“La elegía es un subgénero de
la poesía lírica que designa por lo general a todo poema de lamento. La
actitud elegíaca consiste en lamentar cualquier cosa que se pierde: la ilusión,
la vida, el tiempo, un ser querido, un sentimiento, etc. La elegía funeral
(también llamada endecha o planto en la Edad Media) adopta la forma de un poema de duelo por la muerte de un personaje
público o un ser querido, y no ha de confundirse con el epitafio o epicedio, que son inscripciones ingeniosas y lapidarias que se grababan en los
monumentos funerarios, más emparentados con el epigrama, otro género lírico” (De Wikipedia)
“NO HACER
LEÑA DEL ÁRBOL CAÍDO
No, no seré yo el
que haga leña del árbol caído. Pedro Sánchez ha demostrado a lo largo de los
últimos años dedicación y esfuerzo. Ha trabajado de forma intensa, ha cosechado
aciertos y ha cometido errores. Se equivocó al no dimitir el 20-D tras la derrota
del PSOE en las elecciones generales. Acertó el sábado en sus palabras de
despedida. Habló con serenidad y con sinceridad. No estalló en improperios
contra los que le habían destituido de forma abrupta y se mostró orgulloso de
pertenecer al centenario Partido Socialista. Demostró nobleza y buen sentido al
despedirse.
He manifestado mi desacuerdo en esta sección de El Imparcial con la política de Sánchez en muy numerosas ocasiones. Tras su dimisión o su destitución prefiero subrayar sus aspectos positivos en lugar de cebarme en sus errores como están haciendo incluso no pocos de los que le elogiaban y se regocijaban con la fórmula de un Gobierno de la izquierda radical.
La política es una larga paciencia, un largo, largo saber esperar. Pedro Sánchez es joven y tal vez las circunstancias le proporcionen nuevas ocasiones de saltar al primer plano de la vida nacional. Se merece, en todo caso, el respeto y la consideración por mucho que de sus posiciones se pueda discrepar. Al enfrentarse con Felipe González no midió bien sus fuerzas porque el expresidente, además de una vasta experiencia, conserva autoridad sólida en su partido y en los foros nacionales e internacionales. Cumplida su hora, cabe esperar del buen sentido de Sánchez serenidad en su posición de reserva ante la nueva etapa del PSOE que se inicia ahora con graves dificultades pero alentadoras esperanzas, bajo la dirección de Fernández y Susana Díaz.
He manifestado mi desacuerdo en esta sección de El Imparcial con la política de Sánchez en muy numerosas ocasiones. Tras su dimisión o su destitución prefiero subrayar sus aspectos positivos en lugar de cebarme en sus errores como están haciendo incluso no pocos de los que le elogiaban y se regocijaban con la fórmula de un Gobierno de la izquierda radical.
La política es una larga paciencia, un largo, largo saber esperar. Pedro Sánchez es joven y tal vez las circunstancias le proporcionen nuevas ocasiones de saltar al primer plano de la vida nacional. Se merece, en todo caso, el respeto y la consideración por mucho que de sus posiciones se pueda discrepar. Al enfrentarse con Felipe González no midió bien sus fuerzas porque el expresidente, además de una vasta experiencia, conserva autoridad sólida en su partido y en los foros nacionales e internacionales. Cumplida su hora, cabe esperar del buen sentido de Sánchez serenidad en su posición de reserva ante la nueva etapa del PSOE que se inicia ahora con graves dificultades pero alentadoras esperanzas, bajo la dirección de Fernández y Susana Díaz.
(Luis María ANSON, de la Real Academia Española (”El Imparcial”, 3/10/2016)
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campos de soledad,
mustio collado,
fueron un tiempo
Itálica famosa.
Aquí de Cipión la
vencedora
colonia fue; por
tierra derribado
yace el temido
honor de la espantosa
muralla, y
lastimosa
reliquia es
solamente
de su invencible
gente.
Sólo quedan
memorias funerales
donde erraron ya
sombras de alto ejemplo
este llano fue
plaza, allí fue templo;
de todo apenas
quedan las señales.
Del gimnasio y las
termas regaladas
leves vuelan
cenizas desdichadas;
las torres que
desprecio al aire fueron
a su gran
pesadumbre se rindieron.
Este despedazado
anfiteatro,
impío honor de los
dioses, cuya afrenta
publica el amarillo
jaramago,
ya reducido a
trágico teatro,
¡oh fábula del
tiempo, representa
cuánta fue su grandeza y es su estrago!"
Este poema de Rodrigo Caro viene
“como pedrada en ojo de boticario” a la situación que vivimos el pasado sábado,
día 1 de Octubre (antaño celebración del “Santo Ángel Custodio del Reino de
España", y a quien tal vez habría que volver a invocar), en cuya fecha los
integrantes de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español
(PSOE, por abreviar, y creo que ya sobra la “O” de “obrero”) ofrecieron a sus
militantes y a los ciudadanos de esta España
que se convulsiona pretendiendo ser todavía la “nuestra”, un espectáculo entre infantil, marrullero y malicioso, de “patio de colegio”, tratando, unos, de conservar la “bola” (entiéndase sillón o poltrona política) y los otros, de arrebatársela, pero procurando que no se notara demasiado. Ni Valle Inclán hubiera podido imaginar esperpento mayor.
que se convulsiona pretendiendo ser todavía la “nuestra”, un espectáculo entre infantil, marrullero y malicioso, de “patio de colegio”, tratando, unos, de conservar la “bola” (entiéndase sillón o poltrona política) y los otros, de arrebatársela, pero procurando que no se notara demasiado. Ni Valle Inclán hubiera podido imaginar esperpento mayor.
Lo anecdótico y no tanto (gritos,
peleas, recesos, secuaces gritando en la calle, filtraciones de lo que era
secreto,
propuestas sin ton ni son, urnas piratas, dimes y diretes) casi encubrió lo principal: El PSOE se halla en estado agónico, o casi catatónico, por mor de un dirigente (Pedro Sánchez) y sus acólitos, que han pretendido perpetuar su poder desde el negativismo, frente a otros –los llamados críticos— que han tratado de aprovechar la situación para defenestrar al “chulito” e insensato líder, al tiempo que aupar a los suyos a un poder con el que no saben qué hacer. Ni pueden.
propuestas sin ton ni son, urnas piratas, dimes y diretes) casi encubrió lo principal: El PSOE se halla en estado agónico, o casi catatónico, por mor de un dirigente (Pedro Sánchez) y sus acólitos, que han pretendido perpetuar su poder desde el negativismo, frente a otros –los llamados críticos— que han tratado de aprovechar la situación para defenestrar al “chulito” e insensato líder, al tiempo que aupar a los suyos a un poder con el que no saben qué hacer. Ni pueden.
Así, desde “el no es no” (¡vaya perogrullada!) hasta el no querer terceras
elecciones consecutivas, se ha ido tejiendo en las penumbras políticas de la
izquierda, un pacto incomprensible e inadmisible de los defenestrados con los
podemitas, sujetos ambos (para completar el “guiso”) por independentistas
catalanes y por alguna otra inaceptable tendencia, para aupar a la presidencia
de un “gobierno mosaico”, por lo
atomizado y colorista, a “ése”, al líder, al que lloran los que estaban bajo
sus faldas, y que después de aquel “zapatero” de los brotes verdes es la estrambótica
expresión de la doblez y marrullería.
Suele usarse la forma literaria de elegía, para lamentarse de manera
poética y poner en evidencia el dolor que se siente por alguien o algo.
En esta ocasión prefiero que sea elegía “a modo de”, y por eso la
escribo prosaica, aunque con el lamento de que un partido –el socialista— que pese
a sus errores, contribuyó en tiempos antañones al desarrollo y gobernabilidad
de esta España nuestra, se haya quedado moviéndose “como un pollo sin cabeza”, de aquí
para allí, entre “noes” y “síes”, pleno de
vaciedades; en resumen, falto de auténticos líderes, tanto en su dirigencia como en su oposición, dando la penosa impresión de que poco a poco va desintegrándose.
vaciedades; en resumen, falto de auténticos líderes, tanto en su dirigencia como en su oposición, dando la penosa impresión de que poco a poco va desintegrándose.
¿Quo vadis, PSOE?
Esto, en España, ¡ay dolor!, ni se sabe ni se espera saberlo.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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