10 diciembre 2009

Éramos pocos...y parió la abuela...

“ El fármaco más usado contra la gripe, el popular Tamiflu, vuelve a la palestra. Una revisión de estudios publicada en el último número de la revista 'British Medical Journal' asegura que no hay evidencias claras de la eficacia del medicamento frente a las complicaciones asociadas al trastorno, como la neumonía.
Tamiflu, cuyo principio activo es el oseltamivir, es uno de los fármacos más comprados por los Gobiernos de todo el mundo para hacer frente a la pandemia global de H1N1.
El trabajo, liderado por Chris Del Mar, profesor de la Bond University de Australia, pretendía ser una actualización de una revisión publicada en 2006 por la revista 'The Cochrane Library'.
Sin embargo, los investigadores se encontraron con importantes escollos a la hora de verificar de forma independiente los resultados de algunas investigaciones previas.
En concreto, los autores de este trabajo comprobaron que gran parte de los datos que hasta ahora sustentaban las evidencias científicas sobre el fármaco provenían de trabajos financiados directamente por la compañía fabricante del producto -Roche- que no habían sido publicados en revistas médicas”
(“EL MUNDO”, 10/12/09)

El refrán popular que da título a este escrito, es una expresión (muy utilizada, por cierto) equivalente español a lo que viene siendo la Ley de Murphy: Si algo puede salir mal, saldrá mal. Y si además puede empeorar, lo hará.
“Éramos pocos y parió la abuela” es como decir que, por si ya no había suficientes cosas que funcionasen mal hasta el momento, de repente llega otra cosa más grave aún que te hace plantearte lo de ¿qué he hecho yo para merecer esto?
Y sin ánimo de desesperarme, ni de hacer cundir el pánico, la verdad es que en medio de tanta crisis; de tanto calentamiento global; de tanta guerra que se dice no es tal, pero que es peor; de secuestros a granel, en el mar y en el desierto; de huelgas de hambre por nacionalidades que no existen pero que deberían ser reconocidas; de policías gibraltareños que detienen a guardias civiles que perseguían a contrabandistas; de presidentes de gobierno que dicen que ya está superada la crisis, cuando apenas si hemos entrado en ella; en medio de todo este cúmulo de líos, problemas y preocupaciones, ahora resulta que ni siquiera es de fiar la vacuna de la gripe A.
Siempre me tuvo “mosca” (perdóneseme la vulgaridad, pero así se entiende mejor) que se anunciara, primero, que la gripe A iba a ser una gran pandemia, cuando ni antes ni ahora ha pasado de ser una versión, hasta suave, de la gripe que todos los años azota a tanta gente.
También me hizo sospechar que se anunciara a bombo y platillo en tantos países (en nuestra España, la “sanitaria” ministra Trini, que aplica a sí misma buenas dosis de desintoxicantes y de “distrayentes”, para evitar se piense en el caos económico en el que estamos) que contabamos con suficientes previsiones de vacunas, y que se comenzarían a aplicar en cuanto estuvieran listas, y , llegado el momento, se limitó a sectores de riesgo especial, en medicina pública, aunque en privado la mayoría de los médicos desaconsejaban la aplicación de la vacuna si no se preveía un gran riesgo.
Así, muchos colectivos médicos se han aplicado a sí mismos la vacuna de la gripe, pero de la gripe común; y lo mismo han aconsejado en voz baja otros muchos doctores.
¿Qué es lo que pasa? ¿Qué ha pasado con lo de la gripe A?
No me arriesgaré a dictar mi opinión, pero todo parece que se trata de una operación especulativa del gran capital invertido en los laboratorios farmacéuticos, para desviar la atención de la crisis galopante en otros sectores, y sembrar unas buenas y rentables operaciones de fabricación y venta.
O sea, que en medio de tanta zozobra, ahora parece que ni la vacuna de la gripe A, tan cacareada, tan anunciada, sirve para mucho.
No sé si va a parir la abuela, pero a nosotros, entre unos y otros, nos están sumiendo en una sensación de rechazo y asco, ante tanta manipulación y mentira.
“Cuando la estafa es enorme ya toma un nombre decente”. Ramón Pérez de Ayala (1881-1962) Escritor y periodista español.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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