22 abril 2019

Ucrania: Una vez más los sueños se imponen a las realidades. De un Presidente chocolatero a un Presidente payaso…


"Volodymyr Zelensky gana las presidenciales de Ucrania, según los primeros sondeos a pie de urna
Gana las presidenciales sin trayectoria política ni programa concreto
Decepcionados por la lentitud de los cambios y las apreturas de la crisis económica, los ucranianos se han concedido uno de los pocos lujos que se pueden permitir: hacer 'zapping'. El actor televisivo Volodymyr Zelensky ha ganado las elecciones presidenciales con un 73,2% de los votos, según los primeros sondeos a pie de urna. El actual presidente, Petro Poroshenko, cosecha sólo el 25,3% de los sufragios. La persistencia de la corrupción y la mala situación económica le hacen perder el poder a manos de un actor que no ha tenido una experiencia política jamás.
La victoria de Zelensky en las elecciones más abiertas de la historia de Ucrania provoca algo de incertidumbre en las cancillerías occidentales, que todavía no saben cómo andará su nuevo socio por el pedregoso camino de la integración europea y los préstamos del FMI. También muchos rusos toman nota del resultado. "A todos los ciudadanos de los países postcomunistas: miradnos. Todo es posible", ha dicho hoy un Zelensky triunfal ante los suyos en su cuartel general. Ahora empieza la campaña para lograr un parlamento receptivo en las elecciones que de verdad importan, las parlamentarias de noviembre. 
Con 41 años, casado y con dos hijos, Zelensky es la estrella televisiva de un programa satírico en el que ha interpretado a un presidente de Ucrania. Se ha presentado en la campaña como el hombre de la calle que probó el cambio de Poroshenko y quiere que le devuelvan el tiempo perdido. Así ha conseguido atraerse a un importante sector de los ucranianos decepcionados
con el nuevo régimen surgido de la revuelta de Maidan en 2014. Su entrada en el Gobierno comenzará recortando privilegios por arriba: se acabó la inmunidad de los diputados, de los jueces y la del propio presidente. También quiere instaurar un sistema de consultas 'online' para tomar decisiones. Lo mismo ocurrirá para nombrar altos cargos: organizará concursos de méritos con jurados especializados en cada tema. 
Poroshenko ha felicitado a Zelensky por su victoria Ucrania. "Salgo de la Presidencia el próximo mes. La mayoría de los ucranianos han decidido, y yo acepto esta decisión ", ha dicho el todavía presidente. En realidad Poroshenko perdió las elecciones hace ya un año, cuando las encuestas le situaban por detrás de la ex primera ministra Yulia Timoshenko y más tarde detrás del propio Zelensky. Su popularidad no ha dejado de caer durante un mandato en el que ha plantado cara a la insurgencia prorrusa y ha acercado Ucrania a Europa, pero no ha logrado que su lucha contra la corrupción dé frutos perceptibles.
El nuevo presidente respalda la orientación europea del Gobierno actual, pero ha sugerido que Ucrania no está preparada para ingresar en la UE. Los medios oficiales rusos, que llevan desde 2014 desgañitándose diciendo que
Ucrania tiene a los fascistas en el Gobierno, tendrán que buscar un nuevo relato ahora que el país va a estar dirigido por un judío respaldado por un oligarca también judío instalado temporalmente en Israel.
Sin esperar a que el ganador de los comicios ucranianos fuese oficialmente proclamado, Moscú lanzó un mensaje a Zelensky. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, le instó a dialogar con los separatistas prorrusos en las regiones del este de Donbas. "No hay alternativa al diálogo directo con las personas que forman parte de un amplio sector de tu propio pueblo, si es que les sigues considerando parte de tu pueblo", ha dicho Lavrov en una entrevista difundida por la cadena 'Zvezda'. En Kiev ha existido un consenso que considera a Rusia un Estado agresor por la anexión ilegal en 2014 de la península de Crimea, su intervención en la guerra en el este del país y el incidente naval en noviembre en el mar Negro. Zelensky ha criticado la injerencia rusa, pero al mismo tiempo ha defendido una interlocución con Moscú para "poner fin a la guerra de una vez" y ha calificado a los combatientes de "rebeldes" en vez de simplemente "rusos", admitiendo que el conflicto tiene tintes de guerra civil. Para mayor despiste, en los compases finales de la
campaña se declaró contrario a conceder un estatus especial a los territorios de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk como establecen los Acuerdos de Minsk para poner fin al conflicto armado en el este del país. Y también rechazó promulgar una ley de amnistía para los combatientes prorrusos.
"Ze!", como se ha hecho llamar en la campaña, es una incógnita. La decisión de registrar un partido político con el mismo nombre que la serie se tomó hace justo un año en la sala de fumadores de los estudios de grabación de su 'show'. La mayor certeza sobre el nuevo líder ucraniano es que fue un buen presidente en su serie de televisión. En los colegios electorales, al ser preguntados por las razones de su apoyo a Zelensky, los ucranianos se encogían de hombros. Ucrania se ha abrazado a la ficción, porque la realidad les estaba pareciendo insoportable
(De “El Mundo del siglo XXI”, 22/04/2019)


El pueblo ucraniano está acostumbrado a sufrir. Díganlo, si no, las torturas a que le sometió el feroz Stalin con su Holomodor de los años 30, más las penurias y violencias de la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, más los muchos años de opresión durante su pertenencia a la extinta URSS. 
El pueblo ucraniano está, sin duda, acostumbrado a sufrir. Y también está acostumbrado, por lo que demuestra su trayectoria histórica, a soñar. Pero a soñar en vano.
Ya se creyó el ombligo de la Unión Soviética cuando, después de Stalin, los ucranianos Jrushchov y Brezhnev lideraron la enorme y poderosa nación; y más cuando se autoconcedió la independencia de la URSS en 1991; y cuando comenzó a moverse en las vías democráticas, celebrando elecciones, hasta que llegó a los pronunciamientos políticos de la llamada “Maidan”, especialmente en 2014, cuando el pueblo congregado en la Plaza de la Independencia de Kiev aclamó como Presidente al chocolatero Poroshenko, creyendo que su buena gestión empresarial sabría aplicarla a la nación. 
Pero esos sueños del pueblo ucraniano se han desvelado siempre como casi un espejismo, porque ni la Unión Europea aceptó a Ucrania en su seno con los brazos abiertos, sino con tibieza, pocas palabras y menos efectividad; cuando Rusia robó Crimea con las artimañas que tan bien conoce Putin, y ni el gobierno ucraniano tuvo ánimos, ni medios de reaccionar, y menos cuando Europa y la Unión Europea, miraron de reojo.
Vamos, que los ucranianos, sueñan mucho, porque son pacíficos, pero consiguen poco, o casi nada. 
Porque con Poroshenko, es cierto que se ha logrado frenar un poco la catástrofe
económica, que se ha mejorado algo en la cohesión social, pero poco más, porque el tremendo gasto de una guerra     desdibujada contra Rusia en el este, con la marcha para siempre de Crimea, los oligarcas de siempre (que vienen del comunismo, en el que se enriquecieron) han seguido engordando sus bolsas y propiciando cada vcez más la corrupción en todos los órdenes, hasta dejar a Ucrania situada entre los países más pobres de Europa. 
Y ahora, en las recientes elecciones presidenciales, el pueblo (lo que queda de él, porque son millones los ucranianos que se han marchado a países extranjeros en busca de una vida mejor) ha mostrado su hartazgo con la dirección política de Poroshenko, quien no ha eliminada para nada la corrupción,
no ha sido capaz de resolver el conflicto bélico en el este, ha consentido un brutal encarecimiento del coste de vida, y, en fin, ha sido blando e ineficaz.
Sí, el pueblo se ha hartado, como en el año 2014, y se ha puesto a soñar, dejándose guiar por el cómico Zelensky, que no deja de ser toda una incógnita, pues una cosa es que sea gracioso y farandulero y otra bien distinta que esté capacitado para dirigir una nación con tan complejos problemas como los que hoy aquejan a Ucrania. 
Ojalá me equivoque, y este “payaso” televisivo que ha ganado las elecciones presidenciales sea capaz de convertir en hechos concretos y en bienestar palpable su difuminada propuesta de gestión. 
Ojalá de una vez por todas, casi a los treinta años de su independencia, Ucrania y los ucranianos obtengan el sosiego y el bienestar que merecen. 
Porque son soñadores, no cabe duda; pero también son sensibles, cultos y trabajadores. 
Hago mis votos para que el país del Dniéper y de los Cárpatos, de los pysanky y
de los bellos paisajes, entre por fin bajo el camino de una gestión presidencial recta y eficaz, y si es en medio de los chistes, bromas y chirigotas de este Zelensky ahora en el poder, mejor que mejor.
¡Slava Ukraïna! (¡Gloria a Ucrania!), que gritan con orgullo los ucranianos. 
Y que Dios les proteja de tanto lobo soviético y tanta hiena oligárquica que les esquilman y corrompen.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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