“Errores por ambos bandos.- La UE no puede construir su proyecto contra Rusia.- Moscú se equivocó con la invasión de Crimea. No la necesitaba
(Álvaro Gil-Robles en “El Pais”, 10
MAR 2014)
La crisis desencadenada en Ucrania nos tiene que
llevar a una seria reflexión sobre sus causas. Todos los actores implicados han
de reconocer los fallos y errores cometidos por unos y otros y que han
conducido a esta situación para que no vuelva a repetirse.
Aparentemente todo se desencadena a
raíz de la puesta en práctica de la política de vecindad de la Unión Europea
plasmada en un acuerdo de colaboración con varios países de la ex Unión
Soviética y que Ucrania se niega a firmar por presiones de Rusia. Este país
potencia un acuerdo aduanero entre sus exrepúblicas. Pero también recela que
esta aproximación a la Unión Europea tendrá trascendencia negativa para la
población de origen ruso y la garantía de sus intereses geoestratégicos y bases
militares de Crimea. Sirva de ejemplo que la firma de este acuerdo por
Bielorrusia, no suscita ningún recelo en Rusia.
Pero hablar de Ucrania y
especialmente de Crimea es cosa distinta para los rusos y su Gobierno. Como
recientemente recordaba la investigadora Emmanuelle Armandon en el periódico Libération: “para los
rusos Crimea es Catalina II, es el poderío naval del Imperio ruso, es Yalta,
los palacios imperiales, los poemas de Pushkin y las novelas de Chéjov”.
Esta política de la Unión Europea se
ha planificado y desarrollado mal, al entender Bruselas que no tenía nada que
hablar al respecto con Rusia,
ignorando las sensibilidades e intereses en juego, cuando lo que tenía que
haber hecho era más bien llevar el proyecto adelante después de haber negociado
con Rusia, disipando sus temores, garantizándole que no se trataba de una “OPA
hostil”.
Todo cuanto ha sucedido desde la
fallida firma no ha facilitado un tratamiento consensuado del problema.
Sublevación de una parte de la población que quiere abrirse a Europa, toma de
la dirección de la revuelta por grupos armados de extrema derecha, muertos,
derrocamiento del presidente y su régimen corrupto e instauración de un
Gobierno que nace de la aclamación de la calle, donde reside realmente el
poder. De ese mismo clamor popular surgen signos inequívocamente antirrusos y
se produce la alarma en la otra parte de la población ucrania, que habla ruso y
se siente rusa.
Es verdad que este sector de la
población étnicamente ruso se siente amenazado en cuanto a su autonomía,
lengua, cultura, etc. aunque dudo mucho que desde Kiev se hubiese desarrollado
realmente una política tan agresiva hacia esta minoría.
Es el momento en que Rusia aprovecha
para invadir la península de Crimea, cometiendo un grave error. No necesitaba
tal despliegue militar puesto que ya tenía in
situ fuerzas e influencia más que suficiente para garantizar sus
intereses y seguridad. No había ninguna amenaza inminente de fuerzas armadas
ucranias que fuesen a actuar allí, entre otras cosas porque prácticamente no
existen.
Es un gesto de fuerza hacia
Occidente. De decir basta. En nuestra
área de influencia geoestratégica no
admitimos formas de proceder que pretendan excluirnos o desplazarnos. Y también
de garantizarse que la futura resolución de la crisis ucrania tendrá que
hacerse contando con Rusia y sus intereses. Protegiendo los legítimos derechos
de las minorías, especialmente la rusa para que no vuelva a pasar lo que
ocurrió con la independencia de Estonia y Letonia.
La confrontación hoy planteada con
toda crudeza entre Rusia y Occidente ha estado larvada desde hace mucho tiempo.
Las espadas de la guerra fría nunca se han llegado a envainar totalmente.
En Rusia existe el sentimiento de
que cuando se derrumbó la Unión Soviética no se les ayudó realmente a
reconstruir su economía. El sentimiento es que Occidente prefería una Rusia
débil e incapaz de volver a ser una potencia. Sin embargo, Rusia es hoy de
nuevo una potencia económica, militar y política y una gran mayoría del pueblo
ruso atribuye el mérito de haberles devuelto su orgullo nacional al presidente
Putin.
En los últimos años Rusia ha sido
continuamente cuestionada, y en ocasiones con razón, por su forma de tratar sus
problemas internos en materia de terrorismo, o ejercicio de las libertades
públicas.
Pero también sabe que Occidente ha
sido capaz de incurrir en violaciones similares en la lucha antiterrorista y
ese doble lenguaje le irrita y no facilita el entendimiento. Pero también está
claro que en el caso de Ucrania no habrá guerra, porque ninguna de las partes
implicadas lo desea.
Es el momento de la diplomacia, pero
no contra Rusia, sino con Rusia. Ese camino debe emprenderse cuanto antes y
creo que el papel del Consejo de Europa puede ser determinante para llegar a
una solución eficaz y duradera. Rusia y Ucrania, como todos los países de la
Unión Europea forman parte de dicho organismo y en ese foro se pueden buscar
las fórmulas más adecuadas que contemplen el respeto de todos los intereses en
juego, garantizando la unidad de Ucrania, unas elecciones libres y la
elaboración de una Constitución democrática, con una posible formula federal
que facilite el encaje y convivencia pacífica de unos y otros.
La Unión Europea debe cambiar
radicalmente el enfoque de sus relaciones con Rusia. No se puede seguir
construyendo Europa sin o contra Rusia. Es un disparate mayúsculo. Por el éxito
del proyecto europeo y la futura seguridad de todos, es necesario evitar que
Rusia se aleje cada vez más de Europa hacia sueños imperiales propios. Para
ello el diálogo continuo, los intercambios económicos, y la colaboración
diplomática, como ha ocurrido con Irán y Siria, nos marcan el norte.
Ese nuevo tono de las relaciones con
Rusia, no solo impedirá futuros errores de bulto como el que ahora analizamos,
sino que facilitara el desarrollo interno de una sociedad rusa que asuma y viva
plenamente los valores democráticos que a todos nos unen en el resto de Europa
y se puedan consolidar en aquel gran país nuevos espacios de participación y
ejercicio de derechos y libertades fundamentales. Pienso en el magnífico signo
de este deshielo que sería la puesta en marcha de un proyecto Erasmus entre la
Unión Europea y Rusia. Ojalá las futuras elecciones europeas, permitan caminar
por esta senda.”
…
“Operación limpieza en Kiev
El
nuevo Gobierno, las ONG y la sociedad civil reaccionan contra el derroche y la
corrupción de la era Yanukóvich con varias iniciativas para purgar el sistema
Silvia Blanco (enviada especial), en
“El País”, Kiev 10 MAR 2014 )
Decenas voluntarios recomponen unos documentos
encontrados en ña residencia de Víctor Yanukóvich. / AFP
En uno de los documentos hallados en
la casa de campo de Víctor Yanukóvich en Mezehyria, a las afueras de Kiev, se
ven pequeñas
fotos de lámparas. Al lado de cada una figura una cantidad de
dinero. La más cara cuesta ocho millones. Se adquirieron 32 unidades por 30,6
millones de euros. Ese papel es una mínima muestra de la delirante cantidad de
dinero que ha podido llegar a apilar un presidente que hubiera necesitado un
año entero, con su sueldo oficial, para comprar los 100.000 euros que costaba
la lámpara más barata. El archivo es uno de los miles que flotaban en un lago
junto al embarcadero de la mansión, almacenados en 170 carpetas que alguien
tiró a toda prisa el día en que Yanukóvich lo perdió todo.
Ese 22 de febrero se empezó a gestar
el afán de limpieza de la vida pública que impregna el discurso de las nuevas
autoridades, refuerza el de los activistas y parte de la prensa y ha arraigado
en muchos ciudadanos, entre indignados y alucinados por la magnitud de la
corrupción y la riqueza que manejaban los que estaban en el poder.
La casa de Yanukóvich empezó a
llenarse de gente que quería husmear en el lujo que se adivinaba en las fotos
que llegaban. Varios buzos rescataron el material y llamaron a un grupo de
periodistas, que hicieron fotografías de los papeles mojados para que no se
perdiera nada. En pocas horas llegaron secadoras, escáneres.
Yanukovychleaks.org nació ese día, y ya tiene 6.523 documentos que cualquiera
puede consultar. “No son nuestros. No buscamos historias exclusivas”, explica
Natalie Sedletska, una reportera de 26 años especializada en investigar casos
de corrupción que ha estado día y noche durante una semana en la mansión junto
a otros 11 informadores para documentar el material.
Ahora trabajan en darle sentido, en
unir las piezas del gigantesco tesoro de pruebas. “Una vez que está en la red,
ya no se puede ocultar”, cuenta Sedletska en inglés en su apartamento de Kiev.
Quieren que la página sirva para “mostrar a todos los que lleguen al poder que
esto les puede pasar a ellos, que no importa lo alto que construyan sus muros”.
Similar entusiasmo hacia su labor
muestra Oleh Makhnitskyi, el nuevo fiscal general. Pertenece al partido de
extrema derecha Svoboda, con representación parlamentaria y muy nacionalista.
“La gente quiere una fiscalía con una nueva cara, por eso hacen falta reformas
drásticas”, dijo la semana pasada. Enseguida emprendió la caza del apestado
Yanukóvich y de los millones que él y sus colaboradores tienen circulando
porque, según el nuevo primer ministro, son robados. Nada más ser nombrado,
Arseni Yatseniuk acusó al expresidente de saquear Ucrania. Dijo que se habían
esfumado 37.000 millones de dólares (26.700 millones de euros) en créditos
recibidos, y que otros 70.000 habían volado a cuentas en el
extranjero. A petición
de las autoridades ucranias, Suiza, Austria y Liechtenstein publicaron listas
de personas —todas del círculo de Yanukóvich— a las que se les han bloqueado
las cuentas. La UE tomó la medida la semana pasada contra ese grupo por
malversación.
También estos días acaba de nacer el
Comité para la Lustración de Ucrania, dirigido por el periodista y activista
Yehor Sobolev. Aunque en España no se emplea, es una palabra repetida tras la
caída de Yanukóvich. En los países excomunistas tiene que ver con la purga de
miembros del antiguo régimen. En Kiev se usa más para limpiar el sistema de
corruptos, en principio con límites: “Estoy absolutamente en contra de que el
comité para la lustración se convierta en el NKVD [la policía secreta
soviética] desde el primer día”, aseguró a la agencia Interfax Ucrania el
director, que busca primero establecer un consenso nacional sobre los criterios
para depurar. Sin embargo, no se sabe aún cuánto poder tendrá este comité.
En un viejo edificio del centro está
la oficina-piso donde trabajan los activistas de otra web, Yanukovich.info.
Muchos son abogados. Llevan desde 2012 recopilando información basada en hechos
que ellos han verificado o publicado con pruebas en la prensa para presionar en
el extranjero y que se bloqueen cuentas y bienes de los corruptos. Cuando
empezaron las protestas en el Maidán —uno de cuyos motores fue la lucha contra
la corrupción y todavía es uno de los ideales que persigue— decidieron publicar
todo lo que habían ido averiguando y alojarlo en esa página, donde se puede
leer, por ejemplo, cómo el hijo del expresidente, Olexander, pasó de tener
siete millones de dólares a 510 en tres años. “Tenemos que presionarlos [a las
autoridades] para que doten al sistema de instrumentos para combatir la
corrupción”, comenta en un salón destartalado Daryna Kaleniuk, una de las
responsables de la ONG que promueve la web. “La sociedad civil tiene que
controlar cada paso que dé el nuevo Gobierno”, opina. Otra de sus iniciativas
busca que se purgue a los fiscales que, sostiene, “encubrieron la corrupción”.
En la calle también hay esa
sensación de que las élites ya no son intocables. Antes de las protestas, parte
de la prensa también destapaba escándalos, pero nunca ocurría nada. Como
explica uno de los periodistas más conocidos, Vitaly Sych, “en Ucrania nunca
había ocurrido que los que roban sean investigados o castigados”. Ahora se
tiene la impresión de que eso puede cambiar, y las iniciativas para combatir la
corrupción “son una señal”.
…
Mientras Yanukovich sigue
apareciendo en conferencias de prensa (en las que no permite preguntas de los
periodistas), desde su “refugio” ruso de Rostov-on-Don, siguen apareciendo
informaciones de sus desmanes y de los atropellos que su autoritarismo
dictatorial permitió a Rusia.
La verdad es que Ucrania y su
gobierno están actualmente casi a la deriva, sin una estructura política
consolidada, sin recursos económicos y con la invasión de parte de su
territorio por la vecina y antigua “dueña” Rusia.
Pero también es cierto que antes de
la defenestración del anterior presidente ya se vislumbraba (léaseme en este
mismo blog) el enorme riesgo de división de Ucrania y del apoderamiento por
parte del “amo” ruso.
Así ha acontecido, en parte porque
era lo más normal en el estado de cosas que existía, y en la principal parte
porque los activistas y demás gentes ahora en el poder en Ucrania pecaron de
bisoñez cuando se dejaron embaucar por los cantos de sirena que les llegaban de
Occidente, especialmente de la Unión Europea y de los Estados Unidos de
América, en cuanto a apoyos.
Es claro que Ucrania precisaba la
desaparición de Yanukóvich y de todo el entramado de corrupción y megalomanía
que entrañaba, pero no es menos cierto que la forma adoptada, mediante el
encabezamiento de la revuelta por movimientos bien orquestados y con tufo de
ultraderecha, no ha sido la mejor manera de “vestir” la
justa causa de la
reacción.
Y he indicado “bisoñez”, porque
todavía no se ha enterado el pueblo ucraniano (y los líderes que ahora tratan
de encabezar el actual control de la nación no han intentado ni quiera decirlo)
que ni la Unión Europea es la panacea frente a
todas las carencias, ni dicha Unión y los estadounidenses americanos
iban y van a arriesgar ni una moneda embarcándose en una confrontación bélica
contra Rusia.
Ahí ha entrado el “zorro” Putin,
quien mientras se discutía sobre si se trataba de “galgos o podencos”, se metió
en el “gallinero” de Crimea, controló el territorio de forma tan descarada como
exenta de riesgos, mediante tropas de élite “malcamufladas”, sembró de minas
una frontera con el resto de Ucrania, e inspiró una secesión que de hecho ya
existía, al menos en la forma de sentir, de vivir y de hablar.
Ahora bien, el drama de Ucrania es
que actualmente es como un barquito de papel en las procelosas aguas de la
realidad internacional, cuyo barquito espera soplos de impulso desde Occidente
y recibe en cambio oleaje amenazante desde todos los demás puntos cardinales.
Lo que ya raya la comedia grotesca y
burlesca es el papel de Yanukovich, apareciendo en conferencia de prensa para
proclamar de nuevo que sigue siendo el presidente y solicitando la intervención
de Rusia, él que robó, estafó, dilapidó y propició la destrucción de un país
que proclamaba como suyo y del que pretendió ser el primer mandatario.
Muy arduo se presenta el camino que
va a tener que recorrer la Ucrania actual, y bien difícil resulta vaticinar en
qué y junto a quién terminará, pero debe reflexionarse mucho sobre la tibieza
real del apoyo de la Unión Europea y la falta de “punch” del “amigo americano”.
Por el momento, con la huida de
Yanukovich parece haberse evitado que el “imperio” de él mismo y los suyos se
haya seguido incrementando a costa del sufrido pueblo llano de Ucrania, que
simplemente desea la paz, el bienestar y el progreso y que está sufriendo las
consecuencias de una descomposición social fruto de un régimen soviético que
estalló en mil pedazos.
"Aquellas personas que no están dispuestas a pequeñas
reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a
cambios trascendentales." Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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