25 enero 2013

Los tiempos que corren: ¿Peor es meneallo?



“En esto parece ser, o que el frio de la mañana que ya venia, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas, o que fuese cosa natural (que es lo que mas se debe creer), a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo; pues pensar de no hacer lo que tenía gana, tampoco era posible; y así lo que hizo por bien de paz fué soltar la mano derecha que tenía asida al arzón trasero, con la cual bonitamente y sin rumor alguno se soltó la lazada corrediza con que los calzones se sostenían sin ayuda de otra alguna; y en quitándosela, dieron luego abajo, y se le quedaron como grillos; tras esto alzó la camisa lo mejor que pudo, y echó al aire entrambas posaderas, que no eran muy pequeñas. Hecho esto (que él pensó que era lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible aprieto y angustia) le sobrevino otra mayor, que fué que le pareció que no podía mudarse sin hacer estrépito y ruido, y comenzó á apretar los dientes y encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuanto podía; pero con todas estas diligencias fue tan desdichado, que al cabo al cabo vino á hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que á él le ponía tanto miedo. Oyólo Don Quijote, y dijo:—¿Qué rumor es ese, Sancho? — No sé, señor, respondió él; alguna cosa nueva debe de ser, que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco.- Tornó otra vez a probar ventura, y sucedióle tan bien, que sin más ruido ni alboroto que el pasado se halló libre de la carga que tanta pesadumbre le había dado; mas como Don Quijote tenia el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos, y Sancho estaba tan junto y cosido con él, que casi por línea recta subían los vapores ácia arriba, no se pudo escusar de que algunos no llegasen a sus narices; y apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro apretándolas entre los dos dedos, y con tono algo gangoso dijo: —Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo. —Sí tengo, respondió Sancho; ¿mas en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca? —En que ahora mas que nunca hueles, y no á ámbar, respondió Don Quijote.—Bien podrá ser, dijo Sancho; mas yo no tengo la culpa, sino vuestra merced que me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos. —Retírate tres ó cuatro allá, amigo, dijo Don Quijote (todo esto sin quitarse los dedos de las narices), y desde aquí adelante ten mas cuenta con tu persona, y con la que debes á la mía, que la mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio. —Apostaré, replicó Sancho, que piensa vuestra merced que yo he hecho de mi persona alguna cosa que no deba. —Peor es meneallo, amigo Sancho, respondió Don Quijote”
(De “El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, Miguel de Cervantes, capítulo XX, páginas 128 y 129)
...
He querido transcribir el amplio pasaje del Quijote en el que el Fénix de los Ingenios vierte esa expresión imperecedera de “peor es meneallo”, para hilvanar algunas reflexiones y comentarios sobre el entorno que nos rodea, y especialmente el trance que vivimos en esta España nuestra y en el mundo.

Nos acontece algo así como al buen Sancho, y es que repetimos los ciudadanos de a pie, ese “yo no tengo la culpa”, imputando a los acontecimientos y a los políticos que soportamos que “vuesa merced me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos”.

No nos falta razón, pero no nos vale la respuesta del Ingenioso Hidalgo de “peor es meneallo”, ya que aunque lo excretado por la realidad cotidiana huela, no puede dejarse olvidado sin extraer consecuencias.

Y es que, querido lector, empezamos porque el desempleo crece y crece, pese a que se prometió que con la reforma laboral disminuiría; el crecimiento económico está desaparecido y más bien hay decrecimiento, pese a que se anunció que este año se saldría ya del agujero de la crisis; los dramas sociales, como las ejecuciones hipotecarias contra desempleados y los subsiguientes desahucios, continúan, pese a unas normativas del gobierno que para poco han servido; los subsidios de supervivencia para los parados que han agotado su prestación se han recortado, no obstante decir el ejecutivo que los mantiene; las deudas de las administraciones públicas apenas si se han reducido, sin que esas políticas de austeridad proclamadas hayan redundado en saneamiento económico; la inflación de “enchufados” en las empresas y organismos públicas apenas si se ha corregido…


Y, por si éramos pocos, “parió la abuela”, es decir, el temerario e insensato líder del autonómico catalán, persevera en su paranoico empeño de crear una independiente nación, acunandose en los brazos de una facción tan fetiche como esa izquierda republicana, que más bien es una iconoclasta reconvertida a la democracia para mojar migajas en el caldo del dinero público, del que bien sabe abusar cuando llega al poder.Todo ello para ocultar la auténtica porquería generada por la expoliación del dinero público que han realizado los suyos y los ajenos.


¿Con todo eso que acontece en esta España nuestra, es admisible decir que “peor es meneallo”?


Pues, en lo que respecta a quien esto escribe, nada de callarse, porque si no continuará aconteciendo lo que sigue desvelándose a diario, es decir, que los tesoreros de los partidos políticos se “forraban” con dinero en Suiza, o los chóferes de otros politiquillos dedicaban el dinero a comprar estupefacientes para sus jefes; o que los del puño y la rosa pagaban artículos anónimos con suculentas cantidades extras, y luego resultaba –ingénuos ellos-- que quien los escribió era la “ex” de otro “ex”, defenestrado, según se dice, porque también mojó en el cuenco del dinero fácil.


Total: Se trae al país “a deshoras” y por “desacostumbrados pasos”, y, claro, el resultado hiede, y, pese a quien pese, hay que “meneallo”, no sea que algún que otro avispado consorte de la realeza imperante ose imitar a ese duquecillo seguidor del empalme (Y si alguien no lo entiende, mejor para él).


Bueno, pues aun siendo lo peor, hay que “meneallo”; y no basta con ello, porque así poco se resuelve, salvo sofocarse con los efluvios malolientes.


Y ahí está el problema, el requerimiento de ¿quién se atreve a ponerle el cascabel al gato que araña y agrede?


En estas reflexiones me hallo cuando me aparecen en la pantalla del ordenador las masacres de Siria, los fundamentalismos asesinos de Afganistán y Malí, las hambrunas de tantos y tantos puntos de África, las corrupciones de la Cristina que dice ser redentora de Argentina, o las cacicadas autoritarias de los secuaces de un Chávez que no se sabe si está en el lecho de muerte o ha sido recompuesto por los cirujanos de la “desrevolución” cubana.


¿Peor es meneallo, también?


¡Vamos, anda!


Que mientras seamos los Quijotes (y tenemos para largo), al menos que se nos deje llevar a los Sanchos por donde nuestra demencia nos diga, ya que si nos limitamos a aplicar falsos perfumes a las malolencias, acabaremos con el híbrido de porquerías sociales y humanas perfumadas …


¡Porca miseria!... que dicen los italianos.


 


“Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa”.- Demócrito de Abdera (460 AC-370 AC) Filósofo griego.

 


SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA 

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