“La independencia siempre fue mi
deseo; la dependencia siempre fue mi destino”.- Paul Verlaine (1844-1895) Poeta francés.
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Lo cierto es que el presidente de
los catalanes no termina de aclarar qué es lo que busca. “Pacto fiscal o
independencia, un nuevo régimen fiscal o me separo, pero me quiero independizar
de todas formas… pero con más dinero. No quiero a España, aunque necesito que
me sufrague los gastos”. Artur Mas se ha metido él solo en un lío del que no
sabe cómo va a salir. Al final, el más perjudicado por la multitudinaria
manifestación fue él. Rajoy ya le ha dicho que ni una cosa ni la otra. Ni Pacto
ni independencia.
Claro,
que en llegando a esa cuestión del dinero, bien se puede sospechar que todo ese
maremágnum montado por este Mas que es discípulo de otro “Más”, el pluricontorsionista
político de Jordi Pujol, se debe, no solamente a que hace falta dinero por
todas partes, sino a que hay por detrás situaciones de corrupción y de desvío
de dinero tan graves, que solamente agitando el recipiente lleno de
excrementos, se consigue mediante el hedor evitar que se penetre en la realidad
del problema.
A
todo esto, el gobierno central, a quien le crecen los enanos de su circo, en el
que ni los más avezados saben cómo parar el aluvión de crisis que les ha caído
encima, titubea, repite lugares comunes, y defrauda a la ciudadanía, no
solamente porque el problema económico no se resuelve, sino porque muestra su
incapacidad para ofrecer fortaleza, claridad de ideas y rotundidad de oposición
frente a los atentados contra la correcta convivencia democrática.
El PIB de la comunidad autónoma caería como mínimo
50.000 millones de euros. Una Cataluña independiente tardaría al menos diez
años en lograr integrarse en el Euro. Una caída del Producto Interior Bruto (PIB) catalán de entre el 23 y el 50%; deslocalización de empresas; un incremento exponencial del déficit; la salida del euro... Estos serían, según diversos estudios, los efectos que provocaría la independencia de Cataluña en su economía, sin olvidar sus efectos letales para España.
Uno de los informes más completos sobre una teórica secesión catalana es el elaborado por el catedrático de Economía de la Universidad Complutense de Madrid, Mikel Buesa. Sus cálculos indican que el PIB catalán sufriría una caída de 50.580 millones de euros o del 23,4% si se independizara de España. En términos per cápita, se pasaría de los cerca de 29.500 euros a los 22.500, o lo que es lo mismo, “de ser una región más rica que la media española, pasaría a ser una nación más pobre que esa media” y sus ciudadanos “se empobrecerían hasta llegar a un nivel equivalente al que actualmente gozan los ciudadanos de Ceuta”, señala Buesa en su informe.
Sus cálculos apuntan a que las importaciones catalanas retrocederían en una cifra equivalente al 8,8% del PIB de la región, mientras que su déficit exterior se dispararía hasta los 25.700 millones de euros, algo más del 15,3% del total de su economía, lo que convertiría al recién nacido Estado en “la nación más deficitaria del mundo”.
Los cálculos de Buesa no son los únicos que apuntan a un drástico empobrecimiento de Cataluña si se separa del resto de España. El vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras, ha afirmado en más de una ocasión que la independencia le costaría a Cataluña entre el 30 y el 50% de su PIB en pocos años.
La incertidumbre, la posible hostilidad de los consumidores ante los productos catalanes, la desaparición de las ventajas de pertenecer a la zona euro y el consiguiente establecimiento de aranceles para comerciar con España (el 50% de su mercado) o la UE (el 30%), o la deslocalización de multinacionales que valoran la pertenencia del país a la unión monetaria son algunos de los argumentos que esgrimen los expertos para valorar el coste económico de la independencia.
Uno de los efectos inmediatos de la secesión sería la salida del euro (en el mejor de los casos tardaría 10 años en conseguir acuñar sus euros) y la pérdida de ayudas comunitarias, que entre 1989 y 2013 dejarán en la región la no despreciable cifra de 10.392 millones de euros.
Una Cataluña independiente tendría que contar con su propia moneda, su propio Banco Central y sus organismos reguladores y tendría que haber hecho frente sola, por ejemplo, a los costes del proceso de reestructuración de las cajas de ahorros, en el que varias entidades catalanas han resultado beneficiarias del FROB.
La independencia no casa tampoco con el modelo de negocio de los máximos exponentes de la empresa catalana. La Caixa o Gas Natural tienen gran parte de su negocio y sus clientes en el resto de España. El 35% de los 20 millones de clientes de Gas Natural están en el resto del país y sólo el 10% en Cataluña. Mientras, siete de cada 10 sucursales de La Caixa se sitúan fuera de Cataluña.
Los efectos adversos en la actividad de una eventual secesión se sumarían a la pérdida de peso que la economía catalana ha experimentado en el conjunto de España en los últimos años.
De más a menos
De más a menos
Los datos de la Fundación de las cajas de ahorros (Funcas) indican que el PIB catalán cayó en 2009 por encima de la media española y constatan que su peso en el conjunto de la economía ha ido reduciendo paulatinamente hasta situarse en el 18,68% del total, superada por Madrid (18,71%).
Cataluña ha sufrido más que otras regiones los envites de la crisis. Los datos del Banco de España correspondientes al primer trimestre del año indican que la región arrastra una deuda de 25.079 millones de euros, más de una cuarta parte del total de todas las autonomías españolas. El deterioro de las cuentas públicas catalanas se ha traducido también en una drástica rebaja de la calificación por parte de las agencias de rating. En diciembre de 2009, Moody’s bajó la calificación de la deuda catalana desde Aa3 a A1 con perspectiva negativa."
(De “La Gaceta”, 21/09/2012)
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El día de la marmota en Cataluña
(Javier Cámara, en “El Imparcial”, 20-09-2012)
“Siempre es el mismo cuento. No sé quién mete
tantas ideas peregrinas en la cabeza de los que se creen defensores de no sé
tampoco qué patrias. Desconozco, además, por qué se dejan engañar los que
piensan que sus dirigentes van a lograr esa ilusión independentista. Mal los
que engañan y peor los que se dejan.
Zapatero hizo soñar a los catalanes
que quisieron con promesas que no podía cumplir cuando les dijo que el
Ejecutivo central daría por bueno el Estatuto que se aprobara en las Cortes
catalanas. ¡Hala, barra libre! ¿Pero qué ingenuo se cree que el presidente de
un Gobierno avalaría una ’carta a los Reyes’ llena de propósitos irrealizables?
El tiempo dejó ver que las fantasías
son para el cine y ahora achacan a esos barros estos lodos. Justifican la
grandísima movilización por la independencia —que lo fue— con la cruel
traición. Pero las cosas son como son y de la misma forma que el Gobierno
catalán no quiere oír ni hablar de la independencia del Valle de Arán, España
no puede plantearse en modo alguno la separación de nadie, ni de Cataluña, ni
del País Vasco, ni de la bella localidad jiennense de Torredonjimeno.
Cataluña forma parte de España
porque así lo dice la Carta Magna y tan absurdo es ir a pedirle a Rajoy que
rompa con su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución como pensar
que seguirá colando la misma cantinela de siempre para conseguir más dinero,
que al final es lo único que quieren. ¿O quieren de verdad la independencia?
¿Cambiaría la independencia por dinero? |
Y digo yo: si al final Mas llama a
los catalanes a las urnas ante la doble negativa gubernamental, ¿qué espera
realmente obtener con esta consulta popular? ¿Busca más respaldo? ¿Quiere que
le digan ya si hay que pasar de pedir más y más dinero a proponer un proyecto
soberanista? ¿Volverá entonces con cara agria a hablar con Rajoy para decirle
que quiere un Pacto Fiscal… o la independencia?
Mas se encuentra en la misma
tesitura que el actor de ’Atrapado en el tiempo’, aquella película en la que se
celebraba el ’Día de la marmota’ y en la que Bill Murray vivía una y otra vez
el mismo día, siempre lo mismo, hasta el aburrimiento, hasta saber que iba a
pasar exactamente en cada momento, hasta desesperarse. ¿Para qué va a celebrar
las elecciones, para volver a pedir la independencia o más dinero, para que
Rajoy le vuelva a decir que no? Qué despierte Mas y deje de engañarse. La
independencia de Cataluña no es viable como no lo es que Punxsutawney se
emancipe del estado de Pensilvania (EEUU), ni siquiera a pesar de la
extraordinaria influencia de la marmota Phil.”
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Primero
fue el lunático visionario de Ibarretxe, quien por enredar en algo (se dice en el
refrán que cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo), se sacó de su
estrecha mollera aquello de la independencia soberana de Euskadi. Mareó a toda
su autonomía, y hasta se plantó en Madrid, en el Congreso de los Diputados,
para defender, cual Quijote, una independencia de su autonomía que solamente
era admisible en mentes con estreñimiento total.
Y
ahora nos aparece ese truhán/señor de Artur Mas, de un partido conservador
(Convergencia i Unió) de Cataluña, quien, agobiado por deudas imposibles de
pagar que le dejaron sus predecesores en el gobierno de Cataluña (aquél “tripartito”
que elevó al cubo el endeudamiento y el derroche), en vez de aplicar soluciones
de la teoría económica, se lanza a la aventura paranoico/independentista,
pretendiendo iniciar los trámites de la creación de algo tan gaseoso como un
estado independiente de Cataluña; eso sí, si no se le daba unos dineros que más
que pedir exigía, mediante el que llamó “pacto fiscal”, que no consiste en otra
cosa que aquello que “lo que Dios no no coge, es de los catalanes”, o, dicho de
otra manera, lo generado en Cataluña es de los catalanes, y a nadie de fuera se
va a ayudar.
¿Más doblez o más mentira? |
Y
de esta manera, con escenificaciones absurdas, con palabras llenas de doblez,
se está llegando a socavar no solamente los cimientos de Cataluña (donde la
mayor parte de la población, pese a algarabías manipuladas de independentistas,
desea todo, menos separarse de España), sino a prodigar al exterior una imagen
de una España herida en sus esencias democráticas, organizativas y económicas,
que es precisamente lo que quieren quienes, como buenos especuladores (no
olvidemos a alemanes, holandeses y británicos), pescan muy bien a río revuelto.
¡Qué
tamaña insensatez la de este Artur Mas, erigiéndose en visionario adalid de una
independencia imposible!
¡Cuánta
insolidaridad la de este líder, los de su partido, y todo ese montón de
revolucionarios de pacotilla, que se vienen amparando en proclamas independentistas
para apropiarse de lo propio y de lo ajeno en cuanto rozan un poquito de poder!
Diálogo de sordos... |
Pues
sí; en Cataluña, ni con Mas ni sin él tienen las penas de los catalanes
remedio. Y en España, Rajoy no “raja” la sandía de las soluciones, ni de los “guindos”
cae nada que no sean tecnicismos e inseguridades; ni de los “montoros” resulta
otra cosa que la teoría del escalador, que es “subir, subir y subir…”. Y cuando las aguas se calman un poco, sale el responsable de esa justicia que no camina ni como los cangrejos y montan un "gallardón"..
¡Pobre
país, esta España nuestra! Lo que dijo Mariano José de Larra: !Miquelarena, qué país!
¿Por
qué no enviamos de una vez por todas a las regiones que quieran independencia a
vivir solitas y a apañarse ellas mismas?
¿Por
qué no hacemos como aquel padre de familia que, harto de que un hijo le viniera
reclamando independizarse (irse de casa) explotó y le dijo “vete, sí, pero
ahora mismo, y con lo puesto”.
De
esta guisa Mas, Pujol, Durán, Carod, y toda la serie de intrigantes y lucubrantes catalanes,
quedarían “en cueros”, sin nada que orquestar y menos que“mangar” y sin corrupción que echarse al
bolsillo; y en España, aún dolidos de que nos hubieran quitado el golfo de
Roses y la Costa Brava, y l’Ampurdá, y el Maresme, y Montserrat, y la Vall d’Aran,
y el Deltebre, al menos tendríamos el placer de exigir pasaporte y establecer
un orden de visados (eso sí, pagando, que "la pela es la pela") a los oriundos de esas zonas, que acabarían haciendo como
antaño los ciudadanos vascos: marchándose a lugares en los que luciera el sol
de la concordia y de la sensatez, lejos de ambiciones locas y de
independentismos de cloaca bajo el banco de España.
Con
la esperanza (casi perdida) de que el “seny” catalán acabe enviando a escardar
cebollinos o "calçots" (que bien deliciosos son) a tanto caradura y a tanto incompetente, me declaro ciudadano del
mundo, que al menos de esta forma, aunque me amputen territorios de mi país, siempre
me quedará algún trocito de tierra con el que identificar mis ideales y en el
que guardar mis cenizas cuando tanto disgusto me consuma. !Ah, y además viajaré "al extranjero"!
“La independencia, igual que el
honor, es una isla rocosa sin playas”.- Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte.
Emperador francés
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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