel, acusado de fraude fiscal y corrupción, al ex
primer ministo José Sócrates, el PS ganaba por 13 puntos en las encuestas. El
triunfo socialista parecía
claro; la duda era si con mayoría absoluta. Pero el
resultado de las urnas se ha concretado en una victoria por seis puntos de la
coalición de Gobierno, que en todo caso, pasa de 132 a 104 escaños en una
cámara de 230 diputados, con lo que se queda sin mayoría absoluta.
Sócrates, el portugués |
Para dar la vuelta a los sondeos y lograr el 38,5%, el
centrista Passos Coelho hizo una campaña sobria, basada en el mensaje de que lo
peor del ajuste había pasado pero que era arriesgado cambiar. Todo lo más que
ofreció, junto con su socio de coalición, el Centro Democrático y Social, fue suavizar
algo los recortes. Costa prometió rebajar el IVA de la hostelería del 23% al
13%. Según Passos Coelho, el país no se lo podía permitir. Su apuesta a favor
de “mantener el rumbo” ha sido apreciada por el electorado, mientras que el
buen arranque de Costa se fue diluyendo durante la campaña para desembocar en
una subida notable, pero insuficiente, de escaños.
Al margen del ascenso socialista, el éxito electoral en
la izquierda se lo apunta el Bloco de Esquerda, que pasa de 8 a 19 escaños y le
gana la partida al tradicional Partido Comunista, que mantiene prácticamente la
misma representación. La suma de los tres —socialistas, comunistas y Bloco—
supera en escaños a la coalición ganadora.
El dilema del Partido Socialista es tender la mano hacia
el Bloco y el PC o apoyar al centroderecha. Lo último equivale a entrar en la
lógica de la austeridad, en contra de la voluntad de sus electores; y lo
primero ha sido ya descartado por Costa, que ha dicho que no va a contribuir a
que se forme “una mayoría negativa”, posición responsable y comprensible aunque
solo sea por la disparidad de programas económicos con el Bloco y los
comunistas. El PS es partidario de la “austeridad moderada” y los otros dos
quieren acabar con ella.
El problema de Passos Coelho es que esa mayoría de
izquierdas que no va a gobernar sea suficiente para impedir que lo haga él. En
ese caso, habría seis meses de Gobierno en funciones antes de celebrar nuevas
elecciones, y nadie puede garantizar resultados muy distintos a los del
domingo. Solo una posición del PS que implique un acuerdo tácito de respaldo
temporal a Pasos Coelho —con el compromiso de moderar los recortes pendientes—
superaría el actual callejón sin salida y podría evitar los riesgos de
inestabilidad derivados del equilibrio parlamentario de fuerzas.”
…
Con la licencia
de mi estimado colega y buen amigo portugués, el doctor Alberto Jorge Silva,
eximio jurista y buen analista político, voy a permitirme reflexionar sobre el
resultado de las recientes elecciones generales celebradas en Portugal, por
aquello de que bastante –o mucho—podría ser aplicable a esta España de nuestros
pesares. O al menos propiciará comparaciones.
Vaya por delante
mi admiración por el pueblo portugués, que una vez más ha dado lecciones de
equilibrio, cultura y civismo, votando en orden y respetando el pluralismo que
exige una buena y duradera democracia.
De esta manera,
la victoria del
conservador (al menos, no de izquierdas) Pedro Passos Coelho, ha supuesto una cierta sorpresa, porque se ha producido después de que la nación lusa haya soportado la dureza del estricto ajuste impuesto por el rescate obligado de la Unión Europea.
conservador (al menos, no de izquierdas) Pedro Passos Coelho, ha supuesto una cierta sorpresa, porque se ha producido después de que la nación lusa haya soportado la dureza del estricto ajuste impuesto por el rescate obligado de la Unión Europea.
Y la sorpresa ha
sido aun mayor porque no se ha apreciado un especial avance de las formaciones
de izquierda, y “casi” ha prosperado una mayoría absoluta, si se computan los
escaños logrados por la coalición hasta ahora en el poder.
El lógico
raciocinio es que en Portugal la población es consciente de que, pese a los
tiempos de zozobra soportados (y los que aun restan), lo más aconsejable es una
política prudente y sensata, frente a los anteriores excesos de quienes, como
suele tristemente acontecer, consideran el estado (y sus arcas y dineros) como
suyos propios. Basta reparar lo que se ha dicho sobre Sócrates (no precisamente
el filósofo, sino el ex primer ministro), pese a que su encarcelamiento haya
semejado excesivo y huela a una cierta maniobra desde las fuerzas ocultas de la
derecha.
Sea lo que
fuere, “doctores tiene la iglesia”, como suele decirse, y expertos los hay en
Portugal, que nos ilustrarán con sus casi siempre atinados análisis.
Ahora bien. ¿Lo
ocurrido en Portugal es extrapolable a España?
Sí y no; valga
la contradicción.
Es extrapolable
la soberbia lección
democrática de una campaña electoral sobria y polémica,
pero sin las estridencias (de folclore panderetil) de esta España nuestra, en
las que crecen los ácratas que dicen “poder” y que hacen lo mismo, pero con una
“j” en lugar de la “p”. Con unos anaranjados que se dicen de centro y que son
algo parecido a lo que aconteció con Beltrán Duguesclin, cuando dio muerte a
Pedro I de Castilla (el Cruel), para propiciar la entrada de la dinastía
Trastamara, y se excusó con aquello de que "ni quito ni pongo rey, pero
ayudo a mi señor” (¿quién es su señor o su amigo?).
Y no nos sirve
el resultado final en Portugal, porque el equilibrio de fuerzas y
características del poder en España son bien distintas, aquí con un Partido
Popular destrozado a jirones por la corrupción, las dudas y la ineficacia de
sus líderes y últimamente por la intromisión de un expresidente que no sabe
renunciar a su retiro dorado.
Y porque
P(j)odemos ya no sabe qué inventarse y bajo qué siglas disimuladas presentarse,
para obtener un poder basado en su leninismo manipulado.
Y porque en
España hemos de soportar al “iluminado” de Artur Mas, quien ha sido abducido
por los republicanos independentistas catalanes, y ha sembrado el “juego de los
despropósitos” que el gobierno actual no ha sabido contrarrestar. (¿Se puede
imaginar Portugal con alguna región queriendo separarse del resto?)
En fin, que aquí
en España parece que estamos condenados a una fragmentación de voto que
conducirá, parece, a una entrada de todas las izquierdas, en coaliciones “anti
natura” y “anti conservadurismo”.
Lo acontecido en
Portugal y lo que temo pase en España, me hace recordar aquellos tiempos de la
historia en que el reino de Portugal hubo de ayudar financieramente a Castilla,
para soportar los muchos conflictos en que ésta se había metido.
Valga el refrán:
“Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…pon las tuyas a remojar”.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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