Nadie, ni español ni extranjero, residente o no en España, podrá negar que el presente anticipo del solsticio de verano que llega mañana está siendo difícilmente soportable, con “olas de calor” que sobrepasan por doquier los cuarenta grados Celsius, y con problemas de supervivencia vital, en medio de una sequía preocupante.
Si a ello se une
la justificada psicosis de riesgo que genera el terrorífico incendio en la zona centro de
Portugal, el panorama no puede ser más desalentador.
A raíz de lo de
Portugal, país que bien conocí y conozco,--porque me acogió solícito durante más
de dos lustros (¡qué buenas amistades quedaron y siguen aun por allí!)--, no basta con decir que la naturaleza es incontrolable y que
frente a su fuerza ingente poco puede hacerse, porque el incendio de Pedrogâo
Grande y comarca (hoy ya extendido a varias freguesías de los vecinos distritos
–provincias- de Coimbra y Castelo Branco) pudo ser muy difícil de predecir y
paliar, pero por encima de sus espantosos resultados flota un cheiro (aire,
tufo, aroma, olor, en portugués) a imprevisión; a pocas diligencias, lentas
coordinaciones y falta de agilidad.
No se olvide que
en Portugal, y más en su centro, la dispersión poblacional en diminutas aldeas
es tradicional, y la buena disposición ciudadana mediante la elogiable
institución de los “bombeiros voluntarios”, o sea, no profesionales, aunque ejemplares y bien bravos, frente a
los “bombeiros sapadores” (profesionales) no ha sido capaz ni suficiente para
paliar la catástrofe de tantas dimensiones como la que está aconteciendo.
Si a ello se
añade (como en España ocurre también) la falta de limpieza “preventiva” de los
bosques, el “cocktail” estaba preparado. Y a fe que resultó explosivo y mortal.
Porque "lo que tenía que pasar...pasó"
Reparaba yo
mismo ayer en la profesionalidad denotada y demostrada por la brigada de
efectivos de la Unidad Militar de Emergencias de España, que, con sus
doscientos efectivos y abundantes medios materiales, se ha situado en las zonas
de conflicto y ha establecido los adecuados parámetros de actuación, que sin
duda llevarán a la solución de la catástrofe . (Buenas muestras de ello ha
comprobado quien esto escribe en los encuentros y convivencia junto con los veteranos compañeros de las Milicias Universitarias con los
integrantes de la U.M.E., en su cuartel general de Madrid y en varios de sus
batallones de intervención en emergencias, BIEM).
En fin, ya
veremos cuándo se alcanza por fin la estabilización y el control del “infierno”
portugués.
Y estemos
avisados de que en esta España nuestra corremos los mismos peligros, bien que
parece que existen mejores sistemas y esquemas de defensa frente a estas catástrofes.
Ahora bien, en
lo que parece que ni estamos preparados ni queremos estarlo, es en cuanto a los
“incendios” y catástrofes políticos que se están anunciando, porque después de
la entronización de Pedro Sánchez como el “Papa de la izquierda”, "el Mr. Proper de la política española2, las palabras
(y los hechos, que es peor) de este imbuido de soberbia y trufado de ánimos de
venganza solamente anuncian contorsiones, crisis, fuegos.
Bien puede
entenderse que proclame y pregone que él lidera la izquierda (¡para que lo haga “P(j)odemos”
casi es mejor así!); y también llegaríamos a resignarnos para que estableciera su
unidireccional odio hacia el partido gobernante, haciendo guiños a los “morados”
para integrar la “zurdería” o zurdez política.
Pero ya es
más que suspecta la doblez rayana en la insensata imprudencia que implica esa teoría del estado único pero plurinacional, que
denota el uso de un trabalenguas y de medias verdades para lograr el objetivo
principal. Que él, Pedro Sánchez, "apóstol" apócrifo del izquierdismo, sea el líder que
limpie España y la conduzca a que finalmente nuestra nación sea “zurda de las
dos manos”, manteniendo una Cataluña siempre pugnaz con el estado y la nación
española, y unos dirigentes (los catalanes pro independentistas) a quienes se
debió negar hace mucho tiempo el pan y la sal, inhabilitándoles por su aviesa traición
a las esencias de España.
Y al nuevo
aunque viejo líder de ese partido socialista que se autoproclama como regenerado (dice que va a consolidar su formación política para que saque a España del
corrupto ambiente actual), la verdad es que no da mucha fiabilidad la “purga”
soterrada que ya está llevando a cabo, él (tan evangélico y tan poco
espiritual y religioso), con aquello de que “quien no está conmigo está contra mí…”
Mientras
tanto, Don Tancredo, léase, Mariano “el pontevedrés”, sigue anclado en la mitad
de la escalera, sin que se sepa si sube o si baja, porque en realidad no hace
ni lo uno ni lo otro, y deja que los “incendios” de sus adversarios le eviten
perder lo que
mal está conservando.
mal está conservando.
Calor,
incendios, fuegos, catástrofes, al inicio del verano.
¿Soportaremos
tantos sofocones y tantas imprudentes impericias?
De momento, me
consuelo bebiendo una buena horchata de chufa de Alboraya, porque al menos me palía
la sed y el ardor mental y evita que como fruto del fuego yo suelte más “chispas” de descontento.
¡Refrésquense,
amigos, que viene “el fuego que quema”!
SALVADOR DE
PEDRO BUENDÍA
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