“El buen arquero no es juzgado
por sus flechas, sino por su puntería”.- Thomas Fuller (1610-1661) Clérigo y
escritor británico.
Una enfermedad ha borrado de su memoria el recuerdo de una parte esencial de la historia reciente de España
Un hombre con excepcionales dotes
políticas. Así era quien hoy cumple 80 años, hasta que en 2003 una enfermedad degenerativa se llevó todos sus recuerdos.
Hacía ya varios años que no recordaba muchos de los acontecimientos políticos
de los que fue el protagonista indiscutible.
Doctor en Derecho, Director de
Televisión Española durante el franquismo y
presidente del Gobierno español, fueron algunos de los cargos que ocupó este
abulense durante su vida. Pero sin duda, el papel por el que siempre será
recordado fue el de ser el artífice de la Transición
española.
Nacido en la localidad abulense de
Cebreros, en 1932, tras pasar por Madrid para doctorarse en Derecho. regresó a
Ávila para iniciarse en la política. Dentro del Movimiento, pasó por el
Gobierno Civil de Ávila, el de Segovia, hasta que llegó a la dirección general
de Radiodifusión y Televisión Española, cargo que ocupó desde 1968 hasta 1973,
con un régimen que mostraba achaques cada vez mayores y se aproximaba a su
defunción y la de su jefe de Estado. Suárez presenció la decadencia desde una
localidad privilegiada, la de vicesecretario general del Movimiento.
Jurando como Presidente |
El año 1976 fue el comienzo de la
‘carrera arquitectónica’ de Adolfo Suárez. El heredero de Franco, Juan Carlos I,
cortó el hilo que daba continuidad al régimen, forzando la salida del presidente
del gobierno Arias Navarro. Adolfo era el elegido por el rey para llevar a cabo
los cambios que reclamaba el pueblo, y que no le podía negar.
La labor desempeñada por Suárez
durante la Transición no pasó desapercibida a nivel internacional. Buen ejemplo
de ello es que la prestigiosa publicación estadounidense Time dedicara su portada de junio de 1977 íntegramente al
mandatario español. Estaba ilustrada con un primer plano del político y un
texto que rezaba "España: la
democracia gana".
Relevado por Calvo-Sotelo |
Poco a poco, la Transición española
va perdiendo a las figuras que la hicieron posible. En mayo de 2008 murió Leopoldo Calvo-Sotelo,
expresidente de España entre febrero de 1981 (tras el intento de golpe de
Estado) y diciembre de 1982. En enero de este mismo año fallecía el fundador
del Partido Popular, Manuel Fraga Iribarne, que fue clave también en el paso que
España dio hacia la democracia. Y el pasado martes fallecía Santiago Carrillo,
es secretario general del PCE, que facilitó la gestión consensuada de la
Transición a la democracia.
La última intervención pública de
Adolfo Suárez tuvo lugar hace nueve años, en un mitin celebrado el 2 de mayo de
2003 en Albacete. Fue en un acto político para apoyar a su hijo (Adolfo Suárez
Illana) que, enrolado en las filas del Partido Popular, disputaba la
presidencia de Castilla-La Mancha. El mitin sirvió para evidenciar el avance de
la enfermedad del primer presidente de la democracia. Durante su discurso,
Suárez se perdió varias veces mientras leía sus notas e incluso llegó a leer en
varias ocasiones el mismo folio. Acabó su mitin asegurando: "Bueno, para
qué más discursos, lo que os quiero decir es que mi hijo es una persona de bien
y que hará muy bien su trabajo".
Abrazado al rey
Su último mitin |
Desde entonces su salud fue
decayendo poco a poco. La última imagen que se conoce de él fue una fotografía
que su propio hijo le hizo de espaldas abrazado al rey mientras ambos daban un
paseo por el jardín de su finca en el barrio de La Florida (Madrid). En los
últimos meses la familia decidió restringir las visitas que recibía Adolfo
Suárez. Sus cuatro hijos (Adolfo, Laura, Javier y Sonsoles) eran su compañía
regular, sus hermanos (Hipólito, Carmen, Ricardo y José María) también le
visitaban con regularidad, además de su cuñado Aurelio Delgado. Algunos de sus
mejores amigos como Gustavo Pérez Puig (antiguo realizador de televisión),
Fernando Alcón (político abulense y amigo desde la infancia de Suárez) fueron
poco a poco espaciando sus visitas, en parte por sus propios achaques de salud
y en parte para ahorrarse ver a su amigo en la situación en la que se
encontraba.
Fue en el verano de 2003 cuando la
enfermedad que padece Adolfo Suárez, según cuenta su familia, se intensificó.
Ese año perdió buena parte de sus facultades cognitivas y dejó de reconocer a
sus más allegados. Cuentan también que su último acto de lucidez tuvo lugar en
2005. En la primavera de ese año, su hijo decidió que el cardenal Antonio
Cañizares confesara al primer presidente de la democracia. El eclesiástico,
sentado junto a Suárez en el jardín de su casa madrileña, le puso la mano sobre
la rodilla y le dijo: "¿Quieres que te administre el perdón?", a lo
que el abulense respondió: "Yo siempre estoy dispuesto a dar y pedir
perdón".
(De “Levante El Mercantil
Valenciano, 25/09/2012)
…
“
Suárez, desde el
presente
Este 25 de septiembre cumple ochenta años don Adolfo Suárez.
Mucho cabría decir del primer presidente democrático surgido de las cenizas del
franquismo. Aunque, ante todo, rememorar a Suárez es evocar el proyecto de lo
que Francisco Umbral solía llamar, con alguna ironía y mucha sorna, la Santa
Transición.
Podría decirse que la transición ha
vuelto a ponerse de moda. Para unos, como una nostalgia de tiempos mejores
(aunque difíciles e inciertos). Para otros, porque creen quedar como muy
progresistas, muy derechistas o muy inteligentes cuestionándola, rechazándola o
proponiendo su rectificación. Sin atribuirme ningún criterio superior en el
asunto, me reconozco, todo lo humildemente que se quiera, como “santificador”
íntimo de la Transición, uno más de los que brotaron al consumarse aquélla,
siguiendo el hilo de su primer relato oficial. Si se aspira a la objetividad es
aconsejable dudar de los relatos oficiales, pues estos tienden a la
legitimación de lo acaecido, a distorsionar el pasado dulcificándolo. Pero ni
todos los relatos oficiales distorsionan igual ni la prudencia de ponerlos en
cuestión obliga a rechazarlos de pleno y por defecto.
En la investidura de Calvo-Sotelo |
Ahora, situados en una nueva etapa
crítica y de máxima gravedad económica, un trance que pone en riesgo la
continuidad del Estado del bienestar, junto con nuestra posición en Europa, y
en el que las aspiraciones secesionistas son inflamadas por dirigentes cínicos
e irresponsables, la voluntad de acuerdo que hizo posible la transición brilla
por su ausencia. Nadie encarnó mejor que Adolfo Suárez esa voluntad que ahora
falta. Ciertamente, fue un político de otro tiempo, tan distinto al que ahora
vivimos. Con todo, cuando el olvido ha destruido ya su memoria personal, la
figura moral del presidente Suárez no debería más que agigantarse en nuestra
memoria colectiva.”
(Luis de la Corte Ibáñez, en “El Imparcial”, 24/09/2012) …
En estos
tiempos de tanta disensión y convulsiones en lo político, tanto egoísmo partidista y tan
enorme crisis económica y social, llega en el día de hoy la efemérides del aniversario
de Adolfo Suárez.
Este político
español, tan esencial para la transición democrática, y tan vituperado y
maltratado en aquellos tiempos desde todos los ámbitos de la vida política y social, se ha
convertido con el paso de los años en paradigma de la generosidad del hombre
dedicado al servicio público, y especialmente destinado a ejercer las más altas
magistraturas de la nación.
Y lo más
relevante es que ha llegado hasta nuestros días pero sin estar presente "de facto", aquejado de esa dramática
enfermedad del mal de Alzheimer, que le ha y nos ha privado de contar ahora con
lo que sería sin duda su valiosa opinión y sus inapreciables recuerdos y consejos.
Quien esto
escribe tuvo la enorme suerte de conocer a Adolfo Suárez y convivir con él ya en los tiempos estudiantiles,
cuando ya apuntaba a importantes responsabilidades políticas dentro de la
estructura del régimen franquista, y el firmante iniciaba sus peripecias
universitarias. Y desde entonces, de una u otra manera, siempre hemos mantenido
un contacto afectuoso y en más de una ocasión intenso y directo, pese a que Adolfo alcanzó la presidencia del gobierno de
España en tan convulsos y problemáticos tiempos como los que siguieron a la
muerte de Franco.
Le recuerdo
en sus tiempos de director general de Televisión Española, con la agilidad del
joven gestor que se sabe destinado a más altas metas, de manera que cuando fue
nombrado ministro secretario general del Movimiento,
como se le preguntara si esa designación
suponía su ya definitiva consagración al régimen del llamado Movimiento
Nacional, él respondió que no ocultaba su ambición política, pero que entendía
que lo mejor para España sería el cambio desde el propio régimen,
especialmente previendo cuando éste se extinguiera.
Y no otra
cosa aconteció al ser nombrado, de forma sorprendente, Presidente del segundo
gobierno de Juan Carlos I (el anterior fue el inmovilista de Arias Navarro, el
protegido de la mujer de Franco, tan coriáceo, inmovilista e incapaz como aquellos de cuya
ideología provenía), pues se escuchó mucho más que ruido de sables en los
cuarteles, y comentarios negativos en los ambientes políticos y periodísticos, que
pueden resumirse en aquel titular de un puntero diario nacional: “!Qué error, qué inmenso error!”
Efectivamente,
parecía que ese hombre elegido por el Rey bajo el astuto y sabio consejo del
entonces Presidente de las Cortes, el clarividente Torcuato Fernández Miranda,
iba a ser o una marioneta o un político vacío e ineficaz, y sus pretensiones de cambio iban a resultar
imposibles, entre otras razones porque carecía de apoyo político de grupos
concretos.
Su Sucesor |
Recuerdo
varios paseos por el complejo de La Moncloa, junto con algunos amigos y más
tarde colaboradores de Suárez, en los que éste reconoció que era un osado y tal
vez un loco, pero que si había llegado hasta ese punto, debía actuar lo mejor
posible y sin desfallecer pese a tanta opinión desfavorable y falta aparente de apoyos.
Y vaya si lo
hizo.Y bien que lo hizo, porque aunque pesara a muchos sectores todavía anclados en la nostalgia de un
régimen absolutista que había fenecido por consunción, Suárez impulsó la reforma
política (auténtico “hara-kiri”de los políticos provinientes del antiguo régimen) y de ahí surgieron las
primeras elecciones democráticas, y más tarde se consolidó la Constitución y la
vida democrática, inclusive secuestrada por momentos en el intento de golpe de estado de
23 de Febrero de 1981.
En todo ello
estuvo Adolfo Suárez y todo ello le costó su amargura y su salud, su vida, pero él sí
supo renunciar a todo, con tal de obtener los objetivos en los que creía.
Su dimisión |
Porque para
él lo importante era conseguir el consenso por encima de todo. Y lo logró, no
solamente domeñando las fuerzas de izquierda y calmando las de derechas, sino
especialmente pactando, pactando y pactando, en todo el arco político intra y extraparlamentario y llegando a acuerdos como los Pactos
de la Moncloa, que salvaron a España del caos económico y social.
Cuando las
intrigas de quienes se llamaban sus amigos y socios del partido UCD (traidorzuelos y
conspiradores de cafetería muchos de ellos), le abocaron a presentar la
dimisión como Presidente del Gobierno, porque es cierto también que a lo lejos se escuchaba un cierto
“ruido de sables”, y él quería dejar paso a la renovación, Adolfo Suárez
pronunció en Palma de Mallorca, en el Congreso de UCD, en enero de 1981, en el
que, ante su dimisión como presidente del partido, se debía nombrar nuevo
presidente, una frase que recuerda quien esto escribe, porque
define la personalidad del dimisionario: “Entre Adolfo Suárez y la UCD, yo he
elegido sin dudar la UCD””. Y -añado yo- que entre Adolfo Suárez y España, él eligió España.
Y después de
aquello, aun sintiendo la humana ambición de no salirse del entorno político,
con un partidito –Centro Democrático y Social, CDS— sin futuro, se retiró.
Y ese retiro
fue tan discreto, porque fue jalonándose de la pérdida de su esposa y de una
hija por causa de malignos cánceres y porque su progresiva dolencia de
Alzheimer solamente la conocimos de manera oficial con precisión cuando el Rey
le visitó para entregarle el Toisón de Oro, a él, que ya era Duque de Suárez y Grande de España.
Y ese Adolfo
Suárez, hoy vivo pero no presente, viene a ser hoy, en su 80 Aniversario, un
ejemplo de entrega, generosidad y grandeza.Y sus silencios forzados son probablemente más significativos de lo que podrían ser sus comentarios.
El rey visita a Suárez |
Con hombres y
políticos así, probablemente hoy nos luciría esta España nuestra de una manera
bien diferente.
Tal vez a
este inolvidable y esencial personaje de la democracia española y de la transición hacia ella, habría que honrarle,
parafraseando, de su tal vez añorada época “azul”, aquello de que “él ya eligió
su camino; la línea recta, que es el camino más corto entre dos estrellas”
“Callando es como se aprende a
oír; oyendo es como se aprende a hablar; y luego, hablando se aprende a callar”.-
Diógenes Laercio (S. III AC-?)
Historiador griego.
SALVADOR DE
PEDRO BUENDÍA
Amigo mío.
ResponderEliminarMuy interesante tu artículo del aún vivo, y pronto inmortal A. Suárez. Para mí, el mejor presidente de todos los que he conocido, y te envidio que le conocieras, yo, solo le vi una vez, y fue en la Basilica de La Virgen, el añol que su hija fue Fallera Mayor, en fin, una anéctota sin visos de continuidad.
Ya me gustará hoy tenerlo otra vez de Presidente, con su talante conciliador, y no las bestias pardas de Mas y Rajoy.
En fin ¡Bravo, sigo pensando de dónde sacas el tiempo para dedicarlo a lo que te agrada de corazón: La escritura!
Un abrazo de J.B
Caro Salvador, embora não seja espanhol, acompanhei de perto a actividade política de Adolfo Suarez. Tu próprio me falaste Dele há uns anos. Por isso gostei muito do teu artigo porque estes homens precisam sempre de ser lembrados.
ResponderEliminarLi hoje uma notícia que uma igreja da Olivença foi eleita como o melhor recanto de Espanha. A igreja é um exemplo notável do manuelismo, só suplantada pelo Mosteiro dos Jerónimos. A mim não me faz diferença que Olivença seja espanhola, como não me faz diferença que Gibraltar seja Inglesa. Agora que uma igreja portuguesa, mesmo que implantada em território espanhol, seja considerada o melhor recanto espanhol, "não me entra".
Que dizes, ou não dizes, sobre este assunto?
Um abraço
Zé
Caro Zé!
ResponderEliminarObrigado pelo teu comentario.
Fico surpreendido da noticia que me indicas porque nâo posso comprender as raçoes de essa elecçâo.
Acho que se calhar foi um erro ou que a gente nâo sabe separar o que é um estilo e outro.
Eu gosto muito de Portugal, como bem sabes, e nunca tentei misturar as coisas e monumentos lusos com os espanhois.
Precisamente a conservaçâo da respetiva identidade faz mais grandes a naçôes irmâs e vizinhas.
Um abraçâo, S DE P. B.