17 febrero 2016

Esta España nuestra: ¿Habrá gobierno algún día? Los unos por los otros y la casa por barrer

HOJA DE RUTA
¿Por qué Podemos tiene la sartén por el mango?
El dilema real de Podemos no es hasta dónde ceder en la negociación con el PSOE, sino decidir si es mejor aprovechar la debilidad de Sánchez para lograr una cuota de poder paritaria en un Gobierno de coalición o hacer fracasar la negociación para forzar nuevas elecciones y vapulear a los socialistas.
Es evidente que a Pablo Iglesias le tienta la primera de las opciones. Si no, no hubiera hecho tanto hincapié en la estructura del Gobierno y en su papel como vicepresidente/consejero delegado de un ejecutivo en el que Sánchez sería casi una figura decorativa.
Iglesias cree que Sánchez tragará finalmente si Podemos maquilla la cuestión del referéndum en Cataluña. Esa es la transacción de fondo de una negociación que ha comenzado con mucho ruido y que tendrá más recorrido del que algunos auguran: vicepresidencia a cambio de descafeinar el referéndum.
Errejón piensa que es mejor jugar a medio plazo. Está seguro de que, si hay elecciones, Podemos se convertirá en el partido hegemónico de la izquierda y entonces será el PSOE el que vendrá a pedirles árnica.
¿Por qué Podemos, como me decía ayer un referente del socialismo hispano, «tiene la sartén por el mango»?
Las encuestas, que apuntan al sorpasso, no hacen sino confirmar una realidad política que el partido de Iglesias ha sabido explotar con mucha inteligencia.
La ventaja comparativa de Podemos sobre el PSOE en el electorado tradicional de izquierdas se justifica por diversos factores:
Es más creíble en su propuesta de regeneración. La corrupción que asola al PP beneficia mucho más al partido de Iglesias que a los socialistas. El PSOE, que no puede sacar pecho en el terreno de la honestidad, es visto por ese sector ideológico como parte del sistema. Hasta hace unos meses, Iglesias incluía al Partido Socialista en el saco de «la casta».
Podemos es percibido por los votantes más jóvenes como el instrumento para hacer posible un cambio radical. Iglesias le ha arrebatado a los socialistas la bandera de la defensa de los pobres: desigualdad, desahuciados, parados, marginados, etc.
Iglesias ha recuperado batallas ideológicas abandonadas por el PSOE, como la memoria histórica, la identificación de la derecha con la dictadura, el anticlericalismo, etc.
En cierto sentido, Podemos es un partido nostálgico del franquismo. A Iglesias le hubiera gustado ser un profesor de Políticas de la Complutense a principios de los años 70, cosa imposible porque aún no había nacido.
Cuando Podemos reclama una «segunda transición» no lo hace sólo para iniciar una nueva etapa política, sino para completar lo que no se hizo bien -a su juicio- en la primera. Esa tesis es la que mantiene abiertamente Juan Carlos Monedero, para quien los partidos de la izquierda hicieron demasiadas concesiones a la derecha durante la transición al optar por el consenso en lugar de la ruptura.
Como el PSOE no ha sabido hacer una actualización atractiva y movilizadora del ideario socialdemócrata, Podemos le ha arrebatado la bandera de los ideales. Es ahí donde radica la auténtica ventaja de Iglesias sobre Sánchez.”
(De “El Mundo”)

En esta interinidad llena de incertidumbres en la que se ha convertido el proceso de investidura de presidente del gobierno de España, uno siente tentaciones de escribir casi cada minuto sobre acontecimientos, hechos y opiniones de los diferentes líderes políticos que son actores (a veces marionetas) en el “tinglado de la antigua farsa” en que se ha convertido la situación política española.
Solamente la real sensación de fragilidad en las posiciones de cada grupo político y de sus líderes frena el deseo de escribir sobre este “tránsito”, no se sabe si enriquecedor o agónico, hacia una posible investidura.
La gran verdad es que el socialista Pedro Sánchez,
más débil político que un gato desnutrido, intenta hacer de la necesidad virtud, aparentando (con más desvergüenza que acierto) que va a ser capaz de conseguir los votos suficientes para acceder a la presidencia del gobierno. Es más su voluntarismo que sus posibilidades, especialmente porque las matemáticas parlamentarias son las que son y porque su equipo es un ejemplo de lenguas aceradas y conductas incapaces.
No es por tanto de extrañar que esté logrando acercamientos con Ciudadanos y su líder, quienes pretenden dar una imagen de sensatez y centrismo cuando realmente ocultan su oportunismo y su falta de autonomía propia, ya que necesitan del apoyo de más de un partido para “ser alguien”.
Y la verdadera “piedra en el zapato” de Sánchez es   P(j)odemos, grupo (¿acaso partido?) compuesto por una heterogeneidad mal hilvanada de tendencias y gentes reaccionarias, que no es capaz de sustraerse ni de disimular su pretensión de “cargarse” todo lo establecido, si bien sus fauces de lobo iconoclasta quedan solapadas bajo una falsa piel de "cordero" pactista y pro-democrático. Vamos. que como diría el castizo, se le ve "el pelo de la dehesa".
No cabe duda que todas estas posturas y maniobras han surgido al socaire de la tosca, equivocada e incomprensible posición de Mariano Rajoy y el PP, quienes, por si no fuera poco la avalancha (¿casual?) de episodios de corrupción que les acosa, parecen invadidos por la enfermedad del sueño, como si una mosca tse-tse hubiera picado su capacidad de iniciativa política, ya que se han  abroquelado en aquello de la “formación más votada” y de la redención de la economía, apartándose cada vez más de los reales sentimientos y de las auténticas preocupaciones de los ciudadanos de a pie. Sin tomar iniciativa alguna y sentándose " a verlas venir", o sea, a nada.
Sea como fuere, a uno le llega a la mente la famosa frase de “Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, dime niña si tú quieres, ¿son de alguna utilidad?”
No hay duda de que la necesidad de formación de gobierno está convirtiéndose en un requerimiento acuciante, pero con actores como PP y PSOE ello se antoja complicado, porque la sensatez demostrada por los políticos alemanes con la “grossen coalitionen” de los dos partidos mayoritarios, es imposible alcanzarla en nuestra España de la zarandaja, de las apariencias, de los faroleos y de la vacuidad, en medio de bastante inexperiencia política.
Ya veremos en qué acaba todo esto, no me atrevo a pronosticarlo; pero sí, por el momento, sintiéndome ciudadano de a pie, además de lamentarme, deseo algo que parece tan utópico como que se implante un gobierno de “solución nacional”, tal vez encabezado por una figura política relevante y consensuada que organice un gobierno de gestión de amplio espectro.
Para ello, lo primero que hace falta es que la Corona salga de los formalismos y adopte decisiones valientes e innovadoras, y que las fuerzas políticas demuestren que merecen ser vertebradoras de esta nación todavía tan por madurar del todo, que llamamos España.
Me atrevo a decir que, al igual que varias religiones celebran “rogativas” pidiendo la lluvia, se hagan plegarias a los dioses lares, manes y penates de la política para que llegue la sensatez y el espíritu constructivo y solidario.
Que falta hacen.

“El precio de la grandeza es la responsabilidad” Winston Churchill (1874-1965) Político británico.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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