El fallo determina igualmente que no
se pueden exigir responsabilidades civiles por unos daños cuantificados en
4.300 millones de euros por la Fiscalía. La única condena impuesta por la
Audiencia es la de nueve meses de cárcel al capitán Mangouras por desobediencia
civil, ya que se negó durante tres horas a que el Prestige fuera remolcado.
Pero ello no tuvo ninguna incidencia en la catástrofe por lo que se trata de
una pena ajena al litigio principal.
La sentencia asegura que «no hay
ningún dato concreto que permita
establecer con seguridad las causas de la
repentina e irreparable avería que sufrió la nave» y pone el énfasis en que el
Prestige, que transportaba 77.000 toneladas de crudo, había pasado las
inspecciones de la American Bureau of Shipping y tenía todos los certificados
de navegabilidad. Por tanto, aunque reconoce que había elementos subsidiarios
en el buque que no funcionaban bien, concluye que estaba habilitado para
navegar sin impedimento legal.
La Audiencia señala que «el estado
de conservación era deficiente y que eso hizo que no soportase los esfuerzos
del temporal». Pero precisa que es imposible concretar «el fallo estructural»
que se produjo, dado que existen diversas teorías de los expertos.
Otro aspecto muy importante de la sentencia es que considera que la decisión de alejar el barco fue justificada en una situación donde no existían protocolos de actuación y había una clara emergencia. Por tanto, el ex director general de la Marina Mercante, José Luis López-Sors, no cometió ningún delito. No sólo no hubo dolo alguno en su conducta sino el deseo de evitar un desastre, al igual que en la tripulación. No cabe duda de que esta sentencia decepcionará a las acusaciones y
a millones de ciudadanos que deseaban que la naviera o la aseguradora se hicieran cargo de los daños causados. Pero ello no ha sido posible porque los magistrados vienen a decir en su sentencia que el desastre se produjo por una concatenación de causas imprevisibles y que, por tanto, no hay culpables ni responsables. La única vía que queda abierta es la del recurso de casación ante el Supremo, ya que un tribunal de Nueva York desestimó una demanda civil del Gobierno español contra la American Bureau Shipping en la que pedía 1.000 millones de indemnización por no haber detectado los fallos del Prestige. Resulta, por ello, comprensible la frustración que ha generado la sentencia de la Audiencia - IU habló de «día negro para la Justicia»-, pero los jueces deciden sobre hechos y no sobre hipótesis que no han quedado acreditadas. La gran paradoja de esta resolución es que la factura recaerá sobre unos contribuyentes que van a tener que asumir unos cuantiosos daños provocados por nadie y por nada." (Editorial en “El Mundo”)
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Carlos de Prada
“La sentencia del 'Prestige'. Una vergüenza nacional Ha sido la crónica de una vergüenza anunciada. La sentencia de la Audiencia Provincial de A Coruña sobre el Prestige es todo un símbolo del país en el que vivimos, si es que a esto puede llamársele país (al menos desde ciertos parámetros de país serio). No es que, en general, en el mundo, las empresas y algunos responsables no tengan las manos bastante libres para perpetrar disparates y salir
más o menos bien paradas en ocasiones, pero es que lo de España es ya todo un referente internacional de lo vergonzoso. Y da igual los vericuetos legales o no legales, las excusas y condicionantes que se busquen. Es una vergüenza de proporciones siderales. Se veía venir. Para empezar, se quedaron fuera algunos de los principales actores del desastre, como ha reconocido el propio juez. Un desastre en el que al margen de las responsabilidades de algunas empresas, una serie de nefastas decisiones oficiales, que apoyó públicamente nuestro actual Presidente Rajoy (que alcanzó fama mundial por sus famosos "hilitos de plastilina" cuando era Vicepresidente y, como gallego "de pro", coordinó la gestión de la crisis), tuvieron que ver, y de forma muy determinante, con lo que pasó. Nuestros gobernantes tuvieron a bien, en lugar de hacer que el barco se confinase en un lugar abrigado donde poder controlar mejor la situación, que el buque diese paseos de centenares de kilómetros frente a la costa gallega, primero en una dirección, luego en otra, hasta que finalmente se partió y hundió precisamente frente a la costa gallega. Ahora, la Audiencia Provincial de la Coruña ha condenado sólo a uno de los tres acusados por la catástrofe medioambiental del Prestige, el capitán del petrolero, Apostolos Mangouras, por haber desobedecido gravemente a la autoridad. Nueve meses de prisión por no hacer caso al principio a la hora de facilitar el remolque del barco. Y se ha absuelto al jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos y al ex director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors. Y por supuesto, nadie ha sido responsabilizado por delitos contra el medio ambiente, daños en espacios naturales protegidos y otros quebrantos cuantiosos provocados por el hundimiento del petrolero en noviembre de 2002. Ninguna empresa y ninguna Administración han sido responsabilizadas de nada. La sentencia no es más que el último episodio, tragicómico, de una sucesión de situaciones vergonzantes. Como lo era el que los principales responsables, ya de partida, no se sentasen en el banquillo. Nada. Solo el capitán del barco (al que se le pedían 12 años de cárcel que ya vemos en qué se han quedado), el jefe de máquinas, el primer oficial (un filipino) y el ex-director de la Marina Mercante. Y a correr. En todo eso queda un caso con 290.000 folios, casi 100 abogados,
infinidad de partes y testigos, innumerables pruebas periciales... Mejor no hablar de la "labor" del Ministerio Fiscal ni, en general, de nuestra maravillosa Administración. ¿En esto ha quedado un desastre en el que llegaron a pedir más de 4000 millones de euros por los daños causados? En esto ha quedado un juicio que al menos podía haberse acercado a un 10% de lo que debería haber sido si no estuviésemos en España, sino, quien sabe, en Estados Unidos. Y caerán en el olvido las memorables actuaciones de señores como Álvarez Cascos para el que, preguntado sobre cómo valoraba lo que se hizo en aquellos días, "la respuesta fue óptima". No hay más que ver cuáles fueron los resultados. O el señor Cañete que dijo que no se temía por una catástrofe (y claro, luego pasó lo que pasó) o el entonces delegado del gobierno en Galicia Arsenio Fernández de Mesa, cuya labor desinformativa en aquellos días alcanzó cotas inauditas. Nada. Decenas de miles de toneladas de marea negra castigaron casi 800 playas, afectando a 2.600 kilómetros de costa. 300.000 voluntarios heroicos se lanzaron a poner en riesgo su salud recogiendo el vertido con sus propias manos. Pero aquí no ha pasado nada. Y no podemos culpar solo a las graves deficiencias existentes en las leyes internacionales que permiten las banderas de conveniencia, las marañas de sociedades interpuestas, la elusión del pago de daños... Nada de eso habría tenido tanto peso, de no haberse dado en un país tan de broma como el nuestro. El buque -un monocasco de 1976 que llevaba 77.000 toneladas de fuel- tenía bandera de Bahamas, la propietaria era una sociedad de Liberia, el armador era griego, la carga de una sociedad suiza con sede en Londres y domicilio en Gibraltar, la tripulación filipina... Pero ni por esas y otras se habrían salvado de pagar algo si en lugar de España este hubiese sido otro país. Aún queda posibilidad de recurrir esta lamentable sentencia y es posible que se haga, pero ¿queda ya a estas alturas alguna posibilidad de que se llegue alguna vez a obtener un fallo a la altura de las circunstancias? Llueve sobre mojado. España es el paraíso de la impunidad rampante.
El paraíso del que contamina no paga. Ejemplos hay muchos. Entre ellos el de las famosas minas de Aznalcóllar, donde la empresa sueca Boliden (y las españolas involucradas) se fue de rositas, no sin antes, no solo no haber pagado ni un euro de los cientos de millones que costaron las labores de limpieza, sino que incluso cobró cuantiosas subvenciones, antes de poner de patitas en la calle a cientos de trabajadores y volverse a su país. O el caso de Flix, en Tarragona, donde una serie de empresas, tras acumular durante décadas 700.000 metros cúbicos de lodos tóxicos, no pagarán ni un 5% de los 200 millones de euros que costará limpiar (relativamente) la zona. Lo pagarán, claro está, como siempre, todos los españoles, que para eso están. Y mejor no hablar de casos como el del amianto, dónde millares de trabajadores han muerto sin derecho a nada, mientras en otros países hay empresas que han quebrado por tener que pagar los daños causados. Spain is different , no cabe duda.
(“La
Estrella digital”, 14/11/2013)
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“El chapapote (del náhuatl chapopotli, corrupción de tzaucpopochtli, dios de los senderos, compuesto de tzacutli, engrudo, y popochtli, perfume), también conocido como chapopote, pichi, chapote, fuel o galipote, es un sinónimo utilizado para asfalto . También se conoce como chapapote el petróleo o aceite mineral ilegalmente soltado por los barcos hacia la costa, en ocasiones procedente de sus tanques de combustible o maquinaria. Su derrame por el barco monocasco Prestige (13 de noviembre de 2002) provocó una gran marea negra en Galicia , que afectó también al resto de la costa norte de España (Asturias , Cantabria y País Vasco ) y al sudoeste de Francia . El desastre ecológico movilizó a miles de voluntarios para limpiar las costas y dio lugar a la creación del movimiento Nunca Máis .” (De Wikipedia y otras fuentes)
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Decía un popular periodista deportivo comentando qué jugadores de fútbol debían
integrar el equipo nacional de este deporte, que “en cada español hay un
seleccionador nacional”.
Pues algo similar viene aconteciendo en lo referente a la opinión pública, los medios de comunicación, los grupos de presión, los partidos políticos y las decisiones de los órganos de la Administración de Justicia. Recuerdo que cuando estudiábamos el Derecho Internacional Privado en la Universidad de Valencia, con la inolvidable docencia del Profesor Miaja de la Muela, llegamos a motejar la asignatura como “Cada cual opina como quiere”, por la variopinta gama de definiciones que se estudiaban en la disciplina académica. Y algo así es lo que está aconteciendo en esta España nuestra (si es que algo de ella nos queda a los ciudadanos de a pie), porque se airea los problemas de manera tan imprudente –en ocasiones--; se divulga falacias y/o intimidades personales o corporativas con tanto desparpajo; se argumenta por los políticos con tanta desvergüenza; se critica las actuaciones judiciales antes, en medio y después de los
procesos; en fin, se revuelve y ensucia todo tanto, que el español normal, o se harta y se desvincula de la realidad, o termina siendo como un títere manipulado por unos y por otros. Acaba de acontecer con el caso del “Prestige”, en el que, después de una nefasta --por larga y desordenada-- instrucción sumarial en el Juzgado de Corcubión, (pequeño, mal dotado y a cargo de jueces inexpertos, cuando los hubo) se ha seguido un interminable proceso, en el que ya desde el principio opinaron los juristas y los abogados que “ni son todos los que están, ni están todos los que son”. He leído con bastante detenimiento la extensa (más de 250 folios) sentencia absolutoria dictada por la Audiencia Provincial de A Coruña, y puedo comentar que, obviando algunas imprecisiones y ligerezas de razonamiento, viene a dejar muy claro que en el proceso no se ha demostrado responsabilidad penal de los acusados. Y por ello absuelve. Ante la sentencia, los puros e impolutos (?) miembros del “Nunca mais” –precedente de los insumisos y de toda la izquierdosidad clamante y vociferante— se han rasgado las vestiduras, ellos, que siendo parte en el proceso ni atisbaron a pensar que en éste faltaban los principales responsables, como la propiedad del buque, la empresa consignataria y todos los vinculados con su uso y explotación, y ni lucharon por implicarles-; y los de las izquierdas, la comunista, la unida, la plataformista y algunas más, porque como lo suyo es criticar y repetir aquello de “!abuso, abuso, abuso!,”, pues arremeten contra todo y todos, ya que el desgraciado accidente marítimo se produjo cuando gobernaba –hace ya tantos años— el Partido Popular; y la oposición mayoritaria, de etnia socialista y etiología inconcreta, hace lo de siempre: criticar la sentencia y de paso arremeter contra el
partido en el poder y contra la Justicia; mientras que el partido en el gobierno adopta la aparente sensatez de acatar la sentencia, pero con la íntima satisfacción de haber dado “en todos los morros” a los otrora vociferantes. Cada cual ha hablado de la “feria” según le ha convenido. Pero lo triste es que se ha perdido la mesura y la vergüenza, y se ha entrado en la dinámica del “todo vale, si me conviene”, de forma que se pretende que los jueces se acomoden al sentir, tantas veces manipulado, del pueblo; y que las sentencias satisfagan a los más exaltados. Vamops, se busca una justicia que "caiga bien". Cierto es que en muchas ocasiones la judicatura nacional nos obsequia con algunas “perlas” de decisiones estrambóticas o absurdas o infundadas, pero no es menos cierto que en general impera la cordura y la mesura, y lo que es más importante: el imperio y la aplicación de la Ley, pese a la carencia de medios y la abrumadora avalancha de trabajo. Que si la “doctrina Parot” (en su día renuncia ahora vituperable del Tribunal Supremo a presiones políticas); que si la corrupción policial; que si los diferentes tratos a los banqueros y a los sindicatos… Todo es buscar agravios comparativos en las decisiones de la Justicia,
olvidando que ésta, por esencia, para ser lo que debe ser, no ha de actuar de forma acomodaticia sino estricta. Y así, los protestones por tantas cosas han de “tragarse” en Andalucía su enorme fraude en los ERE; y los sindicatos, tan reivindicativos, no han puesto remedio mediante ceses fulminantes a tantas y tantas malversaciones en la misma región; y quienes querían e hicieron lo posible para cerrar una televisión regional (la valenciana), ahora claman con voz de chantre porque se anuncie su clausura.
Conforme con "la casa por barrer"...y suma y sigue. Tantos juicios, tant@s implicad@s, tantos amigos, tanto dinero estafado, y suma y sigue y suma y sigue...alguien se ha dado cuenta que cualquier nuevo caso se anuncio a bombo y platillo y con el tiempo....NADA...y no pasa nada...tenemos a la ROJA que ahora va de rojo entero...ya tenemos tema de conversación importante y podemos olvidarnos de la realidad. Ha terminado el rescate, España va bien ... ¿¡COMO!?...sí España va bien, unos ni entran en la carcel, otros salen, siendo muy malos...pero una cosa si está claro...quien ha pagado, quien está pagando y quien seguirá pagando por todo ello...
ResponderEliminarY la casa sin barrer, nada más indicativo que decir.
¡Como se nota que somos el "culo del mundo"! Cualquier nación "civilizada" hubiera sacado petróleo de desastre ecológico del Prestige, como lo han hecho Alaska, Golfo de Mejico, etc, nosotros, bueno somos así. J.B.
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