“España tumba el bipartidismo y deja en el aire el
gobierno
- PP y PSOE pierden más de 5 millones de votos y los emergentes superan los 8 millones
- El desgaste 'popular' y el frenazo de Ciudadanos dejan al centro derecha sin mayoría absoluta
- Rajoy: 'Quiero intentar formar un Gobierno estable'
Los españoles
decidieron ayer dar por muerto y enterrado el bipartidismo en torno al que ha
venido girando nuestro sistema político desde 1977. El PP y el PSOE perdieron en conjunto 5,4 millones de votos
respecto al resultado mientras que, enfrente, surgieron dos grandes
alternativas de poder, Podemos y Ciudadanos, que sumaron más de ocho millones.
La fuerza más votada fue el PP de Mariano Rajoy, que obtuvo 123
diputados pero tendrá muy difícil gobernar, puesto que ni siquiera un acuerdo
con los 40 parlamentarios de Albert sería suficiente. Los socialistas
mantuvieron el segundo puesto pese a romper su suelo y caer hasta los 90
escaños, y Podemos irrumpió con ímpetu arrollador hasta los 69.
Tal y como se ha
venido perfilando a lo largo de toda la campaña, se abre una nueva
etapa política que no tiene referente en ninguno de los procesos electorales de
la democracia española. El bipartidismo que ha sobrevivido durante casi cuatro
décadas, llega ahora a su fin.
El país entra en
una dinámica marcada fundamentalmente por el empuje de las nuevas generaciones
que siempre han vivido en un régimen de libertades y que no votaron la
Constitución.
Ahora, España se asoma a un paisaje político en el que,
por el momento, no se ve con claridad la fórmula para garantizar la
gobernabilidad. El color y las hechuras del futuro Ejecutivo están en el aire.
El Partido
Popular ha ganado las elecciones pero precariamente. Ha conseguido 123
escaños, a años luz de los 186 que logró en 2011. En estos cuatro años se ha
dejado más de tres millones y medio de votos.
El PSOE, por
su parte, se ha mantenido como segunda fuerza aunque perdiendo más de un millón
y medio de votantes y situándose, con 90 escaños, por debajo del listón
psicológico de los 100 diputados. Los socialistas han cerrado las urnas
sintiendo el aliento en la nuca de un nuevo partido: Podemos, que ha logrado un
espectacular resultado, aunque yendo en coalición con fuerzas menores en Valencia,
Cataluña y Galicia. El partido liderado por Pablo Iglesias y sus
compañeros de comicios (En Marea, Compromís y En Comú Podem) han
conseguido entrar en el poder legislativo con 69 escaños.
La otra fuerza
emergente, Ciudadanos, se ha desinflado llamativamente respecto a los
resultados que le llegaron a vaticinar las encuestas. El partido encabezado por
Albert Rivera finalmente ha logrado 40 escaños. Teniendo en cuenta que
se estrenaba en
el teatro nacional, su entrada en el Congreso también puede
calificarse como muy importante.
En estos comicios,
las dos fuerzas tradicionales -PP y PSOE- que se han turnado durante
casi cuatro décadas en el poder, han perdido en conjunto más de cinco millones
de votos. En 2011 un total de 17,8 millones de españoles escogieron o la
papeleta popular o la papeleta socialista. Ayer sólo lo hicieron 12,6 millones.
En el otro lado de la balanza, los dos partidos nuevos -Podemos y Ciudadanos-
han conseguido atraer en su primera actuación en unos comicios generales, el
sufragio de ocho millones y medio de españoles.
Las dos fuerzas
nuevas no sólo han robado voluntades políticas a manos llenas a populares y
socialistas, sino que también han atraído al nuevo votante y han conseguido
laminar a partidos que hasta bien entrada la legislatura tenían excelentes
perspectivas, como Izquierda Unida o UPyD.
IU, encabezada por Alberto Garzón, apenas ha
obtenido dos escaños por Madrid. En tanto que la formación magenta,
liderada en estos comicios por Andrés Herzog, no ha logrado ni un solo puesto
en el Parlamento.
¿Un Gobierno
pentapartito?
El panorama que se
dibuja ahora con la vista puesta en la gobernación es, de partida, muy difícil.
En principio, atendiendo a la dicotomía derecha-izquierda, el bloque formado
por Partido Popular y Ciudadanos suma un total de 163 escaños,
insuficiente para constituir un Gobierno con manos libres, e insuficiente
también para sacar adelante sólo
con sus votos la investidura del líder del PP
como nuevo presidente del Gobierno. Lo mismo sucede con el tándem Podemos-PSOE
que juntos sumarían 159 escaños.
No obstante, esta
segunda fórmula, podría llegar a contar con el respaldo de otros partidos
menores más radicales e incluso nacionalistas. Resulta difícil imaginar un
Gobierno pentapartito -que evidentemente marginaría al PP que ha sido la
fuerza más votada-, pero quizá no lo sea tanto a la hora de sacar adelante la
investidura de un líder de izquierdas. Ahora bien ¿cuál?
En este bloque, el PSOE
es la fuerza más votada, pero su candidato Pedro Sánchez ha
conseguido el peor resultado de la historia para su formación y su posición
interna no es precisamente de gran fortaleza.
No es el caso de
Pablo Iglesias, al frente de Podemos. Su liderazgo, con los excelentes
resultados logrados se consolida, pero no hay que olvidar que buena parte de sus
escaños han sido obtenidos por fuerzas con las que se presentaba coaligado en
comunidades autónomas en las que no contaba con suficiente red propia y que en
el Congreso de los Diputados previsiblemente se dividirán en varios grupos
parlamentarios.
Existe una tercera
posibilidad, experimentada en otras naciones europeas -el caso alemán es el
paradigma-, pero jamás en España. Se trata de la gran coalición que implicaría
ver un Gobierno en el que vayan de la mano PP y PSOE. Un
experimento así sería visto de inmediato como un intento, último quizá, de las
dos fuerzas tradicionales por seguir manteniéndose, contra viento y marea, en
el poder.
No hay duda de que
un acuerdo de este tipo supera los números tanto para investir a un presidente
como para gobernar. Sin embargo, si lo que se pone sobre la mesa son programas
concretos, las diferencias entre las dos formaciones parecen demasiado grandes
como para lograr un pacto tan estrecho. De hecho, es esta una fórmula que,
según las encuestas que se han realizado antes y durante la campaña, no gusta a
los ciudadanos.
Anoche, el líder
socialista, Pedro Sánchez, afirmó que, por su parte, permitirá que sea
el candidato de la fuerza más votada, es decir, Mariano Rajoy, quien
abra la ronda de negociaciones y contactos para intentar conseguir un acuerdo
que permita formar Gobierno.
En cualquier caso,
resulta necesario tener en cuenta que para gobernar no es imprescindible contar
con el respaldo de una mayoría absoluta. Un Ejecutivo sin el apoyo continuo de
176 diputados es posible aunque se ve lógicamente obligado a negociar cada paso
con fuerzas muy diferentes. El Parlamento gana en viveza, pero también, si la
división del Hemiciclo es excesiva, sufre de inestabilidad.
Las fuerzas
emergentes que han dado un vuelco al panorama político quieren cambio, quieren
tomar las riendas de un nuevo futuro. Y ya están aquí. Estas han sido las
elecciones de la catarsis y como tales dan paso a un periodo inicial de
inevitable confusión que exige altura de miras para evitar los riesgos evidentes
del caos.
El próximo 13 de
enero, a las 10.00 horas se abrirá la sesión constitutiva del nuevo Parlamento.
El Congreso será una cámara multicolor que a partir de ahora tendrá que
regirse por una norma insoslayable, la de la negociación.
La regla del pacto
empezará a explorarse de manera inmediata con los contactos entre líderes,
dirigidos en principio por el más votado. Mariano Rajoy intentará buscar
apoyos, en el mejor de los casos para alcanzar un pacto de gobernabilidad que
asegure, como él repite, una legislatura estable y, en el peor, para lograr su
investidura como nuevo presidente y formar un Ejecutivo dispuesto a caminar el
máximo tiempo posible pero sobre la cuerda floja. En este último escenario es
muy posible que la legislatura no llegue a durar los cuatro años que en
principio marca la ley.
La situación es tan
incierta que no resulta
descabellado plantear la hipótesis de una repetición de
elecciones si finalmente nadie consigue los apoyos suficientes como para formar
Gobierno.
Las investiduras en
España nunca se han aplazado más allá de mes y medio a contar desde la cita con
las urnas. Sin embargo en esta ocasión las cosas son distintas. Tras un intento
de investidura fracasado se abre un plazo de dos meses para seguir celebrando
intentos de votación. Cumplidas esas ocho semanas, si no hay éxito, el Rey, con
el refrendo del presidente del Congreso, procede a la convocatoria de
nuevas elecciones generales.
(De “El Mundo”,
21/12/2015)
…
No es que la obra teatral “Don Juan Tenorio”, de José Zorrilla, sea un
prodigio de métrica y de arte poético, pero ciertamente contiene una serie de
expresiones que, tomadas de la vida diaria, nos sirven de “muletilla” ante
diferentes situaciones de la vida y de la realidad.
Por tanto, la sentencia “Imposible
la dejasteis para vos y para mí”, viene como anillo al dedo (“como pedrada
en ojo de boticario” diría algún castizo) a lo que ha acontecido en España en
las elecciones legislativas o generales del día 20 de Diciembre.
Vaya por delante que el pueblo español ha dado una enorme lección de
madurez ciudadana y democrática, votando en importante afluencia y en orden y
paz, como no podía ser menos después de casi cuarenta años de vida del actual
sistema.
Cierto también que el pueblo español ha dado otra gran lección con sus
votos, pues ha establecido a quién prefiere, cómo lo prefiere y con quienes
quiere que se integre en la vida política.
Pero no puede negarse que del resultado de las elecciones del día 20 de
Diciembre resulta en principio un enorme lío, ya que el partido gobernante (el
PP) ha sido el más votado –dícese que “ha ganado” las elecciones”— pero ha
perdido un montón
de escaños y ha quedado en una minoría mayoritaria.
El otro partido hasta ahora bastante predominante (alternando entre
gobierno y oposición), el PSOE, ha quedado en límites mínimos insospechados, y
aunque a nivel nacional está en segundo lugar, ha sido superado por otro de los
llamados partidos emergentes. Contando además con su tradicional falta de
conciencia.
El primer emergente es P(j)odemos –lo siento, pero sigo sin renunciar a insertar la
“j” en su denominación— que es un conglomerado de grupos en forma de partidos,
de etiología filocomunista de la no homologada, tendencias reaccionarias a la
izquierda y apariencias constitucionalistas, que en su oferta de ruptura de
formas y rebeldía frente a los apretones del poder establecido, ha seducido
principalmente a la gente joven (importante mayoría) y se ha aproximado mucho
al segundo puesto en número de votos.
El cuarto partido en liza, novato también, el denominado “Ciudadanos”, ha
aportado bisoñez y acogimiento de un añorado e irrepetible centro político, que
ni siquiera el irrepetible Adolfo Suárez pudo consolidar.
Así que el mapa político semeja un arco iris, una pléyade de colores, que
esencialmente pone de manifiesto que algo (mucho) está cambiando en esta España
nuestra.
Aquello de las derechas y de las izquierdas creo que ha sido superado por
lo que significa “lo nuevo” y “lo viejo”.
Recuerdo la anécdota que me refirió el catedrático Don Adolfo Miaja de la
Muela, uno de mis maestros, quien me distinguió dirigiendo mi tesis doctoral,
cuando me contó que en otra tesis que hubo de soportar escuchó de un colega que
lo sometido a control por el doctorando tenía “cosas muy originales” y “cosas
muy buenas”.
La respuesta del Profesor Miaja fue, como él mismo, de excelsa inteligencia
y aguda visión: “Sí; pero lo original no es bueno; y lo bueno no es original…”.
Gran verdad, que resulta aplicable a lo acontecido en
estos comicios, en
los que el pueblo español ha tenido miedo a desasirse del pasado y pánico a dejarse
arrastrar por su natural ansia de progreso.
Aquí, en España, nadie quiere perder lo que ya ha conseguido en materia de
bienestar diario, de precios contenidos, de abundancia de bienes, de estilo de
vida confortable; pero ansía mejorar sus pensiones, a encontrar mejor trabajo,
a incrementar sus retribuciones. En una palabra, a ir hacia adelante sin
posibilidad de retroceso.
Y me parece que eso es lo complicado.
Porque los que arriban como nuevos no hacen sino re-editar arcanas
fórmulas, y los que permanecen se han anclado en si historia sin evolución
comprobable.
Así las cosas, si trata de gobernar la derecha, malo, porque se opondrá la “supuesta”
izquierda del PSOE, que hasta llegaría a soportar a los iconoclastas del “P(j)odemos”;
y también a los otros de la izquierda comunista. Y como el PSOE tiene
ascendiente
hermafrodita, hasta sería capaz de aliarse con “Ciudadanos” contra natura,
con tal de mandar.
Y, si trata de gobernar la izquierda, el PP más cavernícola boicotearía lo
divino y lo humano con tal de sobrevivir.
¿Qué hacer, por tanto?
Quien lo sepa y atine, llevará premio.
Pero sin mostrar deseo de recompensa, aquí y ahora me siento obligado a
proclamar que ya veremos en qué acaba este lío, si es que termina.
No puedo olvidar la admonición de un sagaz analista político de que “ahora
se trata de los mismos perros con diferentes collares”.
Gran verdad que entraña gran paradoja.
Que, mande quien mande, gobierne quien gobierne, en esta España nuestra el
lío está servido.
Y aunque “imposible la dejaron para ellos y para
nosotros”, esperemos que la
doña Inés de la sensatez política redima a tanto don Juan advenedizo.
Eso es lo que espero en este tiempo de Navidad, en el que las sospechas
maliciosas se tornan esperanzas bienintencionadas.
¡Que Dios ha nacido en la Navidad para algo, caramba!
“Escojo a mis amigos por su buena apariencia, a mis conocidos por su
carácter y a mis enemigos por su razón”.- Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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