07 enero 2010

Lo que me han traído los Reyes Magos: Una magnífica sorpresa

“El regalo tiene la categoría de quien lo hace”.- Ovidio (43 AC-17) Poeta latino.
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" Los Reyes Magos (también conocidos como los Reyes Magos de Oriente) es el nombre por el que la tradición católica denomina a los visitantes (tres según la consideración más extendida) que, tras el nacimiento de Jesús, habrían acudido desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra
Estos "magos", según la creencia Católica, eran representantes de religiones paganas de pueblos vecinos y por eso ve en el Evangelio, las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación.
En algunos países (normalmente hispanohablantes) existe la tradición de representar a los reyes trayendo los regalos que los niños les han pedido en sus cartas durante la noche anterior a la Epifanía. Pero en otros países se le llama "Pesebre" a toda esta representación.
La palabra “Mago”, proviene del elamita (Ma-ku-ish-ti) que pasando por el persa (Ma-gu-u-sha) y por el acadio(Ma-gu-shu) llegó al griego como Μαγός (Magós, plural: μαγοι, magï) y de ahí al latín Magi (Cf. Magíster) de donde llegó al español. Eran los miembros de la casta sacerdotal medo-persa de la época aqueménide y durante todo el reinado de Darío el Medo (521-486 APVM)
La figura católica de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos, fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo Testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (aunque no especifica el número ni el título de "Reyes") quienes, tras seguir una supuesta estrella, buscan al «Rey de los Judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús nacido en Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra. Las tradiciones antiguas que no fueron recogidas en la Biblia, como por ejemplo el llamado Evangelio del Pseudo Tomás (o Evangelios de la infancia de Tomás) del siglo II, sin embargo, dan su número y les asignan nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar, posiblemente sacerdotes zoroastristas provenientes de Persia. Los nombres son además diferentes según la tradición siriaca. Según posteriores interpretaciones los Magos fueron considerados originarios de Europa, Asia, y de África respectivamente
La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban guiándose por una estrella (celebérrimamente conocida como La estrella de Belén) que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Antes de llegar, encontraron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño; y, así, poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio. Parece ser que, sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran cuatro, siete y hasta doce.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar...
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).
La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los Evangelios apócrifos. Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan.
Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba. Allí fueron bautizados y consagrados obispos. Después fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó a Colonia, donde hoy reposan con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral de Colonia, que llevaría más de 600 años terminarla. Hoy día es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa. Colonia se ha convertido junto con Roma y Santiago de Compostela en uno de los grandes centros de peregrinación. Igualmente, existen leyendas que hablan de un cuarto rey mago .
Los nombres y número de los Reyes Magos
Según las diversas tradiciones de los reyes magos, el número de ellos, varía; así se puede encontrar los siguientes reyes magos:
Tres Reyes Magos: 
Si bien la Biblia explica que fueron tres los regalos otorgados por los magos al niño Jesús, la primera referencia concreta respecto al número de Reyes Magos la da Origenes, un conocido escritor eclesiástico, en el siglo IV.En el siglo V, el Papa León I el Magno estableció oficialmente su número en 3 para toda la cristiandad. A mediados del siglo VI, en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia) se les asignaron los nombres de "Melchor", "Gaspar" y "Baltasar", que supuestamente equivalen en griego a "Appellicon", "Amerín" y "Damascón" y en hebreo a "Magalath", "Serakin" y "Galgalath". Según una leyenda, sus restos se encuentran en la Catedral de Colonia, Alemania, donde se encuentra el llamado Relicario de los Tres Reyes Magos.
Cuatro reyes magos:
Otras leyendas, indican que además de los tres Reyes Magos nombrados anteriormente, había un cuarto Rey Mago, el cual en algunas leyendas se le da el nombre Artabán. Este rey mago tampoco tiene fundamento bíblico. En la leyenda rusa este cuarto rey recibiría el nombre de Ogamyer Otraucle.
Doce reyes magos: Los armenios suponen que fueron 12, por lo que les asignan doce nombres diferentes. Estos nombres tampoco se mencionan en la Biblia
Los reyes magos, son conocidos también como los Santos Reyes.
Festividad
Con el tiempo, en países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (el 6 de enero) y la festividad de los Reyes Magos, conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que representaban justamente ese mundo de gentiles. Poco a poco, se fue olvidando el significado verdadero de la palabra epifanía y la convirtió en un sinónimo de adoración de los Magos.
El día 6 es festivo en diversos países hispanohablantes, así como en partes de Alemania (en Baviera, Baden-Württemberg y Sajonia-Anhalt) y en Austria, Italia, Suecia, Finlandia, Croacia, Liechtenstein, Eslovaquia y en partes de Suiza (Schwyz, Tessin, Uri y algunas comunidades del cantón Graubünden).
Costumbres relacionadas con los Reyes Magos
En España, frente a la reciente introducción de Papá Noel en las costumbre navideñas debido a la influencia de la cultura estadounidense y otros países extranjeros, es tradicional que los regalos de Navidad a los niños los traigan los Reyes Magos la noche del 5 al 6 de enero. Antes, los niños deben mandarles una carta a los reyes pidiendo los regalos que quieren así como indicar los méritos por los que se merecen recibir regalos. La noche del 5 de enero los niños deben dejar sus zapatos en algún lugar de la casa. Al día siguiente se encuentran allí los regalos o, en el caso de haber sido malos, carbón en su lugar. El día seis de enero suele ser festivo en toda España, aunque al ser fiesta autonómica depende de las autoridades de cada región su establecimiento. No tiene por tanto consideración de fiesta nacional. También reciben regalos los adultos. Es típico desayunar el Roscón de Reyes, que en España suelen contener una figurita navideña en su interior.
En algunos países de Hispanoamérica existe la costumbre adoptada de los españoles de que los niños (y por extensión los mayores) reciban regalos de los Reyes Magos, bien en la víspera, es decir, en la noche del 5 de enero, o la mañana del 6 de enero (Argentina y México). Es normal que los niños escriban una carta dirigida a los reyes solicitando los regalos que desean así como asegurando su buen comportamiento durante el año ya que, según la tradición, los niños que se portan mal reciben carbón dulce en vez de regalos. La mayoría de los servicios postales aceptan estas cartas. En fechas más recientes ha empezado también la práctica de escribir a través de e-mail o incluso dirigirse directamente a su página web.
Al igual que la costumbre anglosajona en torno a Santa Claus, es frecuente que los reyes magos aparezcan en tiendas de regalos y centros comerciales, donde los niños tienen la oportunidad de tomar una foto sentados en sus rodillas y entregar la carta con sus peticiones directamente. La representación consta normalmente de un escenario con tronos y los símbolos característicos, como figuras o dibujos de camellos, la estrella, un buzón y adornos de aspecto oriental. En los tronos es donde se sientan los reyes, habitualmente se trata de empleados caracterizados. En ocasiones se representan los tres reyes de la tradición, pero dependiendo de las circunstancias o el tamaño del escenario, puede incluirse únicamente uno. Además van acompañados de un paje, personaje característico que se encarga de conducir a los niños desde donde esperan con sus padres hasta los reyes y de recoger las cartas.
En algunos lugares, las autoridades organizan la llamada Cabalgata de Reyes el día 5 de enero, durante la cual los personajes suelen ir montados a caballo o en carrozas, vestidos con mantos y coronas, en lugar de la vestimenta frigia totalmente desconocida. El siguiente día, el 6 de enero, es festivo nacional. Ese día los niños disfrutan sus obsequios.
En España, los Reyes Magos ponen los regalos donde los niños han dejado sus zapatos. También se dejan dulces para obsequiar a los Reyes Magos e incluso agua o comida para los camellos, que es el medio de transporte.
En México se encuentra el segundo santuario más importante del mundo con respecto a los Tres Santos Reyes, ubicado en la ciudad de Tizimín, Yucatán; siendo visitado por millares de personas durante las fiestas religiosas en su honor celebradas a finales de diciembre y principios de enero.
En Puerto Rico, la noche del 5 de enero los niños corren por el patio recogiendo grama. Ponen la grama en una caja de zapatos y colocan la caja junto a su cama. La grama es usada para alimentar a los camellos. Los reyes entonces dejan regalos en las cajas.
En Perú, ha caído en desuso el dar regalos a los niños en esta fecha. La celebración que se acostumbra es la llamada Bajada de Reyes, que consiste en que una familia o comunidad realiza una pequeña celebración mientras se va desmontando el Nacimiento. Cuando se trata de una comunidad, es costumbre dejar dinero mientras se retiran los adornos y figuras. Esta tradición incluso ha llegado a empresas privadas, las cuales realizan dicha celebración entre los miembros de la misma."
(De Wikipedia)

Ya han terminado las celebraciones navideñas, que en España concluyen con la festividad de la Epifanía, popularmente conocida como Reyes.
Ya se han acabado, por el momento, los turrones, las comidas familiares, los “puentes” laborales, y esas dos semanas en las que la actividad laboral mengua tanto, que solamente “parece” como si se trabajase.
Y con la festividad de Reyes han llegado los regalos, bonita costumbre española, en los últimos tiempos alterada por la introducción de Papá Noël, o Santa Claus, que ha significado la diversificación de regalos. En alguno casos, la duplicidad.
Nunca me gustó, aunque la he respetado, la costumbre de efectuar regalos con motivo de la Navidad, presentes que se hacen en nombre de Papá Noël, o de Santa Claus, ya que la tradición española de los Reyes Magos semeja más auténtica y con más hondo significado religioso.
Pero sea bajo el patrocinio del santo de las barbas blancas o de los tres magos, la realidad es que en España, y en buena parte de Europa, la costumbre del regalo constituye un bonito episodio en medio de las fiestas navideñas, en las que, es un decir, nos deseamos los unos a los otros Paz, Amor, Felicidad, y, en ocasiones, una sarta de tonterías que se han estereotipado en los mensajes SMS, nada literarios, rebosantes de dulzarina, y casi siempre carentes de ingenio.
Bueno, pues de una manera o de otra, todos hemos recibido nuestros regalos, o de Santa Claus o de los Reyes Magos, y casi todos hemos sido “mensajeros” o “pajes” de los Reyes de Oriente.
Quien esto escribe no ha sido excepción, y en esta ocasión, en vez de corbata, pañuelos y calcetines, pues… han sido crema para después del afeitado, un estuche para trastos de aseo y libros… ¡variaciones sobre el mismo tema!
Sin embargo, poco antes de Navidad recibí como anticipo, no sé si de parte de Santa Claus o de los Reyes Magos, un regalo que me ha conmovido, que me ha hecho feliz durante todo el tiempo navideño, y que me sigue llenando de alegría.
Pues, señor (así empezaban los cuentos que se me relataban en mi niñez), “érase una vez…”, fue una vez, un joven estudiante que se desplazó a Ronda, provincia de Málaga, al campamento de Montejaque, a la sazón destino de los estudiantes que cumplían el servicio militar –obligatorio, por si alguien lo olvidó— para prestar su aportación al ejército español, en la fórmula o forma de las Milicias Universitarias, que consistían en dos estancias campamentales de tres meses cada una, durante dos sucesivos veranos,en la primera de las cuales se obtenía el grado de suboficial o sargento, y en la segunda se alcanzaba la graduación de alférez (eventual), que se confirmaba mediante un período de “prácticas” como tal, por tiempo de cuatro meses, en alguna unidad militar.
Ese joven estudiante alcanzó el grado de sargento y más tarde el de alférez, en aquel campamento de Montejaque, posteriormente removido para constituir un acuartelamiento de la Legión Española.
Durante los dos sucesivos veranos de vida campamental, con estudios allí si no difíciles, sí incómodos después de un curso regular en la Facultad, aquel joven estudiante tuvo la enorme suerte de conocer como capitán de la compañía o unidad de instrucción en la que se le encuadró, a un militar algo atípico, por lo humano, por lo culto, por lo exquisito en el trato, por su entereza y virtudes humanas.
Fue el capitán José Manuel Sánchez Gey, un gaditano con culto salero, quien con su grato acento andaluz, supo ganarse el afecto y la valoración de todos aquellos “rebeldes” y “señoritos” estudiantes.
Así, durante sendos trimestres veraniegos de dos años, el capitán Sánchez Gey fue padre, maestro, compañero, consejero…
Al ahora relator le cupo la satisfacción de ser elegido –ya las aficiones literarias estaban despiertas—para escribir la crónica de la vida campamental, y así nacieron sendas novelitas, tituladas “Noventa días que hacen historia” o “Lo que cuestan los galones” (primer año de estancia) y “Seis puntas tiene una estrella” (la de alférez) o “No volveremos más”, referida al segundo año de vida campamental.
Parece que al citado capitán le gustó el relato y aún mantuvo con quien esto escribe alguna correspondencia, siempre afectuosa, siempre como compañero experimentado, nunca como superior que había sido.
Mas con el paso de los años, los “afanes de cada día” fueron sumiendo en el olvido aquellos retazos de vida juvenil, y las obligaciones profesionales, los deberes familiares, la vida, en una palabra, casi relegaron al olvido aquellos gratos y simpáticos recuerdos.
Y casi treinta y cinco años después del fin de mis contactos con aquel caballero, José Manuel Sánchez Gey, coincidí en el transporte público con un compañero de aquellas milicias universitarias, el ilustre psicólogo e inspector técnico de educación, Marco Antonio Adell Cueva, y rememoramos de pasada aquellos (“Fabio, ¡ay dolor!”) juveniles tiempos.
Y en un lapso del trabajo, tuve la ocurrencia de buscar por Internet alguna referencia a aquellos apellidos Sánchez y Gey. Mi sorpresa fue grande: Encontré varias “entradas” en Internet; unas, referidas a algunos libros suyos; otras referidas a algunos de sus hijos; y especialmente, una publicada en un periódico virtual, en la que se glosaba el noventa aniversario de aquel en su día capitán Sánchez Gey. Hasta la elogiosa nota que glosaba la efemérides del ya nonagenario militar, se completaba con una fotografía en la que, con digno porte, aparecía quien para mí era inconfundible: Don José Manuel Sánchez Gey.
Quedé satisfecho y aún escribí un comentario, solicitando información sobre la forma de tomar contacto con mi “descubrimiento”; y creo que Santa Claus, o Papá Noël, o los Reyes Magos por anticipado, me regalaron la inspiración de buscar por Internet un posible teléfono y dirección de mi “hallazgo”. ¡Los encontré!
¿Qué mejor solución que escribirle?. Y hacia su domicilio fue una extensa carta en la que al recordado capitán trataba de inquirirle desde mi osada intentona, si era posible todavía, que un nonagenario militar pudiera recordar a un ya sesentón alumno y subordinado suyo.
El presente navideño, de Santa Claus, o de Papá Noël, o de los Reyes Magos, fue que al cabo de unos días, recibí la llamada de tan bien hallado personaje, quien con su inconfundible gracejo andaluz, con una enorme expresividad y riqueza de lenguaje, se mostró tan alegre y sorprendido como yo mismo.
Y desde entonces, cada dos ó tres días, una llamada telefónica, para conocer el uno del otro y rememorar por capítulos nuestras ya antiguas vivencias, nos sirve para continuar agradeciendo al “obsequiante” navideño, fuera el santo de las barbas blancas o cualquiera de los magos de oriente, la fortuna de habernos hallado.
Con el firme propósito de fundirnos ambos bien pronto en un abrazo real, he desempolvado y estoy “re-gozando” aquellas novelitas, con las que he disfrutado recordando aquellas vivencias intensas y tan cálidas de la juventud, junto a quien ahora, al volver a la vida del escribiente, a mi vida, ha sido el mejor regalo de Reyes.


“Poder disfrutar de los recuerdos de la vida es vivir dos veces”.- Marco Valerio Marcial (40-104) Poeta latino.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

1 comentario:

  1. Efectivament, amic i company Àngel, fou una agradabilíssima sorpresa, trobar-nos al bus desprès de tants anys i rememorar els vells temps -també de "mili"- a Montejaque. El què no dius és el sobresalt -"ensurt" i dels grossos- que em donares, perquè se me representà la figura de ton pare, el més il·lustre encara Dn. Àngel Pérez Rodrigo, inspector-jefe d'ensenyança primària que fou de Castelló i també de les escoles de l'arquebisbat a València.I clar el cor en donà un bot: "és Dn Àngel...però no s'havia mort?..." Deu meu! Als pocs segons vaig comprendre que eres tú, Àngel Pèrez "junior" o siga el company de campament a Ronda.
    Felicitats per la productivitat literària que mostres, Àngel. Clar que amb un col·laborador tan eficient com Salvador de Pedro Bonmatí, vull dir "Buendia", no és estrany. Ara crec que ha aparegut un Buendia-dos, que està posant els punts sobre les "is", als records campamentals...de fa quasi mig segle! Senyor què jòvens érem! -i encara ho som, què caramb, a la nostra manera, clar.
    Una abraçada.

    MAAC

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