04 febrero 2015

Los jinetes del Apocalipsis: La muerte y la guerra están azotando la humanidad.- Ucrania y la Yihad islámica, dos tristes muestras

“La violencia es el miedo a los ideales de los demás”.- Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.
Varios muertos al impactar un proyectil en un hospital en Donetsk
Efe. 4/02/2015.- Moscú . “Varias personas murieron hoy al impactar un proyectil en un hospital de la ciudad de Donetsk, principal plaza fuerte prorrusa, informó el Ayuntamiento local. "Un obús cayó en el hospital Número 27. Hay muertos y heridos", señala un comunicado oficial del consistorio.” 
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“El EI justifica el asesinato en aplicación del «ojo por ojo»
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) publicó hoy un comunicado en internet en el que explica que quemó vivo al piloto jordano Muaz Kasasbeh en aplicación del "ojo por ojo", pues, aseguró, los bombardeos efectuados desde su avión provocaban fuego.
La nota, fechada el 20 de enero, aunque difundida hoy en la red social Twitter por supuestos simpatizantes de los extremistas, está firmada por la Oficina de Investigación y Fetuas (edictos islámicos) del EI.
En ella, los radicales señalan que quemar a una persona está justificado por el islam en caso de "mumazala", es decir de que se lleve a cabo como un castigo semejante o simétrico.
Por ese motivo decidieron quemar a Kasasbeh, ya que sus ataques como piloto de la coalición internacional que bombardea posiciones del EI en Siria e Irak provocaban fuego.
El EI justifica este tipo de castigo haciendo su propia interpretación de varios "hadices" o dichos del profeta Mahoma.
Por ejemplo, los yihadistas toman un dicho del profeta en que apuntó que con fuego "solo castiga Dios" y lo interpretan asegurando que en este caso Mahoma nunca quiso prohibir el uso del fuego, sino que simplemente lo dijo como símbolo de modestia ante Dios.
Además, el EI subraya que el profeta llegó a cegar con fuego a personas para, de esta manera, justificar la quema del piloto.
En el comunicado, la organización extremista agrega que algunos ulemas consideran que quemar a una persona está prohibido con la excepción de la "mumazala".
El EI publicó ayer un vídeo en internet en el que mostraba cómo quemaba vivo Kasasbeh, capturado por los extremistas el 24 de diciembre después de que su avión, que participaba en una operación de la coalición internacional, se estrellara en la provincia siria de Al Raqa, bastión de los radicales.
Este método de ejecución es diferente al empleado habitualmente por los extremistas con los rehenes extranjeros, a los que suele decapitar.
Los yihadistas justifican las decapitaciones con algunas "suras" (capítulos) del Corán y con dichos del profeta.
De hecho, en algunos de sus vídeos suelen emplear la frase "venimos a degollaros", en alusión a uno de los "hadices" de Mahoma.”
(De “La Razón”, 3/02/2015)
Hay días, como estos últimos, en los que uno mismo no sabe si taparse los ojos, ocluir los oídos, aislar la mente, pensando que el mundo se está volviendo loco y tratando de comprender, siquiera de una manera mínima, las causas de tanto desastre provocado por doquier.
He recogido antes dos noticias sobre violencia: la guerra en el este de Ucrania, que se ha vuelto ya “crónica”; y la barbarie del ciego extremismo islámico ejecutando prisioneros.
Ambas informaciones son espeluznantes.
Que en Ucrania, país civilizado, culto (de los que más en la ex URSS), que iba despegando hacia la prosperidad y la modernidad, se haya instalado no ya la contienda civil, sino la violencia indiscriminada, es algo lamentable, que nos resulta inconcebible a quienes, como yo
mismo, hemos pisado las tierras y ciudades ahora en conflicto y hemos tratado con sus gentes.
¿Es que los ucranianos no son capaces de entenderse entre ellos?
Proclamo que son capaces de eso y de mucho más, porque han podido vivir unidos como una nación más de veinte años, y, salvando las diferencias geográficas, económicas, industriales, étnicas y lingüísticas, se han presentado como un pueblo sensato y consciente de la tarea que le restaba hasta alcanzar un puesto en el mundo occidental, después de haberse sustraído de la horda soviética.
Pero ello no ha podido lograrse por causa, opino yo, del egoísmo de los oligarcas, que han pretendido sobre todo mantener su poder y engrosar sus arcas con más y más dominio económico, en una escandalosa opulencia (recuerdese el caso del huido presidente Yanukóvich) y especialmente por la vecindad de una fiera tan incontrolable como Rusia, que, liderada por el paranoico y ambicioso nuevo zar que es Putin, ha tratado por todos los medios mantener en su órbita a la nación ucraniana, para que le sirviera de cinturón protector frente a Europa y Occidente. Y no ha parado mientes en abusar de su enorme poderío militar y manipular en su favor los sentimientos pro rusos de unas minorías que se sentían razonablemente felices en el seno de Ucrania.
Así, invadiendo primeramente Crimea, excitando artificialmente sus
deseos independentistas y logrando su separación de Ucrania ante la tibia y casi inexistente reacción de los países de la Unión Europea y USA, de esta guisa, Rusia ha proclamado al mundo que ella sigue siendo potencia a considerar y saciando sus ansias de conquista.
Y como ello no era suficiente ha inseminado la rebelión pro rusa en las regiones de Donetsk y Lugansk, apoyando sin límite a unos líderes marioneta a quienes dota de armamento y nutre de mercenarios llegados a través de la inexistente frontera.
El ejército ucraniano ha reaccionado en este caso como todo patriota desearía para su nación, pero se ha visto lastrado por la carencia económica, la vetustez del armamento y la propia conmoción social ante la indeseada guerra.
Pero ¿qué ayuda ha recibido de Occidente?
Ahora se publica la locura del bombardeo de un hospital en Donetsk, que voy a pensar de forma benevolente que ha sido un accidente, pero da lo mismo. Los separatistas acusarán al ejército regular de Ucrania; y éste a los rebeldes.
Los unos tachan de fascistas a los otros; y los otros de criminales a los unos. Mientras tanto van muriendo hombres y el odio entre las gentes se va acrecentando.
El caso es que sigue siendo imposible ni siquiera acordar una tregua y ya se habla de más de cinco mil muertos en la confrontación.
¿Cuándo acabará este sin sentido?
Parece que uno de los jinetes del Apocalipsis, el de la guerra, se ha puesto a cabalgar sobre el este de Europa, y no se detiene.
Y aún más triste e impresionante es la escalada de barbarie que está
imponiendo la Yihad islámica y ese movimiento denominado “EI”, que se ha lanzado a montar revoluciones y a conquistar territorios en Asia (Afganistán, Irak, Pakistán) y en África (Nigeria, Camerún, Chad, Sudán, etcétera), aplicando sus obsoletas y distorsionadas reglas pseudo mahometanas, y tratando de conquistar al mundo mediante la violencia insensata y desmedida, de la que son muestra espeluznante las ejecuciones mediante degollamiento o cremación de los prisioneros inocentes capturados de entre ingenuos voluntarios de ayuda social o periodistas o soldados de otros ejércitos.
Es la barbarie por la barbarie, la locura por la locura y la sinrazón por la sinrazón.
Y el mundo se conmueve ante tamañas aberraciones, pero, una vez más, se pasa el tiempo discutiendo, como en la fábula, “si son galgos o son podencos”, mientras el magma de la locura extremista sigue avanzando, y un día son doscientas niñas las secuestradas y tal vez violadas en Nigeria; y otro día, estalla una bomba de un terrorista suicida en una escuela de Pakistán; y otra vez en Afganistán explota un coche bomba en un concurrido mercado.Et sic de caeteris
¿Qué importan las muertes si quien las causa va a llegar –según ellos— al paraíso, donde le esperan cien vírgenes?
En fin, que la violencia campa por doquier y el mundo que se tiene
por civilizado no atina a controlarla ni a neutralizarla, tal vez porque no se ha planteado que lo esencial para ello es generar en su propio seno la concordia, y desde esa base irradiarla mediante la generosa ayuda y apoyo a otros mundos menos favorecidos.
Difícil empeño, en verdad, pero que ha de ser la panacea que resuelva tanta convulsión en el orbe.
Ya no sirve la máxima tomista de “si vis pacem para bellum” (si quieres la paz prepara la guerra), sino que hay que instaurar la eliminación de la violencia y la guerra desde el diálogo, la comprensión y la ayuda, para que la cultura vaya llenando poco a poco los vacíos que la ignorancia crea como simientes de la destrucción.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis, como en la novela del valenciano Vicente Blasco Ibáñez, siguen galopando sobre la faz de la tierra: el hambre en Sudán, en Somalia; la peste en Guinea, Liberia, Malí; la guerra, en tantas y tantas partes en las que impera la muerte.
“El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgó una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro.”.- Martin Luther King (1929-1968) Religioso estadounidense.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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