30 marzo 2010

Las bombas de Moscú: En todas partes cuecen habas...

“La violencia es el miedo a los ideales de los demás” .- Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.

“Los terroristas buscaban claramente causar el mayor número posible de muertos para humillar a los dirigentes rusos. Antes de que nadie reivindicase los atentados, los primeros en el metro moscovita desde 2004, Alexandr Bortnikov, jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), sucesor del KGB soviético, y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, afirmaron que se habían encontrado los restos de una mujer suicida en cada metro atacado, ambas procedentes del Cáucaso.
Añadieron que se busca a otras dos mujeres que, según las cámaras de vigilancia, acompañaron a las suicidas hasta el metro. El mes pasado, el actual jefe de los rebeldes chechenos, Doku Umarov, anunció una oleada de ataques contra el territorio y las ciudades de Rusia en represalia contra la nueva estrategia del Kremlin puesta en marcha por el presidente Dmitri Medvedev, que acaba de proclamar una nueva estrategia para el Cáucaso Norte, oficialmente menos brutal que la vigente hasta ahora.”
…” Como en todos los atentados anteriores, lo más probable es que los de ayer, en vez de desestabilizar y debilitar el sistema, sólo consigan endurecerlo aún más. En todo caso, lo que se
verán nuevamente debilitadas son las todavía muy frágiles libertades democráticas en el país.”
(Felipe Sahagún, en “El consejo editorial”, El Mundo.es, 30/03/2010)

Vaya por delante la más total repulsa a los brutales e indiscriminados ataques terroristas, cualquiera que sea su origen y su motivación, y dondequiera que se produzcan.
Vaya también por delante la opinión de que el terrorismo, como la violencia, solamente genera terrorismo, con la diferencia de que el no institucional, el de los criminales, es ciego, descerebrado, casi siempre consecuencia de un desviado o absurdo ideal, o de conquista o de revancha, o de purificación, especialmente si tiene origen extremista islámico.
Pero no es menos cierto que ese terrorismo brutal, como el del metro de Moscú; o el del 11-M de Madrid, en los trenes; como el del 11-S en el World Trade Center neoyorkino, entraña el grave riesgo para la sociedad de querer combatir la violencia con otra violencia inadecuada.
No trato, no, que nadie se confunda, de decir que no hay que replicar y castigar el terrorismo con toda energía, sin tregua ni cuartel, mediante todas las armas que al efecto tiene el Estado de derecho, sino de, aprovechando el caso ruso, poner en evidencia que en países de democracia tan poco consolidada como la Federación Rusa, con un presidente débil y manipulable, y un primer ministro (ex Presidente) enormemente avezado en todas las técnicas de la represión y del férreo control, los atentados terroristas pueden generar un torcido aprovechamiento por parte de las fuerzas de seguridad estatales, en las que pervive no demasiado oculto el recuerdo de los tiempos de la temible KGB, la terrible organización que a pretexto de proteger la seguridad del estado soviético, instauró un sistema de absoluto desprecio a las libertades individuales y a los derechos humanos.
No pretendo extrapolar el caso ruso a otros países de nuestro entorno democrático, sino simplemente comentar que únicamente bajo los dictados de la prudencia y de la recta aplicación de la legalidad democrática, es posible, primero, combatir de forma efectiva el terrorismo; y en segundo lugar, garantizar y proteger la democracia.
Malo es ya que “en todas partes se cuezan habas”, pero nos conviene evitar que ello acontezca “en nuestra casa a calderadas”.
“Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia”.- Mahatma Gandhi
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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