“Al
principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de
retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre; en el segundo,
se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se
acostumbra a la verdad”.- Albert Camus (1913-1960) Escritor francés.
“Estamos asistiendo a uno de los
veranos más cruentos en la historia de España en lo que a incendios se refiere.
Si espectacular fue el que se produjo en Valencia a principios del mes de
julio, que afectó a más de doce términos municipales quemando una superficie de
casi 50.000 Ha., el que hace dos semanas se cebó con la isla de La Gomera ha
devastado el 11% de superficie de la misma obligando al desalojo de casi 1.000
personas. La guinda final aún humea en los alrededores de Madrid. No han sido
los únicos: Galicia, Andalucía, Cataluña, Extremadura, prácticamente la
totalidad de las provincias españolas han padecido algún foco a lo largo del
verano. Y no ha terminado.
Cierto es que la sequía y las altas
temperaturas constituyen una combinación letal para que las llamas se ensañen
con nuestra flora, pero también es cierto que una cuidada educación cívica
contribuiría eficazmente a evitar en gran medida estos incendios. Es en época
estival cuando proliferan los cocineros espontáneos, y siempre expertos, de barbacoas
domingueras, que con una pretendida pericia igual te chamuscan un chorizo
criollo que queman sin escrúpulo unos pinchitos morunos que se quedan pegados
como lapas a los palitos que les sirven de soporte. Tirar las colillas a la
carretera cuando se va conduciendo en vez de hacerlo en el cenicero que todo
coche lleva incorporado de serie tampoco contribuye precisamente a evitar la
deforestación de nuestro país por negligencia de sus ciudadanos. Punto y aparte
merece la espontánea colaboración de pirómanos y vándalos que buscan su minuto
de gloria causando destrozos a los bienes comunes poniendo en grave riesgo no
solo el ecosistema del país sino las viviendas y propiedades de muchos e
incluso la vida de aquéllos que luchan contra los incendios.
No obstante, estas situaciones se
producen y se seguirán produciendo, por lo que es preciso poner los medios
necesarios para si no evitar el fuego, cosa imposible, sí al menos minimizar
los daños causados por el mismo. Estamos en crisis, es cierto, es preciso recortar
gastos, es admisible. ¿Es realmente necesario que esos recortes se hagan
atentando contra la seguridad de una nación?
Las plantillas de bomberos son cada
vez más reducidas, se jubilan efectivos sin que se produzca la convocatoria de
las oposiciones pertinentes para suplir las bajas que se producen. Con los
nuevos recortes se bajan sus salarios a la vez que se amplía su jornada
laboral. Los medios de que disponen son cada vez más precarios, los retenes con
frecuencia no cumplen los mínimos legalmente establecidos por falta de
personal. Este verano se ha asistido a espectáculos tan insólitos como algún
que otro desplazamiento de bomberos a un incendio y la espera de los mismos
frente a las llamas cruzados de brazos esperando la llegada de un camión con agua
para sofocar las llamas. En un intento irracional de ahorro se echa mano de
bomberos de guardia para sofocar incendios fuera de su área geográfica de
trabajo dejando absolutamente desatendida la misma, con lo que cualquier aviso
en ésta produciría una situación de absoluta indefensión. El tiempo es un
factor esencial en la labor de los bomberos, los minutos que se pierden en
buscar efectivos que en un intento vano y estúpido de ahorrar costes no están
de guardia es vital para que la intervención sea un éxito o por el contrario el
menor de los fuegos se convierta en una catástrofe. Catástrofe que en algunos
casos no sólo se manifiesta en daños materiales sino que se cobra la vida de
personas.
Y mientras España arde, la soberbia
casta política se ensaña con los bomberos. En un triste “remake” de la
situación vivida con los controladores aéreos, en la actualidad se intenta
llegar a un acuerdo en las condiciones laborales entre sindicatos y
Administración. Está cantado lo que va a ocurrir, falta de acuerdo entre las
partes, por lo que habrá que recurrir a un laudo de obligado cumplimiento que
acabará siéndolo sólo para el colectivo de trabajadores, y una vez sometidos
éstos ¡a por otro colectivo presuntamente privilegiado! Y así, ¿hasta cuándo?
Las imágenes que nos llegan de los
bosques arrasados por el fuego son una imagen perfecta para ilustrar la actual
situación de nuestro país, seco, yermo, quemado… Y ¿a quién le importa?”
(De “El Camarote de Bronte”)
…
La persistencia de la sequía,
con suelos muy resecos por la escasez de lluvias ha provocado que se disparen los incendios forestales
en los últimos días
en Galicia, Asturias y Cantabria. Según WWF (Adena), en España arde cada año
una media de 150.000 hectáreas, en unos 21.000 incendios que tienen un coste de
1.800 millones de euros. La mayoría de estos incendios se producen durante el
verano, pero este año parece que se han adelantado.
Solo llevamos cuatro meses desde que
comenzó 2012 y los primeros datos ya cuadruplican a los que se registraron hace
un año, todo hace prever que el verano va a ser terrorífico. Desde el Colegio Oficial de
Ingenieros Técnicos Forestales denuncian que se ha recortado mucho presupuesto
en materia de prevención algo que consideran muy importante ya que según señalan desde la
asociación, “la
mejor manera de apagar un incendio es que no se produzca”. A pesar de esto, aunque ahora se
empezaran a llevar a cabo todas las medidas necesarias es muy difícil que
llegáramos a tiempo para prevenir en todos los puntos de España. Este hecho
también es responsabilidad de la falta de concienciación de la ciudadanía. Los
ingenieros técnicos forestales apuntan que hay dos tipos de incendios: los que se producen por causas
derivadas del clima y los que son por negligencias o intenciones humanas.
De momento, el más trágico de
estos incendios, por haber causado este martes la muerte de un brigadista, se
localizó en Castrelo
do Val, Galicia. También
en la provincia de Orense registró uno en el municipio de Gomesende y en el de
Muiños. En el municipio pontevedrés de Mondariz
las autoridades tuvieron que desalojar algunas viviendas por la proximidad de
las llamas.
Desde 2005, un total de 35 personas
han muerto y casi 654.000 hectáreas han ardido en España a causa de los
incendios forestales desde 2005, año en el que se abrasaron 179.800 hectáreas y
fallecieron 20 personas.
Ese año es el que registró la mayor cantidad superficie quemada y una cifra
inusualmente de fallecimientos, debido especialmente al incendio de la
provincia de Guadalajara. En esta provincia se registró uno de
los incendios más devastadores y con consecuencias más trágicas para los
encargados de la labores de extinción ya que perecieron 11 trabajadores en
Ribas de Saelices (Guadalajara) donde ardieron 12.732 hectáreas, en un fuego
provocado por una barbacoa y que se prolongó desde el 16 al 21 de julio.
Galicia fue la protagonista de 2006
aunque en el conjunto de España se redujo la cifra de hectáreas quemadas, con
un total de 148.000 hectáreas. Esta
región abarco el 70% de las zonas devastadas por el fuego con 55 incendios,
siendo el más grave el que se registró en el Cañaveral (Cáceres) con casi 2.000
hectáreas.
En 2007 se redujo de forma
contundente el número de incendios y el total de superficie quemada, que fue la menor desde 1997, con un
recorte del 48% respecto al año anterior. Ese año ardieron 82.000 hectáreas y sólo se registraron 13
incendios de más de 500 hectáreas.
La cifra de 2008 supuso un
significativo recorte respecto al año anterior, con 40.977 hectáreas calcinadas y tan sólo tres grandes
incendios, el más grave de los cuales se registró en Honrubia de la Cuesta
(Segovia) donde ardieron más de mil hectáreas. De nuevo la zona
noroeste fue la más afectada y concentró el 51,7 por ciento del total con
29.000 hectáreas.
12 personas llegaron a morir en
2009. La
tragedia volvió este año incluso aumento la superficie quemada con un total de
110.783 hectáreas, 12.032 de las cuales ardieron en la provincia de Zaragoza a causa de los 20
incendios que provocaron los más de 5.000 rayos de una tormenta eléctrica.
En 2010, aunque hubo que lamentar las muertes
del piloto y el operador de vuelo de un avión que trabajaba en la extinción de
un incendio en Benifassá (Castellón), sí se redujo sensiblemente el total de
superficie quemada, que
se situó en los 46.697 hectáreas, con un total de 12 grandes incendios.
En ese año fueron el sur de la provincia de Valencia y el norte de Alicante las
provincias que registraron la mayor parte de superficie quemada con unas 4.500
hectáreas arrasadas.
El pasado año (2011) se quemaron
44.655 hectáreas de superficie forestal, con seis grandes incendios, muy por debajo de la media
del último decenio que se situó en los 26.
(De “Te interesa”, 01/09/2012)
…
Del desvalimiento de España y de
cómo se podría empezar a ver luz al final del túnel
Por Jesús Cacho, en “Voz Pópuli” (19-08-2012)
“El verano, con las estrellas de la
política de vacaciones, suele ser territorio propicio para la aparición en
escena de los “teloneros”
de la Administración y los partidos, gente que encuentra
su minuto de gloria en prensa, radio y televisión a cuenta de la sequía
informativa propia de la estación. El viernes, fue una telonera tan cualificada
como Ana Botella la
que, lejos de su especialidad –si es que alguna tuviere-, echó su cuarto a
espadas en terreno tan resbaladizo como el del rescate a España, asunto del que
tanto y desde hace tanto tiempo se viene hablando. Dijo la alcaldesa de
Madrid que
“según todos los indicios y datos económicos, incluida la situación de la prima
de riesgo, parece
inevitable que el Gobierno tenga que solicitar algún tipo
de rescate a
la Unión Europea”.
Aparentemente repuesta del susto que
los bomberos madrileños le procuraron durante la procesión de La Paloma, la
doña sostuvo que, en su opinión, se tratará de un “rescate blando”. Lo cual es ir mucho más allá de las
tibias declaraciones de Mariano
Rajoy al respecto -ni sí ni no, sino todo lo contrario-
después de despachar con el Rey en Mallorca esta misma semana. El
interés de Botella y de todo lo que Botella pueda decir o hacer radica en ser
la voz de su amo, ex presidente del Gobierno y auténtico poder fáctico dentro
del PP, además de alguien que, como tantos españoles afectos a la causa de la
derecha, despotrica en privado de la labor del Gobierno Rajoy. Aznar y su señora, en todo caso, dicen
lo que la mayoría de los ciudadanos informados piensan al respecto: que el
rescate es inevitable.
"Si preguntas a los miembros
del Gobierno si van a acabar pidiendo el rescate, se encogen de hombros, no
saben nada"
Con los mercados de capitales cerrados
a cal y canto para la deuda española pública o privada, al Gobierno no le queda
otro camino que pedir una línea de crédito a la única instancia que puede
facilitarla. Mario
Draghi, presidente
del BCE, señaló el camino a seguir en su polémica intervención del 2 de agosto,
al apuntar al Fondo
Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) como el vehículo
adecuado para las compras de deuda, con la condición de que los países, de
decir, sus Gobiernos, reclamen la ayuda, pidan el rescate, cargando, además,
con las exigencias macroeconómicas que el auxilio conlleva. Todo ello con el
lenguaje críptico, equívoco, que caracteriza las intervenciones de Draghi y el
comportamiento de las instituciones europeas; más que crítico, inescrutable,
casi indescifrable y solo válido para auténticos expertos, reflejo de la
pérdida de pulso y el enmascaramiento
del Poder que hoy distingue a un proyecto dizque colectivo,
donde los nacionalismos de nuevo barren cualquier idea de Europa como patria
común.
En este marco, el Gobierno esta
“cerrado por vacaciones”. Sobrecoge estos días constatar la situación de
desvalimiento del Ejecutivo sobre lo que puede pasar con España, ello a las
puertas de un mes de septiembre que se antoja decisivo para la causa española.
Ni el Presidente ni sus ministros saben nada, y así lo manifiestan sus miembros
en privado. “Si les preguntas si van a acabar pidiendo el rescate, se encogen
de hombros. No tienen respuesta. No controlan la situación, están al albur de
los acontecimientos. Hace dos semanas largas que De Guindos no
habla con Draghi, que está de vacaciones, lo mismo que el ministro alemán Schäuble y el
propio Monti. Esa es la situación de nuestro
Gobierno”, asegura uno de los más prominentes líderes empresariales españoles.
El Gobierno no sabe lo que va a
pasar con España
Desvalimiento e indefensión. “No
tienen información sobre lo que realmente quieren hacer los alemanes, que son
los que manejan el cotarro”, prosigue la misma fuente, “No saben lo que piensan
y cómo piensan, lo cual me llama la atención, porque cuando yo me siento a
negociar con un colega a quien le interesa hacer un negocio conmigo, al final
de la sentada sé si me ha mentido o me ha dicho la verdad, sé lo que piensa, me
entero de cojones, vaya si me entero… Pues bien, éstos no saben de qué va la
señora Merkel después de casi nueve meses en el
Gobierno”. Lo cual dibuja una escandalosa situación de indigencia, por demás
llamativa para el Gobierno de la cuarta economía de la zona euro, un país que
no es precisamente Malta o Chipre y que merece un respeto. El resultado es que
el Ejecutivo de Rajoy se mueve en el terreno de las conjeturas sobre lo que, en
el fondo, Alemania quiere hacer con el euro y, por ende, con España e Italia.
La imagen de balsa
a la deriva es más válida que nunca.
El
Ejecutivo parece tener sus esperanzas puestas en la cumbre hispano-alemana que
se celebrará el 6 de septiembre
País indefenso y/o sin defensas, que
tiene una moneda pero no un banco central detrás (caso de la peseta, antaño, y
el Banco de España), que
participa en una divisa común pero que no tiene voz ni voto, en el fondo, sobre
el banco central encargado de su defensa, ni sobre la capacidad del mismo para
actuar como prestamista de última instancia. País sometido al albur de
circunstancias que no controla, inmerso en una pérdida de soberanía que
recuerda la tantas veces mentada crisis del 98. Si hace 114 años fueron los EE.UU. de
América quienes jugaron con nuestra vieja flota de madera y nuestro destino en
aguas coloniales, ahora es Alemania la que –pecados españoles aparte,
reiterados y cuantiosos, cierto- enreda con nuestro futuro, en lo que parece
una falta de respeto a España y los españoles.
Lo que ocurre es reflejo de dos de
los más graves problemas que afectan a este Gobierno: de gestión -equipos
técnicos de bajo o muy bajo nivel-, por un lado, y de información –la eterna
asignatura pendiente-, por otro. Y de un presidente que, en las escasas cumbres comunitarias a las que ha asistido,
rehúye el contacto directo de sus colegas a causa de su inseguridad con el
inglés, y reorienta la gestión de los asuntos pendientes, algunos de ellos
claves, a los contactos personales que pueda mantener el ministro de Economía.
En este marco, el Ejecutivo parece
tener sus esperanzas puestas en la cumbre hispano-alemana a celebrar en Madrid el próximo 6
de septiembre, y a la que, con la canciller al frente, acudirá un nutrido grupo
de empresarios germanos dispuestos, dicen, a invertir en España. Se supone que
para entonces nuestro Gobierno debería conocer ya las claves de su futuro
inmediato, que es el nuestro, más que nada porque no tendría sentido tamaño
aquelarre sin que antes o durante se despejaran las incógnitas que rodean a
España y su deuda, que también es la nuestra. Empresarios alemanes, pero
también españoles, claro está: “Yo ya les he advertido que se anden con
cuidado, que pueden perder el mercado del sur de Europa con sus tácticas, porque
ahí abajo, les he dicho, la gente está muy cabreada con vosotros…”
¿Una mínima luz al final del túnel?
Cabreada por distintos motivos. Con
Alemania y los países de la cuenca mediterránea ocurre como con el célebre
arranque de Anna
Karenina, la novela de Tolstói: “Todas las familias felices se
parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para
sentirse desgraciada”. Como en casa de los Oblonsky, también aquí está todo trastocado. De
Guindos -que ayer mismo reclamaba la
intervención en los mercados del BCE “contundente
y sin límites” comprando deuda española- y su gente andan enfrascados en la
redacción del Real Decreto-ley que el próximo día 24 pondrá letra a la música
de las obligaciones contraídas en el memorandum
of understanding (MoU) que acompañó la
concesión de los 100.000 millones para el rescate bancario. En espera de que para
la burra alemana, el Ejecutivo contempla la posibilidad de utilizar el dinero
sobrante de esa línea de crédito que no se use con la banca en la
refinanciación de los 27.000 millones largos
de deuda que vencen en octubre, una alternativa abierta en su día por Bruselas.
La especulación más llamativa que maneja Moncloa este mes de agosto se centra
en la especie de que Alemania ha decidido ya expulsar a Grecia del euro, una medida que se anunciaría en septiembre y que sería una baza
que permitiría a Merkel presentarse ante su Parlamento para argumentar que, una
vez castigados los malos,
habría llegado la hora de establecer un cordón de seguridad en torno al euro
que, naturalmente, tendría que incluir a Italia y España.
¡Germania
rules! Mientras tanto, empresarios y banqueros siguen
enviando constantes mensajes al Gobierno Rajoy apelando a la necesidad
imperiosa de no bajar la guardia y hacer los deberes en casa, al margen de lo
que en su momento decida Merkel. El control del déficit sigue siendo la clave del arco de
nuestro futuro inmediato, lo que es tanto como poner la pelota en el endeble
tejado de un Montoro políticamente tocado. Si a finales de año el
problema del saneamiento de nuestros bancos estuviera resuelto, como debe ser
el caso, y si en diciembre el Gobierno consiguiera enviar a los mercados el
mensaje de que ha sido capaz de controlar el déficit público, de forma que el
guarismo final para 2012 quedara en torno al seis y pico, aunque pasara unas
decimitas del 6,3% comprometido,
y si además las exportaciones siguieran tirando, entonces y solo entonces esta
horrenda crisis podría empezar a enseñar otra cara incluso en la primera mitad
de 2013, mostrar una mínima luz al final del túnel de estos ya cinco años de
aguda crisis, una llamita de esperanza en el mundo perdido y añorado de la
vuelta al crecimiento. Todo, como casi siempre, depende de nosotros.
cerrados a cal y canto para la
deuda española pública o privada, al Gobierno no le queda otro camino que pedir
una línea de crédito a la única instancia que puede facilitarla. Mario Draghi, presidente del BCE, señaló el camino a
seguir en su polémica intervención del 2 de agosto, al apuntar al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) como
el vehículo adecuado para las compras de deuda, con la condición de que los
países, de decir, sus Gobiernos, reclamen la ayuda, pidan el rescate, cargando,
además, con las exigencias macroeconómicas que el auxilio conlleva. Todo ello
con el lenguaje críptico, equívoco, que caracteriza las intervenciones de Draghi
y el comportamiento de las instituciones europeas; más que crítico,
inescrutable, casi indescifrable y solo válido para auténticos expertos,
reflejo de la pérdida de pulso y el enmascaramiento del Poder que
hoy distingue a un proyecto dizque colectivo, donde los nacionalismos de nuevo
barren cualquier idea de Europa como patria común.
En este marco, el Gobierno esta
“cerrado por vacaciones”. Sobrecoge estos días constatar la situación de
desvalimiento del Ejecutivo sobre lo que puede pasar con España, ello a las
puertas de un mes de septiembre que se antoja decisivo para la causa española.
Ni el Presidente ni sus ministros saben nada, y así lo manifiestan sus miembros
en privado. “Si les preguntas si van a acabar pidiendo el rescate, se encogen
de hombros. No tienen respuesta. No controlan la situación, están al albur de
los acontecimientos. Hace dos semanas largas que De Guindos no
habla con Draghi, que está de vacaciones, lo mismo que el ministro alemán Schäuble y el propio Monti. Esa es
la situación de nuestro Gobierno”, asegura uno de los más prominentes líderes
empresariales españoles.
El Gobierno no sabe lo que va a
pasar con España
Desvalimiento e indefensión. “No
tienen información sobre lo que realmente quieren hacer los alemanes, que son
los que manejan el cotarro”, prosigue la misma fuente, “No saben lo que piensan
y cómo piensan, lo cual me llama la atención, porque cuando yo me siento a
negociar con un colega a quien le interesa hacer un negocio conmigo, al final
de la sentada sé si me ha mentido o me ha dicho la verdad, sé lo que piensa, me
entero de cojones, vaya si me entero… Pues bien, éstos no saben de qué va la
señora Merkel después de casi nueve meses en el Gobierno”. Lo cual dibuja
una escandalosa situación de indigencia,
por demás llamativa para el Gobierno de la cuarta economía de la zona euro, un
país que no es precisamente Malta o Chipre y que merece un respeto. El
resultado es que el Ejecutivo de Rajoy se mueve en el terreno de las conjeturas
sobre lo que, en el fondo, Alemania quiere hacer con el euro y, por ende, con
España e Italia. La imagen de balsa a la deriva es
más válida que nunca.
El Ejecutivo parece tener sus
esperanzas puestas en la cumbre hispano-alemana que se celebrá el 6 de
septiembre
País indefenso y/o sin defensas, que
tiene una moneda pero no un banco central detrás (caso de la peseta, antaño, y
el Banco de España), que
participa en una divisa común pero que no tiene voz ni voto, en el fondo, sobre
el banco central encargado de su defensa, ni sobre la capacidad del mismo para
actuar como prestamista de última instancia. País sometido al albur de
circunstancias que no controla, inmerso en una pérdida de soberanía que
recuerda la tantas veces mentada crisis del 98. Si hace 114 años fueron los EE.UU. de
América quienes jugaron con nuestra vieja flota de madera y nuestro destino en
aguas coloniales, ahora es Alemania la que –pecados españoles aparte,
reiterados y cuantiosos, cierto- enreda con nuestro futuro, en lo que parece
una falta de respeto a España y los españoles.
Lo que ocurre es reflejo de dos de
los más graves problemas que afectan a este Gobierno: de gestión -equipos
técnicos de bajo o muy bajo nivel-, por un lado, y de información –la eterna
asignatura pendiente-, por otro. Y de un presidente que, en las escasas cumbres comunitarias a las que ha asistido,
rehúye el contacto directo de sus colegas a causa de su inseguridad con el
inglés, y reorienta la gestión de los asuntos pendientes, algunos de ellos
claves, a los contactos personales que pueda mantener el ministro de Economía.
En este marco, el Ejecutivo parece
tener sus esperanzas puestas en la cumbre hispano-alemana a
celebrar en Madrid el próximo 6 de septiembre, y a la que, con la canciller al
frente, acudirá un nutrido grupo de empresarios germanos dispuestos, dicen, a
invertir en España. Se supone que para entonces nuestro Gobierno debería
conocer ya las claves de su futuro inmediato, que es el nuestro, más que nada
porque no tendría sentido tamaño aquelarre sin que antes o durante se
despejaran las incógnitas que rodean a España y su deuda, que también es la
nuestra. Empresarios alemanes, pero también españoles, claro está: “Yo ya les
he advertido que se anden con cuidado, que pueden perder el mercado del sur de
Europa con sus tácticas, porque ahí abajo, les he dicho, la gente está muy
cabreada con vosotros…”
…
¡Esto está que arde!
Por una parte, los montes están
quemándose en España sin más solución que la paciencia y el dispendio de
enormes efectivos materiales y humanos –bien profesionales, por cierto--,
frente a la magnitud incontrolable de las fuerzas de la naturaleza, bien que
parecen propiciadas por algunos locos criminales que o disfrutan prendiendo la
lumbre o se ensañan jugando a fuegos por oscuros intereses.
Por otro lado, la economía española
en general y la doméstica en particular, caen en picado, fruto de la crisis que
se arrastra y de la enorme subida de costos que ha significado la adaptación de
la vida económica alegre a la austeridad impuesta sin reparo por el poder
europeo.
Y, como dice el refrán, “éramos pocos y parió la abuela”, es decir,
se anuncian huelgas, paros de protesta, manifestaciones en contra de la subida
de impuestos, protestas en contra del recorte de prestaciones, y, en fin, toda
la gama de convulsiones que la actual crisis propicia.
¿Queda algún remanso de paz y
sosiego en la vida española?
Lo de los incendios no es de
extrañar, porque al extremo calor y sequedad se ha unido la falta de cuidado de
los montes y la desidia de muchos pobladores, amén de que todavía hay pirómanos
furtivos, que no se sabe si buscan hacer daño porque sí o se integran –quién
sabe— en esas tendencias de insumisos o de obreros anti-todo que van
“expropiando” fincas y supermercados.
Pero “donde no hay harina todo es
mohína”, por lo que la indispensable armonización y austeridad económica ha
topado, como era de esperar, con la rotunda e iconoclasta oposición de partidos
políticos venidos a menos, de sindicatos a quienes se ha menguado la subvención
que era su buen negocio, de los disconformes de siempre, críticos con todo y
contra todo. Sin olvidar que el gobierno no ha demostrado, ni mucho menos, la
menor habilidad en el regate ni convicción en sus planteamientos de conducción
de la crisis, dejando entrever que quien manda es Europa –con permiso de
Alemania--, lo cual es verdad, pero que estamos demasiado sujetos a la
inconsecuente política de una Unión Europea que dice "sí", pero es "quizás"; que
dice "quizás" y es "no".
Así que la cosa está que arde,
porque los combustibles, de los más baratos de Europa, se han trocado en los
segundos más caros; los productos de la cesta de la compra se han ido a las
nubes, mal que los vendedores anuncien que no cobran el aumento fiscal, que
no es verdad; las ayudas sociales se recortan; no se paga a las farmacias por
los medicamentos, porque no hay un céntimo; los proveedores de las
administraciones tienen montañas de facturas pendientes…
!Pero no se reducen los coches
oficiales ni se amortizan instituciones baldías!
No nos quejemos; que en buena parte
lo que acontece es culpa de los ciudadanos, que hemos consentido vivir por
encima de nuestras posibilidades, hemos apoyado con nuestro voto a líderes
autonómicos con aires de grandeza napoleónica; hemos mantenido a los
gobernantes anteriores (los que ahora todo lo ven mal, cuando ellos lo hicieron
peor); y simplemente nos apuntamos a la protesta contra lo que nos mengua el
bolsillo, pero no tenemos la valentía (la posibilidad creo que tampoco) de
afrontar y despreciar a tanto sindicalista liberado, a tanto indignado que
solamente destruye, a tanto especulador que cada vez se aprovecha más, a tanto
político que proclama honestidad y solamente se embolsa ingresos de las arcas
públicas, a tanto gobernante (autonómico o nacional) que no sirve más que para
pedir y no da ni hace nada.
Arde España, sí; y pronto arderá
Europa, como no se sofoque el incendio forestal, económico, monetario y
político que ha invadido España.
Que los tiempos de las vacas gordas
pasaron hace mucho, y nadie quiere percatarse de que en estos tiempos de vacas
flacas, no solamente hay que apretarse el cinturón, sino revestirse de la
valentía que siempre entraña la austeridad.
Tengo la tentación de proponer que
los ciudadanos imitemos a ese “terrorista” social que es el tal Sánchez
Gordillo, el famoso y peligroso alcalde de Marinaleda, y vayamos ocupando dependencias políticas y económicas, para mejor
distribuir la convivencia y el bienestar.
El inconveniente es que, en cuanto
el pueblo realice esas ocupaciones (idealizo, claro está) habría que nombrar
representantes y delegar responsabilidades en los más despiertos y avezados, y
se estaría prendiendo de nuevo el fuego en los bosques de la armonía social,
quemando las zonas habitadas de la convivencia democrática y constitucional y
llegando, en fin, a “más de lo mismo”…
Que, no se olvide, se nos van
quemando los bosques, y se nos está quemando la vida.
“Si no quieres ser desgraciado
trata a las catástrofes como a molestias, pero de ninguna manera a las
molestias como a catástrofes”.- André
Maurois (1885-1967)
Novelista y ensayista francés.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Querido Amigo.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu escrito, tienes la virtud importantísima de poner el 2 después del 1 y antes del 3.
Esos menores pirómanos que la sociedad nada les hará.
Y todo en el día que nos hemos empobrecido una media de un diez por cien en ya nuestras flacas economías.
Repito, muy bueno, me das envidia con tu dialéctica impresa en el papel.
Un fuerte abrazo de tu buen amigo J.B.
Agradezco mucho el trabajo que te tomas. Eres un gran escritor.
ResponderEliminarUn abrazo: RM