Rusia afianza su control sobre Crimea mientras Occidente eleva la presión
Los ministros de la UE se reúnen en Bruselas y la OSCE estudia enviar observadores internacionales a Ucrania. El rublo ruso se desploma a mínimos históricos
La Guardia Fronteriza ucrania ha
detectado un aumento de tropas rusas desplegadas en la península de Crimea,
donde desde la semana pasada se están registrando tensiones separatistas por la
llegada de las nuevas autoridades de Kiev. La misma Guardia ha alertado de que
también se han producido movimientos militares rusos en torno al puerto ucranio
de Sebastopol, donde tiene su base la flota de la Marina rusa en el mar Negro y
donde las fuerzas del presidente ruso, Vladimir Putin, han bloqueado las
comunicaciones de telefonía móvil.
Sobre el terreno sin embargo,
resulta muy difícil comprobar hasta qué punto Rusia ejerce el control sobre la
península de Crimea, informa Pilar Bonet desde SImferópol. En un contexto
bélico, las informaciones oficiales deben ser interpretadas con cautela. La
realidad relevante se convierte en secreto y puede ser sustituída por
propaganda, matiza. Mientras, Occidente refuerza la presión diplomática sobre
Rusia para tratar de impedir el envío de tropas a la península de Crimea.
Los países miembros del G7 (EE UU,
Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia) decidieron ayer domingo
suspender su participación en los preparativos de la cumbre del G8 (G7 más
Rusia) en Sochi (Rusia), e instaron a Moscú a iniciar negociaciones directas
con Ucrania para superar la crisis en la república autónoma ucraniana de
Crimea. Los
expertos, según AFP, creen que la crisis de Ucrania representa el más grave
crisis entre Occidente y Rusia desde el colapso de la URSS en 1991.
Los líderes de las siete
potencias más industrializadas, así como los presidentes del Consejo Europeo y
de la Comisión Europea, condenaron "la clara violación" de la soberanía
e integridad territorial de Ucrania por parte de Rusia, al ocupar militarmente
Crimea, hecho contrario al Derecho Internacional.
Los ministros de Exteriores de la Unión Europea
(UE), se reunirán este lunes en Bruselas para discutir posibles soluciones
al conflicto en el que la tensión aumenta por momentos. El secretario de Estado
estadounidense, John Kerry, ha anunciado que se reunirá este martes con el
Gobierno interino de Kiev. El presidente de EE UU, Barack Obama, ya
advirtió a su homólogo ruso, Vladimir Putin,
en una conversación telefónica de dos horas que tuvo lugar el pasado
sábado de
las posibles sanciones económicas y políticas que, de seguir la presencia
militar en Crimea, se impondrán contra Rusia.
La canciller
alemana, Angela Merkel, abordó este domingo junto a Obama, la articulación
de un "grupo de contacto" para la crisis de Ucrania, bajo mandato de
la Organización para la Cooperación y Seguridad en europa (OSCE), cuestión que
según Berlín ha aceptado el presidente ruso, Vladímir Putin. Hoy se celebrará
en Viena una reunión para decidir el posible envío de observadores. El objetivo
sería favorecer un diálogo político entre todos los actores implicados,
indicaron este lunes fuentes de la Cancillería.
"La situación de Ucrania es muy
peligrosa", ha declarado el ministro de Exteriores británico William
Hague. Según el diario The
Guardian, el Ejército ruso ya tiene el control de la totalidad
de la península de Crimea, región autónoma ucrania donde la mayoría de sus
habitantes -unos dos millones de personas- son prorrusos. Mientras la tensión
militar aumenta, el rublo (moneda rusa) alcanza sus mínimos históricos respecto
al dolar y al euro. Al inicio de la sesión, el dólar superó la barrera de los
37 rublos, pero luego bajó hasta 36,5 rublos. Es decir, 59 céntimos más que el
pasado viernes. Y el euro, a su vez,
subió hasta 50,5 rublos, lo que constituyó un incremento de 90 céntimos.
subió hasta 50,5 rublos, lo que constituyó un incremento de 90 céntimos.
Este lunes, el ministro de
Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo chino, Wang Yi, han mantenido
una conversación telefónica para intercambiar opiniones a cerca de las
situación en Ucrania. Además, el secretario general
de la ONU, Ban Ki-Moon, se reunirá durante la jornada del lunes -en el
marco del Consejo
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra- con el
tituar de exteriores ruso y, aunque no se ha especificado la agenda de la
conversación, la presencia militar en Crimea será el gran protagonista, según
las agencias.”
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“Europa, a examen en Ucrania El espejismo de que los ucranianos iniciaban una nueva era se ha esfumado
(Ana Palacio, en “El País” 3 MAR 2014)
Ucrania nos ha inundado y
sobrecogido con imágenes fuerza: los manifestantes de la plaza de Maidan de
Kiev resistiendo con valentía meses de frío lacerante, embestidas policiales y
balas de francotiradores; el oro de los accesorios de baño de la opulenta
residencia del presidente depuesto Víktor Yanukovich; Yulia Tymoshenko saliendo
de la cárcel en silla de ruedas para dirigirse con voz quebrada a sus
compatriotas. En un momento en que la autoconfianza de Europa atraviesa sus
horas más bajas, el arrojo de que han hecho gala los ucranianos para derrocar
un sistema político corrompido nos ha recordado cuáles son sus valores
fundamentales, que son los nuestros. La cuestión es qué respuesta va a dar
Europa.
La autorización por la Duma del
envío de efectivos militares rusos a Ucrania (es significativo que no se
restringe a Crimea), solicitada por Putin, consolida la fuerte presencia de
facto de tropas rusas ya existente en Crimea y progresivamente más allá. El espejismo
de ver en la destitución de Yanukovich una señal de que Ucrania se adentraba en
una nueva era, se alejaba inexorablemente de Rusia y buscaba refugio en el
redil democrático europeo se ha esfumado. Sorprendidos por una realidad que
deberían haber previsto, nuestros líderes han de reconocer que Ucrania se
enfrenta a profundas divisiones internas y fuerzas geopolíticas en conflicto.
Ucrania es un país desgarrado por
tensiones culturales arraigadas, resultado de una historia de ocupación a manos
de potencias extranjeras. En el siglo XVII, la lucha entre cosacos, rusos y la
mancomunidad de Polonia-Lituania por el control de Ucrania dio lugar a una
división a lo largo del río Dniéper. Y, pese a que la separación desapareció
formalmente tras la segunda partición de Polonia en 1793, su legado se mantiene
vivo aún hoy.
La geografía de Ucrania también ha
contribuido a la vigencia de líneas de falla. Tras la devastadora hambruna de
1932-1933, entre 2 y 3 millones de rusos repoblaron las zonas agrícolas
abandonadas en el sur y el este de Ucrania, lo que no hizo sino ahondar las
divisiones etnolingüísticas que perduran hasta nuestros días. Si a eso añadimos
una corrupción endémica, oligarcas poderosos y poco escrupulosos y díscolos
partidos políticos, resulta fácil entender las dificultades a que se enfrentan
los ucranianos en su lucha en pos de un sistema auténticamente democrático. Y
los desafíos no se agotan en las fronteras de Ucrania. Por el contrario, las
discordias internas de Ucrania operan dentro del contexto de una amplia y
cambiante pugna reproduciendo divisiones que parecían enterradas con el fin de
la guerra fría.
Desde el inicio de las protestas de
la plaza de Maidán, de forma soterrada por la proximidad de los Juegos
Olímpicos en Sochi, Rusia viene enviando señales claras de que su planteamiento
con respecto a Siria (y su apoyo a El Assad) no era un fenómeno aislado,
resaltando, así, la carencia de visión estratégica y la, al menos temporal,
menguante influencia global de EE UU. No le faltaba razón al líder ruso: EE UU,
abstraído en sus problemas internos, no determina hoy la agenda internacional.
La muy publicitada conversación de 90 minutos, el sábado pasado, entre Obama y
Putin, cuyo magro resultado fue la amenaza de hacer descarrilar la cumbre del
G8 prevista en Sochi el próximo mes de junio, da testimonio de los límites
actuales del poder americano. Ni siquiera alcanza las tímidas propuestas
formuladas la semana pasada por el antiguo asesor de Seguridad Nacional de EE
UU, Zbigniew Brzezinski, centradas en el establecimiento de sanciones
financieras o la revisión del estatus de Rusia en la Organización Mundial de
Comercio.
La naturaleza cambiante de las
relaciones transatlánticas no hace sino complicar aún más la situación. La
buena noticia es que Europa parece haber reconocido finalmente la necesidad de
asumir una mayor responsabilidad estratégica, y buen ejemplo son las misiones
encabezadas por los franceses en Malí y en República Centroafricana. Pero el
proceso de construcción de una estrategia de seguridad común para la UE apenas
ha comenzado, y los avances, no cabe duda, serán lentos.
La UE carece en la actualidad de la
experiencia y conocimiento que EE UU acumuló durante las décadas en las que se
erigió como potencia hegemónica internacional. Esta deficiencia quedó patente
en noviembre pasado, cuando la UE ofreció a Ucrania un acuerdo de asociación
que no tenía en cuenta la vulnerabilidad financiera del
país. Ello permitió al
presidente de Rusia, Vladímir Putin, implicarse de lleno, y obligar a Yanukovich
a sabotear el acuerdo a cambio de una promesa de 15.000 millones de dólares en
préstamos y subsidios a la energía.
Resalta además que Alemania,
renuente líder europeo, ha venido actuando en defensa de sus propios intereses
económicos y energéticos, manteniendo una estrecha relación bilateral con
Rusia. Berlín envía hoy señales confusas. Parece otorgar cada vez más
importancia a los valores —del imperio de la ley a los derechos humanos— en su
trato con Rusia a lo largo del último año, pero no está claro si llegará a
asumir el liderazgo de una iniciativa fuerte en nombre de la UE. Así, que el
ministro de Asuntos Exteriores alemán, Frank -Walter Steinmeier, fuese
acompañado de sus homólogos franceses y polacos a las negociaciones que tenían
como fin alcanzar el acuerdo de la semana pasada en Kiev prueba las dudas de
Alemania, que no se decide a ir por su cuenta. Ello contradice la conferencia
reciente en Múnich del presidente la República Gauck, que proclamaba la
ambición alemana de jugar un papel más activo en los asuntos globales, de la
que no cabía deducir, en absoluto, que Alemania tuviera intención de alinear su
política con la de la UE.
La incertidumbre de Occidente
respecto de Ucrania contrasta con la nítida visión de Rusia. Putin sabe que una
Ucrania pro-Occidental y pro-OTAN representaría un gran obstáculo a la
dominación rusa de Eurasia, podría cortar el acceso de Rusia al mar Negro y, lo
que es aún más importante, servir de modelo a los opositores en su país. Su
actuación en los últimos días confirma que está dispuesto a jugar fuerte,
provechar el descontento (real o inducido) de la población de etnia rusa de
Ucrania, sobre todo en Crimea —que alberga la flota rusa del mar Negro—.
En este contexto, si dejamos que
viejos conflictos y rivalidades persistan, y determinen la política, las
imágenes que irán emergiendo de Ucrania progresivamente contrastarán con las
esperanzas de la plaza de Maidán, y nos retrotraerán a las que vimos en 2008,
1979, 1968 o 1956. La comunidad internacional debe lograr un equilibrio entre
la necesidad de que Ucrania no se convierta en objeto de una
lucha de poder, y el imperativo de frenar las deletéreas ambiciones de Putin. El conflicto de Ucrania entraña una realidad crítica: la comunidad atlántica y Rusia se necesitan mutuamente. Es, por lo tanto, urgente que los EE UU y Europa hagan saber a Putin que no le dejarán las manos libres en Ucrania.
lucha de poder, y el imperativo de frenar las deletéreas ambiciones de Putin. El conflicto de Ucrania entraña una realidad crítica: la comunidad atlántica y Rusia se necesitan mutuamente. Es, por lo tanto, urgente que los EE UU y Europa hagan saber a Putin que no le dejarán las manos libres en Ucrania.
(Ana Palacio, ex-ministra de Asuntos Exteriores
de España y ex vicepresidenta primera del Banco Mundial, es miembro del Consejo
de Estado de España)
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La Gallina y la Zorra
Una
vez, una zorra hambrienta, se metió dentro de un gallinero en busca de alguna
presa para satisfacer su voraz apetito. Viendo a su alrededor, halló una
gallina que descansaba en lo alto de un palo, y tras varios saltos e intentos
por atraparla, le fue imposible. Entonces, pensó hacer uso de su
"astucia", y dijo:
"Hola
gallinita, me han dicho que estabas enferma, y vengo a visitarte. Baja, te
tomaré el pulso y así comprobaremos si estás mejor."
La
gallina con serenidad respondió:
"Amiga
zorra, es cierto que no me encuentro muy bien, pero es más cierto aún que
enfermaría de muerte si me pusiese al alcance de tus dientes. Así que mejor
déjame tranquila y sigue tu camino."
(De la Fábula de Esopo)
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Cuando
el pueblo ucraniano no pro-ruso reaccionó contra los enormes abusos de los
oligarcas y mafiosos, tratando de derrocar a los corruptos que encabezaba esa
marioneta tan grande como inepta llamada Yanukovich, Rusia, omnipotente y sin
escrúpulos, reaccionó.
Vengo
leyendo desde hace algunos días comentarios de quienes se tienen por
progresistas, diciendo que lo ocurrido en Ucrania ha sido un levantamiento fascista
propiciado por Estados Unidos y la Unión Europea, y que ha sido un atentado a
la democracia.
Y
ahora, cuando Rusia invade una parte de Ucrania y amenaza con engullirse lo que
le de la gana, esos progresistas de pacotilla, o guardan silencio o se muestran
generosamente comprensivos con los invasores.
Así
se escribe la historia: De tibiezas, de indecisiones, de intereses creados…
En
Ucrania era todo tan bonito, en apariencia, cuando huyó Yanukovich, que no
podía consolidarse, porque ni las fuerzas económicamente tan potentes que
apoyaban a su títere estaban dispuestas a renunciar a sus prebendas, ni los que
se creyeron ya un gobierno de la nación ucraniana acabaron de percatarse de que
estaban absolutamente indefensos frente al poderío del capital de los bandidos,
apoyados por Rusia.
Y
así ha comenzado la historia por Crimea, ya que el “zar” Putin, zorra, oso y
todo lo demás que se quiera, con sus técnicas a lo KGB y sus ansias de Imperio
(que por algo es nativo de San Petersburgo), se ha aprovechado de la práctica
inexistencia de gobierno en Ucrania, de la situación de sus tropas en Crimea,
de la tendencia abiertamente pro-rusa de esta península (ya que fue de Rusia
hasta hace poco más de sesenta años) para hacerse la dueña y controlar toda la
zona, con la justificación de que debía preservar “sus intereses”.
Yanukovich,
mientras tanto, estaba refugiado en Rusia, pero ha guardado un silencio
absoluto respecto de la invasión y práctica secesión de una parte del
territorio de Ucrania, ¡él que tan patrióticamente se siguió considerando el legítimo
presidente de Ucrania!
Y
así, los que en Kiev tomaron el poder, por no haber sabido esperar a que Yanukovich
convocara elecciones y haber intentado relegarle por las urnas, han tenido, sí,
días de enorme fervor democrático, logrando una aparente victoria con la
defenestración y huida del sátrapa, pero han propiciado (estaba escrito) que
Rusia comenzara a relamerse pensando que había llegado su hora.
Como
además en Ucrania hay dos naciones en una, ya que la zona de habla y costumbres
rusas difícilmente se podrá vincular al resto, Rusia ha encontrado el apoyo que
sabía tenía en los magnates corruptos de las regiones más orientales, que han movilizado
a sus súbditos (sigue habiendo “siervos”, se diga lo que se diga), para que,
banderas rusas en mano, hayan organizado marchas y manifestaciones pidiendo a
Rusia que les proteja.
Todo
ello ha ocurrido, está aconteciendo, mientras las NATO, USA y Occidente vuelven
a dar una triste imagen de senectud política, de hedonismo y de incapacidad,
porque todas sus reacciones han sido advertir, advertir y advertir con
eliminaciones de foros, con ignotas represalias, y de sustancia, nada.
¿Desde
cuándo USA se involucrará en la defensa de la integridad territorial de
Ucrania? ¿Después de las guerras de Vietnam, Irak y Afganistán? Jamás.
Reza
el dicho popular que “los lobos de la misma camada nunca se muerden”, y por
eso Rusia no atacará a USA ni acontecerá al revés. Pero siempre a base de que
la una respete los desmanes de la otra en territorios que no sean vitales a los
intereses de la oponente.
¿Y
qué va a pasar?
Algo
tengo muy claro: Rusia se hará, se ha hecho ya, con el control de Crimea, y, vistiéndolo
de una amplísima autonomía, asentará sus reales en la península de las mil
guerras, en las que el imperialismo al estilo zarista arrasará finalmente lo
que queda de civilización tatar, o tártara, que se siente ucraniana por los cuatro
costados.
Seguirá
Crimea gozando de los palacetes ocupados por los millonarios rusos y por los
magnates ucranianos que allí han sentado sus dachas, y seguirá brindando a los
ricos el mar y las playas de las que Ucrania prácticamente carece.
Y
los ucranianos, sin casi resortes de poder, sin dinero (el país está en
bancarrota) apelarán a la épica del alma nacional, aunque seguirán en el
peligro de que poco a poco las regiones del este se vayan marchando hacia
Rusia.
No
soy capaz de vaticinar cómo y cuándo Ucrania quedará partida. Solamente estoy
convencido de que Crimea ya no es Ucrania en la práctica, y es el principio de
la escisión.
Y
mientras tanto, la zorra rusa, ofreciendo caricias y cuidados a los ucranianos
pro-rusos (que son víctimas del despiadado poder de unos cuantos mafiosos
corruptos), irá cercando a esa gallinita que es Ucrania, un país cuya historia
a lo largo de los siglos está teñida de
sufrimientos y barbaries, y que por lo que parece va a seguir siendo "carne de cañón".
sufrimientos y barbaries, y que por lo que parece va a seguir siendo "carne de cañón".
¡Ah!
¡Y espero que los progresistas que tanto se rasgaban las vestiduras por los
sucesos de Maidán se dignen al menos discrepar sobre la invasión de Crimea! Seguro
que parece legítima a ellos que tanto semejan añorar historias de hoz y martillo…o de "la cáscara amarga"...
En
fin, que la zorra al final se comerá la gallina…
“La guerra es la salida cobarde
a los problemas de la paz” .- Thomas Mann (1875-1955) Escritor alemán.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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