10 octubre 2015

Katia, la orquídea del Dniéper

Van pasando los años, y siempre en esta fecha paro mientes en la efemérides que es el aniversario de una mujer singular.
Ella años ha que vino junto con su madre querida, desde las  riberas del Dniéper,  y floreció en Valencia (la que hoy ya es su patria chica; la grande es España, sin duda), y bajo este sol de naranjos y mares viene brillando su laboriosidad y constancia, y ya ha ofrecido sobradas muestras de tenacidad, prudencia, clarividencia y humanismo en sus licenciaturas, maestrías, diplomas y títulos profesionales, y es una

cotizada profesional en el mundo de la comunicación audiovisual, del periodismo, de la filología inglesa, de la enseñanza del inglés.
Y especialmente es una deliciosa mujer.
Ella es Katia (dulce abreviatura del nombre de sabia y santa doctora) y ella merece una loa de felicitación en este señalado día, al tiempo que esa congratulación se convierte en homenaje a su excelsa madre (la joya principal venida desde la tierra del gran poeta Taras Shevchenko).
Sea, pues, así el homenaje de cariño y de afecto de éste que ha venido siendo, y espera seguir siéndolo, testigo y partícipe de excepción de tu progreso y éxitos personales y observador de cómo has alcanzado la plenitud en tu esencia de mujer española, Katia querida.
A ti, joven Katia, "nuestra" orquídea llegada desde el Dniéper, y que luces en la Valencia de los naranjales y las palmeras, de las albuferas y los arrozales, de las rosas y del sol, ofrezco a modo de ramillete virtual de tan bellas flores como tú misma, las orquídeas,  este soneto:
Fluye el Dniéper en ocre y esmeralda
Y agasaja la tierra con sus cantos
Celebrando este día señalado
Porque has llegado al mundo, Katia amada.

Esencias ya ofrendaste a esta tu España
Que te acogió amorosa entre sus brazos;
Que ya brindaste tu vida con encanto
A tu segunda patria, Katia amada.

Por eso, cuando este día señalado,
Un año más tu vida nos regala,
Tu luces cual orquídea tus ensalmos.

Orquídea y flor preciada a nuestros años,
Recibe hoy, en tu día, Katia amada,
Sentidos versos de éste tu humilde bardo.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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