“Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas”, Oscar Wilde (1854-1900)
Que me perdonen los acérrimos defensores de la igualdad entre hombres y mujeres, y especialmente la “A-ida” ministra española de la Igualdad, si entienden los comentarios que siguen como una crítica o chanza respecto del género femenino.
Nada más lejos de mi intención, pues solamente busco glosar algunos acontecimientos recientes en los que las féminas han dado que hablar, para bien y para mal.
Empecemos por la Reina de España, la querida y admirada Doña Sofía, quien por una vez se mostró sensible, española, femenina, intentando (sin éxito) darle un beso de celebración a su Augusto –y a la sazón despistado- esposo, cuando la selección española de fútbol marcó en el estadio vienés antes llamado Prater, el gol que significó el triunfo y el campeonato de Europa.
En aquel lance, la Reina fue ante todo mujer, femenina, y no evitó el efluvio de la emoción, brindando un ósculo que su distraído cónyuge no alcanzó a recibir.
No olvido a la Princesa de Asturias, tan lista y avisada ella (¿por qué algunos le llaman “listizia”?), quien no eludió en un partido anterior los gestos de emoción y amor a su Felipe de España, llegando al beso conyugal (Si bien otras lenguas de la vida “rosa” rumorean que los ósculos se debían a “otras razones privadas”).
Ni tampoco se me pasan las escenas de tantas y tantas chicas (y no tan chicas) en los estadios austríacos, apoyando la selección española, junto con otras mujeres que ni salieron de su pueblo o ciudad, celebrando con abrazos, besos, estrujones y todo tipo de gestos de entusiasmo y de amor, los éxitos del equipo español.
Hasta ahí, todo más o menos normal.
Pero al mismo tiempo tengo absolutamente presente la actitud y los gestos de nuestra ministra “guerrera” (que no otra cosa, por lo de la guerra, es la titular de Defensa), quien ya ha vuelto a ejercer de “alta jefa” y repartir maternidad entre su pequeñín hijito y los sesudos y veteranos generales, pues, al volver de ser solamente mamá de su nene, lo ha hecho con tanta energía y rotundidad, que ha llegado a impresionarme, ya que lo primero que ha dicho es que va a cambiar la “cúpula militar”. Dicho de otra manera, que va a demostrar que ella es la que manda, “cargándose” a unos cuantos generales y nombrando a otros. (¿Conocerá esta autoritaria ministra aquello de que “no sepa tu mano izquierda lo que va a hacer la derecha?)
¡Así se hace! ¡Hay que demostrar espíritu de firmeza y de control, frente a los criticones hombres de la milicia, que tanta broma e ironía despliegan a costa de una ministra embarazada que fue (a lo mejor ahora empieza a ser embarazosa) y que hace lo que más conviene a su imagen: mandar!
Al mismo tiempo, la ministrilla de la “igualdad” debe estar ufana de que una de sus “iguales”, otra “miembra” del gobierno, salga a la palestra, mandando a los hombres y más si son generales, porque así se realiza el objetivo de “igualdad” que tiene esta “ida”, perdón, Bibi la “Aido”.
Y con todo ello, rezumará orgullo una Vicepresidenta del ejecutivo que si alguna situación igualitaria procura es mantener a raya a todos los hombres y mujeres a su mando, que no somos sino todos los españolitos.
¿Dónde están, me pregunto, los dulces recuerdos de aquellas Audrey Hepburn, o Grace Kelly, o Jean Simons, o Elizabeth Taylor, o Sarita Montiel, y tantas otras deliciosas féminas actrices?
¿Dónde queda la dulzura de nuestras madres, antes, cuando nos arropaban y nos preparaban solícitamente el desayuno, y ahora, cuando nos siguen diciendo “sé bueno”?
¿Queda algo de ello en estas chicas de hoy? ¿Son azúcar o se han convertido simplemente en aspartamo y sacarina?
Seguro estoy que sí queda y mucho, entre las féminas normales, entre las mujeres y las chicas que solamente procuran el protagonismo en su vida personal, amorosa y cotidiana.
Así son ellas, las hechas para ser amadas…
Ahora bien, ni las dulces ni éstas chicas tan “igualitarias” y mandonas ellas serán nunca bien comprendidas por nosotros los hombres, porque siguen siendo para nosotros ese maravilloso misterio que nos inspira amor, ternura, competencia, rechazo, huida.
Ya lo dijo Don José Ortega y Gasset: “En la morfología del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada”
¿Serán la de Defensa y la de la Igualdad como Judith y Salomé?
Porque cortar cabezas parece que saben…Y solamente de hombres…
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Que me perdonen los acérrimos defensores de la igualdad entre hombres y mujeres, y especialmente la “A-ida” ministra española de la Igualdad, si entienden los comentarios que siguen como una crítica o chanza respecto del género femenino.
Nada más lejos de mi intención, pues solamente busco glosar algunos acontecimientos recientes en los que las féminas han dado que hablar, para bien y para mal.
Empecemos por la Reina de España, la querida y admirada Doña Sofía, quien por una vez se mostró sensible, española, femenina, intentando (sin éxito) darle un beso de celebración a su Augusto –y a la sazón despistado- esposo, cuando la selección española de fútbol marcó en el estadio vienés antes llamado Prater, el gol que significó el triunfo y el campeonato de Europa.
En aquel lance, la Reina fue ante todo mujer, femenina, y no evitó el efluvio de la emoción, brindando un ósculo que su distraído cónyuge no alcanzó a recibir.
No olvido a la Princesa de Asturias, tan lista y avisada ella (¿por qué algunos le llaman “listizia”?), quien no eludió en un partido anterior los gestos de emoción y amor a su Felipe de España, llegando al beso conyugal (Si bien otras lenguas de la vida “rosa” rumorean que los ósculos se debían a “otras razones privadas”).
Ni tampoco se me pasan las escenas de tantas y tantas chicas (y no tan chicas) en los estadios austríacos, apoyando la selección española, junto con otras mujeres que ni salieron de su pueblo o ciudad, celebrando con abrazos, besos, estrujones y todo tipo de gestos de entusiasmo y de amor, los éxitos del equipo español.
Hasta ahí, todo más o menos normal.
Pero al mismo tiempo tengo absolutamente presente la actitud y los gestos de nuestra ministra “guerrera” (que no otra cosa, por lo de la guerra, es la titular de Defensa), quien ya ha vuelto a ejercer de “alta jefa” y repartir maternidad entre su pequeñín hijito y los sesudos y veteranos generales, pues, al volver de ser solamente mamá de su nene, lo ha hecho con tanta energía y rotundidad, que ha llegado a impresionarme, ya que lo primero que ha dicho es que va a cambiar la “cúpula militar”. Dicho de otra manera, que va a demostrar que ella es la que manda, “cargándose” a unos cuantos generales y nombrando a otros. (¿Conocerá esta autoritaria ministra aquello de que “no sepa tu mano izquierda lo que va a hacer la derecha?)
¡Así se hace! ¡Hay que demostrar espíritu de firmeza y de control, frente a los criticones hombres de la milicia, que tanta broma e ironía despliegan a costa de una ministra embarazada que fue (a lo mejor ahora empieza a ser embarazosa) y que hace lo que más conviene a su imagen: mandar!
Al mismo tiempo, la ministrilla de la “igualdad” debe estar ufana de que una de sus “iguales”, otra “miembra” del gobierno, salga a la palestra, mandando a los hombres y más si son generales, porque así se realiza el objetivo de “igualdad” que tiene esta “ida”, perdón, Bibi la “Aido”.
Y con todo ello, rezumará orgullo una Vicepresidenta del ejecutivo que si alguna situación igualitaria procura es mantener a raya a todos los hombres y mujeres a su mando, que no somos sino todos los españolitos.
¿Dónde están, me pregunto, los dulces recuerdos de aquellas Audrey Hepburn, o Grace Kelly, o Jean Simons, o Elizabeth Taylor, o Sarita Montiel, y tantas otras deliciosas féminas actrices?
¿Dónde queda la dulzura de nuestras madres, antes, cuando nos arropaban y nos preparaban solícitamente el desayuno, y ahora, cuando nos siguen diciendo “sé bueno”?
¿Queda algo de ello en estas chicas de hoy? ¿Son azúcar o se han convertido simplemente en aspartamo y sacarina?
Seguro estoy que sí queda y mucho, entre las féminas normales, entre las mujeres y las chicas que solamente procuran el protagonismo en su vida personal, amorosa y cotidiana.
Así son ellas, las hechas para ser amadas…
Ahora bien, ni las dulces ni éstas chicas tan “igualitarias” y mandonas ellas serán nunca bien comprendidas por nosotros los hombres, porque siguen siendo para nosotros ese maravilloso misterio que nos inspira amor, ternura, competencia, rechazo, huida.
Ya lo dijo Don José Ortega y Gasset: “En la morfología del ser femenino, acaso no haya figuras más extrañas que las de Judit y Salomé, las dos mujeres que van con dos cabezas cada una: la suya y la cortada”
¿Serán la de Defensa y la de la Igualdad como Judith y Salomé?
Porque cortar cabezas parece que saben…Y solamente de hombres…
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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