02 junio 2014

Abdica el Rey Juan Carlos de España. ¿Regeneración institucional y democrática?



El Rey ha abdicado. Esta mañana se lo ha comunicado al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y este lo ha anunciado a la nación. Don Juan Carlos -que se dirigirá a los españoles en torno a las 13.00 (la hora se ha modificado dos veces) a través de la radio y la televisión- ha escrito una carta al presidente que reza: "A los efectos constitucionales procedentes, adjunto el escrito que leo, firmo y entrego al señor presidente del Gobierno en este acto, mediante el cual le comunico mi decisión de abdicar la corona de España". Ahora se activan los mecanismos de la sucesión en el heredero, don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias.

(De “El País”)

Abdicación

Abdicación (del latín abdicatio, renegar, renunciar; de ab de, y dicare, declarar, proclamar como no perteneciente a uno), el acto según el cual una persona renuncia y cede por sí misma su cargo antes de que expire el tiempo para el cual se tomó el mismo. En el derecho romano, el término se aplicaba especialmente para desposeer a un miembro de una familia, como al desheredar a un hijo, pero en tiempos más recientes, esta palabra se usa raramente excepto en el sentido de renunciar al poder supremo de un estado. Un término similar para un electo o un funcionario es renuncia (al cargo).

Abdicaciones en la antigüedad clásica


Entre las abdicaciones más memorables de la antigüedad se puede mencionar la del dictador Sila, 79 a. C., y la del emperador romano Diocleciano (305).


La Corona Británica


Probablemente la abdicación más famosa en la historia
contemporánea sea la del rey Eduardo VIII del Reino Unido en 1936, quien abdicó del trono británico para poder casarse con la divorciada Wallis Simpson, pasando por alto las objeciones del establishment británico, los gobiernos de la Mancomunidad de Naciones, la familia real y la Iglesia de Inglaterra. Esta fue también la primera vez en la historia que un rey renunció a la corona británica de manera enteramente voluntaria. Ricardo II de Inglaterra, por ejemplo, fue forzado a abdicar después de que fuera despojado del trono por su primo, Enrique Bolingbroke, mientras Ricardo se encontraba fuera del país.

Cuando Jacobo II de Inglaterra, después de lanzar el Gran Sello del Reino al Támesis, huyó a Francia en 1688, no renunció a la corona formalmente, y se discutió en el Parlamento la cuestión de si había perdido su derecho al trono o si había abdicado. Se acordó lo último, pues en una asamblea general de Lores y Comunes, convinieron que estaba depuesto, a pesar de la protesta de Jacobo, y declararon que «habiéndose esforzado el rey Jacobo II en revocar la constitución del reino, rompiendo el contrato original entre el rey y el pueblo, y, aconsejado por los Jesuitas y otras personas corruptas, habiendo violado las leyes fundamentales, y habiéndose él mismo retirado fuera del reino, abdicó del gobierno y que el trono está por tanto vacante». El parlamento escocés pronunció un decreto de derrocamiento y deposición.

Como el título de la Corona depende de un estatuto, particularmente el Acta Constitucional 1701, una Abdicación Real sólo se puede efectuar mediante un Acta del Parlamento. Para dar efecto legal a la abdicación del Rey Eduardo VIII del Reino Unido se dictó el Acta de la Declaración de Abdicación de Su Majestad de 1936.


Abdicaciones modernas


Históricamente, si un monarca abdicaba ello se veía como profundo y chocante abandono del deber real. Como resultado, las abdicaciones normalmente sólo ocurrían en las más extremas circunstancias de tumulto político o violencia. Esto ha cambiado en un pequeño número de países: los monarcas de Países Bajos, Luxemburgo, Camboya y Bélgica han abdicado como resultado de su avanzada edad. El príncipe Hans-Adam II de Liechtenstein hizo a su hijo regente recientemente, en un acto que equivalía a un abdicación de facto si no de ley.

En los Países Bajos, Guillermo III fue el último monarca que murió ocupando el trono en 1890, ya que las reinas Guillermina, Juliana y Beatriz abdicaron la corona a la edad de 68, 71 y 75 años, respectivamente. En los tres casos retomaron el título de princesa que utilizaban antes de ascender al trono.

En Bélgica, Leopoldo III abdicó por razones políticas en 1951. Su hijo Alberto II renunció en 2013 debido a su edad (79 años) al cumplirse veinte años de su reinado.

En España, el rey Juan Carlos I abdica en favor de su hijo Felipe VI el 2 de Junio de 2014, después de 39 años de reinado.
Lista de abdicaciones importantes
Juan Cantacuzeno, emperador del Este
29 de septi
embre de 1399
Murad II, Ottoman Sultán
Ahmed III, Sultán otomano
Carlos de Nápoles (al acceder al trono de España)
Qianlong Emperador de China
José Bonaparte de Nápoles
4 de abril de
1814, y 22 de 
junio de 1815
Bernardo O'Higgins, Director Supremo de Chile
Leopoldo II de Toscana
Xuantong Emperador de China
12 de febrero 
de 1912 
(abolición 
 monarquía)
15 de marzo 
de 1917 
 (abolición 
 monarquía)
9 de noviembre 
de 1918 
(abolición  monarquía)
Guillermina de los Países Bajos (en favor 
de su hija Juliana).
18 de junio 
de 1953 
(abolición
monarquía)
Juliana de los Países Bajos (en favor 
de su hija Beatriz).
Juan de Luxemburgo (en favor 
de su hijo Enrique).
15 de agosto 
de 2004
(regente a 
su hijo)
28 de mayo 
de 2008 
(abolición
monarquía)
Benedicto XVI (renunció al papado).
Alberto II, Rey de los belgas (en favor 
de su hijo Felipe).
(De Wikipedia y otras fuentes)

La noticia, aunque algo inesperada, no ha sorprendido.

A cualquiera que siga un poco la vida diaria y política española no habrá dejado de llamarle la atención que el Rey Juan Carlos se haya prodigado en lo que va de año en una activísima vida institucional, acudiendo a muchos actos y viajando mucho, como por ejemplo, a los países del Golfo, en unos periplos apenas espaciados.

Y mientras tanto, el Príncipe Felipe acudía a actos “sin desgaste” y ofrecía una visión muy institucional, como representante de su padre en diversas ceremonias de toma de posición de magnates
extranjeros.

Poco ha trascendido sobre el estado de salud actual del Rey, pero no ha vuelto a tener aquel aspecto de persona atlética y activa, de faz lozana, que antaño le distinguía y le hacía presumir de una posible “eterna juventud”; como tampoco han transcendido (y dudo que lo hagan) las “otras” razones de su abdicación, entre las que el pueblo no dejará de incluir que tratándose un Borbón, alguna o algunas “faldas” podría haber por en medio… Y que a un padre rey le afectan las trapacerías del marido de su hija, una infanta...

Sea lo que fuere, la realidad es que no parece inadecuada esa abdicación, porque en esta vida política española, cada vez más irritante y pudibunda, parece ello significar un soplo de aire regenerador, aunque solamente sea porque el nuevo Rey va a ser un muy bien formado Príncipe en plena madurez.
Ahora se reabrirá el eterno debate de “monarquía sí, o monarquía no”, pero la realidad es que la decisión y el trance no parecen inadecuados, y al menos podrán propiciar un salto en modernidad y ágil eficacia en la vida española.
Seguro estoy que el Rey Felipe VI será “animoso”, como llamaban a su antecesor Felipe V, y mucho más, pero especialmente será prudente, moderado y generoso en las acciones de reinado, y tratará de reimplantar en España el consenso y la armonía en la convivencia social y política.

Amén. Que quiere decir, así sea…

“Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.- José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
NOTA ESPECIAL.- LA ENTRADA Nº 400
De no ser por la transcendencia de la noticia que precede, habríamos dedicado bastante más espacio a glosar y conmemorar que esta entrada o post constituyen el nº 400 de los publicados en este blog, es decir, muchos y durante bastantes  años. 
En breve, cuando la rabiosa actualidad lo permita, publicaremos un más amplio comentario y las estadísticas de lectores y países. 
Por el momento, nuestro agradecimiento a seguidores y detractores, porque para todos ellos se elabora este blog, que en ellos mismos tiene su razón de ser. 
S. de P. B. 

2 comentarios:

  1. Según la plaga de comentaristas aficionados y profesionales que mangonean los sucesos para que los efectos sean los que ellos desean, lo mejor será convocar un referndum para aprobar una nueva constitución que satisfaga a las nuevas generaciones. Para ello será necesario que solo la puedan votar los menores de 50 años. Esta deberá incluir un articulo que deje claro que la constitución que se apruebe tendrá una duración máxima de 10 años y solo la votarán los menores de 45 años, y así hasta llegar a constituciones de 6 mese de validez y votable solo por menores de 20 años. Para poco antes ya se habrán eliminado todas las escuelas y centros de educación de forma que el presupuesto nacional podrá ser empleado en el reparto de porros (¡Ojo no confundir con mamporros!). La España será tan plural que solo existirá como nombre propio para personas que quieran ser inscritos en registro voluntario de clientes del estado. Muchas más idioteces pueden escribirse a este respecto pero habrá que dejar algo para los medios de confusión general.
    Saludos

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    1. Querido Manolo: Es de agradecer tu ironía, pero discrepo de lo que pueda tener de alarmista, porque todavía queda en España una mayoría de ciudadanos sensatos y honrados, que aunque no hacen demasiado ruido, sí que sirven de moderación a tanta tontería y destarifo como los que proliferan en los últimos tiempos, en los que un grupito llamado "podemos" demuestra que se debería cambiar la "p" por la "j", que sería más correcto.

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