Le conozco desde hace más de cinco años.
Vivía solo en Ucrania, en Kiev, porque su madre residía en España, trabajando como tantos y tantos ucranianos en busca de unos ingresos que les estaban negados en su región natal de Kherson.
Recuerdo que me encontré con él por primera vez, en el mes de abril del año 2003, en Kiev, y nos fuimos a charlar (le invité, como es lógico) a la cafetería-restaurante Richelieu, muy cerca de Ploscha Lva Tolstova.
Estuvimos medio cenando (él no se atrevía a pedir los platos que aparecían en la carta, por su precio algo elevado, y que le parecían prohibitivos) y charlamos de su madre, que trabajaba en España, que se esforzaba por él y que le enviaba algunos detallitos (supongo que algún dinerillo también).
Me cautivó la sencilla naturalidad del muchacho, que a la sazón estudiaba licenciatura de Ecología en la Kyiv Moguilanska Akademia.
Tanto me agradó el encuentro, que en mis siguientes viajes a Kiev (y fueron muchos, casi todos ellos acompañado por mi esposa ucraniana), siempre intenté un encuentro con el joven, bien invitándole a comer a nuestra casa bien a algún bar o restaurante.
Viajar a Ucrania, estar en Kiev y no encontrarse con el muchacho, era como no cumplir con todas las obligaciones pendientes.
Inclusive, cuando yo impartía lecturas en la Universidad de Turismo, Economía y Leyes, a la que acudió para una charla el Embajador de España de entonces (el muy apreciado y buen amigo Don Luis Gómez de Aranda y Villén), estuvo presente este muchacho ucraniano, quien inclusive llegó a presentarme a los responsables del gabinete de relaciones internacionales de la Kiyv Moguilanska Akademia, y con su ayuda organicé la visita a esta Universidad del citado Embajador de España.
Este estudiante ucraniano terminó con brillantes calificaciones sus estudios, y se planteó entonces la posibilidad de desplazarse a España para vivir con su madre, que llevaba muchos años sin verle.
Lo conseguimos organizar mediante un Visado de estancia por estudios, que permitió al joven superar con altas notas la prueba de acceso a la universidad, matricularse en la Universidad Politécnica de Valencia, en la Facultad de Biotecnología (para la que se exigen altas calificaciones para el acceso) y allí ya estudia dos años, con muy notables puntuaciones.
Pese a ser unos cinco o seis años mayor que sus compañeros de clase, nuestro estudiante se ha integrado absolutamente con ellos y con el ambiente universitario, habla perfectamente el español, y ayuda de manera admirable a su madre, en todas las tareas, inclusive las domésticas.
Hablo muchas veces de este muchacho, mi amigo, a quien admiro tanto como aprecio a su madre, que es mi profesora de lengua rusa desde hace más de tres años.
Y como el próximo día 21 de enero el joven en cuestión celebra su cumpleaños, no puedo menos que contar todo lo anterior, como el mejor homenaje hacia él, por su lucha, su constancia, su sencillez e inteligencia, y a su madre, que bregó como tantos y tantos emigrantes para obtener un mundo mejor para los suyos.
Ambos se lo merecen todo…
Y yo me siento orgulloso de tenerlos y tratarlos como amigos.
El estudiante ucraniano modelo se llama Sergio Ivashchenko, y aunque su modestia pudiere resultar herida, no puedo menos que publicar su nombre, ya que con su nombre honro también el de su madre, Valentyna, perfecto paradigma de la mujer ucraniana.
Les pido perdón a ambos por divulgar sus valores y méritos, pero todos, los ucranianos y los españoles, deben saber de ellos.
¡Y feliz cumpleaños, Sergio!
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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