05 marzo 2008

Al comenzar 2008: Carta a Yulia Tymoshenko, Primera Ministra de Ucrania

Querida Yulia:
Permíteme que el tuteo, como tuteo a tantos buenos amigos y amigas ucranianos, especialmente porque honras la belleza femenina de la mujer de Ucrania.
Y no recurro al tuteo porque tú y yo seamos especialmente amigos ni íntimos (ya que, te anticipo, tu persona no despierta en mí singulares simpatías) sino porque de esta forma más coloquial puedo dirigirme a ti con mayor llaneza.
He de confesarte que, como casado que estoy con una mujer ucraniana, admiro sobre todo las calidades y recias personalidades que adornan a las féminas de tu país, incluyéndote a ti, cómo no.
Pero asimismo he de reconocerte que no solamente no me ha gustado tu trayectoria política y personal después de aquello que llamasteis (el Presidente Yúschenko y tú, junto con el sinvergüenza de Alexander Moroz) la “revolución naranja”, y que tampoco me gustó la denominación de este suceso, que desde luego no fue nada revolucionario.
Tampoco te oculto que nunca me ha gustado que bajo el aura de feminidad con que te presentas, con esa rubia --¿es natural el color?—c abellera y tradicional trenza rodeando tu cabecita, se vislumbre y se conozcan durísimas y rigidísimas posiciones personales, que permiten sospechar una importante implicación tuya con lobbies de no muy claros intereses.
Menos me ha gustado que hayas aprovechado la blandura o falta de energía del Presidente Yúschenko, tu aparente aliado político, para encaramarte a posiciones agresivas y en principio poco recomendables para la actual situación política de tu nación, especialmente exigiendo para tu persona el liderazgo del gobierno, sin descartar tus ambiciones sobre la presidencia de la república.
Bien; que no me gustes demasiado como persona y como política, no debe ser obstáculo para que te reconozca un valor muy común en las mujeres ucranianas: espíritu de sacrificio, clarividencia, tenacidad y laboriosidad.
Y bajo estos prismas me surgen atisbos de esperanza en tu gestión como principal responsable del Gabinete de Ministros, especialmente si supieres armonizar tu conocido autoritarismo con un poco de flexibilidad respecto de tus socios de coalición.
Tú, Yulia, estás llamada a una gran tarea (que tal vez exceda de tus posibilidades) cual es devolver a tu país la honestidad de conducta privada y pública, el consenso para establecer reformas que beneficien a la población menos favorecida, la habilidad para controlar las tremendas ambiciones de los grupos de presión y económicos.
Para ello has de entenderte con el Presidente Yúschenko (admitiendo las más ponderadas coordenadas que éste marque) y has de enviar a toda la clase política de tu país, incluidos tus duros oponentes, los “pro-rusos” del Partido de las Regiones, no solo un mensaje sino una definida línea de gobierno basada en el diálogo, en el pacto y no en las mayorías parlamentarias.
Cierto es que si tratas de poner en práctica los dichos propósitos, vas a tener muchas más espinas que rosas en tu trayectoria, pero podrás llegar a ser la heroína que todos quisieron ver en ti cuando aquello del color naranja, y que los tiempos posteriores se han encargado de difuminar.
Puedo recomendarte que repases la historia de la transición de España hacia la democracia, en aquellos arduos años 1975 a 1982, en los que hasta los más encarnizados oponentes políticos hicieron dejación de muchas de sus prioridades ideológicas, para converger en el objetivo común de alcanzar y consolidar la democracia.
¡Que Dios y tus capitalistas protectores te ayuden!
Termino deseándote, además de un Feliz Año, un Eficaz Año, un Consensual Año, un Democrático Año.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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