05 noviembre 2009

El muro de Berlín no se cayó...lo derribaron.

“Bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre. Bajo el comunismo, es justo al contrario” John Kenneth Galbraith (1908-2006) Economista estadounidense.
“9 de noviembre de 1989. Günter Schabowski, portavoz del gobierno de la RDA, anuncia una nueva ley sobre la libertad de viajar. Los ciudadanos de Alemania del este tendrán mayores facilidades para cruzar las fronteras. «¿A partir de cuándo?», pregunta el periodista italiano Riccardo Ehrman, en la sala. Schabowski duda, consulta los papeles, parece que no tiene demasiada información. En apenas 24 horas, había dimitido todo el Politburó, él había sido nombrado portavoz y desconoce que la nueva reglamentación es aún sólo un proyecto, no aprobado. «Inmediatamente», contesta.
Muchos berlineses del este no creyeron ni dieron importancia a lo que vieron esa noche en televisión. Otros tomaron las declaraciones de Schabowski a rajatabla y se lanzaron a la calle,
a los pasos de Check Point Charlie, Bornholmerstrasse, la puerta de Brandeburgo, Friedrichstrasse… Los ‘vopos’ (soldados fronterizos) no supieron qué hacer ante la avalancha humana y pacífica que se acercaba a zonas hasta entonces de acceso prohibido. Desde que se cerraron los pasos al oeste con ladrillos y alambradas, el 13 de agosto de 1961, nunca se habían enfrentado a una situación igual. Ciudadanos del oeste se agolpaban igualmente en el lado occidental. A las 00.02, todos los puestos fronterizos estaban abiertos, dicen sus informes policiales.

Cinco días antes, la RDA había vivido la manifestación más grande de su Historia. Más de un millón de personas pedían en Alexanderplatz más libertad y la supresión del partido único —no hubo represión sangrienta como la que el 17 de junio de 1953 paró las protestas obreras contra los recortes laborales—. El Partido Socialista Unificado (SED) tenía los días contados sin saberlo. La perestroika y la glasnot de Gorbachov habían provocado ya cambios en la URRS y en algunos de sus ‘satélites’, ahogados por la crisis económica del este, como Polonia y Hungría. En abril de 1989, el sindicato Solidaridad de Lech Walesa había sido legalizado y, con Mazowiecki como primer ministro, Polonia daba sus primeros pasos hacia el libre mercado. En verano, la apertura de las fronteras húngaras con Austria había provocado un ‘agujero’ que muchos ciudadanos de la Europa comunista —que sí podían viajar dentro del bloque— utilizaban para asomarse y cruzar al otro lado del mundo.
El 9 de noviembre de 1989 marca el año O en Berlín, Europa y el resto del planeta, u
na vez finalizadas las difíciles décadas de la Guerra Fría. Para bien y para mal, el mundo es otro y muy distinto desde la mal denominada ‘caída’ del Muro. Una doble línea de adoquines de cobre recuerda hoy en las calles de la capital alemana dónde estaban los 43 kilómetros de planchas de hormigón que, durante 28 años, separaron los destinos de los berlineses. Y del resto del mundo.”
(De “El Mundo”, “Especiales”, 05/11/2009)


Presento por anticipado mis excusas al lector, porque vuelvo a un tema sobre el que me he ocupado con bastante atención desde que el pasado mes de agosto visité Berlín: Berlín-capital y su muro.
No trato de emular las magníficas crónicas y comentarios que desde 1961 –cuando se levantó la ignominia de ese muro— hasta 1989,y después, se han publicado.
No intento tampoco hacer épica sobre un tema que más bien tiene mucho de triste enseñanza.
Simplemente pretendo poner de manifiesto, en las “cercanías” de ese 9 de Noviembre en el que “cayó” el muro, que sigue estando en él una importante enseñanza y una mayor admonición para los demócratas y para el mundo libre.
He titulado que el muro de Berlín “no se cayó”, porque aunque las circunstancias contribuyeron en gran manera a su desaparición, realmente fue la voluntad de las gentes, del pueblo, la que "de veras “derribó” el muro.
Si bien se repara, la URSS y Gorbachov no hicieron demasiado caso del muro.
Las autoridades de la RDA propiciaron la solución “light” (en medio de su frustración por la caída de la convivencia y vida en el Este de Alemania) de comenzar a abrir la valla.
Pero fue el pueblo, el del Este y el del Oeste, quien se lanzó a abrir las puertas, a presentar sus pasaportes para ir “al otro lado”, se empeñó en saludar a los hermanos “separados”, en exigir la libertad que no había
Fue ese mismo pueblo quien se lanzó, hasta con las manos, a deshacer el símbolo de la ignominia que el totalitarismo comunista había impuesto…
Pero, en cierta manera, el muro, aun desaparecido, no ha caído aún.
Los berlineses del oeste aún recelan de los del otro lado, por el dinero que les cuestan. Los del este opinan que los de la otra parte se amparan en sus criterios capitalistas para dominarles…
Los alemanes del resto de la nación (algo "egoistillas" en general) no dejan de pensar un poco así.
¿Y que opinaríamos nosotros, los españoles?
¿Nos estaríamos dejando conquistar por la propaganda “teñida de izquierdismo” de un gobierno que dice buscar nuestro bienestar y que solamente sabe hundirnos cada vez más y más?
¿Nos dejaríamos atraer por unos conservadores que pierden más tiempo en pelearse cual verduleras que en constituir un frente común frente a tanta ineptitud, engaño y fraude?
¿Se derribaría solo el muro de la ineficacia en España?
¿Se derribará él solito el muro de la manipulación, de la corrupción, de la doblez, de la ineptitud, en España?
Seguro que no.
Habrá de ser una vez más el pueblo, habremos de ser una vez más nosotros, los que, piedra a piedra, vayamos desmontando esa muralla de incertidumbre, de totalitarismo encubierto, de progresismo de tebeo.
Habremos de ser todos y cada uno de nosotros quienes protestemos y pongamos de manifiesto que “zapateros ya tenemos muchos en los mercadillos”; que “rajas y rajoyes nos sobran en nuestras casas y en nuestras economías; que “cuentos chinos” y cantos de sirena ya no nos distraen.
¡Hemos de ser nosotros quienes de una vez hagamos lo debido: Ser pueblo soberano y eliminar a todos los ineptos, inútiles, falsos, mentirosos y corruptos!
¡Nos vendrán épocas de crisis económicas, pero al menos tendremos el espíritu vivo y vital de nuestros corazones y nuestros pensamientos!
“Los pueblos son una cera blanda; todo depende de la mano que les imprime el sello” Édouard René Lefebvre de Laboulaye (1811-1883) Jurista y político francés.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

1 comentario:

  1. Hurra al escritor...efectivamente, el muro se derrumbó por parte del pueblo, sin violencia ninguna...solo con el corazón, queriendo hacer esa cosa.
    También es verdad, a pesar de que ya no existe el muro físicamente, en la mente de la gente que lo han vivido todavía existe, y mientras existen personas que han vivido el muro en "directo", no se podrá quitar definitivamente...tiempo al tiempo...vístete despacio, tengo prisa....
    Creo que en España no sería ni factible construir un muro así, refiriéndome al comentario del escritor "como accionaría el español", entre que no se ponga nadie de acuerdo si o no, luego para construirlo....a esto por lo menos parece el país nuestro ahora mismo.

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