En los anteriores comentarios sobre el viaje que he tenido el placer de realizar el pasado mes de Agosto, he intentado desgranar los aspectos que más significativos me han resultado de la visita a muy diferentes países, todos ellos de la Unión Europea, excepto Ucrania y Suiza (que casi lo es), comparando situaciones vividas y tratando de analizar realidades apreciadas desde mi experiencia de impenitente viajero de muchos años.
Ahora pienso que es llegado el momento de poner colofón a lo narrado, completándolo con la mención a que casi un millar de fotografías sobre el viaje se han publicado en Webshots (http://www.webshots.com/), por lo que accediendo a este link, descargando la suscripción gratuita a Webshots y abriendo “album apb”, se podrá visionar las fotos, organizadas por destinos.(Y siempre se me puede escribir pidiendo especial link por mi parte para entrar en los álbumes).
He de destacar que el viaje que he realizado, con mi esposa y una hija, lo hemos efectuado en un coche especial, un Toyota ”Prius”, “Hybrid”, es decir un coche de avanzada tecnología que funciona sobre la base de una potentísima batería eléctrica a la que auxilia un motor de gasolina de 1.6 CV, con total automatismo en las marchas (es decir, no es que tenga marchas automáticas, es que cuenta con una marcha única polivalente con diferentes prestaciones), que no alcanza más allá de los 160 km/hora –ni me hizo falta por las limitaciones de velocidad implantadas en toda Europa— pero que tiene unas prestaciones muy regulares, de conducción comodísima y de consumo reducido (entre 4.8 y 5.2 litros por 100 kilómetros, por autopista y a una velocidad media de 120 km/h).
En mi opinión el viaje en coche ofrece muchas ventajas, si lo que se desea es realizar trayectos flexibles y acomodados a los gustos o necesidades de los viajeros, especialmente paradas, visitas, tiempos de descanso, etcétera.
Cierto es que la conducción a veces resulta cansada, pero si viaja más de un chófer, es más que cómoda.
En mi caso, conduje yo solito los 9.641 kilómetros del periplo, y confieso que en ocasiones me sentí algo cansado, especialmente en los trayectos más largos, como Valencia-Niza (1.000 km) o Niza- Innsbruck (por el paso del Brennero, debido al atasco en Italia durante 100 kilómetros antes del paso de montaña) o Ivano-Frankivsk-Krakow (por la demora de casi cinco horas en la frontera ucraniano-polaca y por el enorme tráfico en las saturadas e incómodas carreteras polacas, atravesando poblaciones y encontrando muchos semáforos).
Pero, pese a todo, el placer de conducir por Europa, especialmente por los países de la Unión Europea, compensa el posible cansancio, por la multiplicidad de oportunidades que brinda, la posibilidad de variar rutas, escogiendo paisajes preciosos, conociendo lugares fuera de itinerarios principales, etcétera. Aunque se requiere un previo conocimiento de la zona, o una muy detallada información por libros monográficos de viajes, mapas de carreteras y navegador, bien útil especialmente para entrar y salir de las ciudades y encontrar alojamiento.
Yo había reservado previamente, desde España, por Internet, todos los hoteles de la ruta de ida y de vuelta, aunque varié algo el retorno, una vez en Ucrania, vía Internet.
Me resultó muy útil, porque así llegué directamente al hospedaje reservado, y simplemente presentado la información realicé el check in.
Como sorpresas de este viaje (ya he dicho que yo prácticamente conocía casi todos los lugares que visitamos) apuntaré:
1.- La maravilla que es cruzar Europa sin los problemas de fronteras, ya que desde Valencia a Ucrania, el primer control de pasaportes lo realizamos accediendo a este país; y desde Ucrania a Valencia, solamente tuvimos trámites fronterizos y aduaneros al entrar en Polonia –bien meticulosos, por cierto- porque era la primera “frontera Schengen”.
2.- El abuso que se ha desatado en los países que aún no son “zona Euro”, especialmente Hungría y República Checa, en los que el cambio de moneda es abusivo y los establecimientos hoteleros "asaetean"con la aplicación de un cambio más abusivo todavía ( ¿Cómo se concibe que un hotel en Budapest, de la misma cadena y características que el de Viena, costara un 20% más caro, solamente por la aplicación del cambio de moneda?
3.- Que los países más recientes en la Unión Europea, aún precisan de bastantes cambios, porque aunque se percibe la mejoría por las muchas obras públicas en curso (“dinero de Europa”), el nivel de vida, el cuidado ciudadano y el ambiente social son bastante más bajos que en los países ya consolidados en Europa, con calles y medios de transporte menos limpios, menor atención al cliente y al consumidor, bastantes ladronzuelos y muchos mendigos…
4.- Que el ciudadano europeo que viaja por Europa es en general más atento, educado y limpio que muchos de los turistas que soportamos en España.
5.- Que Ucrania está social y civilmente muy lejos de Europea todavía.
6.- Que hay muchísimos turistas de Rusia (gente adinerada, con automóviles de lujo) en el sur de Francia, en Austria y en Alemania.
7.- Que los conductores son muy respetuosos con las reglas de la circulación, especialmente los límites de velocidad.
Basta entrar en España para comenzar a encontrar “listillos” que adelantan por la derecha en las autopistas, que circulan a más de 160 km/hora, que se dedican a “achuchar” a los coches que les preceden por la autopista con destellos insistentes, para que se aparten, solamente porque su velocidad es menor.
8.- Que en el extranjero la hostelería es, en general, más cara que en España, aunque resulta muy útil organizarse unos bocadillos o sándwiches mediante su compra en supermercados, para tener un gastos normal.
9.- Que el conocimiento del idioma inglés es muy útil por doquier, por encima del francés, ruso, español, italiano (idiomas que conozco y hablo),.
Y, en fin, estos comentarios son los que, a modo de conclusión, cierra mis croniquillas sobre el “periplo”.
Ha habido quien me ha sugerido “calificar” con “nota” cada una de las ciudades y lugares visitados.
Renuncio a ello, porque considero que mi opinión, aunque bastante experimentada, siempre sería subjetiva, y que el mayor placer para cada viajero es sentir y vivir sus viajes para extraer sus propias conclusiones.
Si cualquier lector desea consejos o comentarios sobre algún punto, ya sabe cómo hacer…
¡Muchas gracias por haber tenido la paciencia de leer mis muy personalísimos comentarios! ¡Ojalá sean útiles!
¡Y buen viaje!
“Viajar enseña tolerancia.” Benjamin Disraeli (1766-1848) Estadista ingles.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Ahora pienso que es llegado el momento de poner colofón a lo narrado, completándolo con la mención a que casi un millar de fotografías sobre el viaje se han publicado en Webshots (http://www.webshots.com/), por lo que accediendo a este link, descargando la suscripción gratuita a Webshots y abriendo “album apb”, se podrá visionar las fotos, organizadas por destinos.(Y siempre se me puede escribir pidiendo especial link por mi parte para entrar en los álbumes).
He de destacar que el viaje que he realizado, con mi esposa y una hija, lo hemos efectuado en un coche especial, un Toyota ”Prius”, “Hybrid”, es decir un coche de avanzada tecnología que funciona sobre la base de una potentísima batería eléctrica a la que auxilia un motor de gasolina de 1.6 CV, con total automatismo en las marchas (es decir, no es que tenga marchas automáticas, es que cuenta con una marcha única polivalente con diferentes prestaciones), que no alcanza más allá de los 160 km/hora –ni me hizo falta por las limitaciones de velocidad implantadas en toda Europa— pero que tiene unas prestaciones muy regulares, de conducción comodísima y de consumo reducido (entre 4.8 y 5.2 litros por 100 kilómetros, por autopista y a una velocidad media de 120 km/h).
En mi opinión el viaje en coche ofrece muchas ventajas, si lo que se desea es realizar trayectos flexibles y acomodados a los gustos o necesidades de los viajeros, especialmente paradas, visitas, tiempos de descanso, etcétera.
Cierto es que la conducción a veces resulta cansada, pero si viaja más de un chófer, es más que cómoda.
En mi caso, conduje yo solito los 9.641 kilómetros del periplo, y confieso que en ocasiones me sentí algo cansado, especialmente en los trayectos más largos, como Valencia-Niza (1.000 km) o Niza- Innsbruck (por el paso del Brennero, debido al atasco en Italia durante 100 kilómetros antes del paso de montaña) o Ivano-Frankivsk-Krakow (por la demora de casi cinco horas en la frontera ucraniano-polaca y por el enorme tráfico en las saturadas e incómodas carreteras polacas, atravesando poblaciones y encontrando muchos semáforos).
Pero, pese a todo, el placer de conducir por Europa, especialmente por los países de la Unión Europea, compensa el posible cansancio, por la multiplicidad de oportunidades que brinda, la posibilidad de variar rutas, escogiendo paisajes preciosos, conociendo lugares fuera de itinerarios principales, etcétera. Aunque se requiere un previo conocimiento de la zona, o una muy detallada información por libros monográficos de viajes, mapas de carreteras y navegador, bien útil especialmente para entrar y salir de las ciudades y encontrar alojamiento.
Yo había reservado previamente, desde España, por Internet, todos los hoteles de la ruta de ida y de vuelta, aunque varié algo el retorno, una vez en Ucrania, vía Internet.
Me resultó muy útil, porque así llegué directamente al hospedaje reservado, y simplemente presentado la información realicé el check in.
Como sorpresas de este viaje (ya he dicho que yo prácticamente conocía casi todos los lugares que visitamos) apuntaré:
1.- La maravilla que es cruzar Europa sin los problemas de fronteras, ya que desde Valencia a Ucrania, el primer control de pasaportes lo realizamos accediendo a este país; y desde Ucrania a Valencia, solamente tuvimos trámites fronterizos y aduaneros al entrar en Polonia –bien meticulosos, por cierto- porque era la primera “frontera Schengen”.
2.- El abuso que se ha desatado en los países que aún no son “zona Euro”, especialmente Hungría y República Checa, en los que el cambio de moneda es abusivo y los establecimientos hoteleros "asaetean"con la aplicación de un cambio más abusivo todavía ( ¿Cómo se concibe que un hotel en Budapest, de la misma cadena y características que el de Viena, costara un 20% más caro, solamente por la aplicación del cambio de moneda?
3.- Que los países más recientes en la Unión Europea, aún precisan de bastantes cambios, porque aunque se percibe la mejoría por las muchas obras públicas en curso (“dinero de Europa”), el nivel de vida, el cuidado ciudadano y el ambiente social son bastante más bajos que en los países ya consolidados en Europa, con calles y medios de transporte menos limpios, menor atención al cliente y al consumidor, bastantes ladronzuelos y muchos mendigos…
4.- Que el ciudadano europeo que viaja por Europa es en general más atento, educado y limpio que muchos de los turistas que soportamos en España.
5.- Que Ucrania está social y civilmente muy lejos de Europea todavía.
6.- Que hay muchísimos turistas de Rusia (gente adinerada, con automóviles de lujo) en el sur de Francia, en Austria y en Alemania.
7.- Que los conductores son muy respetuosos con las reglas de la circulación, especialmente los límites de velocidad.
Basta entrar en España para comenzar a encontrar “listillos” que adelantan por la derecha en las autopistas, que circulan a más de 160 km/hora, que se dedican a “achuchar” a los coches que les preceden por la autopista con destellos insistentes, para que se aparten, solamente porque su velocidad es menor.
8.- Que en el extranjero la hostelería es, en general, más cara que en España, aunque resulta muy útil organizarse unos bocadillos o sándwiches mediante su compra en supermercados, para tener un gastos normal.
9.- Que el conocimiento del idioma inglés es muy útil por doquier, por encima del francés, ruso, español, italiano (idiomas que conozco y hablo),.
Y, en fin, estos comentarios son los que, a modo de conclusión, cierra mis croniquillas sobre el “periplo”.
Ha habido quien me ha sugerido “calificar” con “nota” cada una de las ciudades y lugares visitados.
Renuncio a ello, porque considero que mi opinión, aunque bastante experimentada, siempre sería subjetiva, y que el mayor placer para cada viajero es sentir y vivir sus viajes para extraer sus propias conclusiones.
Si cualquier lector desea consejos o comentarios sobre algún punto, ya sabe cómo hacer…
¡Muchas gracias por haber tenido la paciencia de leer mis muy personalísimos comentarios! ¡Ojalá sean útiles!
¡Y buen viaje!
“Viajar enseña tolerancia.” Benjamin Disraeli (1766-1848) Estadista ingles.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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