27 abril 2010

¿Hacia dónde va Ucrania?: Lanzamiento de huevos, bombas de humo e insultos en el Parlamento. ¿Es éste el ambiente propicio para prosperar?

“La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos” Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.

Pese a la lluvia de huevos, la humareda y las imprecaciones que convirtieron esta mañana la sesión del parlamento de Ucrania en una charlotada, los diputados ratificaron el polémico acuerdo alcanzado la semana pasada por el presidente Viktor Yanukovich y su hómologo ruso, Dimitri Medvedev.
El documento establece una rebaja del 30% del precio del gas ruso (cuyas subidas derivaron en cortes de suministro en 2007 y 2009) a cambio de la permanencia de la flota rusa del mar Negro hasta 2042, es decir, 25 años más allá de 2017, el límite que establecía el acuerdo bilateral firmado en 1997.
La oposición considera que Yanukovich ha ‘vendido’ la independencia de Ucrania y se manifiesta en estos momentos en torno al Parlamento (Rada Suprema), en cuyo interior se vivieron momentos inéditos en la historia del parlamentarismo, con bombas de humo, insultos y un presidente del hemiciclo, Vladimir Litvin, protegido por paraguas de los huevos que le arrojaban los diputados de la oposición.
Pese a todo el acuerdo fue ratificado por 236 votos, diez más que el mínimo necesario.
La permanencia de la flota rusa del Mar Negro en Ucrania hasta 2042 ha logrado unir al dúo enemistado que colideró la Revolución Naranja (el ex presidente Viktor Yushchenko y la primera ministra Yulia Tymoshenko), que se reunieron ayer por la noche para coordinar las protestas en las calles de Kiev.
Yanukovich ganó las elecciones del pasado 7 de febrero con la promesa de estrechar las relaciones con Rusia, prácticamente rotas tras la llegada al poder de Yushchenko, el líder nacionalista y descaradamente europeísta que lideró la protesta contra el fraude electoral de 2004 bautizada como Revolución Naranja.
Aquella manifestación puso contra las cuerdas a Yanukovich, su rival en las urnas, considerado entonces como una marioneta de Moscú, hasta el punto de que un desconocido lo derribó en plena campaña tras lanzarle un huevo a la cabeza. Docenas de huevos han volado contra su primera medida política, un acuerdo con Rusia que pone al descubierto la eterna división entre la Ucrania del Este y la nacionalista del Oeste.
Paralelamente la cámara baja del Parlamento ruso (Duma), copada por las fuerzas fieles al Kremlin, celebró la sesión de ratificación del acuerdo sin ningún incidente. Como dijo en una ocasión el presidente de la cámara, Boris Grizlov, "el Parlamento no es lugar para discusiones".
(De “El Mundo”, 27/10/2010)

¡Vaya espectáculo que siguen dando al mundo los parlamentarios de Ucrania!
Se ve que no han olvidado todavía la época de Nikita Khrushchev, quien aunque nacido en Rusia se crió en Donetsk, al este de Ucrania.
Por lo visto, a los parlamentarios ucranianos aún les queda en el recuerdo aquél primer mandatario de la URSS, sentado en la Asamblea general de la ONU y aporreando la mesa con un zapato…
No es de extrañar lo ocurrido. Sigo pensando –lo he escrito muchas veces en este blog— que el mayor problema de Ucrania es que hay “dos Ucranias”: La del este, rusófona y rusófila, rica y con buen desarrollo, que apoya la íntima relación con Rusia; y la occidental, ucranianoparlante, con influencias polacas y rumanas, más agrícola, más europeísta, nada rusófila, y mucho más nacionalista, “liderada” (al menos así lo pareció en los tiempos de la “revolución naranja”) por Víktor Yushchenko y Yulia Tymoshenko.
Parece como si ambas fracciones del país solamente supieran comunicarse a huevazos, tortazos, golpes y arañazos, y ello hay que apuntarlo en el “debe” de todos los líderes actuales. Desde Yanukóvich, prepotente y sectarista, “loco” por estar con Rusia, hasta la “terrorista” y terrorífica Yulia, con el blandengue Yúschenko, más el presidente del parlamento, Litvin, un farisaico líder, que está siempre “a verlas venir”.
No sé como acabará Ucrania, ni cuánto durará como nación, pero nada bueno auguran los acontecimientos y esa falta de madurez que reflejan los hechos que al principio se transcriben.

Ahora bien. No nos limitemos a observar y analizar con frialdad lo que pasa en la tan desconocida Ucrania, porque en esta España nuestra estamos alcanzando cotas de crispación, de egoísmos, de ataques sin ton ni son.
Cuando a un juez estrella se le “estampa” contra la ley y se le somete a juicio, porque es tan chulito y figura que solamente hace aquello que le da relumbrón y lo que le da la gana, aprovechando de paso para destilar izquierdismo rancio, aparece una suerte de histéricos descerebrados –con un ex fiscal al frente— y se atreven a decir que los jueces del Tribunal Supremo son protectores de falangistas y con pasado franquista. Hacen de la “memoria histórica” la “memoria histérica y vengativa”.
Y los catalanes, a quienes el zapatero que siempre está mal poniendo medias suelas a unos zapatos que no nos sirven para caminar, les permitió encaramarse a un estatuto de autonomía prácticamente independentista, quieren “cargarse” el Tribunal constitucional.
Y la progresía con tintes de “rojerío” aplaude las medidas de la ministra “miembra”, la infumable Aido (“la ida”, como le llaman en Cádiz, su tierra natal) porque va a poner en las empresas una especie de comisarias/os políticos, llamados “delegados para la igualdad”.
Y los brotes verdes que se anunciaron siguen sin aparecer, aunque sí crecen como champiñones los parados y se engrosa, empobreciéndonos, el déficit público.
No hemos llegado a las manos, aún no nos hemos tirado huevos, pero, claro, es porque con la crisis galopante que nos aflige, malgastar unos huevos es derroche que solamente se pueden permitir los “cernícalos” que claman contra todo lo que no sea anarquía, rebeldía ante el pasado, y olvidan que el progreso se cimenta en el trabajo y en la armonía, no en el encrespamiento.
¡Ay, España (lo que queda de ella), qué poco verde y cuánto rojo y negro nos vaticinan tus dirigentes!

“Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza”.- Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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