“¿Qué perdimos con la caída del Muro? Después del 9 de noviembre de 1989, ¿se hizo mejor el Este y peor el Oeste?
Bienestar y malestar Por Ignacio Vidal-Folch
A propósito del espía Philby, el
poeta Joseph Brodsky escribió unas páginas muy agudas y ácidas sobre la
simpatía de ciertos occidentales por los países sometidos al comunismo. A
cierto tipo de ciudadano inglés, dice, le encanta Rusia, la Rusia de la Guerra
Fría: "Asiente con satisfacción al ver un ascensor averiado" y
"reconoce la torpeza y la chapuza igual que uno reconoce a sus parientes.
Se reconoce en un desconchado, una barandilla insegura, las sábanas húmedas de
una habitación de hotel, unos árboles esmirriados vistos a través de una
ventana sucia… Las trabas burocráticas", etcétera. La letanía es larga y
exacta y dibuja con plasticidad la atmósfera del mundo tras el telón de acero.
El sistema económico floreció en ese paisaje físico y moral que ha desaparecido
de Europa hace 25 años. Con un poco de folclorismo cínico puede agregarse a la
lista de Brodsky que los occidentales hemos perdido, con la caída del Muro, un
continente exótico y cercano de ciudades sin publicidad, sin ruido de tráfico,
donde el tiempo se extendía con elasticidad, pues había poco que hacer; de
multitudes grises y de aspecto abatido, de mentira oficial sistemática tan
clamorosa que parecía que pringaba; de oficinas donde la malcarada secretaria,
en zapatillas y con calcetines, te traía con el café turco una copita de vodka;
reinaba un cierto malestar; era un mundo más bien triste que no conocía el
estrés pues había
conquistado el "derecho a la pereza" que reclamaba Lafargue,
y nadie daba palo al agua. Todo estaba "cerrado por inventario". No
podía durar. Lo que perdió Portugal con su imperio colonial no es nada
comparado con lo que los europeos occidentales hemos perdido con la implosión
del comunismo: nada menos que el "Estado de bienestar" que el
"Estado de malestar" de aquellos países garantizaba.
¿Hay alguien ahí fuera?
Por Berna González Harbour
¿Hay alguien ahí fuera?
Por Berna González Harbour
¿Acaso hay alguna duda? Con la caída
del Muro perdimos la tiranía, la división, ganamos la libertad. Fin de la
respuesta corta.
Pero es tentador pensárselo un poco
más y buscar las grietas por
donde se cuelan los matices, al menos antes de
liberar a los ángeles de Wim Wenders que aún velan por nosotros desde el cielo
(sobre Berlín). Buscar una un poco más larga, en fin.
La rutina al otro lado del Muro
consistía en sortear los socavones en el asfalto abandonado y, con suerte, reír
los chistes sobre los agentes secretos que vivían ahí abajo. Se trataba de
tocar la guitarra en las cocinas de casa y de susurrar poemas, chistes
anticomunistas o de pasarse copias de Solzhenitsin imposibles de hallar en una
tienda. De saborear el vodka burlado en algún economato sectorial. De aguardar
colas de horas sin saber siquiera para qué. Por un rumor. A los que íbamos de
paso nos dio un espectáculo divertido, sí, de telas sintéticas, chapkas y privilegiados
acaparando chocolate en el Sóviet Supremo. De cafeterías donde había que
agruparse aunque reinara el vacío. De teatros, tanques, veteranos de guerra y
espías más vulgares que los que surgieron del frío. La caída del Muro nos libró
de ese espectáculo y a ellos, sus víctimas, de sus penosos guionistas. Pronto
las cocinas se llenaron de yogures de sabores, de folletos de lavadoras, de
hambre de acciones y de un festival de bolsas de plástico relucientes que
arrinconaron de
un plumazo las viejas de tela descolorida. Pero también la
guitarra. En Rusia, los discursos imperiales desplazaron pronto los susurros de
poesía. Con el muro de Berlín cayó también el de contención, hizo mejor el Este
y peor el Oeste. Por ello apetece en ocasiones renovar la contrata con los
ángeles de Wenders, y hacerlo con un toque de humor de Billy Wilder y este
fondo musical de Pink Floyd: Is there anybody out there? Fin de la respuesta larga.”
(De “El País”, 3/11/2014)
…
“Rusia respeta los resultados de las elecciones separatistas en
Ucrania
(INTERNACIONAL Elecciones en la zona rebelde
Alexander Ermochenko, EFE Moscú 03/11/2014)
Rusia manifestó hoy su respeto a los resultados de
las elecciones separatistas celebradas el domingo en las zonas controladas por
los rebeldes pro-rusos de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk.
"Respetamos la voluntad popular de los habitantes del sureste (de
Ucrania). Las elecciones en Donetsk y Lugansk transcurrieron en general de
manera organizada y registraron una alta participación", informó la Cancillería rusa en un comunicado.
En opinión de Moscú, "los representantes elegidos han recibido un mandato (...) para el
restablecimiento de una vida normal en sus regiones".
Ahora, añade, "es
muy importante dar pasos para entablar un diálogo entre las autoridades
centrales y los representantes del Donbass (cuenca hullera de Donetsk y
Lugansk) sobre la base de los acuerdos alcanzados en Minsk".
Además, Rusia se muestra "dispuesta a cooperar
constructivamente" con la comunidad internacional "para el arreglo de
la crisis en Ucrania".
Mientras Rusia mantuvo desde un principio que las
elecciones en las zonas rebeldes permitirán a los insurgentes elegir
democráticamente a sus interlocutores en las negociaciones con el Gobierno
central de Kiev.
Kiev considera que la ley de autogobierno que
concede a los insurgentes tres años de autonomía ya contemplaba esa posibilidad
al convocar elecciones locales en las zonas rebeldes para el 7 de diciembre.
Por su parte, Occidente considera que las elecciones
separatistas ponen en peligro la aplicación de los acuerdos de Minsk, que
contemplan, entre otras cosas, una declaración de alto el fuego y la creación
de una zona desmilitarizada.
Las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk
y Lugansk convocaron elecciones para elegir a sus líderes y a los integrantes
de
sus legislativos (Soviet Supremos).
Según los primeros datos, en los comicios del
domingo han salido reelegidos los actuales líderes separatistas de Donetsk,
Alexandr Zajárchenko, y de Lugansk, Ígor Plotnitski.
En cuanto a la participación, ésta ha superado el
millón de votantes, cuando la población de ambas regiones antes de la guerra
superaba los 7 millones de habitantes.
Y es que, a diferencia de los referendos
separatistas de mayo, ahora, tras cuatro meses de guerra, los rebeldes
únicamente controlan un tercio del territorio de ambas regiones.”
…
Un día de estos se cumple el 25 aniversario de la
caída del Muro de Berlín, una efemérides que se calificó como esencial y
determinante del fin de la llamada “guerra fría”, y que en efecto así pareció
propiciarse, hasta que el avieso Putin consideró que su poder no era todo lo
esplendente que deseaba, y aprovechó los escarceos pro-europeístas de la
población de Ucrania, para reavivar el fuego de la confrontación con Occidente,
USA comprendida, mediante la anexión “manu
militari” de Crimea y el auxilio y apoyo a la rebelión en las regiones
orientales de Ucrania de Donetsk y Lugansk.
Quien esto escribe no puede olvidar la enorme
emoción que experimentó cuando el muro de Berlín pasó de ser un símbolo de
opresión a ser un recuerdo de la lucha por la libertad, especialmente cuando
tuvo la ocasión de re-visitarlo y recorrerlo por sus ambos lados, el oriental ex
comunista y el occidental.
Bien cierto es que a la caída del muro sucedió una
época de plácida convivencia internacional, en la que las grandes potencias
parecieron entenderse, organizando maniobras de defensa conjuntas y estableciendo
sistemas comerciales armonizados, pero una vez más la voracidad y avaricia de
los sistemas capitalistas occidentales y del autoritarismo ruso fueron pariendo
el ansia de mayor control o dominio, que se manifestó en el conflicto de Siria,
o en la inacabable
lucha entre Israel y los palestinos, o en las alternativas
absolutistas de países como Kazajistan, o similares.
De esta manera, cuando surgió la llamada crisis de
Ucrania, el zorro Putin comprobó que las uvas de la parra estaban ya maduras
para él, y así engulló Crimea ante la impotencia del gobierno de Kiev y la
indignante inacción de la Unión Europea y Estados Unidos, y comenzó la
excitación de un proceso independentista pro-ruso en las regiones ucranianas
del este, a las que con total impunidad y absoluto descaro suministró armas y
brindó apoyos.
De todo ello resulta que el muro de Berlín cayó
(mejor dicho, fue derribado por las ansias de libertad del pueblo, como ya he
escrito en otra entrada de este blog) pero se han levantado otros muros tal vez
no físicos pero sí bélicos, de los que la historia más reciente nos ofrece el
paradigma del conflicto ucraniano.
Berlín fue, y es, un símbolo de la voluntad
democrática del pueblo alemán, pero no ha servido de ejemplo ni de motor para
excitar que ese mismo pueblo alemán haya reaccionado frente a los expolios de
Rusia, porque ya se ha alcanzado un estado de bienestar que lastra hacia el
inmovilismo, y es mejor seguir viviendo así que entrar en los riesgos de una confrontación
armada.
Y el mundo sigue en virulencia, tal vez mayor que en
tiempos precedentes, porque a las ansias imperialistas de Putin se ha unido el
islamismo ciego y feroz, que degüella a quien se le opone, y se extiende, cual
ébola, por Asia y África, raptando, matando, atemorizando, y rompiendo todo en
invocación a un Mahoma que fue precisamente lo contrario: un pacifista.
Y en España, esta España nuestra faldicorta y
zaragata, ahora nos rodea la porquería de la corrupción, que solamente sirve
para que los partidos políticos se peguen unos con los otros, incapaces de
arreglar lo que todos han ensuciado, y permitiendo que el pestuzo de lo innoble
e inmoral deje aflorar algo tan falso y peligroso como esa falaz moralina de un
grupo izquierdoso e iconoclasta como P(j)odemos, que arrastra a la juventud
harta y desilusionada y que amenaza en convertir en mustio collado este país
tan esquilmado.
En verdad la humanidad civilizada está clamando
por que surja otro muro: el que ponga coto a la injusticia, a la inmoralidad, al
abuso de
poder, al materialismo… y de paso a la vida…y desaparezcan los hirientes
e inaceptables muros que sojuzgan las libertades y los derechos humanos en el
mundo.
“La libertad, Sancho, es uno
de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no
pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad,
así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.- Miguel de Cervantes (1547-1616) Escritor español.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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