16 noviembre 2015

La masacre de París y los migrantes refugiados: el escorpión y la rana

El escorpión y la rana es una fábula de origen desconocido, aunque atribuida a Esopo. En ella un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar el río prometiéndo no hacerle ningún daño. La rana accede subiéndolo a sus espaldas pero cuando están a mitad del trayecto el escorpión pica a la rana. Ésta le pregunta incrédula "¿cómo has podido hacer algo así?, ahora moriremos los dos" ante lo que el escorpión se disculpa "no he tenido elección; es mi naturaleza". (De Wikipedia)
¿Hay soluciones frente al Estado Islámico (EI)?
(José Luis Gómez, en “Periodista Digital”,  15 /11/2015)
“El Estado Islámico (EI) se ha responsabilizado de los ataques del viernes en París. "Ocho hermanos portando cinturones explosivos y con rifles de asalto han llevado a cabo un ataque sagrado [...] dentro de nuestra cruzada contra Francia", afirma el grupo terrorista en un comunicado.
"Francia será implacable", replica el presidente francés, François Hollande, que culpa de la matanza al Estado Islámico y promete castigar a los yihadistas con todos los mecanismos del Estado de derecho.
"Es sorprendente ver las cifras de la movilización yihadista en Europa Occidental, contribuyendo, por un lado, a la insurgencia en Siria e Irak y, por otro, elevando el terrorismo endógeno", comenta la profesora María Cadaval en un análisis en Mundiario. París llora la muerte de al menos 128 personas. El Estado Islámico está en guerra con Occidente, que no acaba de poner fin al nuevo terrorismo global.
Es doloroso pero no es algo nuevo lo sucedido en París. Nueva York, Madrid, Londres, París... son sólo algunas de las ciudades occidentales cuyos ciudadanos han sido víctimas de ese terrorismo. El fenómeno está diagnosticado, del mismo modo que las fortalezas y debilidades de Occidente. Lo que faltan son las soluciones al que ya es el gran problema occidental en el siglo XXI.
¿Puede estar la solución en casa? "Lo que subyace a la movilización yihadista en los países más opulentos de Europa Occidental es una generalizada crisis de identidad entre los musulmanes jóvenes", explicó días antes de los atentados el profesor Fernando Reinares en un artículo en El País. En su opinión, ni el multiculturalismo británico ni el asimilacionismo francés pueden ser evaluados positivamente.
Como acredita este profesor visitante en la American University, en Washington, miles de esos jóvenes musulmanes de segunda generación en Europa Occidental se muestran receptivos a la idea de que la
única nación a la que pertenecen es la "nación del Islam", tal y como la promueven el Estado Islámico y su Califato, al igual que la más minoritaria Al Qaeda. Así se conectan identidad y terrorismo hoy en día.
Si Occidente cortase la financiación del Estado Islámico, estrangulando su existencia, y buscase algún remedio a su propia fábrica de terroristas jóvenes, las cosas empezarían a cambiar. Al menos un poco más que sólo con nuevos bombardeos. ¿Pero se refieren a eso los líderes mundiales cuando hablan de respuestas implacables?
Los bárbaros asesinatos cometidos en París la noche del pasado día 13 me pillaron de viaje en Cádiz, a donde había viajado para un acto muy entrañable de homenaje a un viejo superior en la milicia de mi juventud, que se celebró el siguiente día, con la asistencia de un buen número de altos mandos del Ejército, la mayoría de ellos en la reserva o ya retirados.
Por tanto, ni tuve tiempo ni oportunidad de publicar, como hubiera sido mi deseo, una endecha o comentario sobre la brutal barbarie.
Pero sin embargo tuve la posibilidad y el honor de compartir con cualificados y expertos militares unas bien sensatas reflexiones sobre aquello de “los polvos que ahora causan estos lodos”, y todos esos tópicos que se repiten en situaciones como ésta que lamentablemente nos toca vivir.
Son momentos, son tiempos, en los que hay que sobreponerse al dolor y a la indignación y penetrar en el campo de las reflexiones con uno mismo y con los demás.
Vaya por delante que rechazo totalmente todo atisbo de xenofobia y de odio irracional y marginación hacia las gentes de etnia árabe y de creencias y cultura musulmanas.
Mas no me resisto a poner de manifiesto que en nuestra sociedad española, como en buena medida acontece también con la
francesa, se ha incurrido en grave lenidad, bien permitiendo la entrada y residencia de gentes de muy distinta cultura (¿?), si es que la tienen, y principios abismalmente contrarios a los de nuestra educación de corte cristiano occidental, a quienes se ha llegado a consentir todo tipo de extralimitaciones (abusos en muchos casos) en sus costumbres y hábitos de vida entre nosotros, al socaire de unas mal entendidas tolerancias que esconden más bien la inmadurez y falta de criterio de quienes las emiten en medio de un demagógico y falso progresismo.
No ha mucho un amplio sector de los “junta-letras” (los periodistas, mis propios colegas, que no hacen honor a su importante labor de informar y formar la opinión pública) y una buena parte de esa falsa progresía que ha ido invadiendo nuestra sociedad y trata de implantar una muelle aceptación de hábitos y formas y conductas de los inmigrantes, no ha mucho, repito, bastantes se “rasgaron las vestiduras” porque el cardenal-arzobispo de Valencia (¡atención, deséchese toda connotación religiosa por mi parte!) se hiciera un comentario durante una conferencia, en el sentido de que había que prestar atención al riesgo de infiltrados peligrosos en medio del aluvión de refugiados que estaba invadiendo Europa.
Hubo al respecto acerbas críticas y acabó “a los pies de los caballos” el autor de la frase, pero la vida y la historia son muy tozudas y "lo que tenía que pasar, pasó..."
Y ahora, tras la atrocidad conocida, los mismos que otrora predicaron la
bondadosa tolerancia, piden serenidad y mano firme, con expulsión de todo aquel que ”huela” a sospechoso, y sin la menor vacilación.
Hasta leo hoy mismo que una miembro de ese conglomerado anti-todo y lleno de doblez que es “P(j)odemos”, ha dicho ante la embajada de Francia en Madrid que quienes cantaban "La Marsellesa" eran unos "fachas terroristas”.
¡Vaya extremismo y radicalismo! Además de incultura, claro.
Hay que estar (probablemente ser) descerebrado…
Aunque no es demasiado de extrañar esa inadmisible barbaridad, dado el origen, menos lo es si se tiene en cuenta que en esta patria nuestra eso de pitar un himno (el nuestro, el de España) hasta se ha convertido en un ignominioso deporte cuando los eventos públicos cuentan con la asistencia de gentes que se creen de izquierdas y son más bien cavernarios.
Lo de París es una atrocidad y su origen no es sino consecuencia de la permisividad respecto de ciertos grupos y refugiados y también una nada práctica política de integración de los migrantes, que se obtendría y alcanzaría fomentando su educación y mínimo bienestar en sus
países de origen.
Ahora, tras el dolor y los lamentos, todo es proponer soluciones, drásticas casi todas, pero pocos paran mientes en que en una sociedad culta y democrática el imperio de la ley es la mejor garantía de la convivencia armónica y pacífica; y menos se acuerdan de que las fuerzas del orden y de la defensa nacional resultan primordiales en el mantenimiento de la vida social pacífica. 
Así que ni estigmaticemos a todos los emigrantes ni nos convirtamos en sus colegas, sino que analicemos la problemática que entrañan y elaboremos estudios y planes que cuajen en soluciones efectivas, tanto  las naciones emisoras de migrantes como en las que generan los refugiados; y dejémonos ya, y de una vez, de lucubrar sobre si "son galgos o son podencos", como en la conocida fábula.
¡Ah! Y no se olvide que cual en la historia del escorpión y la rana, aunque ésta porte generosa e ingenuamente sobre ella al escorpión para vadear el río, en la propia naturaleza del bicho agresor va implícita su necesidad irrefrenable de clavar su aguijón; dicho de otra manera, con el fundamentalismo islámico no hay más solución que atajarlo con los más hábiles y enérgicos medios, porque con blanduras y dulces protecciones terminaremos aguijoneados de muerte.
Ha habido terrorismo en USA, y lo ha habido en España, y ahora en Francia se ha repetido.
Mucho llorar y mucho espanto, pero ¿dónde están las acciones tendentes a evitarlo?
Ojalá no hayamos de tararear más veces nuestro himno nacional (desgraciadamente el español no tiene letra autorizada), escuchando el insulto entre pitadas de que somos unos fachas.
Porque quien así pita e insulta el himno de su nación adopta la más execrable de las radicalidades: la de la sinrazón iconoclasta.
¡Descansen en paz las víctimas de la ciega barbarie parisina! 
¡Y espabilen las autoridades gobernantes en todos los países, porque estos escorpiones islámicos no se recatan en clavar su aguijón; que además ¡quieren matar!, ¡porque para eso han sido engendrados!

¿Por qué aprendemos a temer el terrorismo pero no el racismo, no el sexismo/machismo, no la homofobia? Angela Davis (1944-?) Política, activista y profesora estadounidense.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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