Este
modismo proviene de la tradición de los llamados “cuentos de la buena pipa” y
en otros lugares, concretamente en Andalucía, del llamado “cuento de la haba
que nunca se acaba”. En todos estos tradicionales cuentos comienzan unos
relatos que parece ser prometedores y que acaban siendo repetitivos,
interminables y aburridos. Cuentos en lo que no se cuenta nada y que se agotan
en sí mismos como recurso expresivo. Es la razón por la que se usa este modismo
para aludir a un asunto cuya solución no parece tener fin por una serie
indefinida de demoras en cuanto a su conclusión definitiva.
(Fuente: Carlos Rivera)
…
“Tristan Garel-Jones es uno de los políticos más
inteligentes que he conocido a lo largo de mi dilatada vida profesional. Hombre
serio, culto, profundo conocedor de España y su historia. En el Reino Unido lo
ha sido todo: diputado, lord del Tesoro, tesorero de la Corte de Su Majestad,
ministro de Asuntos Exteriores para Europa. Habla un español perfecto y se
distingue por su claridad de ideas y su buena educación. Desde una
independencia inalterable, ha propuesto con dos pares que se legalice la Fiesta
de los Toros en Gran Bretaña para que asistan a ella los responsables de las
sociedades protectoras de animales y se enteren de la verdad. Se declara
admirador de Luis Miguel, de Pepe Luis, de Ordóñez, de Paco Camino, de Gregorio
Sánchez.
Tuve la suerte hace muchos años de que Tristán
Garel-Jones me enseñara el Parlamento británico. Durante un par de horas
recorrimos la Cámara de los Comunes, la Cámara de los Lores y las diversas
dependencias de un Parlamento que, a diferencia del español, se distingue por
su austeridad. Tristán Garel-Jones me dejó las cosas claras. Montesquieu existe
en Inglaterra. El Parlamento es independiente del Gobierno y tiene una
autoridad indiscutida.
Para entender el problema de Gibraltar -me dijo en
aquella ocasión el
político británico- hay que partir de la base de que el Parlamento aprobó respetar la voluntad del pueblo gribraltareño. Si los gibraltareños deciden permanecer en su estatus actual, Gran Bretaña los respaldará sin fisuras.
político británico- hay que partir de la base de que el Parlamento aprobó respetar la voluntad del pueblo gribraltareño. Si los gibraltareños deciden permanecer en su estatus actual, Gran Bretaña los respaldará sin fisuras.
El ministro Castiella tuvo conciencia clara de esa
realidad y estableció una política consistente en hacer la vida lo más ingrata
posible a los gibraltareños. Era y es el único camino. Si los gibraltareños
disfrutan de todos los beneficios no se cuarteará nunca su voluntad de ser lo
que son. Si España convierte el Peñón en un lugar inhóspito las cosas podrían
cambiar. Castiella no llevó adelante todo lo que pensaba, pero sabía muy bien
lo que se debía hacer y me lo explicó detenidamente en una larga conversación
que mantuve con él. Era un hombre muy inteligente. Decidió cerrar la verja y
proyectó cortar
el suministro de agua española, de líneas telefónicas y de electricidad. Tenía pensado trasladar al entorno de Gibraltar las industrias menos salubres de España y absorber la mano de obra marroquí. Su propósito consistía en incomodar hasta el límite la vida de los gibraltareños. El ministro Moratinos cometió el desatino de hacer todo lo contrario. Convirtió al Gobierno del Peñón en interlocutor tripartito y benefició a los gibraltareños con toda clase de prebendas, cerrando los ojos ante el blanqueo de capitales, los delitos fiscales, el contrabando desaforado, los negocios on-line.
el suministro de agua española, de líneas telefónicas y de electricidad. Tenía pensado trasladar al entorno de Gibraltar las industrias menos salubres de España y absorber la mano de obra marroquí. Su propósito consistía en incomodar hasta el límite la vida de los gibraltareños. El ministro Moratinos cometió el desatino de hacer todo lo contrario. Convirtió al Gobierno del Peñón en interlocutor tripartito y benefició a los gibraltareños con toda clase de prebendas, cerrando los ojos ante el blanqueo de capitales, los delitos fiscales, el contrabando desaforado, los negocios on-line.
El actual ministro principal de Gibraltar, Fabián
Picardo, que es un chuleta, se ha dedicado a matonear a España ofendiendo
gravemente a nuestra nación mientras los gibraltareños se forran a ganar dinero
y disfrutan de sus villas y posesiones en la Costa del Sol y de todas las
trapisonderías inimaginables. Se ha hecho, en fin, lo contrario que se debía
hacer. El Peñón debe ser una base militar de vida
especialmente incómoda. Hoy
es un auténtico paraíso. Solo la disciplina militar obligaría a vivir en una
base caracterizada por su dureza. Los civiles terminarían por buscar otros
lares. Entonces se podría negociar conforme a lo decidido por el Parlamento
británico porque, como me explicó claramente Tristán Garel-Jones, nada que
contradiga la decisión parlamentaria tendrá viabilidad. El ministro Margallo,
que es un peso pesado de la política española, ha entendido muy bien la
realidad gibraltareña y ha empezado a tomar las medidas adecuadas. Permanece
impávido mientras sobre su cabeza se descargan los bloques de hormigón”.
Felipe V de España regaló Gibraltar |
Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “El
Imparcial”, 26/08/2013)
…
Tanto se viene escribiendo sobre el conflicto entre España y el Reino
Unido, respecto de Gibraltar, que he demorado ocuparme de él en profundidad,
por aquello de que es más viejo que la tos y además ha aparecido en tiempos en
los que a los gobiernos de los dos países les conviene desviar la atención a
esta controversia mal planteada y probablemente nunca acabada, evitando así, en
el Reino Unido, lo referente al referéndum independentista de Escocia y otras
cuestiones de transcendencia electoral, y en España, que los papeles del
llamado “caso Bárcenas”, más el “caso de los ERES andaluces”, no contaminen
demasiado la opinión pública en tiempos en que los ejecutivos suelen estar más
o menos de vacaciones.
La realidad es que la postura del impropiamente llamado “gobierno
gibraltareño”, con ese chulo de fulanas que es el ministro principal Picardo al
frente, no puede ser más provocativa y demagógica; y
también es verdad que España, mejor dicho su gobierno, ha entrado poco al trapo de las provocaciones, pues mal se entiende se tolere modificación de caladeros de pesca, construcción de espigones en agua que no son gibraltareñas (porque no las hay, según el Tratado de Utrecht), existencia de buques tanque que venden gasolina y contaminan las aguas, burdo abuso de la sanidad española por los gibraltareños que tienen propiedades en España, y, sobre todo, fraude fiscal continuado, contrabandeando tabaco y protegiendo la evasión fiscal desde el paraíso financiero que es actualmente la roca .
también es verdad que España, mejor dicho su gobierno, ha entrado poco al trapo de las provocaciones, pues mal se entiende se tolere modificación de caladeros de pesca, construcción de espigones en agua que no son gibraltareñas (porque no las hay, según el Tratado de Utrecht), existencia de buques tanque que venden gasolina y contaminan las aguas, burdo abuso de la sanidad española por los gibraltareños que tienen propiedades en España, y, sobre todo, fraude fiscal continuado, contrabandeando tabaco y protegiendo la evasión fiscal desde el paraíso financiero que es actualmente la roca .
Y digo que el Gobierno español ha mantenido una postura “light”, porque,
dejando de lado la posible contundencia verbal, lo que ha dicho el ministro de
Exteriores, el magnífico ministro García-Margallo (un ceutí que se afincó mucho
tiempo en Valencia, de indudable
capacidad intelectual y gran valía y experiencia política), la realidad es que no se ha actuado “manu militari” como tal vez merecían las usurpaciones y atentados a la legalidad internacional y a la convivencia pacífica, que ha propiciado el nuevo “bucanero” (pirata al servicio de su majestad británica, como antaño) llamado Picardo y que mejor haríamos en llamarle “picarón” o “picardón”.
capacidad intelectual y gran valía y experiencia política), la realidad es que no se ha actuado “manu militari” como tal vez merecían las usurpaciones y atentados a la legalidad internacional y a la convivencia pacífica, que ha propiciado el nuevo “bucanero” (pirata al servicio de su majestad británica, como antaño) llamado Picardo y que mejor haríamos en llamarle “picarón” o “picardón”.
Recuerdo mis tiempos de estudiantillo de bachiller, cuando el espíritu
nacional era una “asignatura obligada" y el patriotismo de pandereta y
faldicorta imperaba en una España deprimida y aislada, y en esos tiempos se nos
enseñaba en la escuela aquella canción semi-militar de “Memorias de la
historia, que a veces tienen que llorar: ya tocan a rebato en el peñón de
Gibraltar…”
Y en aquellas
calendas, se nos hablaba de la pérfida Albión y de los piratas ingleses, aunque
todo se dulcificó cuando la España de Franco fue introduciéndose en el orden
europeo e internacional.
Ahora resurge este “callo”,
este viejo conflicto, con tintes de agresión
que cada parte pinta respecto de la otra, y que, por muy irritante que sea, que lo es, solamente implica un desacuerdo entre dos gobiernos que se entienden bien, menos en lo que no pueden entenderse.
que cada parte pinta respecto de la otra, y que, por muy irritante que sea, que lo es, solamente implica un desacuerdo entre dos gobiernos que se entienden bien, menos en lo que no pueden entenderse.
¿Qué solución cabe?
Opino que tal vez,
nótese mi duda, solamente la diplomática, porque a estas alturas no vamos a
empezar con soluciones militares, pese a que después de tres siglos ni la
diplomacia que todo lo “empastra” y hace duradero, haya logrado avances
significativos.
Yo propongo que se
nombre ministro del gobierno español al famoso Picardo, dándole autonomía sobre
Gibraltar, confiriéndole competencias sobre la reproducción de los monos que saturan la roca, y se cree una especie de Andorra, con dos co-príncipes que
nada manden (como en la nación pirenaica), para que gobiernen los naturales del peñón, pero, eso sí, sin tolerar ni una sociedad basada en Gibraltar ni una transferencia de dinero contaminada de los macacos de la roca, ni… ni… no sé qué más.
nada manden (como en la nación pirenaica), para que gobiernen los naturales del peñón, pero, eso sí, sin tolerar ni una sociedad basada en Gibraltar ni una transferencia de dinero contaminada de los macacos de la roca, ni… ni… no sé qué más.
Y, pese a la
ironía, seguiríamos igual, como acontece en tantas y tantas familias, que
solamente se pelean cuando les conviene mostrar una crisis y así justificar que
no pueden pagar deudas.
Gibraltar no es
español en la práctica; ni es inglés en la ley. Es una moneda de trueque que
dos naciones, España y Reino Unido, se disputan en apariencia, para al final
hacer como los trileros: que
desaparezca del panorama político lo que es impopular.
desaparezca del panorama político lo que es impopular.
Voy a plantearme
seriamente domiciliar mis ingresos en Gibraltar y mis deudas en España, para
que los acreedores españoles sufran demoras y colas para alcanzar la frontera
de la Línea de la Concepción, y, en cambio, mis dineritos corran de paraíso
fiscal en paraíso fiscal, hasta que un “Bárcenas” cualquiera los trinque.
¡Afanes de tres
siglos de historia, que ahora tenemos cada día!
“El patriotismo es el huevo de donde nacen las
guerras.”.- Guy de Maupassant (1850-1893) Escritor
francés.
SALVADOR
DE PEDRO BUENDÍA
Magnífica reflexión!
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