Esta expresión o dicho popular, generalmente conocida, viene a expresar el rechazo a una misma nefasta actuación o situación pero realizada o con protagonismo de diferentes personas.
Su origen se atribuye a una expresión del rey Fernando VII al pasar revista real, en el siguiente contexto: Instituida por la Revolución de 1820, la milicia de Madrid fue disuelta después de la entrada de los franceses en 1823 y sustituida por los voluntarios realistas. Cuando estos se presentaron por primera vez delante de Fernando VII, éste se sorprendió al ver que aquellos nuevos soldados realistas eran los mismos milicianos liberales que acababa de licenciar y refirió la citada frase a su soldado de guardia: «¡Pero si son los mismos perros con distintos collares!».
Se trata de un dicho que viene a la memoria casi todos los días, bien referido a los políticos de uno u otro bando o partido; o a los dirigentes de tal o cual organización; o a los miembros de una u otra profesión…
La frase “suena” mejor cuando se emplea con referencia a los políticos, que, ya se sabe, prometen unas cosas cuando aspiran a ser elegidos, y hacen lo que les conviene cuando ya fueron electos.
Especialmente me ha llamado la atención la situación en Rusia, nación grande donde las haya, pero en la que parece que el sistema soviético ha sido sustituido por un presidencialismo absolutista basado en la oligarquía económica.
Así, el eximio Putin, cuyo nacimiento en San Petersburgo podría haberle marcado con bastantes reminiscencias de absolutismo zarista, después de haber apurado su presidencia de la república, usando con apariencias democráticas sus poderes absolutos, ha colocado a uno de sus delfines, Medvedev, en la Presidencia, para que el nuevo presidente le designe inmediatamente como Primer Ministro, transfiriéndole casi simultaneamente la mayoría de las facultades ejecutivas.
No es la primera vez que algo así ocurre, porque la falta de vergüenza de los políticos de acá y de acullá no conoce límites y se escabulle de las críticas.
Algo parecido parece ocurrir en esta España de nuestras zozobras, en la que desde el presidente del gobierno hasta el líder del más minúsculo partido, se esfuerzan en agarrarse al poder a cualquier precio, usando todas las artimañas posibles.
Son, sí, los mismos perros con distintos collares.
¡Ah! Que me perdonen los canes, porque su nobleza no merece se les use como paradigma para criticar a los políticos.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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