“El corazón alegre hace tanto bien como el mejor medicamento”.- Salomón (970 AC-931 AC) Rey de Israel
Campeones de
Europa
(Editorial en “El Imparcial”, 02-07-2012)
“La semana empezaba con el triunfo político
de España e Italia en la cumbre europea de Bruselas y acababa con la victoria
deportiva de la selección española en la final de la Eurocopa, precisamente
ante Italia. Dos países en dificultades que dejaron atrás respectivamente a dos
potencias de la talla de Francia y Alemania. De este modo, el fútbol invertía
ayer las tornas político-económicas del Viejo Continente y, de paso, llenaba de
júbilo las calles españolas.
Nunca hasta ahora una selección
española de fútbol había llegado tan lejos. Tampoco un pueblo, el español,
cainita por naturaleza y más dado a ahondar la zanja que separa las dos Españas
que en tender puentes para superarla. Once deportistas han logrado lo que
parecía imposible: poner de acuerdo a un país entero en torno a un sentimiento común
de alegría y unos colores, los de la bandera, que ayer se exhibían como nunca
-y, por fin, sin complejo alguno- por cualquier rincón. Los goles de David
Silva, Jordi Alba, Fernando Torres y Juan Mata no sólo le daban a España una
triple corona nunca conseguida hasta ahora por nadie -dos Eurocopas y un
Mundial en cuatro años- , sino una satisfacción colectiva indescriptible.
Toda España vibra con el éxito de un
equipo que, magistralmente dirigido por Vicente del Bosque, ha sabido
capitalizar las emociones de un país entero. Ayer no se era de izquierdas o de
derechas, ni siquiera del Madrid o del Barça; se era de la selección española y
se sentía el orgullo de ser españoles. Sin etiquetas ni distinciones. Por una
vez, una España abrazó a la otra, demostrando que el entendimiento es posible
si hay voluntad de por medio. El país necesitaba una alegría semejante y hoy
toca exteriorizarla como merece la ocasión. Porque el triunfo de la selección
es el triunfo de todos. Igual que el de Rafa Nadal. O el de Pau Gasol. O
Alberto Contador. O tantos otros que han llevado al deporte español a lo más
alto del mundo. Y en todos ellos, un denominador común: responsabilidad,
trabajo y dedicación, sencillez y espíritu de superación. Valores que bien
merece la pena potenciar.”
…
La euforia roja que contagia
“Los
expertos afirman que este triunfo deportivo mejora la autoestima colectiva"
(2 Julio
12 - - Javier Villamor, en “La Razón”)
Madrid- La psicología individual y colectiva siempre se ve afectada de forma positiva con los logros deportivos de toda índole –mucho más evidentes con los eventos mediáticos–. Toda victoria deportiva, que en la práctica sustituye a las antiguas victorias militares, refuerza la moral. Pero no siempre sus efectos son tan visibles, o no calan por igual en todos los estratos de la sociedad.Cómo y a quiénes influyen estos hechos depende de muchas variables psicosociales, siempre unidas a la oportunidad, cuando no también del azar. Desde hace varias décadas, especialmente desde la Transición a la Democracia, España ha perdido identidad y, sobre todo, objetivo común e inherente a toda la población. El catedrático en Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, Julio Bobes, sostiene que «hemos pasado de una situación de pérdida de refuerzo moral, aunque la victoria sea una satisfacción de tiempo variable, a otra de estímulo mucho más importante que cualquier otra que hayamos tenido en décadas. Estas victorias son muy necesarias para superar problemas personales, pero no tienen nada que ver con la situación general de un país». Por situación general se entienden varios factores indicativos del bienestar real de una población –educación, sanidad, acceso a bienes de consumo en relación a la renta, etc.–. Toda victoria o derrota es importantísima para un país. Actualmente, con la crisis de valores, o la duda sobre los mismos, unida a la que afecta a la economía, aprender de nuestros logros y errores es uno de los estímulos idóneos para la superación de los mismos, o el fortalecimiento de una forma de trabajo.
El hecho de alcanzar sucesivas finales tanto en fútbol como en baloncesto, o la excelente situación de los deportes de motor, ya es potenciador único del valor personal y comunitario. Pero no hay que olvidar que la realidad actual depende de situaciones anteriores. Es decir, todo conlleva a un proceso constante, en el que continuados acontecimientos se van superponiendo.
Socialmente, «la Selección ha demostrado muchas cosas ya, indistintamente del resultado obtenido», asegura Antonio López, catedrático de Trabajo Social de la UNED. «Los españoles ya hemos demostrado que sabemos hacer las cosas bien, y que podemos hacerlas conjuntamente. Las selecciones, y la de fútbol en particular, muestran al resto del mundo la capacidad que tenemos de enfrentarnos a retos comunes. Para López, todas las victorias ayudan, si bien no hay que supeditar todo a un partido. El catedrático deja claro que «mantenerse, ser respetados, y jugar bien, no es producto del azar. Es el resultado de un trabajo bien hecho, de una larga trayectoria». En cuanto a la mentalidad ganadora, la voluntad de victoria puede definirse como «la voluntad de alcanzar la gloria en la competencia con otros países».
A nivel individual el marco varía sensiblemente, especialmente relacionado con el estatus económico. Julio Bobes asegura que «las victorias no ejercen como antidepresivos, pueden ilusionar y empujar el sentimiento de pertenencia a un país, pero siempre desde la percepción subjetiva». Se han de diferenciar dos grupos: los más y los menos favorecidos. Las victorias calan más en aquéllos con ciertas preocupaciones cubiertas, pero no es el caso en aquéllos con problemas. Estos pueden ser económicos, familiares o de salud. «En el caso de estos últimos», dice el psiquiatra, «la victoria no les va a cambiar el estado de su enfermedad», por lo que «la influencia será mucho menor».
En contraposición, la realidad es bien distinta. Los efectos psicológicos están limitados por el factor tiempo, siempre y cuando las victorias deportivas no vayan asociadas a logros económicos. Esta alegría subjetiva es exclusivamente transicional, sin efectos a largo plazo. «Dentro de poco habrá otros motivos para sentirse orgullosos», sentencia.”
Socialmente, «la Selección ha demostrado muchas cosas ya, indistintamente del resultado obtenido», asegura Antonio López, catedrático de Trabajo Social de la UNED. «Los españoles ya hemos demostrado que sabemos hacer las cosas bien, y que podemos hacerlas conjuntamente. Las selecciones, y la de fútbol en particular, muestran al resto del mundo la capacidad que tenemos de enfrentarnos a retos comunes. Para López, todas las victorias ayudan, si bien no hay que supeditar todo a un partido. El catedrático deja claro que «mantenerse, ser respetados, y jugar bien, no es producto del azar. Es el resultado de un trabajo bien hecho, de una larga trayectoria». En cuanto a la mentalidad ganadora, la voluntad de victoria puede definirse como «la voluntad de alcanzar la gloria en la competencia con otros países».
A nivel individual el marco varía sensiblemente, especialmente relacionado con el estatus económico. Julio Bobes asegura que «las victorias no ejercen como antidepresivos, pueden ilusionar y empujar el sentimiento de pertenencia a un país, pero siempre desde la percepción subjetiva». Se han de diferenciar dos grupos: los más y los menos favorecidos. Las victorias calan más en aquéllos con ciertas preocupaciones cubiertas, pero no es el caso en aquéllos con problemas. Estos pueden ser económicos, familiares o de salud. «En el caso de estos últimos», dice el psiquiatra, «la victoria no les va a cambiar el estado de su enfermedad», por lo que «la influencia será mucho menor».
En contraposición, la realidad es bien distinta. Los efectos psicológicos están limitados por el factor tiempo, siempre y cuando las victorias deportivas no vayan asociadas a logros económicos. Esta alegría subjetiva es exclusivamente transicional, sin efectos a largo plazo. «Dentro de poco habrá otros motivos para sentirse orgullosos», sentencia.”
…
Cuando ayer por la noche recibí un e-mail desde Kiev de una buena
amiga ucraniana, Tatyana, que pronto visitará España, en el que me decía “ИСПАНИЯ-ЧЕМПИОН!!!!!!!!!!!, УРАААААА” (¡España campeona! ¡Hurra!), me percaté de
que el triunfo de la selección española de fútbol en la Uefa Euro 2012,
celebrada en Ucrania, no había sido solo un evento deportivo reservado a la
celebración de los aficionados al deporte y de los hinchas del fútbol y de la
selección nacional española.
La verdad es que el eco de esa victoria ha sido enorme, y en todos los
medios informativos españoles y extranjeros aparece destacada la noticia de que
el equipo de fútbol representativo de la nación española había derrotado a Italia en el partido final
de la máxima competición a nivel europeo.
Me alegra, y mucho, ese triunfo, porque no dejo de ser un veterano
aficionado al fútbol, y me recreo más con la belleza del juego que con las
emociones de los triunfos, pero en el día de ayer se fundieron ambas
características en el evento feliz que protagonizó el equipo español.
Bienvenida sea esa victoria, que contribuye no solamente a paliar
tanta pena y angustia de tantos españoles, sino especialmente a sembrar un
átomo de ilusión en sus vidas, y a proclamar la marca “España” por todo el universo;
que falta hace.
Arde la Comunidad Valenciana |
Yo diría que en vez de una prima de riesgo cada vez más elevada,
España en esta ocasión ha alcanzado la “prima de triunfo” suprema, al
proclamarse sin solución de continuidad dos veces campeona de Europa y, en
medio, campeona del mundo, lo que parece que ningún otro equipo ha conseguido
hasta el presente.
Vista satélite |
No dejó de ser una paradoja que mientras España se gozaba en el triunfo,
pocos repararan en que se estaba produciendo un doloroso destrozo de la
naturaleza en una de las regiones más ricas de la nación.
El presidente del gobierno español, que ni ha aparecido por las zonas
del siniestro, se ha limitado a enviar hoy, lunes (es decir, tarde y mal,
cuando todo parece controlado), a dos de sus ministros. Pero, eso sí, ha tenido
tiempo para invertir casi un día desplazándose hasta Kiev para disfrutar del
espíritu patriotero del fútbol.
Llegada del aviónde la selección |
Ahora, en medio de los efluvios” de la gloria deportiva, bueno sería
que tanto el gobierno como la oposición fueran capaces también de arropar a los
españoles con medidas y actuaciones de salvaguarda frente a ataques económicos
exteriores y frente a la tremenda recesión que nos amenaza.
Tal vez habría que decir, si es que este sofisma no fuera tal, que en
España somos capaces de hacer con la economía lo que han hecho nuestros
futbolistas. Que es lo que desearíamos, pero que difícilmente obtendremos si no
es con cordura, perseverancia, trabajo y humildad.
La copa llega a España |
Que este triunfo no se convierta en el “panem et circenses” de los romanos, y que estas gotas de ambrosía que el triunfo
proporciona contagien el decurso económico de nuestra nación.
¡Ah! Y a Tatyana y Gleb (su marido), y a todos los amigos ucranianos y
de otros países que se han alegrado con España, gracias mil por su solidaridad
y gozo ante un evento que por fin rodea de satisfacción a España.
Que a nadie le amarga un dulce…
En la seguridad de que Ucrania y Donetsk y Kiev y Polonia y Gdanks han pasado a formar parte de la historia de España y de su selección nacional de fútnol.
Que a nadie le amarga un dulce…
En la seguridad de que Ucrania y Donetsk y Kiev y Polonia y Gdanks han pasado a formar parte de la historia de España y de su selección nacional de fútnol.
“En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la victoria, se conoce al
caballero”.- Jacinto Benavente (1866-1954)
Dramaturgo español.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Parabéns, Salvador ou Angel. Realmente a Espanha venceu e convenceu. Aqui para nós, Portugal também não esteve mal. Um grande abraço.
ResponderEliminarZé
Caro Zé! Muito obrigado. Mas a equipa portuguesa jogou muito bem e se calhar houvesse podido se classificar. Foi uma grande pena que España e Portugal nao tivesem o seu encontro na final.
ResponderEliminarMas o problema é que o futebol nao resolve os problemas do desemprego nim da crise economica.
Ao menos a malta gozou um bocado. Grande abraçso