22 mayo 2017

Esta España nuestra: Y vuelta a la confrontación liderada por un falsamente defenestrado. “Un Sánchez para las revanchas” . Manque España pierda…

“La rosa de Pedro Sánchez
Cuesta trabajo creer que el ganador pueda resucitar el PSOE que él mismo ha malogradoCerrar
(Rubén Amón, en “El País”, 22/05/2017)
Pedro Sánchez ha resucitado de sus cenizas como la rosa de Paracelso. Es un cuento de Borges y una alegoría de la fe. Tenerla no requiere de pruebas. Por eso el viejo Paracelso se resistió a obrar el milagro que le reclamaba un discípulo: "Demuéstrame que puedes devolver a la vida la rosa que acabo de arrojar al fuego".
Y no lo hizo el sabio. O sí lo hizo cuando el ambicioso alumno ya se había marchado. Puede entenderse la euforia de Sánchez en la moraleja del cuento borgiano. Nadie ha creído más que él en sí mismo. Y todos o casi todos los escépticos habíamos ridiculizado su viaje de pastor mormón, pueblo a pueblo, casa a casa

Es la victoria de la obstinación, de la perseverancia, pero Sánchez no debería incurrir en la pretensión o en el error de atribuírsela como un milagro particular. Sobre todo porque su principal mérito no proviene del proyecto, o del programa, sino del poder de identificación que ha supuesto el rechazo a la investidura de Mariano Rajoy.
Tanto se amontonaban los escándalos del PP, tanto
adquiría prestigio y relevancia la doctrina del monosílabo. La actualidad, la coyuntura, beneficiaban la candidatura de Sánchez. Le permitían canonizarse en su pasaje de responsabilidad. Porque dimitió como diputado. Y porque la interinidad del PSOE y la sensibilidad hacia la estabilidad política, derivadas ambas del fracaso electoral del sanchismo, complicaba a los socialistas la posibilidad de emprender posiciones beligerantes hacia el PP.
Pedro Sánchez era un mal candidato con un lema fabuloso. "No es no" ocupa ocho caracteres, espacios incluidos. Y tanto representa una apelación a las emociones como encubre su negligencia política. No
sólo ha logrado convertir en "derrocamiento" su legítima deposición de la secretaria general, sino que ha conseguido abstraerse de sus propios desastres electorales. Se jibarizaba el PSOE, se desnutría. Y lo hubiera seguido haciendo de haberse convocado las terceras elecciones, pero Sánchez ha alcanzado a presentarse a la militancia como la encarnación de la pureza. Los milagros necesitan la credulidad de la feligresía. Y Sánchez se hizo rosa sobre los rescoldos de su herencia.
Es donde se antoja más elocuente la estrategia fallida de Susana Díaz. Y donde se retrata la impotencia de un ejército que había alistado a más generales que soldados. La presidenta andaluza reunió a los
barones y a los patriarcas. Reconcilió a las antiguas familias, aglutinó el poder institucional, pero semejante ejercicio de músculo oficialista y de aparato burocrático no hizo sino beneficiar al corpulencia de Pedro Sánchez.
Primero porque se le estaba concediendo el tamaño de un gigante. Y en segundo lugar porque el mensaje simple y categórico del "No es no" alimentaba el antagonismo de la casta y las bases, el sistema y el antisistema, lo antiguo y lo nuevo.
Se trata de una simplificación, de un territorio emocional, pero los procesos de autodestrucción que se han producido entre los laboristas y los socialistas franceses exponen la subordinación del cartesianismo a las vísceras. Sánchez ha interpretado mucho mejor el tablero de juego que su adversaria. Y su adversaria ha sido incapaz de de desenmascarar al impostor, entre otras razones porque tampoco Susana Díaz ha estimulado el aura de victoria lejos de su territorio de conquista. Es un fracaso personal. Es el fracaso de un partido deslegitimado y el abrupto
final de una época.
Cuesta trabajo creer que Sánchez pueda liderar y resucitar el PSOE que él mismo ha malogrado, pero estamos en los tiempos de la superchería de la superstición. Y no parece importar a los militantes socialistas que la rosa de Sánchez sea de plástico.”
No cabe duda de que “El País” y el atinado comentarista Rubén Amón han quedado decepcionados por el poco previsto resultado de las primarias a la secretaría general del PSOE.
No es nada halagüeño, en verdad, el panorama que se avecina, con un líder envalentonado, en sus inevitables ansias revanchistas, que está dispuesto a alcanzar la Moncloa a cualquier precio.
Y es que se ha olvidado que lo importante en los emprendimientos de esta vida nuestra no son las primeras piedras sino las últimas. Algo que la sultana de Andalucía y sus apoltronados acólitos (viejos santones socialistas) olvidaron. Hoy, con los movimientos rupturistas en pleno auge, el sinvergüenza (¿no sabe lo que es?) de Pedro Sánchez, ha sabido aprovechar los titubeos
comodones de las fuerzas establecidas para empujar los más primarios instintos de reacción de sus votantes, que buscan romper contra todo lo que sea corrupción, poder, bienestar de los dominantes, para consagrarse a la confrontación y a la “caza” de comodones.
Así pues, ahora hay en España, como mínimo, dos socialismos: El rebelde y reaccionario, que dice buscar la limpieza social y que realmente sirve de instrumento promocional para el egoísmo del líder electo; y el “otro”, con muchas poltronas y buena vida, pero que ha caído presa de un conformismo revestido de pragmatismo político que los descontentos no han estado dispuestos a admitir.
Ha quedado abierta, pues, la etapa de la confrontación, del negativismo (”no es no”), del
acoso y derribo iconoclasta de cualquier estructura de poder que no convenga, un poco –recordémoslo— al estilo de lo que predicó en su día Alfonso Guerra, antes de le enmudecieran el coche oficial y las trapacerías de su hermano (robando lo que pudo) con aquello de que se iba a dejar España que no la reconocería “ni la madre que la parió”
Que esto último semeja va a ocurrir, personalmente no lo pongo en duda, porque a este líder retornado del exilio partidista, espoleado por las hieles de la venganza, lo que hay que concederle es cinismo, revanchismo y espíritu iconoclasta. Y testarudez a lo “aragonés” (y lo digo como elogio a la tierra de mis ancestros).
Hemos de acostumbrarnos a gobiernos –como el que se avecina— de acomodaticios socialistas dejandose manipular por “p(j)odemitas”, al estilo de los que sufrimos en tantos ayuntamientos y comunidades autónomas actualmente. Pactos que se antojan casi "contra natura". Que gobernar dudo que gobiernen, pero romper seguro estoy de que rompen.
Por mi parte, reitero el “no es no”, pero no a Rajoy
(su tibieza conduce a las actuales situaciones), sino que mi “no es no” va dirigido a ése que, como buen imitador de aquel infumable político leonés de los “brotes verdes”, con apellido de reparador de calzado, busca mandar a cualquier precio. “Manque rompa”…

Hay otro linaje de escépticos mucho más terribles, si cabe, que los que creen que todo es materia; todavía queda el caso de aquel escéptico para quien todo se reduce a su propio yo” Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) Escritor británico

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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