11 octubre 2013

La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio: Los sindicatos y sus protectores quedan al descubierto en las tramas de corrupción. “Éramos pocos y parió la abuela”

“Corruptos, marca España
Vivimos en un sin vivir. Levantarse cada mañana y enfrentarse a los titulares de los periódicos o a las entradillas de las radios es exponerse a un síncope mortal. Normalmente “Cada día tiene su afán”, dice la sabiduría popular, pero habremos de sustituirlo por cada día tiene su corrupción. Sus corrupciones.

Hubo un tiempo en que la izquierda española era angelical y la derecha demoníaca. Como se nos había informado previamente, la derecha robaba y esquilmaba a los pobres y la izquierda era ese Robin Hood que ponía las cosas en su orden correcto. Mientras la
derecha se llenaba los bolsillos ayudada por el capital y la Iglesia la beatífica izquierda repartía progreso cultural, económico y social de manera altruista, deshaciendo las perturbaciones de la sociedad, empecinadamente dirigidas contra las clases sociales más desfavorecidas.

Y luego llegó Roldán, claro. Sí, antes hubo otros, pero Roldán significó la caída del guindo de media España, significó la desaparición de la venda de los ojos de los ciudadanos y la izquierda no pudo seguir exhibiendo sin desfachatez su bonhomía. A cada uno lo suyo.

La derecha, si me permiten seguir haciendo caso a los estereotipos, sigue a lo suyo, a llenarse los bolsillos de bárcenas, sin recibos ni justificantes, pero todo ello de manera… de manera… de esa manera que nos dicen que no es ilegal, vaya, aunque de la ética y de la honradez no nos quieran hablar. Por si acaso, evidentemente. En definitiva de la derecha española, ya sabemos lo que podemos esperar, sigue montada en el estereotipo.

A la izquierda, tan dada a la demagogia, la que quisiera refrescarnos aquella añeja idea de los cien años de honradez socialista (¡ja!), le gustaría colgar de nuestro cabecero una imagen permanente de Bárcenas y Rajoy, dándose la mano ante el logotipo del PP para que no se nos olvidase jamás la idea de corrupción asociada a la “derechona”. Lamentablemente la izquierda que se compra y se vende por unos jamones de bodega, qué miseria moral, se ha quedado sin margen de maniobra pues a la vez que critica las leyes de despido las utiliza en beneficio propio. ¡Qué claridad de mente!

A la robinjudiana izquierda el poder le sienta tan mal como a la derecha, quizá la honradez no sea cuestión de ideologías sino de de personas. Que tras décadas de poder absoluto en Andalucía se descubran ahora sinvergonzadas del tamaño del agujero de ozono
nos permite asomar la mirada a lo que puede haber detrás, a poco que se vaya descorriendo el telón de tantos años sin control. Que quienes ponen la razón de su ser en defender a los obreros se gasten el dinero destinado a ellos en pancartas, comidas o maletas (¿para vendérselas o prestárselas al PP?) es de una gravedad tal que no se
puede despachar con leve tuit como está haciendo UGT.

Quizá estamos acostumbrados, demasiado acostumbrados a la impunidad de los políticos y a que se apoyen y disculpen unos a otros, quizá pensamos en la ineficacia de la justica española (Ay, si le hicieran un informe PISA como a las escuelas) con los poderosos, pero ¿se atreverían los lectores a apostar cuántas condenas va a haber tanto en al caso Bárcenas (¡coño, uno en la cárcel!) como en los diferentes casos abiertos en Andalucía? Ah, disculpas, antes habría que apostar sobre la hipotética fecha de un hipotético juicio… ¿Lo habrá?

Vivimos en un sin vivir. Levantarse cada mañana y enfrentarse a los titulares de los periódicos o a las entradillas de las radios es exponerse a un síncope mortal. “

(Pedro de Hoyos en “El periodista digital”, 9/10/2013)


“UGT SE BENEFICIA CON EL DINERO PÚBLICO DESTINADO A LOS PARADOS

El escándalo alcanza proporciones descomunales y exige ya asunción de responsabilidades y dimisiones. Cada día se descubren nuevas trapisonderías por parte de los dirigentes andaluces de la Unión General de Trabajadores. La izquierda española honrada y seria, que es muy numerosa, enrojece de vergüenza.

El último episodio fue comentario ayer de las redes sociales y de los medios de comunicación, sin que Cándido Méndez dijera esta boca es mía. UGT Andalucía facturó a la Junta, que pagó con dinero destinado a la formación de los parados, 200 maletas con ruedas y estuches de escritorio como regalo a los asistentes a su Congreso.

Se alteró, además, el contenido de la factura para evitar controles y despistar a los investigadores. Cada asistente al Congreso de UGT recibió una maleta con ruedas y un estuche escritorio y a nadie se le ocurrió preguntar de dónde salía el dinero para sufragar tanto obsequio.

Si a este derroche se le unen las cien trapisonderías descubiertas, algunas de extraordinaria gravedad, se comprenderá el deterioro de la imagen sindicalista de UGT en toda España. Ya no valen paños calientes. La dirección nacional del sindicato tiene que tomar medidas contundentes y sajar el tumor que se ha desarrollado. En otro caso, la responsabilidad recaerá íntegramente en Cándido Méndez.”

(Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “El Imparcial”, 10/10/2013)


Por corrupción (del latín corruptĭo, corruptiōnis; a su vez del prefijo de intensidad com- y rumpere, romper) se puede entender cualquiera de los siguientes conceptos:

(Recopilación de diversas fuentes) 


Pues bien. De todas las posibles definiciones de corrupción que antes se han relacionado, casi todas serían aplicables al momento que se está viviendo en España, pero especialmente en Andalucía.

Como se decía en las narraciones antiguas, “Érase una vez” un partido político que se constituyó en “martillo de herejes” y se dedicaba a “matar las moscas a cañonazos”, denunciando, viniera o no a cuento, prácticas corruptas en los partidos oponentes, y usando los sindicatos de su filia para promover movilizaciones contra los poderes legítimamente constituidos, en cuanto estos adoptaban alguna decisión que no fuera del gusto de los dirigentes de los que quería protestar.

Y así, en las autonomías y en sus parlamentos hubo plantes y exhibición de camisetas y persecución física de parlamentarios; y a nivel nacional, se comenzó por boicotear mediante abucheos y
pintadas en actos académicos, para seguir montando algaradas callejeras al socaire de los derechos de unos estudiantes de grado secundario bastante ajenos a su origen y motivación; y se trató de asaltar el Congreso de los Diputados; y se asaltó supermercados en plan de revolución cuasi bolchevique, para robar cuanto más mejor, etcétera, etcétera.

Y los sindicatos más o menos afines a ciertos partidos políticos montaron escandaleras porque se efectuaban recortes a las políticas de malgasto anteriores de los grupos políticos que les apoyaban.

En una palabra, parecía que la dignidad nacional y la lucha anti corrupción estaba garantizada por esos grupos sindicales, que para mayor inri bebían de los presupuestos estatales.

Pero hete aquí que en medio de las investigaciones a un sector de un partido que había predominado en España, se comenzaron a
descubrir contubernios y complicidades en dirigentes sindicales de cargo relevante y fueron apareciendo usos de fondos que implicaban una flagrante malversación.

En esos instantes, los medios de comunicación siguieron con su política de airear para vender, y en poco tiempo nos enteramos de que las cenas de celebraciones las pagaba un gobierno autonómico; de que los sindicatos “mojaban” por informar en los expedientes de regulación de empleo que suponían importantes despidos (que luego esos sindicatos vituperaban), y así sucesivamente, de manera que a la bien demostrada corrupción política de los “suyos” y de los “otros” se sumó la corrupción tributaria, y aparecieron corrupciones sexuales y deportivas, llegando a alcanzarse, como así ha ocurrido un alto grado de putrefacción en la convivencia.

Con toda esa historia, no puedo menos que preguntarme si no ha llegado ya el momento de cortar por lo sano, ya que estas organizaciones sindicales se han dedicado a ver la paja en el ojo ajeno, eludiendo reparar en la viga que está en el propio; y proponer, entre otras medidas, que se cese a los líderes sindicales más altos, esos que "nada sabían", como de costumbre, pero bien se nutrían de los fondos corruptos, o al menos toleraban que así ocurriera; y que se lleve ante la Justicia a todos los aprovechados del sindicalismo; y que se indague qué han tenido que ver en ello esos partidos tan reivindicativos que piden limpieza, y tienen su casa llena de excrementos de cloacas.

Porque de las porquerías generadas por el gobierno de turno, ya se encarga la oposición, secundada por los medios de comunicación, aireando, venga o no a cuento, todo lo que venda y siembre pútrido aroma, y condenando a la “pena de telediario”  a cualquiera que tenga algo que ver con la Justicia.

Y ya no me extiendo mucho más, porque después del “do de pecho” (entiéndase destete) que las chicas de Femen han protagonizado en el Congreso de los Diputados, proclamando –ellas, tan poco
religiosas— la sacralidad del aborto, me parece que lo propio sería que esas cabritas locas sirvieran para alimentar, vía pectoral, a esos pobres sindicalistas y adláteres, que se aprovechan de todo, para reclamar a veces por sus propias tropelías. ¡Tal vez la lactancia de la rebeldía les hiciera agostarse!

Y, para quienes vayan tachándome de partidista o tendencioso, diré que ni el azul se encuentra entre mis colores preferidos, ni soy ornitólogo especialmente amante de las gaviotas; y aunque me gustan las rosas, no me agradan cuando se agarran con un puño después de cortarlas con la hoz y a golpes de martillo.
Eso sí; prometo que en la próxima entrada, como decían los inolvidables Tip y Coll, “!!!hablaremos del gobierno!!!”


“En un espíritu corrompido no cabe el honorTácito (55-115) Historiador romano.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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