12 junio 2008

¿Y QUÉ HAY DE UCRANIA?

Un buen amigo, a quien he de agradecer la benevolencia de leer este blog, me comenta, como buen “sufridor” de mis escritos, que desde hace algún tiempo apenas si trato temas relativos a Ucrania.
Y tiene razón.
No es que Ucrania no sea una buena fuente de noticias a comentar, sino que en España venimos estando tan ocupados con el “empastre nuestro de cada día”, unido a la “no-crisis” pero sí “desaceleración” cotidiana, que apenas si queda hueco para concentrarse en los problemas de Ucrania.
Que no son pocos, ciertamente.
Porque, después de que los parlamentarios del grupo de la primera ministra Yulia Tymoshenko impidieran al Presidente (que lidera el otro partido coaligado con el del gobierno) que se dirigiera a la nación en el discurso institucional de cada año (ésa es una buena muestra de la igualdad que ejerce la “miembra” del gobierno ucraniano y primera ministra), acaeció como por arte de ensalmo que, sin que nadie lo inspirara ni lo promoviera, dos diputados, uno de cada uno de los partidos de la mayoría parlamentaria que sustenta la coalición de gobierno, han renunciado a formar parte de ella.
Esto debería implicar, según mi personal visión de la Constitución ucraniana, que debería decaer la actual coalición, al haber perdido su mayoría parlamentaria, y que el Presidente de la República habría de, o permitir una nueva coalición mayoritaria, o disolver el Parlamento, convocando elecciones.
Así dicho, parece que la cosa es grave.
Pero sin embargo no parece que haya cundido especial alarma en Ucrania, probablemente porque los ucranianos, y más los analistas políticos, están más que acostumbrados a esta clase de “estable inestabilidad”.Y de esta manera, ha seguido la actividad presidencial, y ha tomado posesión un nuevo embajador de Ucrania en Rusia, que se ha apresurado a proclamar que las líneas esenciales del tradicional e histórico entendimiento entre Ucrania y Rusia deben mantenerse, y que hay que revisar solamente las cuestiones en las que puede mejorarse la colaboración; y el gobierno sigue sin adoptar ni un plan ni nada parecido para combatir la inflación, ni para atajar la corrupción, ni aparece un proyecto de desarrollo de la industria, ni nada de nada…
Me temo que los ínclitos miembros del gobierno están “igualándose” a la española, intentando que ninguno de ellos quede con menos dinero que el vecino, y procurando que todos los miembros y “miembras” de la coalición en el poder nutran sobradamente sus bolsillos a base del pueblo ucraniano, el que aún vive en el país y el emigrante, que un día de estos superará al que se halla en la nación.
Y, claro, uno se pregunta –por variar algo respecto de tanta huelga de transporte y de tanto piquete no informativo, sino “incendiativo”, y de tanta inflación “igualitaria” de España – que dónde se vislumbra una política exterior de Ucrania.
Y que dónde está el apoyo y la protección a los inmigrantes que están repartidos por todo el mundo.
Y que dónde está o aparece alguna acción de la Embajada de Ucrania en España para fomentar la integración, protección y ayuda de los inmigrantes de su país en España.
Y dónde se halla cualquier acción de los Consulados de Ucrania en España (incluido el Honorario de Valencia) en el mismo sentido.
No extrañe, pues, que los ucranianos residentes en España se hallen tan dispersos y poco organizados (para una vez que se integraron en alguna que otra Asociación de ellos mismos, les “chorizaban” los cuartos) y que encuentren mejor acogida y apoyo en los españoles que en los representantes de su gobierno y de ellos mismos.
¿Y qué pasa en Ucrania, pues?
Pues pasa que no pasa nada y ocurre todo.
Claro que si la mejora de Ucrania en la democracia conduce a las cotas de progresiva desorganización política, económica y social que últimamente respiramos en España, a lo mejor nos conviene una equivalente a la ínclita Yulia Tymoshenko (¿por qué no la “miembra” Bibi Aído, tan igualitaria ella?) para que puestos a sufrir nos riamos un poquito de tanto esperpento…
Recuerdo que Joseph Fouché (1758-1820) Duque de Otranto, político francés, dijo que “todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es”.No estoy de acuerdo, especialmente porque “para tener precio”, al menos hay que tener un mínimo de capacidad y, por lo que se ve, en Ucrania y en esta España nuestra casi siempre en siesta, “la idiotez es una enfermedad extraordinaria, porque no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”, según irónizó el cáustico Voltaire ya por aquellos años 1700.
¿Se enterarán de ello los miembros y las “miembras” de los gobiernos de ambos países?
Prometo regalar una botella de vodka ucraniano (el bien apreciado “gorilka”) a quien me informe de algún miembro/a que se halle en período de "crisalización" (por crisálida) y liberación de la idiotez.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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