07 abril 2009

A propósito del nuevo gobierno de España: Los palos de un ciego

“Dar palos de ciego”: "Es sabido por todos que la ceguera -aparte de constituir una lamentable desgracia para quien la padece- ha sido siempre motivo de burla y pretexto para la creación de frases y expresiones divertidas.
Y para probar esta afirmación, basta con citar algunos de los juegos populares nacidos en tiempos remotos cuyo fundamento consistía en privar ocasionalmente de la visión a los participantes.
Tales son los casos de la gallina ciega y la piñata, juego que llegó a dar nombre a un día: el "Domingo de la Piñata", en cuyos festejos se vendaban los ojos de los participantes y estos, armados de un palo, comenzaban a dar garrotazos contra una cazuela de barro pendiente de hilo. Cuando la vasija era alcanzada por un certero garrotazo, ésta se abría derramando su contenido -que solía ser agua o pequeñas golosinas- sobre el autor del golpe. Así, la gente estallaba en bullicioso jolgorio.
De esta alegre costumbre, no extinguida del todo en nuestros días, precede la expresión “dar palos de ciego”, aplicada para significar el perjuicio que se sufre al proceder sin tino ni cautela, a lo loco, en cualquier asunto delicado."
(De Internet)

Ha llegado la cacareada remodelación del gobierno.
Los agoreros que la limitaban al simple cambio en dos o tres ministerios no han acertado.
Tampoco han sido adivinos los que vaticinaban un muy profundo y sustancial cambio en las distintas carteras ministeriales.
Zapatero ha hecho una remodelación ministerial “a su estilo”. Enrocándose en la “vieja guardia” socialista, con Chaves (¿no huele a fósil después de varios años de ministro con Felipe González y catorce años ¡sólo! como presidente de la Junta de Andalucía); Pepiño Blanco (el “martillo de herejes” del socialismo español, tan maniobrero y rastrerillo como falto de calidades personales, aunque, eso sí, servil a su jefe hasta el extremo); Elena Espinosa (una ministra roma, opaca, silenciosa, sin personalidad, sin más valor que el de ser también “esclava” de su jefe) Ángeles González Sinde (la progre presidenta de la Academia del Cine, que se perecía por medrar en algo); o Trinidad Jiménez (que ni hizo nada en el Ayuntamiento de Madrid, ni como Secretaria de Estado para Iberoamérica, pero enraizada en las esencias “zapateristas”) o Carlos Gabilondo (de quien no se sabe si vale más por ser rector de la Universidad Autónoma de Madrid o hermano de Iñaki Gabilondo, ese periodista de aparente objetividad que nunca quita ni pone rey, pero siempre ayuda a sus socialistas amigos, informando sesgadamente…). Y no sé si falta alguien…
Pero el nivel de calidad de los nuevos ministros es tan ínfimo que en muy poco tiempo volveremos a estar en situación de más crisis (no ya la económica, sino la ministerial).
Zapatero quería hacer algo y no sabía qué hacer, y por ello ha optado por rodearse de una guardia pretoriana, que le dará mucha coba, pero que difícilmente conducirá una activación de la situación económica. Zapatero sabía que debía de hacer algo, y ha optado por cambiar unos cuantos ministros, por reorganizar algún que otro ministerio, pero ha seguido “dando palos de ciego”, es decir, sin ofrecer ninguna fiabilidad en sus re-estructuraciones, ni planificar algo objetivamente correcto.
Opino que realmente quien sobra es el propio Zapatero, pero tampoco me consuela nada la posible alternativa, ni dentro del socialismo, ni en la oposición, en la que solamente caciquismo fratricida se comunica al pueblo.
Hay para alegrarse después del cese de varios ministros. De Solbes, porque para dormirnos ya tenemos las “nanas” y porque “ni sabe ni quiere”, además de comunicar una pátina de vetusta indolencia a todas sus actuaciones. De Magdalena Álvarez, porque ha sido –es su carácter—una malagueña “malage” (ojo, que aprecio al límite a los malagueños, aunque no a los “malages”) que solamente ha sabido insultar a troche y moche con un estilo casi tan chulesco como el del fenecido ministro de Justicia, aquél Fernández Bermejo de las cacerías. De Bernat Soria, un “pseudo científico” de quien sus propios compañeros de estudios me ha comentado que tiene tanto cuento, que se presenta como investigador y nunca ha sido capaz de descubrir ni de inventar nada. De Mercedes Cabrera, la ministra de Educación que solamente supo sembrar la discordia con esa “Educación para la Ciudadanía”, que era la mejor muestra de la tendenciosidad ideológica en la instrucción de los jóvenes. De César Antonio Molina, un buen poeta, eso sí, pero sin cualidades de gestor, que se enquistó con la ley del cine…
Bien cesados fueron estos, pero ¿cómo que solamente ellos?
Y “Desatinos” (que diga Moratinos), el ministro que viene haciendo el ridículo en el exterior, sin una política diplomática definida, porque ni le dejan ni sabe; y ¡qué decir de “la miembra”, de la inefable Bibiana Aido, que salvo para crear discordias sobre el aborto, y llamar machista a todo el que censura a una ministra, solo sirve para actuaciones folklóricas. Y menos mal que la defensa nacional está encomendada a esa incalificable ministra catalana que rige –mejor “cabrea”- a los ejércitos antes del parto, en el parto y después del parto…
Claro que mientras sobreviva María Teresa, la Fernández que “te la pega”, todo estará controlado, mal pero controlado, porque los “palos de ciego” serán unidireccionales, es decir, contra la prosperidad económica y contra los ciudadanos.
Si el nuevo gabinete ministerial es la muestra de lo que nos espera con Zapatero, lo mejor será desear que el conserje del palacio de la Moncloa organice los Consejos de Ministros: Probablemente habrá más orden y mayor sentido común, dicho sea con el mayor de los respetos hacia la siempre sacrificada figura de los conserjes.
Y sepa el querido lector que me alegraré mucho si me equivoco. Pero solamente respecto de los ministros que acceden a la poltrona…Porque de los que siguen y de los que se van, cambiar de opinión y equivocarse es imposible…
“Un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona, casi no la percibimos.” Erskine Caldwell (1903-1987) Escritor estadounidense.
Me parece que este nuevo gobierno nos va a dar muchos dolores de estómago...
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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