29 noviembre 2010

"Crónica de un fracaso anunciado": El del PSOE y el "tripartito" en las elecciones autonómicas catalanas

“Todos los gobiernos mueren por la exageración de su principio”.-Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego
"Cataluña (en catalán, Catalunya; en aranés, Catalonha) es una comunidad autónoma española considerada como nacionalidad histórica, situada al nordeste de la Península Ibérica. Ocupa un territorio de unos 32.000 km² que limita al Norte con Francia (Mediodía-Pirineos y Languedoc-Rosellón) y Andorra, al Este con el Mar Mediterráneo a lo largo de una franja marítima de unos 580 kilómetros, al Sur con la Comunidad Valenciana (Castellón), y al Oeste con Aragón (Zaragoza, Teruel y Huesca). Esta situación estratégica ha favorecido una relación muy intensa con los territorios de la cuenca mediterránea y con la Europa continental. Cataluña está formada por las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona. Su capital es la ciudad de Barcelona.
En el territorio catalán habitan actualmente 7.504.881 personas en un total de 946 municipios de los que 63 superan los 20.000 habitantes (en los que vive el 70 por ciento de la población catalana). Dos tercios de la población vive en la Región Metropolitana de Barcelona. Constituye un territorio muy denso y altamente industrializado, liderando el sector en España desde el siglo XIX y su economía es la más importante de entre las comunidades autónomas, al generar el 18,7% del PIB español, aunque según un informe, sobre 2009, por primera vez se posiciona en segundo lugar, con un PIB de 210.853,1 millones de euros, tras la Comunidad de Madrid. Respecto al PIB per cápita, se sitúa en cuarta posición, tras País Vasco, Comunidad de Madrid y Navarra.

Provincias y comarcas en Cataluña
Cataluña fue durante la Edad Media uno de los territorios que compusieron el patrimonio del rey de Aragón, conocido por la historiografía posterior como la Corona de Aragón. Una parte importante de la actual Cataluña, formada por los condados de Osona, Besalú y Gerona, que en el siglo XII rendían vasallaje al conde de Barcelona, se unieron dinásticamente al reino de Aragón mediante los esponsales acordados entre Ramiro II de Aragón y Ramón Berenguer IV de Barcelona en 1137, por los que el barcelonés contraería matrimonio con la futura reina Petronila. En el siglo XIV, ya como Principado de Cataluña, tuvo un destacado papel económico en el marco del comercio Mediterráneo. Con el declive de la Corona decayó Cataluña, que no volvió a destacar hasta la industrialización. Su historia y su lengua son, para muchos de sus habitantes, la base de su identidad colectiva.
Cataluña tiene una diversidad geográfica relativamente muy marcada, teniendo en cuenta lo relativamente pequeño de su territorio. La geografía está condicionada por el litoral mediterráneo al este, con 580 kilómetros de costa, y las grandes unidades de relieve de los Pirineos al norte.
Clima
Cataluña goza de un clima mediterráneo, aunque con grandes variaciones de temperatura entre el litoral costero, con un clima suave, templado en invierno y muy caluroso en verano; el interior que tiene un clima continental mediterráneo, con inviernos fríos y veranos muy calurosos; y las zonas montañosas próximas a los Pirineos, que tienen un clima de alta montaña, con mínimas bajo cero y nieve abundante en invierno, precipitaciones anuales por encima de 1.000 mm y veranos menos calurosos.
Población
La población de Cataluña a 1 de enero de 2008 era de 7.364.078 habitantes, con un porcentaje de personas de origen inmigrante del 15%.
La ciudad de Barcelona alberga a 1,6 millones de personas en 100 km² de superficie; lo que la convierte en la ciudad más densamente poblada de España y una de las de más densidad de Europa.
Panorama de Barcelona
Alrededor de la capital se acumulan 2,5 millones de personas más que residen en un radio de menos de 25 km respecto a la capital. En la primera corona metropolitana se encuentran las ciudades de Hospitalet de Llobregat, Badalona, Santa Coloma de Gramenet, y Cornellá. Las principales poblaciones de la segunda corona son Tarrasa, Sabadell, Mataró, Montcada i Reixac, Granollers, Martorell, Molins de Rei, Sant Feliu de Llobregat, Gavà y Castelldefels. En el área metropolitana de Barcelona se concentra una población que supera los 4 millones de habitantes. La segunda aglomeración urbana de Cataluña es la formada por la aglomeración de Reus-Tarragona.
El resto de la población de Cataluña se vertebra en la costa norte (Costa Brava), la costa sur (Costa Dorada), el valle del río Llobregat hasta Manresa, y las ciudades interiores de Lérida (al oeste) y Gerona (al noreste
Lenguas
En Cataluña se hablan varias lenguas, siendo las principales el catalán y castellano o español. De acuerdo con el estatuto de autonomía, ambos idiomas, junto con el occitano (en su variante aranesa) son oficiales. Además, se considera al catalán lengua propia de Cataluña, en tanto que el occitano se considera lengua propia del Valle de Arán. Generalmente los catalanes son bilingües y conocen las dos lenguas principales aunque difieren respecto al idioma que tienen por lengua materna. Según los datos de 2008, el 99,7% de los catalanes saben hablar castellano en tanto que el 78,3% sabe hablar en catalán. Además, el uso de uno u otro idioma depende del ámbito social en el que se exprese.
El idioma catalán se extiende más allá del territorio catalán. En Cataluña se hablan los dos bloques principales de la lengua. El oriental tiene como máximo exponente el dialecto central, hablándose en las comarcas del norte de Tarragona, Barcelona, y Gerona, en cuya región pirenaica se atisban rasgos de catalán septentrional. El occidental es el propio de las comarcas occidentales de Cataluña (provincia de Lérida y sur de las tarraconenses). La Generalidad ha venido desarrollando legislación que promueve y protege el uso social del catalán. En 2008, la catalana era considerada la lengua materna del 35,4% de los catalanes, la propia del 46% y la de uso habitual del 47,6% (los porcentajes incluyen también a los hablantes que consideran conjuntamente al castellano y al catalán como lengua materna, propia o de uso habitual).
El castellano es la lengua más hablada de Cataluña, superando al catalán no sólo como lengua habitual, sino también como lengua materna y de identificación, tanto en cifras relativas como absolutas. El castellano tiende a confirmarse en las áreas urbanas, siendo especialmente preponderante en el área metropolitana de Barcelona y en el Camp de Tarragona. La variación de estos datos respecto a anteriores mediciones está determinado en parte por el importante aumento de la inmigración de población foránea en el período 2001-2008. En el año 2007, el número de residentes nacidos en el extranjero, de los que un número considerable era procedente de países latinoamericanos, representaba el 16,4% de la población residente en Cataluña. El castellano que se habla en Cataluña tiene hablas dispares, sin mostrar un dialecto específico. Algunos hablantes del castellano que son originarios de otras regiones de España muestran rasgos fonéticos y dialectales propios de su tierra de origen, mientras que otros neutralizaron esos rasgos, ya sea a voluntad, por contacto con catalanohablantes o por la influencia de los medios de comunicación. Los catalanohablantes que hablan castellano muestran algunas influencias de su lengua materna y cuyos rasgos son, a veces, estereotipados como los propios de los catalanes al hablar en lengua castellana. En 2008, el castellano era considerado la lengua materna del 58,8% de los catalanes,23 la propia del 55,3% y la habitual del 57,9% (los porcentajes incluyen también a los hablantes que consideran conjuntamente al castellano y al catalán como lengua materna, propia o de uso habitual).
El aranés es la lengua materna del 22,4% de la población del Valle de Arán, la propia del 27,1% y la habitual del 23,4%.
La comunidad inmigrante o foránea instalada en Cataluña a menudo mantiene su lengua materna para comunicarse con sus familiares o hablantes de su mismo idioma que residan también en el territorio. Aparte del castellano hablado por los inmigrantes procedentes de Hispanoamérica, destacan sobre todo el árabe y el rumano, si bien su número se extiende considerablemente en ciudades que, como Barcelona, con habitantes de hasta 131 nacionalidades, muestra un amplio repertorio lingüístico, de los que además de los citados, destaca, el francés, el portugués, el alemán y el inglés. La encuesta estadística de usos lingüísticos de la Generalidad realizada en 2003 revelaba también la presencia importante de hablantes de gallego.
Economía
Cataluña es un territorio de tradición industrial desde el siglo XIX. En la actualidad la industria, el turismo y los servicios son los principales sectores económicos de Cataluña. El crecimiento medio anual del periodo 1995-2004 en términos reales fue inferior a la media española. Sin embargo, en 2005 creció un 3,3%, el mismo porcentaje que la media española y por encima de la media europea. Según las mismas fuentes oficiales, Cataluña está en el cuarto lugar de la clasificación de comunidades según el PIB per cápita en Paridades del Poder Adquisitivo y es la que más aporta al total del PIB español (20'8%).
La industria, la construcción, el turismo y los servicios son los principales sectores económicos de Cataluña.
Cataluña es el primer destino turístico de España: los 13,2 millones de turistas que recibió entre enero y noviembre de 2005 suponen un 25,3% del total de las llegadas registradas en toda España, y representan un incremento del 12,7% respecto al mismo período del año anterior. Los principales destinos turísticos de Cataluña son la ciudad de Barcelona, las playas de la Costa Brava gerundense y de la Costa Dorada tarraconense (donde también se encuentra el parque lúdico Port Aventura), y la zona pirenaica, donde hay 10 estaciones de esquí: Baqueira Beret, La Molina, Espot Esquí, La Masella, Port Ainé, Vall de Núria, Boí Taüll, Port del Comte, Rasos de Peguera, Tavascan y Vallter 2000.
Cultura popular
Un "casteller" de "diez a tres"
Una de las manifestaciones más conocidas de la cultura popular catalana son los castellers: el levantamiento de castillos humanos por parte de collas castelleras (peñas) que rivalizan entre ellas. Esta práctica, originaria de las tierras tarraconenses, se extendió por toda Cataluña y en los últimos años ha recibido un gran impulso social gracias a las retransmisiones televisivas y la creación de nuevas collas.
La sardana es la danza popular catalana por antonomasia, aunque también son tradicionales el baile de bastones, la moixiganga y la jota de las tierras del Ebro, muy similar a la jota aragonesa.
Musicalmente son características de Cataluña las habaneras, especialmente en las localidades marineras de la Costa Brava. En los meses veraniegos proliferan las cantadas populares al aire libre, siempre acompañadas de la degustación de ron quemado. También es muy representativa de la cultura popular la rumba catalana.
En las fechas señaladas o fiestas mayores siempre suelen estar presentes otros elementos de la cultura popular catalana: los desfiles de gigantes y cabezudos y los correfocs con diablos y petardos. Una de las fiestas más tradicionales de Cataluña es, La Patum de Berga, declarada por la Unesco patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad el día 25 de noviembre del año 2005.
Teatro-Museo Dalí, en Figueres
Es significativa también la tradición del Tió de Nadal, el día de Navidad o, según la casa, durante la víspera se pone el Tió al fuego y se le hacía "cagar". Ahora ya no se quema el Tió, tan solo se le obliga a "cagar" repetidamente regalos para los más pequeños a base de arremeter continuados golpes de bastón acompañados de las llamadas canciones del Tió.
Además de las manifestaciones propias de la cultura tradicional catalana, en Cataluña también se puede disfrutar de manifestaciones culturales propias de otras regiones españolas fruto de la gran inmigración que ha recibido el territorio el último siglo y medio. En este sentido, son especialmente notables las actividades de la población de origen andaluz, y que tienen su máxima expresión en la organización de la Feria de Abril de Cataluña.
Gastronomía
Mercado de la Boquería, Barcelona
La gastronomía de Cataluña posee una gran tradición culinaria. Sus procesos culinarios ya se describen documentalmente desde el siglo XV. Ofrece una gran variedad de productos tanto del mar como de la montaña y la huerta. Siendo en algunas ocasiones característica la mezcla de ambos como es el caso de los mar i muntanya. La cocina catalana ha aportado toda una serie de platos típicos de la región con guisos de pescado como los suquets o la zarzuela, la escudella (una especie de cocido), la calçotada, y la salvitxada. Es típico de Cataluña el Pa amb tomàquet, pan con tomate que acompaña a muchos platos de carne o embutidos, y con el que se elaboran los bocadillos. Las salsas como el alioli y el romesco son las salsas más características de la cocina catalana.
Es destacable la riqueza de embutidos que se elaboran en la comarca de Osona, especialmente el fuet de Vic. Las butifarras de diversas composiciones.
En cuanto a la repostería, son famosas la crema catalana, los panellets, que se elaboran especialmente en noviembre, el Menjar blanc etc.
Cataluña también se distingue por su gran tradición vinícola. Las zonas del Penedés, Alella, Priorato y el Segre son grandes productoras de una gran variedad de vinos. El más conocido y exportado es el cava del Penedés, cuya producción lideran empresas familiares como Freixenet y Codorníu.
Cabe anotar que Cataluña ofrece una gran variedad de restaurantes con cocina de todas las regiones españolas, así como de cocina internacional. Pese a que Barcelona es la ciudad con mayor cantidad y variedad de restaurantes, los más prestigiosos, y distinguidos con más "estrellas Michelín", son "El Bulli" de Ferran Adrià, que se encuentra en Rosas (Gerona); el "Sant Pau" de Carme Ruscalleda que se encuentra en Sant Pol de Mar; y el restaurante "Can Fabes" de Santi Santamaría, situado en Sant Celoni.
Patrimonio de la Humanidad
Basílica Sagrada Familia, Barcelona
Dada su extensión, el plan de protección de los bienes culturales y naturales de la Unesco conocido como Patrimonio de la Humanidad ha catalogado como tales numerosas obras que se encuentran en Cataluña. La primera adscripción fueron varias obras de Antoni Gaudí en 1984 por su contribución a la arquitectura modernista, a las que se añadieron algunas más en 2005 y se agruparon bajo la misma entidad. Estas obras son el Parque Güell, el Palacio Güell, la Casa Milá, la fachada del Nacimiento y la cripta de la Sagrada Familia, la Casa Vicens, la Casa Batlló y la Colonia Güell. En 1991 se añadió a la lista el Monasterio de Poblet, donde reposan numerosos monarcas de la Corona de Aragón. Siete años después se sumó bajo el mismo título el Arte rupestre del arco mediterráneo de la Península Ibérica, que se extiende por el litoral mediterráneo peninsular, en el que Cataluña contribuye con numerosas muestras. En 2007 se declaró como tales el Palau de la Música Catalana y el Hospital de Sant Pau en una misma entidad, ambas obras modernistas de Lluís Domènech i Montaner. En 2000 se añadieron a la lista dos conjuntos: el formado por las Iglesias románicas del Valle de Bohí y el Conjunto arqueológico de Tarraco. La última incorporación fue la de la Patum de Berga, en 2005, categorizada como Patrimonio oral e inmaterial de la Humanidad.
(De Wikipedia)
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“Quien siembra vientos, recoge tempestades”. Así reza uno de los refranes más populares del refranero español, y eso es exactamente lo que le ha ocurrido a José Luis Rodríguez Zapatero. La franquicia catalana del PSOE recibió ayer un varapalo de los que dejan huella, un castigo del que el PSC tardará mucho tiempo en recuperarse -si es que con tiempo, sudor y lágrimas lo consigue-, porque el daño infligido a la idea de la España constitucional y la traición a sus votantes ha sido tan grande, tan obscena, a lo largo de ocho años de soberanismo radical como los que ha deparado la presidencia de Maragall, primero, y de Montilla, después, que difícilmente los hijos de los hijos de aquellos inmigrantes de Andalucía, de Extremadura, de Murcia, de Galicia, podrán olvidar la afrenta.
En Cataluña hace tiempo que hay oferta nacionalista, en sus distintos grados de radicalidad, en abundancia, de modo que la deriva del socialismo catalán hacia posiciones cercanas al nacionalismo más que un error ha sido un crimen para los descendientes de aquellos emigrantes que en los años sesenta llegaron a la Estación de Francia con su maleta de cuerdas, el corazón rebosando zozobra y la firme voluntad de dejarse el alma trabajando duro para prosperar y hacer prosperar a la tierra que les daba acogida. El síndrome catalanista, mitad trauma mitad complejo, que siempre acompañó a esa burguesía del ensanche barcelonés que se hizo con las riendas del PSC, soltó por fin amarras y se hizo realidad cuando a la Moncloa arribó un tipo sin una idea clara de España (“concepto discutido y discutible”), un pirómano dispuesto a incendiar la convivencia (“apoyaré la reforma del Estatut que apruebe el Parlamento de Cataluña”) tan duramente labrada tras el fin de la dictadura.
La "tri-cabeza" del "tri-partito",
antes de su aplastante derrota
De modo que, en mi modesta opinión, la derrota de ayer no es José Montilla, un político hace tiempo amortizado, sino del bombero pirómano que nos preside desde 2004 y que alentó el viaje hacia ninguna parte de un PSOE que, traicionando su condición de partido “nacional”, alentó el aventurerismo de su filial catalana, dispuesta a embarcarse en la misma nave que el nacionalismo más radical, ergo defendiendo un Estatut que nadie reclamaba y que de inmediato se reveló de imposible encaje en la Constitución de 1978 a cuenta de su alocada deriva soberanista. El PSC ha ido más lejos: en lugar de rectificar, ha encabezado la revuelta contra la sentencia del Tribunal Constitucional, alentado de nuevo por un Zapatero que sencillamente prometió buscar fórmulas para burlar la sentencia y complacer las ensoñaciones nacionalistas.
De modo que el gran derrotado de ayer es Rodríguez Zapatero. Su debilidad, crónica desde que estallara la crisis económica que ahora mismo tiene a España contra las cuerdas, se agudiza hasta extremos insoportables. No parece posible que este hombre pueda llegar políticamente vivo hasta las municipales y autonómicas de mayo, sabiendo que el partido que le respalda perdería con estrépito unas generales a nivel del Estado como ayer perdió las autonómicas en Cataluña. Este hombre lleva plomo en las alas y no tiene credibilidad para dirigir un país que se enfrenta al reto más importante de su historia, tras ocho años de Gobierno socialista que se han llevado por delante, además del bienestar de los españoles, los afanes de concordia civil que presidieron la transición.
Artur Mas: El triunfador
Gran triunfo de CiU y Artur Mas y notable éxito del Partido Popular. Los electores catalanes han rechazado de manera abrumadora el experimento del tripartito, razón por la cual quienes a estas horas intenten sumas imposibles con el metro del nacionalismo por medida yerran de forma clara. Más que la ideología, en Cataluña voto ayer “la pela”, es decir, la crisis económica que arrambla con el bienestar presente y plantea un futuro sin esperanza. De modo que los votantes han optado por una opción de centro derecha (CiU más PP suman el 50,5% de los votos, y 80 diputados de una cámara de 135), capaz de gestionar una crisis que la izquierda se demostrado incapaz de llevar a cabo.
Los españoles conscientes hace mucho tiempo que sabemos que España tiene un problema llamado José Luis Rodríguez Zapatero. El Partido Socialista, su cúpula al menos, ha tardado mucho más en darse cuenta. Ahora ellos y nosotros nos hemos percatado de la dimensión del drama y hemos llegado a la conclusión de que es imposible seguir adelante sin cambiar de caballo. Este hombre se tiene que ir cuanto antes y, como dije en mi Con Lupa (“Otra de gambas en Moncloa”) de ayer, si al Partido Socialista le queda un átomo de sentido común y patriotismo debería hacer lo pertinente para ahorrar a este hombre el sufrimiento que su propia incapacidad le depara y a los españoles el coste altísimo de su presencia al frente del Gobierno de la nación. Cuanto antes, mejor... “
(Jesús Cacho, en “El Confidencial”, 29/11/2010)


“Al toque de centella, como un solo hombre, como una sola mujer, los dirigentes socialistas han afirmado urbi et orbi que el resultado de las elecciones catalanas no se puede extrapolar. Mi opinión es la contraria. No solo se puede, es que se puede extrapolar.
"Siéntate a la puerta de tu casa y verás
pasar el cadáver (político) de tu adversario"
Zapatero se ha volcado con Cataluña. Ha cubierto de dinero público a Montilla. Ha derrochado en obras públicas. Ha dado a Cataluña lo que ha negado a Madrid. Ha hecho concesiones que, según el Tribunal Constitucional, comprometían la unidad de España. Por un plato de escaños catalanes, ha vendido esa unidad de España consagrada en la Constitución. Durante un tiempo, Zapatero permaneció de hinojos ante Carod Rovira. Y se desplazó a tierras catalanas para asumir la dirección de la campaña electoral, acompañado por su paniaguada Carmina Chacón. Zapatero sabe que, gracias al voto catalán, ganó las elecciones generales del año 2008. Y por eso ha jugado a fondo. Ha jugado a fondo y ha perdido. Y aunque existan diferencias sustanciales entre unas y otras elecciones, lo que ha ocurrido el domingo en Cataluña es extrapolable. Los ciudadanos, incluso los catalanes, están hartos de las ocurrencias y los despropósitos de Zapatero. Saben que la crisis económica se ha acentuado a causa de las incongruencias y las torpezas de Moncloa. Y, en consecuencia, han castigado en las urnas al presidente dadivoso. No es la primera vez. Zapatero perdió las elecciones gallegas. Perdió las europeas. Ahora ha perdido las catalanas. Esa es la cruda realidad.”
(Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “El Imparcial”, 29/11/2010)

Alguno de los lectores de este blog me ha comentado en determinadas ocasiones que parece que tengo especial fijación con los problemas del actual gobierno de España y especialmente con el partido político que lo ejerce.
Podría ser que el Partido Socialista (el PSOE) no se halle entre las formaciones políticas que me son más predilectas, y que por tanto lo que haga en el desempeño de las labores ejecutivas en nuestro país no sea demasiado valorado por mí.
Pero la realidad cotidiana viene poniendo de manifiesto una gran falta de coherencia, de competencia y de voluntad, y evidenciando además un empecinamiento sectario con fines solamente electoralistas, de manera que casi todos los días hay muchos motivos de comentario crítico hacia quien nos gobierna.
Montilla, el derrotado
"por delegación"
de su jefe en Madrid
En las elecciones autonómicas de Cataluña, el PSOE se “agarró” al poder sin respetar la mayoría minoritaria del partido que había ganado las elecciones en las dos anteriores ocasiones, y se alió, formando el llamado “tripartito” con fuerzas tan poco afines y tan “peligrosas” en cuanto a sus esencias y objetivos, como la independentista Esquerra Republicana de Catalunya e Iniciativa per Catalunya ( la versión de la Izquierda unida, ex partido comunista), de manera que se creó un bodrio, un marasmo de ineficiencia, una “tri” división, en la que cada uno de los socios del gobierno catalán hacía lo que le venía en gana y de forma exclusiva en las áreas de su competencia. Ninguna coordinación fue posible, ya que el Presidente del gobierno autonómico (la Generalitat), el socialista José Montilla, “vendió” sus esencias partidistas y las traicionó a cambio del “plato de lentejas” de su presidencia.
Aquello resultó y ha venido siendo absolutamente estridente, ejemplo de mal funcionamiento en el ejercicio de las facultades ejecutivas y motivo de renuncias a principios dogmáticos esenciales, especialmente permitidos desde el gobierno central por el “prestidigitador mayor”, el siempre peligroso –por sus temeridades y sus falacias—presidente del gobierno español.
Así, como bien se analiza en los dos artículos reproducidos antes, el fracaso de los socialistas ha sido enorme, y el fracaso de su “patrón”, el ínclito zapatero, no menor, porque está “en racha” de derrotas.
Y es que si algo caracteriza al pueblo catalán (y no en menor medida al español) es el “seny”, el sentido común. Y el pueblo está harto de tantas maniobras de equilibrista y de tantas frases sin respaldo.
Por eso los catalanes han volcado sus votos hacia un partido “catalanista” moderado, eliminando a los de aquel nefasto “tripartito”, cuyos integrantes nunca hubieran podido aspirar a más, y con los que Cataluña nunca pudo haber sido menos.
Ello debe de ser extrapolable para el resto del pueblo español, porque por mucho que se aferren al poder quienes ahora lo detentan, claro es que el pueblo ya va dando, y va seguir en ello, pruebas de hartazgo y de rechazo, en la forma más genuina y eficaz que permite la democracia: las urnas.
“Tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores.”.- Winston Churchill (1874-1965) Político británico
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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