Allí fue donde los sublevados tomaron por primera vez las armas y fue
su caída la que dio alas a Kiev para creer en que la victoria estaba cerca
(05 de julio de 2016, Arturo
Escarda/Efe. Moscú. EFE/Igor Kovalenko)
El 5 de julio de 2014, tras dos
meses de duros combates, los separatistas prorrusos rindieron a las fuerzas
gubernamentales la ciudad de Slaviansk, convertida en un símbolo para las dos
Ucranias enfrentadas en una guerra que ha costado la vida a cerca de 10.000
personas.
Allí fue donde los sublevados
tomaron por primera vez las armas y fue su caída la que dio alas a Kiev para
creer en que la victoria estaba cerca.
No pudo ser, porque tras varias
semanas de rápidos avances en todos los frentes que permitieron a las fuerzas
ucranianas llegar a las puertas de los bastiones rebeldes, los rusos
-voluntarios, según Moscú; mercenarios y soldados enviados por el Kremlin,
según Kiev- entraron en el juego y frenaron en seco la operación.
La guerra que ha devuelto a
Europa algunos de sus viejos miedos olvidados empezó en Slaviansk, una
provinciana ciudad de 115.000 habitantes conocida hasta entonces por sus
balnearios de barro y aguas minerales, y por la cercanía a uno de los cinco
monasterios más importantes para los ortodoxos de Rusia y Ucrania.
A 120 kilómetros al norte de
Donetsk -capital de la homónima región, que a primeros de abril de 2014 se
rebeló contra las fuerzas europeístas de Kiev- es también un nudo de
comunicaciones estratégico, razón por la que fue elegida, según los expertos, para
transformar las protestas populares en una sublevación armada.
Andaban los periodistas de medio
mundo en Donetsk y Lugansk, donde un grupo de activistas prorrusos desarmados
había proclamado la independencia de sus regiones tras apoderarse de varios
edificios públicos, cuando saltó la noticia de que los rebeldes habían tomado
la comisaría de Slaviansk y se habían hecho con todo su arsenal.
El Gobierno europeísta de Kiev no
quiso caer de
nuevo en los errores de Crimea, arrebatada a Ucrania sin un sólo
tiro, y reaccionó con la declaración de una operación antiterrorista y el inmediato
envío de tropas a la zona.
En una entrevista publicada hoy
por Life.ru, un miliciano que combatió hasta el último día por mantener la
ciudad en manos de los prorrusos reconoció que la ciudad fue tomada el 12 de
abril por medio centenar de combatientes que cruzaron ilegalmente la frontera
desde Rusia.
Esos hombres perfectamente
pertrechados y uniformados que habían participado en la anexión de Crimea
llegaron al este de Ucrania con sus propias armas y municiones, y al tomar la
comisaría entregaron su arsenal a los residentes locales partidarios de la
sublevación.
El 13 de abril, Slaviansk
amaneció temerosa de la respuesta ucraniana, tomada por un puñado de hombres
recién convertidos en milicianos que patrullaban las calles fusil en mano como
los auténticos dueños de la ciudad.
Pocos creían entonces en que la
situación acabaría en una sangrienta guerra, sobre todo con el recuerdo fresco
de la pacífica retirada de los militares ucranianos de Crimea.
Para Kiev, en Slaviansk empezó
una operación militar orquestada por el Kremlin para arrebatar a Ucrania el
Donbass, un territorio industrial rico en recursos naturales y conformado por
las regiones de Donetsk y Lugansk, fronterizas con Rusia.
Otros creen que el deseo de Moscú
se limitaba a provocar tensiones internas en Ucrania jugando con los miedos de
la población étnica rusa mayoritaria en esa zona del país, atemorizada por el
fantasma de los ultranacionalistas que derrocaron al régimen del expresidente
Víktor Yanukóvich en la revolución del Maidán.
Pese a que Rusia siempre ha
negado cualquier implicación en el conflicto de Ucrania, sí ha tenido que
reconocer que como poco cientos de sus ciudadanos, muchos de ellos militares
(fuera de servicio según Moscú), han combatido contra las fuerzas de Kiev,
sobre todo en los meses del verano y el otoño de 2014.
Si la intención era debilitar al Gobierno
ucraniano y alejar al país de la órbita de la OTAN y la Unión Europea, en
Slaviansk la situación se fue de las manos.
Tras una serie de tímidos intentos de
recuperar la ciudad, las tropas ucranianas lanzaron el 2 de mayo una operación
militar en toda regla y pocos días después los muertos en ambos bandos ya se
contaban por decenas.
Slaviansk y la vecina Kramatorsk
se convirtieron en un objetivo a batir para Kiev, cuestión de orgullo para unos
y otros, escenario de la primera batalla que nadie quería perder.
Hace dos años, los hombres de
Strelkov que habían retado a Kiev, a los que para entonces se habían sumado
centenares de combatientes, rompieron el cerco de los militares ucranianos y
dejaron la cuna de su guerra para retroceder a Donetsk, bastión de los
sublevados hasta el día de hoy”
…
Será porque paseando por Kiev
nadie podrá imaginarse que el ejército ucraniano está en pie de guerra. Será
porque las gentes no hablan casi nada del conflicto armado que sigue activo en
el este de la nación, la realidad es que ese traumático y sangriento
enfrentamiento continúa sin solución, pasando por días más desapercibido, y cada vez más muertos incrementan unas
realidades que nunca debieran haberse producido.
Me consta que algunos escritores y
tratadistas enamorados de Rusia (y de varios de ellos soy un buen amigo y hasta
discrepamos conservando la armonía y las formas) opinan que en la raíz del
conflicto se halla la tendencia nacionalista y de extrema derecha que alimentan
los Estados Unidos de América y la Unión Europea, para tener contenida (o al
menos entretenida) a Rusia.
No opino así, y desde luego no
puedo ocultar que Rusia, de una u otra manera, sigue enviando hombres y material
a los secesionistas de Donbass y
Lugansk, a quienes “alimenta” el ansia
independentista con el ejemplo de Crimea. Reflejo ineludible de sus reminiscencias de potencia imperialista.
No puedo olvidar, porque lo he
vivido en múltiples ocasiones, que las gentes de esas dos regiones eran y son
muy de cultura rusa, no solo por la cercanía, sino también por el idioma y las
costumbres. Pero eso nunca puede ser justificación para que el gobierno de
Putin, de una u otra manera, generalmente de forma hábil y sibilina, siga
alimentando un conflicto bélico en toda regla que ha destrozado las dos zonas
probablemente más ricas de Ucrania.
Ahora, ni riqueza, ni ciudades,
ni cultura, ni desarrollo. Muerte.
Y bien se sabe que mientras
hablan las armas difícilmente dialogan los afectados.
No se, en verdad, qué va a
ocurrir con este dramático conflicto.
Pero sí conozco bastantes gentes
y familias que se han venido a España, buscando asilo o la condición de
refugiados, con tal de evitar el servicio de armas para los cabezas de familia,
o huir de la depresión
económica en que se halla Ucrania, o, esencialmente,
buscando una paz social que no se respira en el país del Dniéper.
Todo muy lamentable, pero mucho
más que la Unión Europea alentara la pugna y oposición a Rusia y después se
haya escurrido de las ayudas al pueblo ucraniano.
Es cierto que en Ucrania galopa
por doquier la corrupción y no es fácil que las ayudas económicas lleguen a su
destino, pero el auxilio de Europa se esfuma en manos de los mismos oligarcas de
siempre, que siguen amasando enormes fortunas a costa de un pueblo que cada vez
se aprieta más el cinturón y se refugia más en las nostalgias de “lo que pudo
haber sido y no fue”.
¡Dios salve a Ucrania, porque los
países que se dicen amigos poco hacen para ello!
"Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras" Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA"Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras" Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano.
Querido amigo..cuanta razón en tus palabras y cuanta razón en que a Ukraina la han dejado tirada TODOS despues de utilizarla..que pena que este gran país se haya convertido en un patio trastero de todo el mundo.Dios salve a Ukraina.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafael, por tu comentario, que confirma lo que comento en esta entrada, aunque más me gustaría que por fin las partes en guerra se sentaran con cordura y comenzaran por un alto el fuego para una paz definitiva. Vano sueño.
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