11 febrero 2015

A vueltas con Grecia: su “rebote” a Europa. Predicar utopías, o “pescados son los del cesto, porque los del mar son peces”

"Tsipras se equivoca
Por: José Ignacio Torreblanca | 09 de febrero de 2015, “Café Steiner”

Todos tenemos simpatía por el sufrimiento del pueblo griego, pero por eso es legítimo preguntarse si Alexis Tsipras está acertando en su estrategia y si esa estrategia contribuirá a aliviar o a empeorar la situación de los griegos. 

No se puede negociar desde la soberanía y el victimismo: porque ni Grecia es soberana para hacer lo que quiera (y ese es exactamente el problema y la condición de partida del problema y de su solución), ni tampoco es una víctima (si por eso se entiende que no tiene absolutamente ninguna responsabilidad en su situación).

La culpa, como la soberanía, está repartida así que lo que no tiene sentido es el doble juego que Tsipras sostiene: no quiero seguir pagando, dice, ni tampoco negociar las reformas que voy a hacer, pero mientras tanto solicita un crédito-puente. ¿Con cargo a qué?

Con Alemania, la posición es aún más esquizofrénica. Por un lado mando a mi ministro de economía a Alemania a intentar ablandar a los alemanes con analogías sobre los años treinta y los demonios del nazismo en mi propio país, es decir, recabando su comprensión y solidaridad para abrir una conferencia sobre la deuda como de la que Alemania se benefició en 1953, pero a la vez lo primero que hago como primer ministro es visitar las fosas comunes de los ejecutados por el ejército nazi en Kesarini y anunciar en el Parlamento griego que voy a pedir reparaciones de guerra. Es evidente que Tsipras no sabe nada de Alemania ni de los alemanes. Pueden ser cerrados, pero son honestos, transparentes y sumamente previsibles.

El euro estaba mal diseñado, sí, y la Troika ha cometido muchos errores. Pero esos errores palidecen comparados con los cometidos por los propios griegos desde su adhesión a la Unión Europea, que a decir de muchos ya fue una inmensa estafa en cuanto al cumplimiento de los criterios de adhesión, algo que se prolongó posteriormente. Todos hemos cometido errores en esta crisis, y estamos intentando solucionarlos juntos, porque somos interdependientes y tenemos un proyecto común. A quien Grecia debe una gran parte del dinero no es a unos malvados mercados, sino a gente, como nosotros, que de buena fe ha intentado ayudarles.”

El efecto Syriza y la ley de Murphy

11/02/2015

Pase lo que pase definitivamente en Grecia, el efecto Syriza puede tener unas consecuencias no precisamente halagüeñas en el resto de Europa. De hecho, ya las está teniendo. Un ejemplo paradigmático es lo que está sucediendo estos días en Irlanda. El triunfo del partido liderado por Alexis Tsipras ha dado alas al movimiento Alianza Anti-austeridad, que ha comenzado a movilizarse con la mayor intensidad desde que se creó. Y por la misma senda se han internado no con menos ardor formaciones de la oposición, como Sinn Fein. La izquierda radical irlandesa mira con devoción el ejemplo de Syriza -sin olvidar el Podemos español- y se lanza a presentar un país utópico que, a la hora de la verdad, solo podría desembocar en la peor de las distopías.

El impulsor de la Alianza contra la Austeridad, Paul Murphy, se trasladó a Grecia, donde la noche de la victoria de Syriza vivió una
verdadera epifanía y ahora quiere transmitir a sus compatriotas el absoluta convencimiento de que Syriza es la redención. Con un verbo encendido, Murphy, se dedica a dar mítines para abrir los ojos a los irlandeses a quienes les pregunta: “¿Cómo hemos aceptado ser esclavos de la troika cuando otros tienen la valentía de decir basta?”. Y ante quienes proclama: “Irlandeses, no debemos dejar pasar esta oportunidad histórica de unirse contra la austeridad. Syriza ha facilitado el camino para que nosotros lo sigamos”.

De nada vale que la realidad sea muy diferente a como la quisieran y pintan los populistas. Y en el caso de Irlanda la política de austeridad, sin duda dolorosa pero imprescindible, ha tenido resultados nada desdeñables, sino todo lo contrario, con un considerable crecimiento de la economía y un descenso del paro. Resultados en los que, naturalmente, no hay que regodearse, sino seguir por la misma vía. Proponer otra, la de Syriza, solo aboca a un callejón sin salida, como en el que con total irresponsabilidad Alexis Tsipras ha metido a su país. Nadie niega que con la austeridad los irlandeses han atravesado una situación poco placentera, pero hoy el escenario ha variado sustancialmente y la economía irlandesa está saliendo de la crisis con celeridad y vigor. Por eso, el líder de la Alianza Antiausteridad, Paul Murphy, debería pensar que la receta de Syriza conduciría sin remisión a que se cumpliese la ley homónima de su apellido.”

(De “El Imparcial”)


He venido resistiéndome a comentar de manera amplia los aconteceres de Grecia, después del triunfo de su “Podemos” en versión helénica, y de las bravatas deL “premier” Tsipras y de su original y extraño ministro de Finanzas, pero han llegado las fechas en que va a definirse la posición del gobierno helénico frente a las exigencias de la Unión Europea, y especialmente de su líder económico, que no es otro que Alemania.

La verdad es que escuchando y leyendo las soflamas de los líderes del partido gobernante en esa nación del Peleponeso, uno parece estar asistiendo a una especie de neo-estalinismo revestido de ribetes trotskistas, y a una demagogia extraña en los actuales tiempos, máxime en una nación integrada en la Unión Europea.

Pero la realidad es que Grecia ha sido, es, y probablemente será, un país especial y original, ya que siendo la cuna de la democracia, parece que se ha convertido en la “cuña” de la democracia, con el anuncio de utópicas medidas de protección a los desalojados, de reinserción de los marginados, de auxilio a los arruinados, y todo ello a base de (según se dice) no permitir más intromisiones controladoras de la “troika” de la Unión Europea, el Banco Central
Europeo y el Fondo Monetario Internacional, y de exigir que se concedan moratorias en la devolución de las ayudas hasta ahora recibidas, para cuando “se pueda”.

Ha venido pareciendo que si los actuales gobernantes griegos lograban sus propósitos, se desencadenaría una revolución en Europa, y a ello se han acogido, tratando de explotarlo, movimientos similares, como el español de P(j)odemos.

Ahora bien, en su periplo por la Unión Europea para intentar “vender” su utopía, los dirigentes de Atenas se han topado con la incontestable lógica y exigencia de los organismos a quienes casi engañaron solicitando fondos de rescate que no van a poder reintegrar por mor
de la política de despilfarro impuesta en el país.

Los de Xyriza vienen a decir que ellos no han creado la actual situación, y que por tanto no tienen por qué soportar sus consecuencias, así que “reclamen” al “maestro armero” (es un decir), olvidando que una de las esencias de la estabilidad económica mundial radica en el respeto a los compromisos adquiridos por gobiernos anteriores, cualquiera que hubiera sido su signo.

Vamos a ver qué acontece, pero es de prever que, de una u otra manera, los griegos y su gobierno no van a tener más remedio que agachar un poco la cerviz y comenzar a cumplir los compromisos adquiridos, aunque les resulten endulzados o suavizados en aras a la solución del problema. Que héroes que hagan la maratón solamente hubo uno y ya se sabe que murió en llegando a la meta, aunque previamente se hubiera ganado la batalla de las Termópilas.

Todo ello viene también a cuento respecto de las idealistas y utópicas metas que se vienen marcando en nuestro país los de P(j)odemos, que casi acaban de entrar en política y ya actúan de prepotentes, mientras se ven inmersos en suciedades de posibles fraudes fiscales, dineros perdidos, apoyos a procesos nada democráticos, adornado todo ello de unas formas asamblearias que denotan falta de programa y sobra de ambición oculta, bajo las faldas de unas universidades de falsa progresía y unos profesores abusones de ellas y contaminantes
de demagogia.

Ya veremos si el votante español, que al fin y a la postre suele ser más sensato de lo que parece, da a estos iluminados de aquí el apoyo que el pueblo dio a los ”illuminati” de Grecia.

Es de esperar que no acontezca así, porque, de una u otra manera, las gentes, por muy molestas que estén, siguen recelando de tan maravillosas e ideales promesas de mejora social y democrática, que quiebran a la hora de plasmarse en concretas acciones de gobierno.

Lo decía un viejo amigo que tuve años ha, muy marinero él, y más realista e irónico aún: “Pescados son los del cesto; porque los del mar son peces”.

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.- Eduardo Galeano (1940-?) Escritor y periodista uruguayo.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA


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